Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

domingo, octubre 29

Vergüenza para la humanidad


 

El reciente ataque de Hamas a los asentamientos israelíes próximos a esa cárcel en la que han convertido Gaza, con una cifra de muertes en torno a las 1.400 personas, supuso la excusa para una cruel respuesta por parte del Estado hebreo declarando la guerra abierta a la zona palestina y bloqueando toda ayuda humanitaria. Hoy, más de dos semanas después, se habla ya de 5.000 víctimas de los bombardeos de Israel, al menos un par de miles de ellas pueden ser críos, con la amenaza permanente de la invasión terrestre. La mitad de la población gazatí se ha desplazado, no se sabe muy bien a dónde, ya que los refugios de emergencia de la ONU se encuentran saturados. Un conflicto que dura ya décadas, con el ahogamiento continuo del pueblo palestino y con el desenlace en una nueva guerra abierta, que hace que uno se avergüence de pertenecer a la humanidad. Y es que, desgraciadamente, la historia de eso que llamamos sin asomo de vergüenza homo sapiens es la de los poderosos aplastando a los que no lo son tanto, por lo que maldigo en estos momentos a los que hablen de maniqueísmo, matices y equidistancia.

Recordemos que Israel tiene aliados poderosos, como los Estados Unidos y la principales potencias de la vieja y mezquina Europa, a pesar de los matices que se han visto a hacer dada la actuación implacable del Estado hebreo. Consecuentemente, los grandes medios suelen estar directamente al servicio de intereses muy concretos, proclamando con descaro el derecho israelí a defenderse, o bien se muestran muy tibios con los desmanes del Estado de Israel procurando que el foco se ponga en la violencia por parte palestina. No voy a entrar de nuevo en la historia del conflicto, ya que agota ver cómo se justifica lo injustificable; desconozco si es del todo cierto que Hamas es una creación israelí para apartar otras fuerzas palestinas laicas y exacerbar el conflicto, de lo que sí tengo constancia es que hoy de nuevo el aparato militar de un Estado está masacrando a un pueblo. Lo que también sé es que, dejando a un lado los matices y el dichoso maniqueísmo, no denunciar claramente una situación entre opresores y oprimidos favorece al lado más poderoso. Una vez más, urge parar una guerra y son muchas en activo bien entrado el siglo XXI con el permanente maquillaje de que la humanidad va a algún sitio mejor.

Y es que, como exigen constantemente de manera vergonzante los reaccionarios insinuando no se sabe muy bien qué, podemos mostrar nuestra repulsa por algo como Hamas y sus acciones terroristas, pero como ya he apuntado hay que ver quién ha alimentado la bestia yihadista y ha conducido a que esa fuerza política goce de popularidad entre un pueblo desesperado. Considero el primer deber libertario apoyar a los oprimidos en cualquier situación por encima incluso de la crítica, aunque nunca podamos abandonarla, a los líderes y métodos de los propios oprimidos. Y es que, para muchos, y puede que para la inmensa mayoría del género humano, resulta impensable una sociedad sin Estado y la solución al conflicto pasaba porque los palestinos construyan uno. Hace años, es posible que la creación de un Estado palestino pudiera haber suavizado el conflicto con Israel, aunque tengo mis dudas. Lo que parece claro a estas alturas es que a nadie le interesaba la más mínima solución, es posible que incluidas algunas naciones árabes, y hoy el objetivo es barrer a un pueblo molesto para los intereses de los poderosos (con diversos pelajes).

 

Juan Cáspar

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