Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

miércoles, febrero 9

Dirán

 


Ellos dirán

que somos unos comunistas trasnochados

que se nos pasa el arroz con el tema de la anarquía

que por no saber,

no sabemos ni besarnos


pero cuando cae la noche

todos los dictadores,

los que dicen precisar beberse la sangre de otros

para poder seguir creando panteones y fábricas de silencio…


cuando cae la noche

se cobijan en las tabernas

donde todo el alcohol es poco

y la muerte tiene esa dulzura

que no parece ir con ellos

pero sin embargo se los lleva por delante

porque en realidad

no pueden, aunque quisieran,

escapar de sí mismos


Dirán también que la propiedad privada

es algo tan natural como apretar el gatillo

pero siempre estando al otro lado del revolver

y se apropiarán, claro, hasta del aire,

la vida,

la realidad,

la voluntad

y hasta del último barril de petróleo


Pero cuando alguien intente socavar la posición de sus hijos

por méritos propios, por calidad, por decreto oficial

se inventarán mil maneras de echar a los indios de su tierra

Y al pasar de los lustros

cuando ya todo lo consumido no sea más que historia

dirán que ellos ya estaban allí

antes de las tumbas

y de nuevo sembrarán

sembrarán esa muerte de la que tratan de huir


pero que les sigue tan de cerca


Dirán que tienen el derecho de sentir asco hacia nosotros

y que al mismo tiempo,

nosotros estamos condenados a amarles por encima de todo

dios padre todopoderoso

creador de las tumbas y la miseria


Dirán también, como bien sabéis,

que nuestras palabras no sirven

y han de ser suprimidas, pues

¿Cómo osáis si quiera pensar que

los hombres puedan tener una conciencia libre

a base de usar la palabra?


Y quemarán nuestras palabras

de forma pública

en las plazas y los estrados

Reducirán a escombros los escombros

porque en eso, en eso

son auténticos especialistas


Pero al caer la noche

escribirán hermosas cartas de amor

dándolo todo,

escanciando sus almas corruptas

en el aljibe de la buena voluntad

que de un solo trago,

apenas un sorbo,

se pudrirá toda una ciudad

y los cuerpos de los vivos

se harán de enfermedad y desamparo


Ellos dirán que la luz, si debiera de haberla

será la suya

Y que nosotros, los utópicos, los relegados,

los hijos de la hambruna,

herederos de los cuatro jinetes,

los que ansiamos con codicia

el bienestar de todos los seres vivos

aún a costa de nuestros privilegios,

si queremos, si nos atrevemos,

como mucho tendremos que bailar

en la semi-oscuridad que a ellos les venga en gana

y claro, habrá que pagar.


Porque todos sabemos que la luz no es gratuita,

que tiene un dueño

Como el mar

Como el aire

Como la tierra

Como la muerte,

esa de la que ellos quieren huir

constantemente

constantemente


Ellos dirán…tantas cosas

Tanta muerte

Tanto estropicio en nombre de la verdad

que el sentido común se fumará en un cigarro de liar

y la ceniza, la ceniza rodará de olvido


Ellos, ellos

que nunca quisieron el nosotros


Y nosotros, nosotros

que nunca les odiamos lo suficiente


Ojalá, nunca jamás,

nunca,

como nosotros

puedan escapar de esa muerte.

 

*

 

 

Magnate 


Qué poco le falta

a la palabra magnate

para decir la verdad.

 

 

Cristian Esteban Martín

1 comentario:

  1. "Qué poco le falta
    a la palabra magnate
    para decir la verdad."

    De hecho, no le falta nada, es el superlativo de mangante.

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