John Zerzan
Dice Zerzan que en épocas pasadas, cuando aún no existía la división del
trabajo (responsable de la crisis en la que estamos sumergidos como
civilización), ni religión ni jerarquía, el hombre ya disponía de una
capacidad intelectual similar a la del hombre contemporáneo, pero que
entonces se disfrutaba de una armonía con la Naturaleza y el ser humano
no necesitó de evolución tecnológica porque se encontraba libre. Durante
el amplio periodo Paleolítico hubo pocos cambios tecnológicos
significativos. Por el estudio del desarrollo de las herramientas de
piedra no hubo prácticamente avances en dos millones y medio de años y
el anarquista americano sugiere que la satisfacción de la especie
durante el periodo recolector-cazador no posibilitó el éxito de la
innovación aunque hubiera inteligencia para desarrollarla. Hoy existen
estudios antropológicos que dan una visión distinta de la que se tenía
sobre nuestra existencia precivilizada, como una época de privaciones,
brutalidad e ignorancia. La vida antes de la domesticación, antes del
tiempo materializado (una imposición de la realidad cultural), argumenta
Zerzan, estaba «basada principalmente en el ocio, la relación con la
naturaleza, el disfrute de los sentidos, la igualdad sexual y la salud.»
Todo comenzó a transformarse, después de miles de años, cuando las
sociedades recolectoras-cazadoras se hicieron agrícolas.
Paso a paso, el autor va explicando cómo nos hemos ido alejando y cómo
hemos llegado al alienante y deteriorado mundo en el que vivimos. La
agricultura facilitó la división del trabajo y estableció las bases de
la jerarquía y de la destrucción de la Naturaleza. Surgen las castas, la
religión, el Poder y otras lacras como consecuencia del desarrollo
agrícola, pero no son las únicas. Hay estudios que avalan que el paso de
la recolección y de la caza a la sociedad agrícola supuso una
disminución de la talla y fortaleza humanas, caída de dientes,
deficiencias alimentarias y enfermedades infecciosas. La dieta diversa
durante el Paleolítico se redujo de forma importante con el cultivo
agrícola. La pregunta que nos hacemos entonces es por qué llegó a
desarrollarse la agricultura y, con ella, el hombre inventa los números y
las letras, innecesarios en la época preagrícola.
Zerzan no escatima recursos en su demoledora crítica a la tecnología. Es
evidente que nuestra civilización se sustenta en gran medida en ella.
¿Podríamos imaginar qué sucedería si de un día para otro fallara la
tecnología y no hubiera televisión? ¿Se podría mantener el mundo actual?
¿Por cuánto tiempo? Algunos antropólogos (Lévi-Strauss) acreditan que
la comunicación escrita surgió para posibilitar el dominio y la
explotación. Pudiera ser cierto que, como la tecnología que permite que
exista la televisión, la escritura (y por supuesto la imprenta) no sea
neutra. ¿Quiere adelantar Zerzan que no podremos conseguir vivir en un
mundo justo y libre mientras exista la escritura? Es posible que el que
suscribe esté tan alienado que ya no sea consciente de la realidad en la
que vive, pero es incapaz de pensar en un mundo ausente de libros,
ausente de escritura. De hecho, el crítico anarquista americano, a
través de la escritura (el mismo libro que comentamos) nos da a conocer
el mundo de dominio al que estamos sometidos. ¿Puede ser la escritura
'liberadora' o 'dominadora' dependiendo de quién la utilice y para qué?
¿Es un simple medio o algo más?
La cuestión de fondo es la siguiente ¿es posible y deseable volver a una
sociedad exenta de tecnología avanzada para que los seres humanos
puedan ser libres? o ¿es realmente imposible erradicar la injusticia, la
opresión, la dominación y la alienación en una sociedad con una
tecnología como la actual?, ¿es posible un desarrollo tecnológico que no
implique dañar y destruir la Naturaleza? Este es uno de los retos
anarquistas. Claro, si eliminamos atributos única y exclusivamente
humanos como la escritura, los números, la tecnología... pudiera ser que
retornáramos al mundo animal y aquí si que no hay injusticias, estas
solo se pueden dar en las sociedades humanas. No podemos caer en el
consumismo, en una sociedad de producción desenfrenada e irracional,
pero sí deseamos aspirar al conocimiento del mundo y del universo en el
que vivimos.
¿Se puede hacer sin la escritura? El planteamiento de
Zerzan es atractivo desde el punto de vista del disfrute de la vida
sensual, liberados de los prejuicios que genera la cultura, pero ¿es
realmente el ser humano un animal que solo aspire a gozar sin plantearse
el origen y el sentido de la vida y los mecanismos de funcionamiento
del universo? Si aspiramos a conocer, parece que es inevitable entrar en
el mundo de la ciencia (nótese que va de cursiva) y en la tecnología
como apoyo para investigar e ir desentrañando los misterios, aunque
parece que son interminables. También pudiera ser que la alienación, una
vez perdido el mundo edénico, motive la misma búsqueda de las razones
de nuestra existencia a sabiendas de que nunca será posible desvelarlas
del todo, como Sísifo subiendo una y otra vez, eternamente, la piedra a
la cima.
Lo que va diciendo el autor no son invenciones personales ni creación
literaria, está avalado por numerosos estudios antropológicos, cuyos
autores son citados reiteradamente a lo largo del texto. De los cinco
ensayos incluidos en este libro, en el segundo, «La psicología de masas
del sufrimiento», Zerzan expone las razones de una sociedad enferma que
camina hacia el suicidio. Las enfermedades que padecemos son, en gran
medida, el reflejo de la sociedad en la que vivimos y John Zerzan piensa
que es más probable que las revoluciones surjan del sufrimiento
psíquico que de la miseria material, como predijo Marx.
En «Totalidad y tonalidad», el tercer ensayo, se analiza el tema de la
música. A partir de la división del trabajo comienza el empobrecimiento
de la tonalidad musical (ideología) reduciendo la polifonía prearmónica
(anárquica) a una escala musical y jerárquica, reflejo de la sociedad en
la que se vive. Se va perdiendo la espontaneidad rítmica por la
domesticación. La civilización que padecemos ha empobrecido las
sensaciones, la diversidad... tendiendo a una homogeneidad, a la
generalización, a suprimir lo específico, lo genuino, que no parece
propio de la vida, que es variada.
Analizando la filosofía de los posmodernistas, se cita a Foucault, para
quien «[...] no existe resistencia al poder que no sea en sí misma una
variante del poder». Para el filósofo francés, Poder y conocimiento son
inseparables y se confunde el uno con el otro. Según esta afirmación, es
evidente la contradicción de la epistemología anarquista al tratar de
destruir el Poder desde el conocimiento, que es Poder. La filosofía
posmodernista, pese a sus genuinas críticas al Poder, nos conduce a un
callejón, a un laberinto absurdo o a un círculo vicioso de los que no
hay salida ni solución posibles. Frente a esta filosofía de la
desesperación, Zerzan aún tiene esperanzas en el hombre, siempre que
viva en un mundo sin división del trabajo ni jerarquías.
El autor, enamorado de los pueblos ágrafos, cuestiona todo, incluso duda
de que en realidad pensemos en términos de lenguaje (¡!), «[...] al
menos -expresa- no hay pruebas definitivas de que sea así». Aunque
Zerzan a veces parece cercano a afirmaciones demenciales (críticas y
análisis poco comunes), no es un hombre que haya perdido el sentido
común. Quizás no es deseable «'definir' un mundo no alienado [pero]
debemos intentar descubrir el falso mundo de hoy y cómo hemos llegado
hasta aquí».
No he podido cotejar el texto con el del original en inglés, no
obstante, la traducción parece bien realizada, pero no puedo dejar de
hacer un comentario sobre la utilización de algún vocablo que
distorsiona un poco la lectura. Así, cuando se habla de 'sociedades
forrajeras' o de 'mujeres forrajeras', que se repite en reiteradas
ocasiones en el primer ensayo, quiere decir, 'sociedades recolectoras' o
'mujeres recolectoras'. Forage tiene una acepción en este contexto que
no es la traducción literal, 'forraje' sino «the act of searching for
food or provision», es decir, «el acto de buscar alimentos o
provisiones».
Otro apunte que no deseo pasar por alto es el elogio que se merece una
nueva editorial como Numa al publicar textos como los de Bookchin o
Zerzan, tan necesarios para los tiempos que corren, pero no alcanzo a
comprender las razones por las que los libros de ambos escritores son
incluidos en una colección que se llama Viva la República, cuyo primer
número es Los anarquistas españoles. Pienso que induce a confusión.
Libro de filosofía y antropología, requiere de lectura pausada y
reiterada; tan solo la lectura de las páginas iniciales desencadenan el
desarrollo de infinidad de preguntas que cuestionan las bases
culturales, sociales, políticas... sobre las que vivimos. Textos densos
que nos permiten adentrarnos más en el conocimiento para poder
comprender la artificialidad que vivimos. Sin estar de acuerdo con todo
lo que se expone en sus páginas, es una obra que mueve los cimientos de
lo establecido, ofreciendo una perspectiva peculiar para poder
aprehender las realidad que vivimos. Un libro cuya lectura es muy
recomendable para entender algunas de las causas del mundo que
padecemos, un mundo de locura en el que la demencia la padece la mayoría
de la población frente a una minoría que disfruta de un relativo
equilibrio psicológico. El soma que cita Huxley en Un mundo feliz se
generaliza para poder hacer llevadera una vida alienante y triste.
Numa Editorial, Colección Viva la República, Valencia 1994
152 págs. Rústica 21x14 cm
ISBN 9788493150495
También lo puedes leer aquí: http://sindominio.net/ecotopia/textos/futuprim.html
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