Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, agosto 16

La Transición. Un juicio libertario.

JOSÉ LUIS GARCÍA RÚA

Extractos de la charla pronunciada en Gijón (instituot Jovellanos) el 17 de Enero de 1997
Quisiera iniciar el discurso partiendo de una frase que aparece por ahí en los medios de comunicación: “los veinte años de libertad más fructíferos en casi 200 años”. Así presentan la transición esos medios y sería bueno para la historia de España si realmente hubieran sido los más fructíferos en 200 años porque querría decir que antes de esos 200 años transcurridos hubo otros más fructíferos, cosa que, mirando la historia, no se comprueba, porque si esto nos lleva a finales del siglo XVIII, no vemos que este haya sido un siglo de libertades, ni mucho menos las monarquías absolutas del siglo XVII, como tampoco la etapa del Principado y de los Reyes Católicos pueden exhibir esa bonanza, y mucho menos la Edad Media. Entonces lo que tácitamente esta frase querría decir es que estamos ahora viviendo los mejores años de la Historia de España desde las cavernas y esto parece excesivo. Desde mi punto de vista, no se puede proceder a esta exaltación del régimen de transición porque el régimen de transición hace agua por muchos costados y es criticable desde muchos aspectos. Gregorio Morán, en abril de 1992, escribió un artículo en El País en el que consiguió retratar de la mejor manera la situación que dio en llamarse transición, lo que ella significó y cuál era su substancia. Empezaré diciendo que este hombre entendía así la transición y son palabras suyas: “la transición fue la funeraria de la izquierda española”: Desde este punto de vista, la transición puede mostrarse, sin violencia argumental, como una trampa histórica. Hemos escuchado a Felipe González y a otros hombres, también del Partido Socialista, cuando eran objeto de crítica por parte de la derecha, hacer gala de que ellos no habían pasado factura al régimen anterior, el que hayan, por interés o lo que fuera, cerrado los ojos ante el hecho histórico del franquismo, determinando con ello la forma como se produjo la transición y el cómo de aquellos polvos vinieron estos lodos. Que hombres que torturaron, que escarnecieron, que trataron la dignidad humana de una manera absolutamente intolerable hayan seguido por juzgados, comisarías, puestos de administración, capitanías, etc. es realmente triste para nosotros, para España que arrastra un tremendo peso de la guerra civil, para España que tuvo más de 300.000 fusilados, muchos cientos de miles de presos y en conjunto un millón de muertos. No se puede olvidar la historia de un momento para otro con paños calientes o con frases más o menos hipócritas que no tienen más misión que la de echar arena a los ojos del resto de los españoles. Nada de esto quiere decir que aquí se esté recriminando el que no se haya procedido a juicios sumarísimos o sumarios o vindicaciones cruentas de ningún género, cosa por lo demás imposible Se recrimina simplemente la complicidad en el establecimiento de una situación que conculca la justicia de dos maneras: manteniendo la continuidad de lo anterior en elementos, estilos y estructuras, y no dando satisfacción moral a los maltratados, ofendidos y humillados, cuyos sufrimientos se intenta comprar con hipócritas pagas dinerarias, verdadero símbolo, por el medio empleado, de un régimen de corrupción a punto de iniciarse.
Dice Gregorio Morán: “allí la clase política e historiadores, en una reunión donde se santifica la transición, decidieron cómo se debía de escribir la transición y cómo debía quedar el repertorio de personajes ante la inminente posteridad. Así fue posible que el gremio de historiadores especializados en la transición construyeran una historia angélica basada en los testimonios de los protagonistas”, “mostraba al mundo cómo se podía pasar de una tiranía totalitaria a un régimen democrático, homologado con el occidente”. Se trató entonces en muchos aspectos de una compra de conciencias, para otros significó una desviación por inconsciencia, por no saber dónde se encontraban verdaderamente, para otros más supuso la postergación y la reducción al silencio de todos aquellos que habían luchado por una salida clara de la situación y que buscaban igualmente un discurso claro y decente que diera razón y la explicación de la nueva situación. Estos hombres fueron posteriormente tachados como portadores de un “pensamiento políticamente incorrecto”., calificación que sigue siendo oída todavía en muchos medios, lo que es tanto como una especie de santificación del rechazo de determinadas conciencias, de determinadas personalidades. “La única alternativa”, sigue diciendo Gregorio Morán, “estaba en disputar la hegemonía del tránsito, pero no el tránsito mismo”, “nadie se atrevió a decir la verdad porque la realidad política durante la transición les parecía el más peligroso revulsivo y debía ser manejada con la peligrosidad de un explosivo”. “Mientras duró la transición, nuestra clase política tuvo bula, se constituyó en un mandarinato de nobles”, “Los medios de comunicación desempeñaron en general un papel de instrumentos políticos de esa clase que hoy está indignada porque se les acabaron las indulgencias”. Los que no suscribieron la transición de manera inmediata fueron considerados unos resentidos, unos frustrados y seguramente ello aconteció y acontece, dice Gregorio Morán “porque somos un país con tradición lanar, nos viene de la Mesta, y esto quizá explique por qué cuando se trata de hablar de ovejas, le concedemos la palabra siempre al lobo”, “Criticamos la transición por una sola razón obvia, porque fuimos lo que fuimos sólo en función de que miramos lo que nos rodeaba con ojos críticos y ése es el único patrimonio de nuestro pasado al que algunos no estamos dispuestos a renunciar”. No estamos dispuestos a renunciar a ese patrimonio de sinceridad, a ese patrimonio de ojos limpios, a ese patrimonio de ojos críticos, a ese patrimonio de poner el dedo en la llaga porque esa es la única manera de que los males puedan llegar a ser curados y podamos atajar algo que yo entiendo como muy peligroso, como fatalmente peligroso hacia el futuro, si las cosas siguen por el camino que van.

 Artículo completo en: http://germinallibertario.blogspot.com/2008/11/la-transicin-un-juicio-libertario.html

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