Amigos de Ludd.
[6-1-03]
Panfleto difundido en diciembre de 2002 con motivo de las mareas
negras que asolaron el oeste de Europa tras uno de los frecuentes
accidentes producidos por barcos petroleros.
1.- Si algunos piensan todavía que los desastres industriales, de los
que el caso del Prestige es un ejemplo, ayudan a formar conciencia y a
crear frentes de lucha en el plano colectivo, les diremos que no hay
nada más lejos de la realidad. El desastre del Prestige, con su abanico
de reacciones, confirma punto por punto la conformidad de la sociedad
entera para con la organización catastrófica del mundo actual. Diremos
por qué.
2.- En los primeros días que siguieron al escape de fuel del barco,
el ministro Rajoy, ante la avalancha de críticas, insistía en que
“ningún país tiene medios” para afrontar una catástrofe de tal
categoría. El público rugía indignado: ¿cómo es posible que un país
moderno se encuentre impotente y sin medios ante una marea de fuel que
se aproxima a nuestras costas? Un grupo de expertos de la universidad de
Vigo emitió un escrito donde se podía leer: “La catástrofe pone
claramente de manifiesto el gran déficit de medios tecnológicos y de
herramientas de predicción para tener un conocimiento integral del
comportamiento de nuestro mar.” Numerosos intelectuales y escritores
pidieron que se “investigara el accidente”.
3.- Entre tanto, el Gobierno español, en su perfecta nulidad
institucional, tenía que fingir una vez más que estaba muy preocupado
mientras que, al mismo tiempo, tenía que ser muy eficaz para algo y
asumir grandes responsabilidades sobre alguna otra cosa. La llamada
oposición estaba encantada: iban de acá para allá, sacando datos y
reproches de sus carteras, y todos se felicitaban. También los medios
informativos de una supuesta oposición aprovechaban para ofrecernos su
fétida mercancía (de pronto, el canal Tele5 parecía el gran amigo del
mar y de los pescadores…) Los periodistas todos cumplían, una vez más,
su función de organizar la confusión a la medida de la impotencia
general. Algún escritorzuelo afilaba su pluma para bordar su columna.
4.- Pero ¿quiénes son entre tanto los afectados? ¿Qué esperan o qué
les espera? Unos se lamentan mientras llegan las ayudas, otros reciben
indulgentes al Rey o al Príncipe, algunos pocos zarandean a las
autoridades locales o centrales, gritan de rabia. Todos exigen
responsabilidades por que todos se sienten en el centro de la noticia,
donde hoy apuntan las cámaras (en poco tiempo su celebridad se habrá
evaporado). Nadie pone en cuestión que sus actividades económicas, o el
espacio que habitan, han sido dañados. Pero nadie que no quiera pasar
por loco se atreve a preguntar qué tipo de vida había antes del desastre
y qué tipo de vida seguirá cuando todo pase.
5.- Los grupos que alimentan una supuesta oposición activa (“a la
izquierda de la izquierda”: asociaciones, grupos ecologistas,
movimientos ciudadanos, sindicatos) se han plegado dulcemente a la
situación. ¿Qué otra cosa podían hacer? Es evidente que en lo esencial
comparten todos los presupuestos ideológicos de la sociedad industrial.
Sólo exigen responsabilidades. O peor aún, dimisiones. Pero al exigir
dimisiones ¿no demuestran que estaban conformes con el papel que jugaban
los representantes políticos de turno antes del desastre? No nos
referimos a sus actuaciones concretas, sino a la existencia misma de
dichos representantes. Los que exigen responsabilidades al Gobierno
admiten al Gobierno, y a su oposición, como interlocutores válidos. Los
que exigen responsabilidades al Estado hablan el lenguaje del Estado y
sellan su conformidad con el Estado.
6.- Contra todo lo que se pueda pensar, el capitalismo industrial no
conoce accidentes ni desastres aislados o excepcionales. Toda su
organización económica y social es un desastre de proporciones
gigantescas. Dentro de la megamáquina mortífera de relaciones
industriales, donde todo lo que sucede día a día es nocivo para la
sociedad y la naturaleza, el vertido del Prestige sólo es una gota de
aceite. Los expertos que exigen más medidas tecnológicas son los
heraldos de la nueva catástrofe: ante un mundo cada vez más peligroso y
alienado, sólo proponen reforzar los controles. Los especialistas en
todo nos salvarán. Cuando la tecnología industrial alcanza ya cotas de
destrucción y despilfarro masivo, a la opinión pública sólo se le
permite ver que la solución está en aplicar las medidas oportunas en el
momento oportuno. En ningún caso se cuestiona el modo de vida industrial
y anti-social que hace necesario que engendros como el Prestige surquen
los mares. En ningún caso se cuestiona cual es el modelo social y
económico que nos está llevando a depender, cada vez más, de
extracciones ingentes de energía. No se cuestiona, en suma, la red de
falsas necesidades engendradas por la sociedad industrial (automóvil,
estación de servicio, velocidad, carretera, desplazamientos constantes:
guerras, OPEP, crisis sociales, contaminación, explotación irresponsable
de todo lo vivo, y vuelta a empezar).
7.- El capitalismo industrial no tiene ningún inconveniente en
convivir con las mareas negras. Desde que surgió hace ya más de dos
siglos, trajo la marea negra de sus residuos sin fin. Ha ennegrecido el
mundo hasta hacerlo irreconocible. Y los Estados y los Gobiernos no han
hecho sino crear las condiciones necesarias para que pudiera efectuar
este programa sin dificultades. Los que piden hoy la dimisión de sus
representantes electos, se aferran a la miseria cotidiana donde el
Estado y el Capital se ocupan de tejer las redes de su dominación.
8.- Si mañana vuelve la lucha social, los que en ella participen
tendrán que desprenderse de cualquier ilusión estatista, sindicalista o
legalista, pero también tendrán que poner en cuestión el conjunto de la
organización de la vida bajo la explotación tecnocientífica que
padecemos. A partir de ahí, será posible hablar de una reconstrucción
real de las necesidades, cuando ya nadie podrá reconocerlas bajo su
máscara espectacular.
LOS AMIGOS DE LUDD Y LOS ENEMIGOS DEL MUNDO INDUSTRIAL
http://flag.blackened.net/pdg/noticias/noticias/desastre_prestige.htm
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