A pesar del olvido a que ha sido
relegado, Camilo Berneri es uno de los autores de la tradición
anarquista más lúcidos e interesantes de este siglo, y constituye,
de hecho, uno de los cabos sueltos en la historia del pensamiento
crítico que es preciso recuperar. Nacido en Lodi (Italia) el 28 de
mayo de 1897, moriría asesinado por los estalinistas en los sucesos
de Mayo de 1937 de Barcelona cuando contaba sólo cuarenta años de
edad.
Perteneciente a una familia de intelectuales de la clase media, su madre, Adalgisa Focchi, era profesora de primaria y escritora de literatura juvenil. Con quince años se adhiere a la Federación Juvenil Socialista de Reggio Emilia, en donde llegaría a formar parte del Comité Central. A finales de 1915, después de tres años de militancia, las contradicciones entre la afirmación de su ideario revolucionario y la actitud del Partido Socialista, le llevaría a la dimisión y a la adscripción al anarquismo, movimiento con el cual se identificaría de por vida. En una carta publicada en el periódico L´Avenire Anarchico de Pisa, titulada "carta abierta a los jóvenes socialistas de un joven anarquista" denunciaba la degradación del Partido Socialista Italiano, la existencia de una burocracia política absolutamente posibilista, la falta de conexión con las bases, así como la ausencia de un verdadero espíritu de sacrificio. En castigo por su oposición a la intervención italiana en la primera guerra mundial fue expulsado de la escuela, reclutado para el frente, y después confinado en la isla de Pianosa.
Mientras tanto, el impacto causado por la revolución rusa había sacudido a la sociedad europea. Ante los ataques generalizados, Berneri defendió, en un primer momento, tanto a la revolución como a Lenín. Resulta significativa su postura en el artículo "¿Con Kerenski o con Lenín?", publicado en Guerra di Clase de Bolonia en el año de 1917. En los años siguientes, sin embargo, aumentaron sus críticas a la dirección que iba tomando el proceso revolucionario ruso, distanciándose así de una visión excesivamente acrítica de la mayoría de la izquierda revolucionaria italiana. Pero a pesar de todo, mantuvo una actitud de diálogo y crítica constructiva, dentro del movimiento anarquista.
Colaboró en el periódico Volontá, dirigido por Luigi Fabbri, en los que analizó los principales problemas con los que se topaba la revolución: Las relaciones entre la ciudad y el campo, sobre el tipo de política adecuada al campesinado; la organización económica; el papel de los intelectuales en la revolución, etc. A partir de 1921 acentuó sus diferencias con la experiencia rusa, publicando diversos artículos en el periódico dirigido por Errico Malatesta Umanitá Nova, a la vez que subrayaba también la necesidad de un mayor rigor en las críticas realizadas por sus propios compañeros anarquistas. Sus estudios universitarios fueron tan amplios como brillantes: Hizo un doctorado en filosofía y letras en la Universidad de Florencia, influyendo en su trabajo intelectual el historiador Gaetano Salvemini, uno de los pensadores más notables de la intelectualidad italiana del siglo XX, que influiría decisivamente en su formación intelectual. Ejerció su vocación como docente en la enseñanza media y normal de Florencia, Cortona, Milán, etc., junto con un incesante activismo antifascista. Hasta su definitiva salida de Italia en 1926 ante la represión del fascismo mussoloniano. Durante diez años Camilo será el anarquista más expulsado de Europa. Sufrió prisión en Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Francia, siempre perseguido por la policía y el gobierno de Mussolini.
Releyendo a Camilo Berneri se puede apreciar que no le corresponde el reproche que a menudo se hace al anarquismo como una teorización anacrónica, expresada en términos superados. Quienes así se expresan, juzgan sobre una prensa de propaganda que no es siempre de calidad irreprochable y no tienen en cuenta la existencia de creadores intelectuales de primera fila como Luigi Fabbri, Rudolf Rocker, Max Nettlau, Gustav Landauer, Rafael Barret y el mismo Berneri, y en al actualidad elementos de la talla de Noam Chonsky o Murray Bookchin. En 1922 escribió "Estamos desprovistos de conciencia política en el sentido de que no tenemos conciencia de los problemas actuales y continuamos difundiendo soluciones adquiridas en nuestra literatura de propaganda. Somos utópicos y basta... en vez de empujar al movimiento a salir de lo ya pensado para esforzarse en la crítica, en lo que está por pensar"
Esta actitud contraria al dogmatismo y a las respuestas simples lo convertirían en un pensador controvertido, polémico e incómodo a lo largo de toda su vida, y sin embargo, por esa misma actitud constituye en la actualidad un punto de referencia para retomar un diálogo fecundo entre las distintas tradiciones de la izquierda.
El afán de Berneri en la renovación del anarquismo fue puesto de relieve, justo después de su muerte, por Max Sartin, director del periódico ácrata de Nueva York L´Adunata dei Refrattari, en el cual había colaborado asiduamente... "veía al anarquismo como una idea y un movimiento todavía en formación; sentía que necesitaba salir de las fórmulas generales y abstractas de la fe para afrontar con audacia todos los problemas de la vida compleja y resolverlas en las enseñanzas concretas de las prácticas.
La nómina de sus trabajos y libros es variada, hasta llegar a ser desconcertante, la mayor parte corresponde a textos que son resultado de una vivencia personal. Así, sus trabajos sobre las relaciones del trabajo intelectual y el manual, valiosísimos -entre otras razones- por haber sido expresadas por un profesor universitario, a quien el exilio obligaba a trabajar como obrero de la construcción. Más conocida es la serie sobre la lucha antifascista, el enemigo por excelencia de Camilo, hay también valiosos textos sobre la sociología del trabajo, desde Operaiolatría hasta El trabajo atrayente, incluyendo trabajos como Il cristianismo e il lavoro.
A finales de julio de 1936, pocos días después de estallar la guerra en España, Berneri llega a Barcelona. Inmediatamente se responsabilizó de la organización de los voluntarios que llegaban a combatir al fascismo, constituyendo una columna italiana. Aquejado de distintos problemas físicos que le impidieron continuar en primera línea de combate (entre otros su sordera), volvió a Barcelona. Una vez allí centró sus principales esfuerzos en el trabajo cultural y propagandístico, colaborando en las emisiones radiofónicas dirigidas a los voluntarios italianos y en la edición de Guerra di Classe. Desde este periódico retomó el tema de la revolución rusa desde una perspectiva tremendamente crítica: "El Estado y las Clases", "La abolición y extinción del Estado" y "La dictadura del proletariado y el socialismo de Estado". Mención especial, finalmente, merecen los trabajos inéditos sobre historia del pensamiento social como: Un federalista ruso: Pietro Kropotkin.
El segundo gran bloque temático de los artículos de Berneri tenía que ver con el análisis y su toma de posición ante los acontecimientos que se producían día a día en España: "La guerra y la revolución". Pero posiblemente sea "La carta abierta a la compañera Federica Montseny" el texto que mejor informe de su posición ante el curso de los acontecimientos.
Las últimas intervenciones públicas de Berneri antes de su asesinato a principios de mayo de 1937, dan cuenta de su singular posición política e intelectual, así como de su misma dimensión humana. El primero de mayo publicó un artículo en el que hacía una razonada defensa del POUM ante las acusaciones de colaboración con el fascismo vertidas por los comunistas catalanes del PSUC y de la prensa de la III Internacional. El tres de mayo leía en Radio CNT-FAI de Barcelona un emotivo discurso en homenaje a Antonio Gramsci, muerto el 27 de Abril en las cárceles de la Italia fascista.
La idea de Berneri según la cual la guerra sólo podría ganarse llevando adelante la revolución social, y su denuncia del carácter contrarrevolucionario del estalinismo español, podrían quizás explicar su misterioso asesinato con tan sólo cuarenta años de edad... Berneri dejaba una enorme producción intelectual y el testimonio de una vida militante.
De sus análisis, sobresalen cuestiones como: su crítica temprana a la desvirtuación de la revolución rusa, su apuesta por el federalismo como una forma de concreción de un proyecto democratizador, su lectura desmitificadora del obrerismo y de la adulación per se de cualquier forma de organización de los de abajo, revelando la contradicción de intereses que se expresaba también en su seno y, por tanto, la necesidad de una acción revolucionaria educativa; Su concepción internacionalista y solidaria de la lucha revolucionaria de los pueblos.
Tanto la extensa obra escrita como su intensa militancia constituyen hoy día testimonio ejemplar de compromiso moral y político, firmeza en los principios, voluntad de rigor en el análisis político-social, rechazo del dogmatismo y el esquematismo, autocrítica con relación a la propia tradición y respeto en el diálogo con otras corrientes de pensamiento emancipatorias.
Fuentes bibliográficas:
Camilo Berneri, Guerra de clases en España, 1936-1937. Carlos M.Rama. Barcelona: Tusquets, 1977.
Antología de textos de Berneri. Ernest Cañada. Barcelona: Los libros de la Catarata, 1998.
Perteneciente a una familia de intelectuales de la clase media, su madre, Adalgisa Focchi, era profesora de primaria y escritora de literatura juvenil. Con quince años se adhiere a la Federación Juvenil Socialista de Reggio Emilia, en donde llegaría a formar parte del Comité Central. A finales de 1915, después de tres años de militancia, las contradicciones entre la afirmación de su ideario revolucionario y la actitud del Partido Socialista, le llevaría a la dimisión y a la adscripción al anarquismo, movimiento con el cual se identificaría de por vida. En una carta publicada en el periódico L´Avenire Anarchico de Pisa, titulada "carta abierta a los jóvenes socialistas de un joven anarquista" denunciaba la degradación del Partido Socialista Italiano, la existencia de una burocracia política absolutamente posibilista, la falta de conexión con las bases, así como la ausencia de un verdadero espíritu de sacrificio. En castigo por su oposición a la intervención italiana en la primera guerra mundial fue expulsado de la escuela, reclutado para el frente, y después confinado en la isla de Pianosa.
Mientras tanto, el impacto causado por la revolución rusa había sacudido a la sociedad europea. Ante los ataques generalizados, Berneri defendió, en un primer momento, tanto a la revolución como a Lenín. Resulta significativa su postura en el artículo "¿Con Kerenski o con Lenín?", publicado en Guerra di Clase de Bolonia en el año de 1917. En los años siguientes, sin embargo, aumentaron sus críticas a la dirección que iba tomando el proceso revolucionario ruso, distanciándose así de una visión excesivamente acrítica de la mayoría de la izquierda revolucionaria italiana. Pero a pesar de todo, mantuvo una actitud de diálogo y crítica constructiva, dentro del movimiento anarquista.
Colaboró en el periódico Volontá, dirigido por Luigi Fabbri, en los que analizó los principales problemas con los que se topaba la revolución: Las relaciones entre la ciudad y el campo, sobre el tipo de política adecuada al campesinado; la organización económica; el papel de los intelectuales en la revolución, etc. A partir de 1921 acentuó sus diferencias con la experiencia rusa, publicando diversos artículos en el periódico dirigido por Errico Malatesta Umanitá Nova, a la vez que subrayaba también la necesidad de un mayor rigor en las críticas realizadas por sus propios compañeros anarquistas. Sus estudios universitarios fueron tan amplios como brillantes: Hizo un doctorado en filosofía y letras en la Universidad de Florencia, influyendo en su trabajo intelectual el historiador Gaetano Salvemini, uno de los pensadores más notables de la intelectualidad italiana del siglo XX, que influiría decisivamente en su formación intelectual. Ejerció su vocación como docente en la enseñanza media y normal de Florencia, Cortona, Milán, etc., junto con un incesante activismo antifascista. Hasta su definitiva salida de Italia en 1926 ante la represión del fascismo mussoloniano. Durante diez años Camilo será el anarquista más expulsado de Europa. Sufrió prisión en Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Francia, siempre perseguido por la policía y el gobierno de Mussolini.
Releyendo a Camilo Berneri se puede apreciar que no le corresponde el reproche que a menudo se hace al anarquismo como una teorización anacrónica, expresada en términos superados. Quienes así se expresan, juzgan sobre una prensa de propaganda que no es siempre de calidad irreprochable y no tienen en cuenta la existencia de creadores intelectuales de primera fila como Luigi Fabbri, Rudolf Rocker, Max Nettlau, Gustav Landauer, Rafael Barret y el mismo Berneri, y en al actualidad elementos de la talla de Noam Chonsky o Murray Bookchin. En 1922 escribió "Estamos desprovistos de conciencia política en el sentido de que no tenemos conciencia de los problemas actuales y continuamos difundiendo soluciones adquiridas en nuestra literatura de propaganda. Somos utópicos y basta... en vez de empujar al movimiento a salir de lo ya pensado para esforzarse en la crítica, en lo que está por pensar"
Esta actitud contraria al dogmatismo y a las respuestas simples lo convertirían en un pensador controvertido, polémico e incómodo a lo largo de toda su vida, y sin embargo, por esa misma actitud constituye en la actualidad un punto de referencia para retomar un diálogo fecundo entre las distintas tradiciones de la izquierda.
El afán de Berneri en la renovación del anarquismo fue puesto de relieve, justo después de su muerte, por Max Sartin, director del periódico ácrata de Nueva York L´Adunata dei Refrattari, en el cual había colaborado asiduamente... "veía al anarquismo como una idea y un movimiento todavía en formación; sentía que necesitaba salir de las fórmulas generales y abstractas de la fe para afrontar con audacia todos los problemas de la vida compleja y resolverlas en las enseñanzas concretas de las prácticas.
La nómina de sus trabajos y libros es variada, hasta llegar a ser desconcertante, la mayor parte corresponde a textos que son resultado de una vivencia personal. Así, sus trabajos sobre las relaciones del trabajo intelectual y el manual, valiosísimos -entre otras razones- por haber sido expresadas por un profesor universitario, a quien el exilio obligaba a trabajar como obrero de la construcción. Más conocida es la serie sobre la lucha antifascista, el enemigo por excelencia de Camilo, hay también valiosos textos sobre la sociología del trabajo, desde Operaiolatría hasta El trabajo atrayente, incluyendo trabajos como Il cristianismo e il lavoro.
A finales de julio de 1936, pocos días después de estallar la guerra en España, Berneri llega a Barcelona. Inmediatamente se responsabilizó de la organización de los voluntarios que llegaban a combatir al fascismo, constituyendo una columna italiana. Aquejado de distintos problemas físicos que le impidieron continuar en primera línea de combate (entre otros su sordera), volvió a Barcelona. Una vez allí centró sus principales esfuerzos en el trabajo cultural y propagandístico, colaborando en las emisiones radiofónicas dirigidas a los voluntarios italianos y en la edición de Guerra di Classe. Desde este periódico retomó el tema de la revolución rusa desde una perspectiva tremendamente crítica: "El Estado y las Clases", "La abolición y extinción del Estado" y "La dictadura del proletariado y el socialismo de Estado". Mención especial, finalmente, merecen los trabajos inéditos sobre historia del pensamiento social como: Un federalista ruso: Pietro Kropotkin.
El segundo gran bloque temático de los artículos de Berneri tenía que ver con el análisis y su toma de posición ante los acontecimientos que se producían día a día en España: "La guerra y la revolución". Pero posiblemente sea "La carta abierta a la compañera Federica Montseny" el texto que mejor informe de su posición ante el curso de los acontecimientos.
Las últimas intervenciones públicas de Berneri antes de su asesinato a principios de mayo de 1937, dan cuenta de su singular posición política e intelectual, así como de su misma dimensión humana. El primero de mayo publicó un artículo en el que hacía una razonada defensa del POUM ante las acusaciones de colaboración con el fascismo vertidas por los comunistas catalanes del PSUC y de la prensa de la III Internacional. El tres de mayo leía en Radio CNT-FAI de Barcelona un emotivo discurso en homenaje a Antonio Gramsci, muerto el 27 de Abril en las cárceles de la Italia fascista.
La idea de Berneri según la cual la guerra sólo podría ganarse llevando adelante la revolución social, y su denuncia del carácter contrarrevolucionario del estalinismo español, podrían quizás explicar su misterioso asesinato con tan sólo cuarenta años de edad... Berneri dejaba una enorme producción intelectual y el testimonio de una vida militante.
De sus análisis, sobresalen cuestiones como: su crítica temprana a la desvirtuación de la revolución rusa, su apuesta por el federalismo como una forma de concreción de un proyecto democratizador, su lectura desmitificadora del obrerismo y de la adulación per se de cualquier forma de organización de los de abajo, revelando la contradicción de intereses que se expresaba también en su seno y, por tanto, la necesidad de una acción revolucionaria educativa; Su concepción internacionalista y solidaria de la lucha revolucionaria de los pueblos.
Tanto la extensa obra escrita como su intensa militancia constituyen hoy día testimonio ejemplar de compromiso moral y político, firmeza en los principios, voluntad de rigor en el análisis político-social, rechazo del dogmatismo y el esquematismo, autocrítica con relación a la propia tradición y respeto en el diálogo con otras corrientes de pensamiento emancipatorias.
Fuentes bibliográficas:
Camilo Berneri, Guerra de clases en España, 1936-1937. Carlos M.Rama. Barcelona: Tusquets, 1977.
Antología de textos de Berneri. Ernest Cañada. Barcelona: Los libros de la Catarata, 1998.
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