Las calles han perdido su esencia
como el pan ha perdido su sabor y
los tomates saben infinitamente a nada;
donde antes había sentido, significado e historia
ahora hay vacío, artificialidad y turistas.
Los turistas se regurgitan a si mismos
en cada una de las esquinas
mientras adoran al dios del consumo
y todo es consumo,
todo tiene un precio,
quien no consume no existe.
La vida se suicida
desde el borde de una moneda,
salta al vacío
y queda naufragando en un charco de sangre.
Las calles han perdido su código genético
y han vendido su alma al diablo
que unta de falsa felicidad las miradas transeúntes.
Mientras tanto, una joven adolescente
se mira en el espejo lo mono que le hace el culo los pantalones,
que han tejido una niñas de un país oriental en condiciones insalubres
y ella alegremente está dispuesta a comprar.
La moda manchada de sangre se ajusta perfectamente
a la piel de la ignorancia.
Andreu Aisa. Íntima rebeldía. Editorial Abriendo Brecha. 2020
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