Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

sábado, diciembre 8

La soledad absoluta está prohibida


“Jamás hallé compañera más sociable que la soledad.”
Henry David Thoreau


Gran parte de los viejos discursos relativamente revolucionarios partían de la primicia de un supuesto estado de soledad del individuo provocado por las condiciones dominantes, inclusive la llegaron a declarar servil a la dominación, entonces –decían- un proceso emancipador significaría indudablemente “dejar de estar solo”. Creo que la soledad no debe pensarse en un asunto práctico, sino profundamente filosófico, parte de ello consiste en no establecer a priori una relación entre “individuo” y “soledad”, puesto que cae en una serie de falacias fatales.

Antes de seguir, creo necesario no pensar en “individuo” en el sentido romántico o anarquista que le dieron notables teóricos como Émile Armand, sino como el resultado de mecanismos de subjetivización, de procedimientos de fabricación sobre el cuerpo, en otras palabras el “individuo” como una creación jurídica-disciplinaria, Michel Foucault diría que“(…) el individuo es, desde el comienzo y por obra de esos mecanismos, sujeto normal, sujeto psicológicamente normal”(1).

La sociedad efectivamente individualiza, pero a mí entender no quiere decir que nos empuje a la soledad, sino lo contrario, la mejor prueba de esto es la socialización forzosa y a la vez individualización inconsciente que producen las disciplinas que se persiguen en las instituciones sociales, principalmente para el sujeto normal: la escuela y el lugar del trabajo. El sujeto en estas instituciones es obligado a sociabilizar, pero a la vez parte de su proceso disciplinario es volverlo individuo o sujeto individual, significará estar en constante competencia y conflicto con los demás individuos; se trata de desarrollar un proceso panóptico de disciplina, los individuos socializan pero se vigilan y corrigen unos a otros, esto configura un proceso de sociabilidad normalizadora.

Parte de todas las instituciones sociales consiste en individualizar, no solo las disciplinarias; la familia o la pareja son núcleos de profunda individualización, de hecho un proceso revolucionario involucrará no reformar estas instituciones, sino destruirlas. Este mismo proceso deberá ser de desindividualización, y en ese flujo podría estar involucrado el potencial subversivo de la soledad, ya no relacionada con lo que llaman individuo, o en última instancia sujeto. De hecho parte de ser sujeto quiere decir estar atado a otros, o a su propia identidad que tampoco es autoconstruida, este tipo de esclavitud invisible no quiere decir ser sujetos solitarios, sino sujetos individuales.

Creo que se le debe reconocer un profundo potencial revolucionario a la soledad, porque ejercer una lucha por crear un flujo de soledad es una negación del presente estado de las cosas. El desertor por ejemplo es un rebelde que rompe su contrato social en pos de su alejamiento, la soledad. No puedo estar más en desacuerdo cuando se habla de que nos estamos quedando solos, como alguna vez dijo Gilles Deleuze –“…el problema no es que nos dejan solos, es que no nos dejan lo suficientemente solos.”.

“Huyamos, ya es la hora; pero te lo ruego, huyamos juntos.”
Et la guerre est a peine comencée


Tal como dije al principio, se debe pensar en soledad en su potencia filosófica, en ese sentido no es tan simple como “no estar acompañado”. Puede ser “…la soledad más poblada del mundo”(2), a favor de la desindividualización. Es por esta potencia que la soledad absoluta está prohibida, porque es un rechazo a la socialización forzosa en pos de un flujo solitario, posiblemente compartido y solidario.


Orlando S.

Notas
(1) Clase del 21 de Noviembre de 1973, El Poder Psiquiátrico, Michel Foucault
(2) Diálogos, Valencia, Pre-Textos, Gilles Deleuze (1980)


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