Ni un hombre, ni un arma para el Estado. Así de contundente fue el compañero anarquista Rudolf Rocker en el congreso de los obreros de la industria del armamento en Erfurt en marzo de 1919, antes del inicio de lo que conoció como II Guerra Mundial. Una reivindicación que a día de hoy sigue siendo necesaria, dado el panorama bélico que existe hoy en el mundo.
Por un lado, en España, se sigue fomentando el culto al ejército y a cualquier tipo de fuerza armada. Se adoctrina a los niños en el nacionalismo, la sumisión al Estado y a la admiración al ejército o a cualquier tipo de fuerza armada en los colegios, en ferias infantiles, en actos religiosos etc. El Ministerio de Defensa, a través de los medios de comunicación y otros lugares de propaganda, gasta miles de euros en campañas de marketing para vendernos una cara amable de ejército, promocionar el día de la Hispanidad como la fiesta nacional de España (con la carga negativa que supone esa fecha para muchos pueblos y sociedades americanas), el reclutamiento en el ejército profesional como una salida laboral, o hacernos creer que se practica el humanitarismo, como si fuese una especie de ONG.
Por otro lado, el negocio de las armas entre empresas transnacionales, Estados y grupos armados mueve millones en todo el mundo. El principal foco de inversión e innovación tecnológica que financian los Estados no está precisamente en luchar contra el cáncer o el SIDA, sino en todo lo que tiene que ver con la guerra y la muerte. Estas empresas, a través de sus marionetas políticas, hacen contratos millonarios para vender armamentos de guerra a países que participan de forma directa o indirecta en conflictos armados. El ejemplo más cercano lo tenemos en la visita del príncipe de Arabia Saudí Mohamed bin Salam a España, para cerrar tratos millonarios en armamentos, bases militares y lo que no nos contarán por la prensa.
Las consecuencias de que la guerra sea un rentable negocio son fácilmente palpables. La guerra sacude diversas partes de los cinco continentes. En África, un continente literalmente devastado, detrás de los conflictos étnicos y religiosos se esconde el neocolonialismo de países europeos y empresas transnacionales que buscan la obtención de materias primas clave para el desarrollo tecnológico a bajo coste. Y lo consiguen manteniendo el flujo de armas desde el mercado negro y la escala de tensión, violencia, muerte, sufrimiento, en una espiral de miseria que nunca tiene fin. Apoyados por los gobernadores corruptos títeres del FMI y del Banco Mundial.
Asia se sacude principalmente en la zona de los países árabes, como Yemen, Palestina y Siria, sin olvidar otros tantos países que actualmente son estados fallidos «gracias» a la intervención imperialista de EE. UU., como Irak o Afganistán. Actualmente, Siria se encuentra inmersa en una guerra civil desde hace años y está en el punto de mira de los intereses geopolíticos de EE. UU.-UE-OTAN, Rusia, China e Irán. Una guerra civil que se recrudece cada vez más. El catorce de abril, EE. UU., Francia y el Reino Unido bombardearon de forma arbitraria Damasco y Homs a espaldas de los organismos internacionales con la excusa de las bombas químicas. Actuación que guarda mucha similitud con lo que produjo la guerra de Irak. Ni contaba con la aprobación de la ONU, ni el Reino Unido tenía permiso del parlamento británico. Otra vez queda patente que las normativas nacionales e internacionales no valen nada si no están supeditadas a los intereses económicos y políticos de EE. UU. Tampoco Turquía necesitó la aprobación de los organismos internacionales para entrar en el enclave kurdo-sirio de Afrin, dejando decenas de muertos y miles de desplazados. Las víctimas de esta guerra son, como siempre, la gente humilde y obrera, que ve destruidas sus viviendas, su familia y su forma de vida. Obligada a huir, malvive hacinada en campos de concentración, muere ahogada en el mar Mediterráneo, y los que llegan a Europa son rechazados por una Unión Europea racista que solo busca el beneficio económico de esta guerra de la que forma parte.
Ni un hombre, ni un arma para el Estado. Contra la guerra, la movilización hacia la huelga general indefinida.
Una de las ideas por la que Rocker lanza esta proclama no es otra que denunciar cómo a través de la producción armamentística realizada con el sudor de los trabajadores se reprime y se acaba con los movimientos obreros revolucionarios, y para que los obreros de la industria armamentística rechazasen la producción de material de guerra, y los talleres en los que se producía este material se convirtiesen en talleres para el trabajo de la paz.
A día de hoy la producción de la industria armamentística sigue produciendo material bélico que acabará en manos de las fuerzas represivas de los Estados o de grupos paramilitares, asesinando a muy diversas poblaciones del globo. Además, se ha visto como el ejército y la policía tienen un papel fundamental para, a través del uso de la fuerza, garantizar el funcionamiento de los servicios, reventando huelgas y acabando con cualquier tipo de movilización obrera que no interese al Estado.
Contra las guerras, para los anarquistas sigue habiendo unos puntos clave como son: el boicot y la deserción de los cuerpos de seguridad del Estado (policía, guardia civil, ejército, etc.); el boicot a la industria armamentística, tanto en la producción como en la distribución; romper con el racismo institucional y con el pensamiento racista que nos inculcan en la escuela y medios de comunicación, ya que solo sirve para dividir a los trabajadores de cualquier país, allanar procesos económicos como la gentrificación y justificar la represión contra las personas migrantes, así como la pobreza y la guerra en sus países de origen; romper con los partidos de la izquierda parlamentarista y los sindicatos oficiales (CCOO y UGT), los cuales hacen usos partidistas y electorales del discurso del «no a la guerra», mientras apoyan, son cómplices y silencian los genocidios imperialistas como el ocurrido en Libia, o los conflictos actuales.
Ante la miserable situación en la que nos encontramos los trabajadores, no solo en España, sino en todo el mundo por los intereses económicos capitalistas de las élites políticas y económicas, sigue siendo necesaria la unión, construir redes de solidaridad y apoyo mutuo, al margen de las instituciones del Estado, y trabajar por la huelga general indefinida, una de las herramientas más poderosas que tenemos los trabajadores para parar esta dramática situación.
“Pero la misión de aquellos que, como nosotros, buscan la abolición de todas las opresiones y de la explotación del hombre por el hombre, consiste en despertar la conciencia del antagonismo entre dominantes y dominados, entre explotadores y explotados, así como en fomentar la lucha de clases en todos los países y la solidaridad entre todos los trabajadores allende cualquier frontera, contra todos los prejuicios y todas las pasiones raciales y nacionales.”
Errico Malatesta
Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases
Por la anarquía
Por la anarquía
Sin la laboriosa colaboración de la clase trabajadora, ni el Estado ni la clase dominante tendrían ejércitos, ni armas, ni nada.
ResponderEliminarHUELGA GENERAL, SOLIDARIA E INDEFINIDA!