Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

lunes, diciembre 30

Repensando la relación entre anarquismo y territorio


Un puntito amarillo en un mapa de otros colores. Eso era: un puntito amarillo que marcaba el único sitio donde se extraía oro en España. El mapa ilustraba el tema sobre la minería española que incluía mi libro de Sociedad, la asignatura vinculada al aprendizaje de ciencias sociales.

Estábamos a principios de los años noventa y no recuerdo bien qué curso de la EGB (Educación General Básica) estudiaba en aquel momento. ¿Séptimo? ¿Octavo? Da igual. Lo que sí recuerdo es que me gustaban mucho las asignaturas donde se impartían contenidos de Historia y Geografía Humana. El caso es que aquel punto amarillo señalaba una pequeña localidad de la provincia de Almería, Rodalquilar, donde se extraía oro desde principios de los años treinta. Lo que no sabía entonces era que la explotación aurífera había cesado en 1966 y que aquel punto amarillo era como esas estrellas, ya muertas, cuya luz vemos de noche; un reflejo de lo que fue.

Pasado el tiempo, echo la vista atrás y pienso que no han sido pocas las ocasiones en las que he pasado unos días en Cabo de Gata. Fue precisamente durante mi primera visita a ese parque natural cuando conocí en persona Rodalquilar, un pueblo que no llega a los doscientos habitantes y en cuyo paisaje destacan las ruinas de las instalaciones mineras; un pueblo ubicado en el centro de una zona casi desértica, llena de vida, que deslumbra por su belleza agreste.

Ruinas, desierto y un entorno inspirador… Ruinas que cuentan una historia de explotación salvaje de la tierra; una historia, también, de colonialismo y desmemoria; en una provincia, Almería, donde la tierra, a día de hoy, sigue siendo explotada por encima de sus posibilidades. La huerta de Europa, dicen. Miles y miles de hectáreas veladas por el plástico blanco de los invernaderos; como si fuera un glaucoma tóxico. Y fuera del foco, en las zonas de sombra que oculta el radiante negocio de la agricultura intensiva, el duro trabajo de cientos de jornaleros migrantes, la proliferación de infraviviendas, la falta de agua, el rosario interminable de pequeños vertederos incontrolados y otras agresiones constantes al medio ambiente.

Pero entonces —me refiero al momento en el que visité Rodalquilar por primera vez— aquellas ruinas no me interpelaban como lo hacen ahora y tampoco necesitaba recuperar la noción de lo que, en términos de la Geografía Humana, significa la palabra territorio. Hoy, sin embargo, el recuerdo reciente de esas ruinas me hace preguntarme cosas y me asomo a internet para obtener la definición que necesito. La anoto en un cuaderno. Es el fragmento destacado en la búsqueda de Google:

Para Geiger (1996), el territorio es una extensión terrestre que incluye una relación de poder o de posesión por parte de un individuo o de un grupo social, que contiene límites de soberanía, propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia y jurisdicción, y transmite la idea de cerramiento.

Investigo un poco. Ese Geiger es Pedro Pinchas Geiger, un geógrafo brasileño, nacido en 1923, cuyas palabras —«propiedad», «vigilancia», «disciplina», «jurisdicción»— resuenan en mi conciencia política. Ecos, claro está, del diccionario del poder que nosotros mismos componemos conforme vamos ganando años de aprendizaje y bagaje político.

Ahora que las leo, pienso que todas esas palabras, cargadas de tanta significación, dan fuste a un término, territorio, que si bien ahora me interesa, hasta hace bien poco me ponía en alerta; una reacción lógica si tenemos en cuenta que, por culpa de mi estrecha mirada, siempre ubicaba esa palabra en el esquema teórico del nacionalismo político.

Pensar el territorio desde un lugar distinto

Lo escribe Santiago Alba Rico en una de las páginas de Ser o no ser (un cuerpo). Si quisiéramos crear un país de la nada, lo primero que necesitaríamos sería esto: territorio, gente, un nombre, un gobierno, una bandera, una moneda y un pasaporte. Ahí está: «territorio»; es la primera palabra que pone en su lista el filósofo madrileño. Lo primero que se necesita para armar un país, una nación.

Durante mucho tiempo he sido consciente de las consecuencias sociales de que buena parte de las personas cimenten su identidad sobre la base de constructos políticos derivados del nacionalismo y el patriotismo más rancio. Un aprendizaje que, al menos en su parte más teórica, he armado con materiales muy diversos. Por un lado, toda la literatura clásica del anarquismo. Por otro, el conocimiento reflexivo que, en relación al tema, aporta el estudio de la historia y la antropología social. Teniendo en cuenta esto, ese cuestionamiento de la naturaleza social de nuestra subjetividad nacionalista, unido a la interiorización de los valores del internacionalismo y la identidad de clase, siempre me han hecho alejarme de todo lo que, de cerca o de lejos, tuviera que ver con el nacionalismo político. Por eso mismo —entiendo— llevo años dando de lado a muchos problemas que, en la medida en que han interpelado a otros sectores políticos, más o menos nacionalistas, han dejado de interesarme a mí.

Sé que todo lo anterior quizá sea demasiado reduccionista, pero, si lo pienso en frío, creo que apenas si he echado mano de una parte mínima del utillaje político que pone a disposición la tradición libertaria para hacer frente a los problemas que nos rodean. Efectivamente, ha pasado mucho tiempo hasta darme cuenta de que mi pequeño anarquismo ha ignorado la cuestión del territorio porque siempre quise tener lejos el barro de las contradicciones. Y eso que la cuestión geográfica no ha sido ajena al pensamiento libertario… Ahí están las obras de Reclús, Kropotkin y Perron, entre otros, para demostrarlo.

Después de mucho tiempo replanteándome conceptos y prácticas políticas, tengo la sensación de que al fin he logrado desencajar el escenario del conflicto social. Ese escenario sigue siendo la fábrica, el taller, la oficina, el tajo, el espacio donde desarrollamos nuestro trabajo, el punto exacto del sistema donde contribuimos al enriquecimiento de la minoría social, aquella que tiene la sartén por el mango y apuntala sus privilegios gracias al manejo del aparato del Estado. Ese escenario sigue estando ahí, pero ahora entiendo, al fin, que la dominación también se halla en otros puntos del territorio: en el agua que bebemos, en la comida que comemos, en el aire que respiramos, en el techo que nos cobija, en las calles de las ciudades y pueblos donde vivimos la mayoría; en nuestros propios cuerpos.

Como decía antes, reconozco que durante mucho tiempo no he sabido reconocer las herramientas que el utillaje político del anarquismo me ofrecía para enfrentar esa esfera de la dominación, la que el capitalismo ejerce para poner la vida, el medio ambiente, al servicio de sus intereses. Yo reconozco que, a día de hoy, ese anarquismo de miras estrechas se lleva pegado a la piel porque, en buena medida, hemos madurado políticamente a través de sus lecciones, siempre cortoplacistas, siempre identitarias y tribales, siempre insuficientes. Hemos crecido proclamando la urgencia de algunos debates, fútiles e intrascendentes buena parte de ellos, mientras el mundo se iba por el desagüe. Nos hemos entretenido en la política pequeña cuando, sin nosotros y nosotras, contados grupos de valientes ponían pie en pared en los puntos donde la urdimbre del sistema-mundo se descosía. Pequeños grupos de valientes donde, ¡ojo!, también había anarquistas.

Llegados a este punto, pienso que ha sido la herencia de esa mirada reduccionista, tan estrecha, la que ha limitado mis posibilidades de entender las posibles amenazas a la vida que se dan en el territorio donde habito; un legado indeseable que no solo merma mi capacidad de hacer preguntas, sino que dificulta mis posibilidades de empatizar con las comunidades políticas que enfrentan la depredación voraz del capitalismo desde el movimiento ecologista. Y es ahí, justamente en esa falta de entendimiento y sensibilidad donde se cifra, pienso, buena parte de los problemas ligados a la destrucción del territorio. Sensibilidad para dejarse conmover por el miedo a la destrucción de nuestro entorno. Sensibilidad para sentir el dolor por lo común perdido. Sensibilidad, también, para pasar a la acción desde un sentido de la responsabilidad que, en palabras de Jorge Riechman, nace de la necesidad íntima de hacerse cargo de las cosas; una responsabilidad que alude al cuidado del tejido interdependiente de la vida.

Dicho esto, no hay aprendizaje que llegue tarde y pienso que somos muchos quienes sentimos la necesidad de dejar de errar el tiro, contribuyendo, aun sabiendo lo modesto de nuestros esfuerzos, a posicionar debates y tareas políticas que entendemos como impostergables. El papel que ha de jugar el movimiento libertario en la defensa del territorio es uno de ellos.

Se nos echa el tiempo encima y, antes que nada, es necesario cambiar la dirección del mundo para garantizar el sostenimiento de las condiciones ecológicas que permitan la reproducción de la vida humana sobre la tierra. Una vez que nos encontramos en este punto de no retorno, es el reloj de arena quien avisa de la inoperancia de las medidas reformistas que, de una manera u otra, pretenden conciliar la defensa de la vida con la reproducción perpetua del sistema capitalista. Un sistema criminal, desquiciado y ecocida que, mientras nos mantiene aislados y perdidos en el reflejo de las pantallas, socaba a diario nuestras posibilidades de supervivencia, arruinando nuestro futuro como especie y aniquilando miles de formas de vida en esa carrera ciega.

Teniendo en cuenta lo anterior, es la perentoria necesidad de una transformación de carácter revolucionario la que debe conminarnos en nuestro día a día a sentar las bases que la hagan posible, interrelacionando las luchas en defensa de la vida y favoreciendo la articulación de comunidades en lucha que, mientras enfrenten las políticas depredadoras del capitalismo, abran espacios de autogestión donde poner en práctica nuestras capacidades políticas, valorizando las estructuras de gobernanza horizontal y poniendo en marcha nuevas formas de inteligencia colectiva que impugnen la delegación permanente y los sistemas de representación cimentados sobre la base de los partidos políticos.

En un contexto como el actual, cuando el miedo y la incertidumbre crecen como una mancha de aceite por debajo del tejido social, el movimiento anarquista tiene herramientas de sobra con las que contribuir a la lucha contra la destrucción del mundo. Porque amamos el bien y la belleza, porque celebramos la vida y el regalo de la existencia, no podemos eludir la lucha por el territorio. Nos va la vida en ello.

 

Juan Cruz López

 - Artículo publicado en TxH.

 

viernes, diciembre 27

Historia del Capitalismo

 

 
 
Recomendación de visualización: mirar primero todo el vídeo 'del tirón' leyendo solo los textos en blanco (es completamente normal que no nos dé tiempo a leerlo todo). Después volverlo a ver tocando la pantalla para detener el vídeo y así poder leer también los textos en amarillo.

Guión, edición y acting: Pol Andi Edición, música y acting: @fgtuaten (haciendo una versión de "Rattlesnake" de King Gizzard & the Lizard Wizard) Gráficos animados (motions): @raquelskuur Revisión del guión: Toni Martínez (historiador) Música final: @albertmarti83

Vídeo inspirado en el excelente trabajo del camarada @jrehwald15backup

La frase que aparece en el final del vídeo es de Roger Peet (@toosphexy) "We made this world. We can make another".

martes, diciembre 24

«Diccionario de ateos», de Sylvain Maréchal


Sylvain Maréchal (1750-1803) fue un periodista, ensayista, filósofo, poeta y activista en una época tumultuosa marcada por la Revolución francesa; se le ha considerado un precursor del socialismo y del anarquismo, como hombre ilustrado fue crítico con el absolutismo y partidario de un socialismo agrario donde existiese la comunidad de bienes. Lector ávido, de obras de Rousseau, Voltaire, Helvétius o Diderot, frecuentó a autores deístas y ateos. Su participación en la llamada Conspiración de los Iguales, promovida por Babeuf, que pretendía una igualdad real en la sociedad y no el mero formalismo que suponía la Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, le acabará convirtiendo en una inspiración para el posterior socialismo utópico; Maréchal expresó los deseos de una auténtica revolución social en el Manifeste des Égaux (Manifiesto de los Iguales), que se ha visto como toda una declaración libertaria, escrito en 1796.

Marechal era un feroz ateo militante, un brillante subversivo proveniente del Siglo de las Luches, que sufrió persecución y cárcel por una obra en la que negaba a Dios y parodiaba la religión. Después del fracaso de la conjura, se volcará Maréchal en el ateísmo, uno de sus intereses fundamentales; será el fundador de la Sociedad de Hombres sin Dios, y se esforzará en crear un diccionario que recoja la reivindicación del ateísmo por parte de autores clásicos y modernos: Dictionnaire des Athées anciens et modernes (1800). La editorial Laetoli edita ahora esta obra con el titula Diccionario de ateos, una auténtica joya que he de confesar no conocer hasta hace pocos días. Una labor magnífica la que está haciendo esta editorial, que ya publicó hace pocos años la Memoria de la religión, de Meslier, dando a conocer a un pensador tristemente desaparecido de la circulación intelectual contemporánea. La obra recoge un repertorio impresionantes de citas, que no solo niegan la existencia divina, sino que cuestionan los dogmas en general; Marechal se esfuerza en mostrar la superioridad teórica y moral del ateísmo, logrando una obra sobresaliente de una actualidad innegable.

Tal y como se dice en el prólogo, la obra de Marechal trasciende la simple opción filosófica del ateísmo y apuesta por una amplia utopía social capaz de englobar todos los ámbitos de la existencia humana. Como brillante filósofo social, Marechal no se limita a una decisión ética individual y crea toda un arma literaria para combatir un mundo jerarquizado, opresivo y alienante. Diccionario de ateos es todo un instrumento de emancipación intelectual y moral, que Marechal legó a la posteridad.

 

Capi Vidal

 Sylvain Maréchal:
Diccionario de ateos
(Laetoli, Pamplona 2013). 365 páginas.

 

sábado, diciembre 21

Abolir el turismo

 

 

Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo. 

 

 Spain is different. Con este rezo, el ministro de Franco, Manuel Fraga, selló la estrategia de blanqueamiento más potente que tuvo nunca la dictadura franquista: el establecimiento de la industria del turismo en España. Así, lo que algunos historiadores se empeñan en llamar “el aperturismo de los años 60” no fue otra cosa que un fuerte lavado de imagen de un régimen que pretendía lanzar el mensaje de que las torturas, las rapadas, los asesinatos sumerios y el hambre eran poco más que un detalle pintoresco más, como los trajes de lunares, de una zona estupenda en la que pasar unas semanas de vacaciones. De esta manera, la especialización de nuestro país en la economía del mercado-mundo se decidió que pasara por la desindustrialización y la turistificación de nuestros espacios y nuestras ciudades dentro del marco de crecimiento del turismo global y la industria aérea.

Esta desindustrialización solo pudo llevarse a cabo bajo la eterna promesa de que el turismo y su industria eran otra fuente de riqueza (mejor aún, de hecho). Algunos países se habían especializado en ciencia o en tecnología y nosotras nos íbamos a especializar en turismo. Sin embargo, y en 2024 no decimos nada nuevo, es evidente que la riqueza que genera el turismo en los países es riqueza solo para unas pocas. De hecho, la estructura económica que crea a su alrededor es altamente precarizante: empleos estacionales, mal pagados y basados en la servidumbre hotelera de aquellos que durante mucho tiempo nos estuvieron llamando (junto a Italia, Grecia y Portugal) PIGS. Y tampoco es que las vidas de quienes trabajan en este sector se beneficien de esta supuesta riqueza. Sí, en las zonas turistificadas “hay trabajo” pero ¿cómo vas a exigirle al dueño del bar en el que trabajas que te pague las horas que echas de más todos los días o que te dé de alta en la seguridad social si tiene la seguridad de que cuando te despida tardará cinco minutos en encontrar a alguien más?

 No decimos nada nuevo cuando criticamos esta idea del turismo como progreso de nuestra sociedad. Sin embargo, sí nos parece que esta crítica ha venido haciéndose desde un marco puramente cuantitativo y no se ha atrevido a impugnar el turismo en su totalidad. Según la crítica mayoritaria, el problema del turismo en nuestro país es un problema de cantidad, de grandes escalas, de hordas de turistas que destrozan centros históricos o paisajes de costa. La propuesta de esta crítica es, como puede intuirse, puramente reformista: de lo que se trata para reducir los males de aquella promesa de riqueza que nos hicieron es regular o reducir el flujo, pero nada más. Apostar, en fin, por lo que hace unos años se llamó “turismo de calidad”. 

Este discurso reformista del turismo servía, también, para aliviar la tensiones del ego: no es que todo el turismo fuera devastador, sino que solo era así cuando se hacía en masa. Se podía trazar, entonces, una línea entre los buenos turistas (como yo, como nosotras, siempre nosotras) que no destrozan los sitios y que no van a donde va la masa y los malos turistas, aquellos que llenan las principales plazas y museos y que se emborrachan y que destrozan y que, por supuesto, son desagradables con los locales. 

Como es evidente, este discurso no solo hace aguas en muchos de sus postulados, sino que también ha servido a gobiernos y empresas para seguir lucrándose de este destrozo masivo con etiquetas de playas azules o diplomas de hoteles de calidad. A raíz de este fracaso, o quizá independientemente de él, algunas autoras están empezando a esbozar una crítica al turismo en su totalidad y no solo a su cantidad. Son estas autoras las que nos interesan en la Escuela de las Periferias y a partir de las cuales hemos montado un itinerario de formación en nuestro centro social, La Villana de Vallekas, titulado Derecho a la ciudad. Algunos de los libros que hemos seleccionado son Verano sin vacaciones. Las hijas de la costa del sol, de Ana Geranios y Estuve allí y me acordé de nosotros, de Anna Pacheco. 

Con estos libros, nos preguntamos si las críticas del turismo se están centrando únicamente en el grado. Por ejemplo, hablamos de que el turismo nos sube el alquiler, lo que presupone que un goteo más suave de turismos podría no afectarnos en nuestro barrio. Sin embargo, y creemos que es lo interesante de ambos libros, en la Escuela de las Periferias nos preguntamos por las raíces profundas del turismo en una sociedad de masas: ¿por qué queremos vivir durante una semana al año un estilo de vida burgués?, ¿qué hay detrás de ese deseo de que nos sirvan nuestras compañeras durante los pocos días al año en los que no tenemos que trabajar? Abandonar la idea de cuánto turismo y pensar qué turismo: ¿por qué nuestro descanso anual está totalmente diseñado y pensado por y para el consumo de experiencias, personas, lugares y mercancías? ¿Es que acaso no podemos imaginar otras vacaciones que no pasen por la evasión de nuestra realidad? ¿Y si el capital nos hubiera robado la imaginación política para poder soñar con unas verdaderas vacaciones comunitarias y de ocio popular? 

Y es que creemos que estas son las verdaderas preguntas que nos pueden ayudar a imaginar unas vacaciones populares, más allá del turismo y su industria. Creemos que es necesario cuestionarse qué es lo que queremos conseguir cuando viajamos. ¿Qué buscamos con esa visita? ¿Descansar? Muchas veces no lo hacemos. ¿Conocer otras culturas? Es absurdo pensar que lo haríamos, y más estando como mucho un par de semanas, cuatro días en el mayor número de ocasiones. ¿Admirar monumentos? ¿Descubrir paisajes? ¿Descubrirnos a nosotros mismos? ¿Alejarnos del espacio rutinario? ¿Escapar (de qué, de quiénes)? ¿Por qué viajamos con quienes viajamos? ¿Por qué solos, por qué con esos amigos, por qué con esa pareja? ¿Y qué es lo que esperamos del viaje? ¿Disfrutar? ¿Mostrarlo? ¿Es el turismo un objetivo o una excusa, una falsa compostelana que nos permite decirle a la sociedad y a las redes sociales: “Ey, este es mi grupo, ey, esta es mi pareja”? ¿Son nuestras vacaciones coherentes con los personajes que nos creamos (el que se va de festival, la que se va al Sudeste asiático, la familia que va a Benidorm…)? ¿Qué dicen además estas preguntas de los sitios dónde habitualmente vivimos? ¿Cómo habla de nuestros barrios, de nuestros centros sociales y culturales, de nuestras piscinas públicas, bibliotecas y parques? ¿Y si, y como dice una reseña del libro de Ana Pacheco, “al final lo que tenemos que hacer es irnos con las amigas a la piscina municipal y después a comer bravas”?

En fin, sobre estos temas estamos debatiendo estas semanas en la Escuela de las Periferias. Pensar una forma de descanso que no pase por los circuitos de turistificación. Preguntarnos qué hay detrás de ese deseo de desclasamiento que se esconde en muchos de nuestros viajes. Intentar imaginar formas comunitarias de descanso y que no destroce el sitio al que vamos. Desechar el mantra de que conocer nos abre la mente porque sabemos, por experiencia, que no, que si fuera así el mundo sería un lugar mejor cada día y no lo es. Con todo eso, nos juntaremos el lunes 25 de noviembre para debatir sobre estos temas con la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca de Vallekas, con el Sindicato de Inquilinas y con vecinas que se están autoorganizando contra los pisos turísticos en el barrio. No sabemos si llegaremos a buen puerto, aunque la aventura merece la pena. Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo. 

 

@Miguel_Gomez_

@javisittu

@marialgalustian

Escuela de las Periferias, La Villana de Vallekas

 

miércoles, diciembre 18

Comunicado de Tekoşîna Anarşîst, organización anarquista pro Kurda: “El régimen ha caído, la guerra continúa”

 

Los sueños revolucionarios de millones de sirios que inundaron las calles en 2011 finalmente se han hecho realidad: el régimen ha caído. Tras décadas de la dinastía de Asad, hoy nos despertamos en una Siria sin un gobierno central funcional. El Estado sirio se ha derrumbado.

Nosotros, como anarquistas y como revolucionarios, no podemos hacer otra cosa que celebrar un tirano menos. ¡Salud por eso! Pero después de más de 7 años de vivir la revolución, aprendimos una lección impopular: la victoria es solo un primer paso hacia la transformación social que necesitamos. Porque cada victoria es simplemente un paso hacia la siguiente lucha.

Afortunadamente, el Movimiento de Liberación Kurda tiene décadas de experiencia en sus bolsillos y está más que feliz de compartirla con nosotros. Y no sólo eso, también tienen 12 años de lecciones prácticas liderando una sociedad revolucionaria en el noreste de Siria, con la liberación de las mujeres, la ecología social y la confederación de gobiernos locales como su brújula para construir el socialismo libertario. No sin defectos, no sin errores, pero ya es más de lo que muchas otras revoluciones libertarias han logrado jamás.

Al mismo tiempo, los éxitos militares de Hayat Tahrir al-Sham -Yihadistas apoyados por Turquía- (HTS) contra el régimen, así como su gobierno islamista autoritario en Idlib, abrieron una oportunidad para que su líder influyera en los titulares de las agencias de noticias mundiales. La sociedad de la información del siglo XXI olvida tan rápido como se desplaza hacia abajo en la pantalla, por lo que tal vez tengamos que refrescarle la memoria. Hoy, ¿quién recuerda la liberación de Manbij de las garras del ISIS? ¿Quién habla de los yihadistas que secuestraron y traficaron con mujeres yazidíes de Senegal por todo el mundo salafista? ¿Y quién recuerda a las mujeres que declararon la victoria de las SDF sobre Raqqa, antaño la capital del califato?

 Para quienes lo hayan olvidado, les recordamos que las YPJ siguen luchando, liderando el frente de la revolución de las mujeres en Rojava. Un frente que está siendo atacado una vez más por fuerzas aliadas del Estado turco, agrupadas bajo el irónico nombre de Ejército Nacional Sirio (SNA), una coalición de bandas criminales controlada por Turquía. Hoy amenazan la ciudad multicultural de Manbij, un gran ejemplo de pluralismo y gobernanza local integrada en el sistema de la Administración Autónoma Democrática del Noreste de Siria (DAANES).

La revolución de Rojava no sólo alcanza a los kurdos, sino también a los árabes, así como a los armenios, asirios, siríacos, turcomanos, circasianos y muchos otros grupos étnicos presentes aquí. Las fuerzas árabes del Consejo Militar de Deir Ezzor fueron aplaudidas por la población local cuando entraron en la ciudad de Deir Ezzor, ocupando el vacío de seguridad que dejaron atrás los soldados del régimen que huían. El sistema confederal del noreste de Siria es un modelo probado que puede servir como base para una Siria revolucionaria. Omar Aziz, un destacado anarquista de Damasco, trabajó para una alianza confederal de consejos locales, proponiéndolos como columna vertebral de la revolución siria. Fue arrestado y murió en las cárceles del régimen de Assad en febrero de 2013. No lo hemos olvidado, y atesoramos sus palabras y su experiencia como anarquista y como revolucionario aquí, en Siria.

Todos los sirios revolucionarios en el exilio, árabes, kurdos y muchos otros, tienen la responsabilidad de garantizar el éxito de su revolución. También los anarquistas, comunistas, feministas, ecologistas y otros revolucionarios internacionalistas deben sentirse responsables de defenderla. Tenemos una hermosa oportunidad de dar ejemplo a los movimientos revolucionarios de todo el mundo, desde el Kurdistán hasta Myanmar, desde Chiapas hasta Palestina. Los Estados-nación son la piedra angular de la modernidad capitalista, y sólo una confederación mundial de movimientos revolucionarios populares puede desafiarlos. La alternativa es un descenso al autoritarismo, la ocupación imperialista y el odio fundamentalista. No permitiremos que eso suceda.

¡Hacia una nueva revolución siria!

Como anarquistas, también debemos dar respuestas a la cuestión del Estado-nación. Al tiempo que reclamamos el fin de los estados y las fronteras, debemos impulsar no sólo nuestras críticas, sino también nuestras propuestas y soluciones. Tenemos que hacerlo no sólo en teoría, sino en la práctica, organizándonos con las comunidades locales y los movimientos sociales para construir el poder popular.

Las fuerzas autoritarias, como HTS o la Turquía de Erdogan, siempre usarán la fuerza para imponer su control en tiempos de inestabilidad. La única manera de contrarrestarla es la organización popular, una sociedad civil ética y política fuerte, la construcción de la autodefensa de los pueblos y una cultura revolucionaria. Con la solidaridad internacional, para desafiar el nacionalismo y el chovinismo que nos divide y que engañosamente sirve para legitimar el sistema de estado-nación de la modernidad capitalista. Con la gobernanza local y los modelos confederales, para desafiar los sistemas centralizados y las fronteras de los estados-nación, que solo generan opresión y violencia contra la diversidad. Con las mujeres y la organización queer al frente, para desafiar la opresión patriarcal de donde surgen todos los modelos autoritarios.

Desde la primavera árabe de 2011 hemos visto muchos intentos revolucionarios en Oriente Medio, pero ninguno de ellos ha conseguido una solución liberadora, hundiéndose una y otra vez en nuevas formas tiránicas de opresión. ¿Qué hacemos tras la caída de un tirano para impedir que otro lo sustituya? Cuando un régimen se derrumba, existe una pequeña ventana de oportunidad, un breve período revolucionario en el que el pueblo puede retomar el poder e impedir que se imponga una nueva autoridad centralizada. Tenemos que estar preparados para aprovechar esas oportunidades cuando se presenten.

¡Hagamos que la revolución siria, así como el movimiento de liberación kurdo que ha encabezado la resistencia democrática en la región, se conviertan en un ejemplo para muchas más revoluciones por venir! ¡Luchemos juntos para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones!

 

 

Centro de prensa Têkoşîna Anarşîst, 7 de diciembre de 2024

domingo, diciembre 15

Salvajes


 


De niño nos llevaban al zoo

para que viéramos que se podía vivir en una diminuta jaula,

sin libertad, pero con agua y comida,

 

igual que el jilguero del vecino,

igual que los peces del dentista,

igual que las gallinas

o los cerdos de la granja de engorde,

 

igual que nosotros en la escuela.

 

Nos hablaron con desprecio del lobo,

de la salamanquesa, de la lombriz y el topo,

porque nuestra civilización odia lo que no se somete,

 

pero Madre Gaia está empezando a romper los barrotes

con los que hemos pretendido mantenerla atada

y promete a todos los animales no humanos que,

sin nosotros, la vida volverá a ser una fiesta

sobre la Tierra.



Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga búlgara, 2024

jueves, diciembre 12

Felis Navidá

 


La verdad es que si no se concediesen vacaciones -al menos para el alumnado y el profesorado- por estas fechas, serían las más tristes del año. Ya es excesivo que los ayuntamientos cuelguen la luminotecnia navideña dos meses antes, destacando el alcalde de Vigo, Abel Caballero, campeón nacional y según él, internacional, de la horterada lumínica que inaugura con un inglés macarrónico -cuánto provinciano presuntuoso jugando a ser cosmopolita, y sé bien lo que digo porque yo también soy un provinciano, pero sin ínfulas-. (Ahora parece que otro mastuerzo, el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, quiere hacerle la competencia. Votad a vuestro fantasma favorito). No se me ocurre chapurrear en inglés porque no tengo ni puta idea y lo peor que pueden decir de mí los políticos, desde su perspectiva, es que no quiera ser uno de ellos. No hago alardes de poderío ni tengo delirios de grandeza, los políticos realizan sus gilipolleces siempre con dinero ajeno, el presupuesto oficial recaudado a expensas del pueblo, que es soberano para pagar pero incapaz de saber que hacer con su dinero: los políticos financian sus demostraciones de fuerza con el producto del trabajo de los demás (si el término dinero os parece deleznable y justificador del sistema capitalista, cambiadlo por recursos y logística).

Lo dicho, dos meses antes y ya hay oferta de turrones en el tinglado o superficie comercial, aparte de la gente que compra mariscos y carnes para congelarlos -estos son los más previsores. Porque esa es otra: hay que comer y gastar como si no hubiese un mañana. Consumismo a todo trapo, excepto para quienes, efectivamente, no tienen nada que celebrar o con qué celebrarlo. Incluyamos el mensaje autista de su majestad el rey, dirigido  principalmente a monárquicos rabiosos y cada vez menos gracioso; y la obligación social de ser felices por Navidá  y ya estamos al borde de un ataque de diabetes, inmersos e imbuidos en esta atmósfera empalagosa, dulzona y almibarada hasta la náusea.

¿Y qué me decís de los regalos para los niños? Cómo la tele es el sumun de la democracia, todas las criaturas tienen acceso a ella y no se escatima en publicidad de juguetes pero hasta cierta edad las criaturas no son plenamente conscientes del concepto dinero, con lo que  a los padres con bajos ingresos se les cae el alma a los pies cuando no pueden satisfacer las demandas escritas a Papá Noel o los reyes Magos. ¿Cómo le explicas a tus hijos que sois pobres?

Para atenuar el complejo de superioridad y aligerar sus cristianas conciencias de gente pudiente existen eventos caritativos como las cenas especiales para gente que vive en la calle, los mercadillos navideños cuyos fondos se dedican a atender a los vagabundos o el popular bolígrafo solidario, cuyo coste se convierte en un regalo para niños en países del segundo y tercer mundo. ¿Bolígrafo solidario? Donde hay caridad no hay lugar para la solidaridad y la justicia.

Y además está el origen pagano de la Navidá -que no es que sea negativo en sí, excepto que es una forma de religión, cualidad que comparte con todas las religiones habidas y por haber, sino que nos sirve para desenmascarar a la cristiandad. La iglesia católica, para arraigarse en el imperio romano hizo coincidir el nacimiento de cristo con las fiestas saturnales, festividades en torno a Saturno -que a su vez, derivaba de ritos más antiguos-, dios de la agricultura y las cosechas. Durante los siete días que duraba esta celebración, hasta los esclavos y los campesinos aplazaban su trabajo. Los romanos visitaban a familiares y amigos, se intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes.

¿Papá Noel? Su creador fue el caricaturista Thomas Nast, germano estadounidense, considerado uno de los padres de la caricatura política en Estados Unidos, a finales del siglo XIX. En 1870, propagó la imagen de Santa Claus tal y como se conoce en la actualidad .

Me despido con un mensaje para todas las niñas y niños del orbe cristiano:

¡¡Papá Noel y los Reyes Magos son los padres!!! Y si no te han traído lo que querías, será por tacañería o pobreza, no porque te hayas portado mal. Y si te has portado mal, tus buenas razones tendrías.

 

V.J. Rodríguez González
https://www.portaloaca.com/opinion/felis-navida/

lunes, diciembre 9

Emergencia en Rojava libre mientras se reaviva la guerra en Siria


La lucha por la autonomía kurda se encuentra atrapada entre intereses contrapuestos mientras el enredo de los poderes regionales y locales entra en una nueva fase


La Asamblea Democrática Popular se reunió ayer (2 de diciembre) en Rojava para evaluar la reanudación de la guerra en Siria y planificar un posible ataque a la Administración Autónoma Democrática. Según un comunicado , se organizarán reuniones masivas para evaluar los acontecimientos políticos y se establecerán comités de emergencia en todas las ciudades, pueblos y cantones de la región, así como en los cruces fronterizos para dar la bienvenida a los refugiados de otras partes de Siria.

La semana pasada, una coalición de grupos rebeldes yihadistas liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que incluye a los grupos ex ISIS respaldados por Turquía, el Ejército Nacional Sirio (SNA) y Fateh Mubin (“Comando de Operaciones Militares”), lanzó una ofensiva sorpresa contra el gobierno sirio de Asad en el noroeste de Siria, reavivando la guerra civil después de una pausa de varios años. Estas fuerzas avanzaron sin oposición para tomar el control de Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, y capturaron grandes franjas de tierra que llegaban hasta las afueras de la cuarta ciudad más grande de Hama. 

Las fuerzas del régimen sirio se están reagrupando para enfrentarse a los rebeldes con el apoyo de las milicias proiraníes que llegan desde Irak. Los ataques aéreos se están produciendo en múltiples frentes y cuentan con el apoyo de fuerzas sirias, rusas y turcas, causando víctimas civiles y desplazamientos de población. Probablemente también se han producido ataques aéreos liderados por Estados Unidos en la frontera sur de Rojava contra posiciones de la Guardia Revolucionaria iraní.

Las fuerzas afiliadas a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) están luchando para recuperar las aldeas controladas por las fuerzas pro-Assad y las milicias iraníes, para permitir el regreso de los ciudadanos desplazados. Las FDS, una coalición liderada por las Unidades de Protección Popular de Rojava (Yekîneyên Parastina Gel, YPG) y las Unidades de Protección de la Mujer (Yekîneyên Parastina Jin, YPJ), perciben la ofensiva como impulsada por el presidente turco Erdogan y destinada a comprometer a Rojava . Tras la retirada del régimen sirio, las FDS avanzaron hacia Alepo y ocuparon el aeropuerto internacional de la ciudad.

El HTS, que incluye en sus filas a excombatientes del EI, tomó posteriormente el control del aeropuerto de manos de las FDS sin que se produjeran enfrentamientos. Según se informa, el HTS ha ofrecido a las FDS una retirada segura de Alepo, aunque el estado de dicha retirada aún es incierto. 


Estos acontecimientos ponen de relieve las consecuencias más amplias de las guerras por delegación lideradas por Estados Unidos: las campañas de Israel en Gaza y el Líbano y el conflicto entre Rusia y Ucrania. Los ataques israelíes han preocupado a Irán, debilitando indirectamente al régimen de Asad; la concentración militar de Rusia en Ucrania ha sido explotada por las fuerzas apoyadas por Turquía en el norte de Siria.

En 2018, Rusia, Irán y Turquía firmaron los acuerdos de Astaná para asegurar un alto el fuego en Siria. Los acuerdos establecieron Idlib, en el noroeste de Siria, como una “zona de distensión”. Sin embargo, desde entonces Turquía ha aprovechado la región para avanzar en sus objetivos geopolíticos. En Afrín, 60 kilómetros al noroeste de Alepo y que alguna vez fue parte de Rojava, las fuerzas respaldadas por Turquía han mantenido el control desde 2018, funcionando como un protoestado bajo la autoridad dual de los consejos locales y la administración militar turca. Las SDF han pedido a todos los grupos étnicos de la región (kurdos, árabes, sirios, asirios, armenios y circasianos) que se unan a sus filas contra los ataques tanto de las fuerzas alineadas con el ISIS como del ejército de Erdogan.

Rojava lleva mucho tiempo buscando la autonomía en una región dominada por estados opresores y fuerzas fundamentalistas. El cambio de prioridades de Estados Unidos la ha dejado cada vez más vulnerable y el regreso de Trump amenaza con intensificar ese aislamiento, lo que podría obligar a las fuerzas kurdas a formar alianzas precarias o a enfrentarse a amenazas simultáneas de Asad y Erdogan. El futuro de Rojava depende de que sepa sortear las dinámicas de poder regionales e internacionales y, al mismo tiempo, salvaguardar su compromiso con valores como la democracia directa, la autonomía pluralista, el socialismo libertario, la ecología y el feminismo. La supervivencia del proyecto puede depender de una solidaridad internacional sostenida en un panorama geopolítico cada vez más volátil.


Blade Runner

Publicado en https://freedomnews.org.uk/2024/12/03/free-rojava-fights-for-survival-amid-chaos-of-reignited-war/

 

viernes, diciembre 6

Sobre ese participio que alude al poder político

 

Sí, con ese magnífico titular no me refiero a otra cosa que al Estado. ¿Por qué diablos nos oponemos los lúcidos ácratas a esa tan «necesaria» institución? Y es que el Estado, supongo que en su forma moderna, liberal y democrática, ha logrado impregnar el imaginario de gran parte del personal observándolo como algo, no sé si del todo bueno, pero entendido principalmente como necesario. Ya los anarquistas clásicos, tremebundos por un lado en la crítica a la institución estatal, aclaraban no obstante que se referían principalmente a todo gobierno, es decir, al hecho de que decidan unos pocos, estén o no legitimados democráticamente, sobre el resto. El objetivo era, lo expresaré con bellas palabras, abolir toda autoridad e institución coactivas para fundar una sociedad de libres e iguales y satisfacer, sobre la armonía de los intereses diversos y el concurso voluntario de todo quisque, las necesidades sociales. Esto será todo lo «utópico» que se quiera, pero si alguno de los numerosos experimentos estatales que las historia nos ha deparado se ha acercado a dicha «sociedad de libres e iguales» que venga Bakunin y lo vea. Y, por supuesto, tampoco el capitalismo, a pesar de lo que sostengan algunos mitómanos actuales, sumamente simplistas e interesados, por no decir abiertamente mistificadores. Pero, centrémonos en el Estado.

La aclaración libertaria sobre que la oposición fundamental era al gobierno (a cualquier forma de oligarquía, dicho con otras palabras) era por tantas veces equipararse los conceptos de Estado y sociedad al referirnos a una comunidad humana reunida en un determinado territorio. Supongo que de ahí, una de las tantas falsedades vertidas de forma indignante, que los adversarios del anarquismo hayan sostenido que los ácratas deseaban, poco menos que, la ruptura con todo vínculo social. Sin palabras. No sé tampoco si dicha matización acaba resultando efectiva, ya que lo mismo que se piensa que el Estado es necesario, pues lo mismo un gobierno. Y, seguramente, hasta resulta necesaria la estupidez, sostenedera de tanta iniquidad. Para la visión ácrata, el orden del Estado, trascendente, externo e impuesto por la fuerza, se opone al de la sociedad, inmanente y surgido en su interior producto de la actividad de los seres humanos. Creo que se entiende bien. Entonces, el Estado viene a ser una mistificación de la organización social, una rechazable autoridad permanente y coercitiva digna de ser desterrada. No hace falta aclarar que el anarquismo jamás se opuso a todo tipo de autoridad, repetiremos que solo a esa que trata de imponer una minoría a los demás, lo mismo que tampoco muestra rechaza a todo tipo de poder, ya que precisamente el Estado supone arrebatar una potestad que solo pertenece al conjunto de la sociedad. Uf, no me quiero poner demasiado teórico, ni demasiado denso, pero hay que clarificar conceptos.

No me queda claro el origen del Estado, que algunos sitúan simplemente en la conquista y el saqueo, pero sin negarlo por supuesto, tampoco creo que sean tan sencillo. Seamos justos, es posible que existan otras explicaciones además del hecho abiertamente autoritario, quizá se pensara en origen en la autoridad como un hecho positivo al estar unas personas más capacitadas y eso luego derive en una estructura estatal. Sea como fuere, lo cierto es que el Estado puede tener también estar originado en una tendencia del ser humano con la que tenemos que lidiar los anarquistas: la voluntad de poder (visto este de forma muy amplia donde también cabe la dominación sobre otros). La realidad final es que el resultado es una organización político-militar con un aparato administrativo en el que unos mandan y otros, a veces con la ilusión de cierta libertad y cierta capacidad de elección, obedecen. Sin embargo, tampoco podemos reducir el Estado solo a sus aparatos de control: gobierno, administración, ejército, policía, escuela.. Para su existencia, efectivamente, necesita la estructura estatal del imaginario social, de cierto proceso mental en los ciudadanos para legitimar un poder centralizado y supremo diferenciado de la sociedad. Dicho con palabras más mundanas, el Estado es también una cuestión de creencia y los lúcidos y escépticos ácratas, también para esto, somos partidarios de la descreencia.

 

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/10/18/sobre-ese-participio-que-alude-al-poder-politico/

martes, diciembre 3

Antonio Orihuela: “Antes del movimiento sufragista, ya existía un sujeto femenino de cambio, radical y revolucionario”

 


Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965) es poeta, historiador, arqueólogo y ensayista. Personalidad polifacética donde las haya, ha conseguido articular, en las últimas décadas, un discurso contrahegemónico que, a partir de la literatura, reivindica experiencias contraculturales de antaño y de hoy.

A sus más de 70 volúmenes publicados se suma una labor dinamizadora que cada año convoca a representantes de la llamada “poesía de la conciencia”, activistas y artistas disidentes en torno al festival Voces del Extremo, celebrado en su Moguer natal desde 1999, en colaboración con la Fundación Juan Ramón Jiménez.

La última vez que nos vimos fue en Madrid, donde participó el pasado 6 de abril en el acto de rebelión poética “Se agota el tiempo”, con el que se quiso denunciar la criminalización de la protesta climática. Hablamos sobre su último libro, Las sin amo (La oveja roja, 2023), una compilación que analiza las novelas cortas de decenas de escritoras anarquistas olvidadas de los años 30 del siglo XX aparecidas en La Revista Blanca.

Afirmas que este libro surgió como respuesta al documental Las Sinsombrero, de Tania Balló (2015). ¿Qué reacción te generó y por qué sentiste la necesidad de responder?

El documental me pareció un completo despropósito, un subproducto de la ideología postmoderna especializada en fabricar entidades ideales, cajas de sastre donde, sin cuestionar nada, todo vale. Se soslayaba la circunstancia de que en estas creadoras el nexo de clase está por encima de su condición de mujeres, y se esquivaba que su presencia en el mundo del arte se rastrea más en función de las lógicas del patriarcado en que estaban insertas que en el valor intrínseco que sus obras puedan tener.

Varias de las editoriales de Mujeres Libres [revista de tendencias anarquistas] dejaban bien claro lo que había sido hasta el 19 de julio de 1936 el movimiento femenino en España, y fueron muy críticas con estas “Sinsombrero”, tertulianas de salón, seudointelectuales y ociosas burguesas…

Lo mejor es que en una segunda entrega incluye a Lucía Sánchez Saornil entre ellas, Lucía, que había sido de las primeras en criticar a estas “Sinsombrero”, en fin… Un despropósito que, si habla de algo, es de la necesidad de recuperar la memoria y hacer justicia a las mujeres que venían desde hacía tiempo luchando contra la miseria, contra el clericalismo, haciendo huelgas para la mejora de sus condiciones de trabajo y atacando a la autoridad cuando la injusticia se hacía insoportable.

Porque, antes de que esta pequeña facción de la burguesía ilustrada hiciera su aparición, las mujeres llevaban tiempo movilizadas contra la carestía de vida, el precio de los alquileres o el envío de sus maridos y sus hijos a la guerra; es decir, mucho antes de que el movimiento sufragista existiera en nuestro país ya existía un sujeto femenino de cambio, radical y revolucionario, otra cosa es que fueran reacias a participar en la lucha de las burguesas.

Ellas [las anarquistas] eran conscientes de que el feminismo burgués no terminaba con la explotación de la clase trabajadora, y de que el acceso a la educación no ponía fin al hecho de que fueran las necesidades materiales las que abocaban a las mujeres, desde muy niñas, al mercado del trabajo precario, de escasa cualificación y mal pagado.

Desde luego que pensaban que tenían todo un mundo por ganar, pero no veían que el derecho al voto fuera la solución a sus problemas. Las anarquistas, frente a este feminismo [burgués], intentaron articular una nueva identidad (femenina, libertaria, obrera), y apostaron por un horizonte más generoso, el del humanismo integral preconizado por Léopold Lacour (1897), que proclamaba la abolición de las jerarquías y de las relaciones de dominación, a la vez que abogaba por la subversión de las identidades, símbolos y roles de género tradicionales; así como por la transformación de las estructuras socioeconómicas y culturales que habrían de dar paso hacia una sociedad basada en la libertad, la igualdad, la solidaridad y la reciprocidad.

Has realizado una labor ingente analizando novelas de la colección La Novela Ideal, de La Revista Blanca. Entre 1925 y 1938 se publicaron 594 novelas, 113 escritas por mujeres. ¿Cómo fue el trabajo de archivo? ¿Trabajaste con las 113 novelas? Me imagino que la financiación ha corrido de tu parte…

El trabajo de archivo fue agotador. Piensa que, al terminar la guerra de España, el nuevo régimen nacional-católico perseguirá, destruirá y prohibirá todo signo de cultura anarquista. La Novela Ideal, por ejemplo, mereció del Gobierno franquista el calificativo de “envenenadora de dos generaciones de españoles”, lo que no será óbice para que, ya en los albores de 1938, apareciera otra colección en la zona controlada por los sublevados con el título de “La Novela Ideal”, pero de signo netamente conservador y dedicada a la novelita rosa dentro de los parámetros culturales y morales que van a ser sancionados por el nuevo Estado franquista.

Bajo este sello publicará, por ejemplo, Laura de Comingues (pseudónimo de Josefina de la Torre), una de las ahora conocidas como “Sinsombrero”, aunque su colaboración con el fascismo español no parece interesar a quienes han acuñado el marchamo.

Como te decía, fue un trabajo de investigación y de arqueología exhumar esas 113 novelas. El fascismo se empleó a fondo con ellas. Así que tuve que peregrinar por los archivos de la Fundación Anselmo Lorenzo en Yuncler (Toledo), el Ateneu Enciclopèdic Popular de Barcelona, El Archivo de la Guerra Civil en Salamanca, la Biblioteca Nacional de España, la de Cataluña, la de Uruguay, la Biblioteca Municipal y el Arxiu de Barcelona, el Instituto Internacional de Historia Social (IIHS) de Ámsterdam, y también por librerías de viejo, donde conseguí comprar algunas que, milagrosamente, habían escapado al fuego de la inquisición franquista.

Trabajé las 113 novelas. Ese era mi objetivo, pero a día de hoy no existe ninguna institución en España o fuera de España que las conserve todas. Fue una labor de reconstrucción paciente y apasionante. La financiación, como todos mis trabajos, corrió de mi parte, aunque cuando ya tenía el trabajo muy avanzado salieron unas becas del Ministerio de Cultura de apoyo a los creadores y solicité una de ellas: me dieron 2.500 euros que pude emplear en mi viaje al IIHS de Ámsterdam.

¿Cómo fue el trabajo de composición? Por qué elegiste seguir un eje temático, por ejemplo.

A medida que iba leyendo las novelas percibía con claridad que había una evolución evidente en las mismas. Las escritas en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, debido a la censura, no tienen nada que ver con las escritas durante el ciclo revolucionario 1934-37.

La profundidad de los temas y su abordaje es mucho más potente; la ideología anarquista, ya sin medias tintas, rezuma por todos los poros, y bajo esa luz elaboran tramas donde se reflexiona sobre el divorcio, las instituciones del Estado, la violencia de género, la educación, el arte, la homosexualidad, la maternidad, el amor libre, la ecología, el naturismo, el conflicto social, el colonialismo, el terrorismo, la huelga, la ocupación de fábricas, los problemas de vivienda, etc. Sin olvidar ofrecer a los lectores algunas pinceladas sobre la concepción del mundo futuro que, como libertarias, defendían estas mujeres.

Estas novelas son moralizantes, a menudo muy pedagógicas. Destaca el énfasis en la “dignidad proletaria” mientras que los ricos suelen ser corruptos morales. ¿Crees que esto ha influido para que no se consideren parte del canon literario? ¿Qué nos aporta esta moral hoy en día que –podría decirse– reina el cinismo en todas partes?

Estas mujeres escribieron desde otro lugar. El canon literario burgués no les interesaba lo más mínimo y es absurdo analizar sus creaciones desde un corsé al que habían escapado. No necesitaban ajustarse a él para publicar porque los anarquistas tenían sus propias editoriales y sus propios canales de distribución para poner, por ejemplo, 10.000 ejemplares de estas novelas cada semana en el mercado.

Son novelas moralizantes porque son el espejo en donde debían mirarse los libertarios y las libertarias para construir el mundo futuro. En un país sin escuelas, estas novelas son parte consustancial de la educación del proletariado español en su lucha por producir otro mundo y otra literatura que, en sus momentos álgidos, reflejó la nueva realidad histórica y social en formación que auguraba la revolución española.

¿Cómo influyó la llegada de la II República, con leyes como la del divorcio, en las historias de estas escritoras?

Un aspecto a destacar de estas novelistas es que se podría decir que montaban las tramas de sus novelas sobre acontecimientos recientes o candentes de la vida pública española. Así por ejemplo ocurre, a partir de 1931, con la nueva legislación sobre el matrimonio civil, el divorcio, la igualdad entre los hijos legítimos e ilegítimos, la protección de menores y la investigación de la paternidad, entre otras novedades legales que trajo la República.

Todas estas novedades serán noveladas por ellas desde una visión libertaria, es decir, crítica con lo que de intromisión en la vida privada de las personas tienen muchas de estas leyes, que protegían tanto como gestionaban, organizaban o administraban la vida de las personas. Desde una perspectiva libertaria, en tanto defensoras del amor libre o de la maternidad consciente, estas novelas también plantean las diferentes posiciones que había dentro de la comunidad libertaria en torno a temas tan importantes como el divorcio, la autonomía de la mujer, la familia monoparental, el trabajo, la liberación sexual, la prostitución, etc. y lo hacen con argumentos que sorprenden por su actualidad y su modernidad.

A eso quería llegar. Sorprende el tratamiento anarquista de algunos temas que hoy apenas se encuentran en las agendas mediáticas: el pacifismo; la ecología, el naturismo o la exaltación de la naturaleza; el amor libre; la revolución… ¿Qué papel tenía la literatura entonces a la hora de difundir estas cuestiones? Sin tele, sin internet, sin grandes corporaciones…

En efecto, los medios masivos de adoctrinamiento en la ideología de la clase dominante estaban en plena expansión durante los años veinte y treinta: el periódico, la radio, el cine… pero enfrente tenían una clase trabajadora consciente, que sabía que la ideología de la clase dominante no era la ideología de la clase dominada y que reclamaba su propio imaginario, su propia versión de los hechos a través de su propia prensa, teatro o literatura, y lo mejor es que estaba dispuesta a pagar por ello…

La revista Generación Consciente (1923 -1928), dedicada al anarquismo, el naturismo, la educación sexual, el neomalthusianismo, la cultura vegetariana y la ecología, con 75.000 ejemplares por número, demuestra que había un buen número de lectores potenciales que solo estaban esperando la oportunidad de tener acceso a estos contenidos que, por otra parte, eran esquivados o despreciados por la producción escritural burguesa, donde estas temáticas estaban ausentes o eran combatidas desde una posición de clase (tachándolas de grotescas, ridiculizándolas y/o repudiándolas).

La colección La Novela Ideal (1925-1938), donde publicaron nuestras autoras, era de carácter semanal. Se tiraban 10.000 ejemplares de cada edición, aunque hubo novelas que alcanzaron los 50.000, lo que nos da idea del éxito de las mismas entre el proletariado. La Novela Libre (1933-1937), de periodicidad mensual, tiraba 20.000 ejemplares. Las editoriales libertarias fueron las más generosas del espectro proletario para dar cabida en ellas a las mujeres, y para hacer posible que estas llegaran al mayor público posible gracias a sus precios (15 céntimos, cuando el sueldo diario de un jornalero era de 5 pesetas).

¿Qué ideas de estas novelas crees que se han perdido para siempre? Por ejemplo: la “camaradería amorosa” hoy puede ser el poliamor… Pero otras ideas no han vuelto.

Como ya he comentado, estas autoras escribían desde otro lugar, que lejos de legitimar el poder y reproducir la ideología dominante, nos sitúa ante el relato de la dignidad obrera, las luchas de las clases subalternas, los proyectos y las utopías que pueden ayudar a construir nuestra imaginación política en un nuevo horizonte de emancipación.

Ellas encarnan con sus novelas la posibilidad política que nos anuncia que la historia pudo haber sido de otro modo; que también desde la literatura, el relato de poder de los dominantes puede ser impugnado, desafiado, interrumpido desde abajo, desde los imaginarios políticos y literarios que han construido, entre otras, las voces y las memorias de las obreras, las explotadas, las inconformistas y las marginadas por el patriarcado en su lucha por producir otro mundo y otra literatura. No creo que se haya perdido nada. Las libertarias siguen teniendo por delante un mundo que cambiar para que pueda ser habitable por todos.

Una figura importante entre las que analizas es Federica Montseny. Sabemos que fue la primera mujer ministra de España, pero no se conoce tanto su faceta como novelista. ¿Cómo caracterizarías su feminismo? Impulsó una ley del aborto, pero consideraba que la mujer no estaba completa sin ser madre, se opuso al voto de la mujer… Era inclasificable según los estándares de hoy.

Federica fue una mujer controvertida, de gran carácter, pero también voluble e inconsecuente; sin duda una figura apasionante para estudiarla en profundidad, una mujer excepcional en la España de los años 30. Quedémonos con el dato de que escribió más de 50 novelas, además de ensayos y centenares de artículos sin que, a día de hoy, aparezca en los libros de texto ni como escritora ni como filósofa, que lo fue. Valga otro dato que avala este silencio: hace 30 años que no se publica en España ninguna de sus novelas de más éxito.

 

 https://www.lamarea.com

sábado, noviembre 30

No hay peor depredador que el hombre

 


El horror se multiplica

cuando los civiles israelíes

destrozan alimentos y tiran el agua

destinada al pueblo de Gaza.

Aunque las bombas sigan

descuartizando cuerpos,

aunque los cadáveres de niñas y niños

se cuenten por miles,

verlos morir de hambre les regocija.

No hay mayor crueldad en el mundo.

Hasta en Auschwitz, sus abuelos

tuvieron un mendrugo de pan.


¿Por qué le llaman guerra?

no es un cuerpo a cuerpo,

no es un tanque a tanque.


Los colonos quieren volver

a la tierra que robaron,

a plantar sus tomates y patatas.

Son caníbales.

Sólo las flores encubrirán la barbarie.


Mis lágrimas se secan al ver las noticias.

Tres mil éxodos en setenta y seis años.

Mil éxodos repetidos en sólo siete meses,

de Norte a sur,

de sur a oeste,

de giro a giro,

heridos, con brazos y piernas amputadas,

con la esperanza rota y la vida deshecha.


Marionetas movidas por los hilos del terror.

Sólo queda morir.

Cuando la playa sea una morgue

¿cómo se justificará Israel ante su Dios?



Montse Grao. Inédito

miércoles, noviembre 27

El cemento que deja correr al agua

 

 

“Es una pena que el hormigón no arda”. (Anónimo)

 

Se cumplen 200 años, en concreto el 21 de octubre de 1824, de la patente del cemento Portland. Joseph Aspdin, experimentando para mejorar la durabilidad y fortaleza del cemento (utilizado ya en la Antigua Grecia), descubrió una variante a la que nombró así por su semejanza con las rocas de la isla de Pórtland en el Reino Unido. Desde entonces hasta principios del siglo XX, las prestaciones de este material fueron mejorando. El hormigón, por ejemplo, en todas sus formas, es cemento mezclado con arena, gravilla y grava, y si en su interior se combina con estructuras de acero, hablamos entonces del hormigón armado.
 

El cemento es el material más consumido en el planeta después del agua. Es barato y presumiblemente seguro. Y en combinación con el acero ha permitido levantar nuestro hábitat actual: las ciudades, sus rascacielos y las urbanizaciones; las autopistas y los polígonos industriales; los puentes, la canalización de ríos y sus presas. Todo para una civilización que no se detiene. Si al inicio del siglo XX su producción era de unos pocos millones de toneladas, ahora hablamos de miles de millones de toneladas. Se calcula que, seguramente, el peso del total de cemento existente es mayor que el de la masa de carbono de toda la vegetación del planeta. Además, tras el petróleo y el gas, la industria del cemento y sus derivados es responsable de entre el 4 y el 8% de las emisiones mundiales de CO2.
 

No es extraño entonces que, como reza el título del libro de Anselm Jappe, podamos nombrar al hormigón como “el arma de construcción masiva del capitalismo”. Mientras se derrotaban otros sistemas económicos, mientras se reconfiguraban los marcos de pensamiento, en paralelo durante estos dos siglos, el cemento no se ha conformado con demoler otras formas arquitectónicas de construcción, ha sido la argamasa fundamental para distanciar a la modernidad de su relación con la tierra.
 

Cuando Bob Marley componía La jungla de hormigón, unos miles de kilómetros más al sur, los pueblos originarios brasileños, y activistas como Chico Mendes, amenazados precisamente por el avance de esta jungla, ponían en cuestión el término “ciudadanía”. Tanto porque esta palabra excluye a la humanidad que vive fuera de la ciudad, como porque las ciudades –que exigen más y más energía, más y más comida, más y más extractivismo de la floresta, bosques y selvas– son moradas que a base de cemento se han separado del resto de la naturaleza. Así que –lo leí en Futuro Ancestral de Ailton Krenak– propusieron reemplazar a la palabra ciudadanía por florestanía.
 

Las facilidades que el cemento otorgó a los poderes económicos para domesticar a la naturaleza, emanciparnos de ella y llevar a la humanidad supuestamente a una vida mejor, permitieron que en esta parte del planeta se diseñaran y construyeran pantanos. Pienso en el embalse de Riaño en el nordeste de León, cuyas obras se iniciaron en 1965 (dictadura) y acabaron en 1987 (democracia). Solo para levantar la presa que retendría el agua del río Esla, se utilizaron 245.000 metros cúbicos de hormigón. Por exigencia del progreso, en favor de la ciudadanía, el pantano dejó bajo sus aguas nueve pueblos: Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Burón, Pedrosa del Rey, Riaño y Vegacerneja. Y con ellos una forma, rural y campesina, de habitar el mundo, con “siglos de autosuficiencia”, como canta Guille Jové en su jota para Riaño, una autonomía que el capitalismo necesitaba erradicar. Cito a Jeromo Aguado, pastor de ovejas en Palencia: “Si el capitalismo no hubiera visto en el campesinado un potencial enemigo, se hubiera olvidado de provocar su desaparición. Por eso intentaron matarnos de hambre.”
 

Así es, a base de cemento, de hormigón, vivimos rodeados de gris y de negro, de un todo frío y artificial, de millones de hectáreas de tierra viva secuestrada bajo la “hormigonización impulsada por el urbanismo y el activismo económico de los gigantes de la construcción y las obras públicas”, como denuncia Les Soulevemants de la Terre. Pero, literalmente, la civilización del hormigón armado y del capitalismo no resiste, se hunde como hemos visto estos días en el País Valencià. Los ríos canalizados –con cemento– donde las aguas no encuentran retención, la ocupación y urbanización –con cemento– de zonas inundables que le pertenecen al río, la impermeabilización –con cemento– de la tierra, las estructuras viarias construidas –con cemento– que desorganizan el drenaje natural, como ha explicado la Fundación Nueva Cultura del Agua, son las causas, junto a la crisis climática, del descomunal desbordamiento sufrido.
Estamos viviendo el final de la modernidad. Un derrumbamiento que no puede detener a la vida, pero que obliga a una respuesta: arrancar espacios al hormigón para liberar lugares donde la florestanía podamos retomar formas de vida acordes a las leyes naturales. Fluyendo junto al agua, atraídos por la tierra.

 

Gustavo Duch, 14 de noviembre 2024, en revista CTXT

domingo, noviembre 24

50 aniversario de la matanza de estudiantes en Ciudad de México, un crimen de Estado que sigue latiendo

 

 

A primeros del próximo mes, concretamente el día 2 de octubre, se cumplirá el 50 aniversario de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México en el año 1968, un año que ya sabemos fue muy activo para la movilización obrera a nivel internacional, y que guardamos en la memoria colectiva de la lucha del pueblo trabajador.

Es complejo explicar en un artículo breve de divulgación qué implicaciones, consecuencias y origen tuvo aquella matanza, si bien es cierto que resulta indispensable traerla al presente para darla a conocer cincuenta años después, porque aún en la actualidad influye decididamente en el pensamiento y la práctica de los colectivos sociales en lucha de México y de toda América Latina.

El movimiento de 1968 en México fue un movimiento social amplio, en el que si bien los estudiantes tuvieron un protagonismo destacado, estaba conformado por hombres y mujeres trabajadoras de diversos sectores sociales y constituidos desde el mes de agosto de ese año en el Consejo Nacional de Huelga. Este movimiento buscaba una transformación social profunda en un país gobernado por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), un partido fuertemente autoritario, que a pesar de sus siglas, fue fundado por la facción contrarrevolucionaria vencedora tras la Revolución Mexicana en el primer tercio del siglo XX.

Este movimiento fue reprimido continuamente durante su desarrollo por el gobierno de México, y con el fin de darle un durísimo correctivo fundamentado en el terror, el 2 de octubre de 1968 se llevó a cabo una represión pública de carácter brutal conocida como la «matanza en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco», logrando disolver el movimiento en diciembre de ese año por las fatales consecuencias de estos hechos.

La matanza fue cometida de manera conjunta como parte de la Operación Galeana por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia (cuerpo semiclandestino de mercenarios civiles formado para la seguridad interna de los Juegos Olímpicos en ese verano), la Dirección Federal de Seguridad, la llamada entonces Policía Secreta y el Ejército Mexicano, y con el probado apoyo y asesoramiento de la CIA estaounidense. Esta última presionó decididamente para que en México no se desarrollara una revuelta popular que se les pudiera descontrolar a las autoridades del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y subsecretario de gobernación, Luis Echeverría Álvarez; por lo que EE.UU. intervino directamente y alentó a reprimir sin contemplaciones a la sociedad mexicana rebelde y en concreto a los estudiantes en lucha.

Los antecedentes a este movimiento han de buscarse en los años 50 y 60 en una sociedad mexicana hastiada del autoritarismo del partido único que había monopolizado el poder del Estado por décadas, y que aún se perpetuaría bastantes años. Maestros contra el desmantelamiento de las escuelas populares, estudiantes universitarios, ferrocarrileros, telegrafistas o campesinos venían organizándose antes de eclosionar este impresionante movimiento social en 1968 que llevó a las calles de Ciudad de México a cientos de miles de personas. Fue iniciado a finales del mes de julio con las marchas convocadas por los estudiantes de preparatoria universitaria y de escuelas superiores de la UNAM hartos de la brutalidad policial y las continuadas infiltraciones de agentes en las escuelas y las organizaciones revolucionarias juveniles. Estas marchas fueron respondidas inmediatamente con una represión policial desmedida, más de 500 heridos y decenas de detenidos, lo que consiguió que surgiera espontáneamente una solidaridad sin precedentes y el apoyo incondicional de gran parte de la sociedad mexicana hacia los estudiantes, a los que se les unirían las organizaciones obreras.

Durante los meses de agosto y septiembre las movilizaciones se intensificaron mucho, el estudiantado mexicano comenzó a utilizar un lema que logró un éxito asombroso: ¡Únete pueblo¡ Los mítines organizados en espacios públicos, y la presencia continuada en las calles hizo imposible canalizar el movimiento hacia protestas institucionales reducidas a la autonomía universitaria. Los medios de comunicación oficialistas mexicanos claman contra el movimiento social, comienzan a difundir noticias sobre cospiraciones internacionales de izquierda revolucionaria y alentar a crear listas de estudiantes y profesores destacados en las luchas que se organizan. El ambiente represivo sigue en aumento y se comienza a fraguar en las cloacas del Estado mexicano la necesidad de dar un brutal golpe para controlar una situación de descontento social en aumento.

El movimiento social en México de 1968 elabora una lista de objetivos irrenunciables, entre los que se encontraban la libertad de todos los presos políticos, la derogación de los artículos del Código Penal utilizados jurídicamente para aplicar la represión, la disolución del Cuerpo policial de Granaderos, responsabilidades penales para los artífices de esa represión e indemnización a todas las personas heridas por la policía.

Sin embargo, algunas fechas destacables serán la gran marcha del 27 de agosto en la plaza del Zócalo en Ciudad de México, y el terrible desalojo del campamento estudiantil que surge improvisadamente esa misma madrugada. También el 7 de septiembre se da la conocida como ‘Marcha de las Antorchas’, un impresionante mítin en Tlatelolco y el 13 de septiembre la ‘Marcha del silencio’, donde se marchó por las calles de la ciudad con pañuelos sobre la boca en un espeluznante silencio. El 18 de septiembre el Ejército invade la Ciudad Universitaria de la UNAM, y cinco días después un edificio universitario es ametrallado por comandos policiales vestidos de civiles, se inicia entonces la noche del 23 de septiembre una batalla por tomar el Casco de Santo Tomás y la Unidad Profesional Zacatenco, que duraría más de doce horas y tendría como desenlace más de 350 detenidos, 33 heridos y una persona muerta. El 1 de octubre el Ejército se retira de la UNAM, es el preludio de que una acción mayor está por suceder.

Tan solo diez días antes de que dieran comienzo los Juegos Olímpicos en la Ciudad de México, el 2 de octubre estaba programada una gran concentración y un mítin político en la Plaza de las tres Culturas en Tlatelolco, el corazón histórico de la Ciudad de México. Tras el disparo de algunas bengalas como señal de inicio de la matanza programada desde el gobierno mexicano a modo de una demostración de fuerza brutal, miembros del Batallón Olimpia apostados en los edificios circundantes a la plaza pública abrieron fuego desde las plantas superiores sobre los manifestantes con armas trasladadas los días anteriores a dichos inmuebles. Los miembros del Ejército mexicano a pie de calle también abrieron fuego contra la multitud justificándose más tarde que fue para repeler un ataque que estaban sufriendo; de esta manera la excusa estaba bien planificada y la legitimación de la matanza se servía mucho más fácil a los intereses internacionales del Estado mexicano. Muchos activistas consiguieron huir del tiroteo inicial que desencadenó la matanza y se refugiaron en departamentos cercanos, sin embargo fueron perseguidos, detenidos, torturados y asesinados impunemente durante las siguientes horas en la plaza y alrededores, que fue tomada por el Ejército mexicano durante más de una semana, retirando los cadáveres de lo que se calcula fueron quizá algo más de trescientas personas. Junto a la Iglesia de Santiago-Tlatelolco, reunieron a aproximadamente tres mil detenidos, siendo desnudados en público, torturados y trasladados a campos militares de la ciudad o a la histórica prisión del Palacio de Lecumberri. Al día siguiente en los medios de comunicación, no hubo ni una mención a la masacre, la normalidad más absoluta y el ocultamiento de los hechos fueron la instrucción otorgada. Los Juegos Olímpicos se desarrollaron bajo el silencio internacional, en Ciudad de México el miedo había dejado paralizados a los movimientos sociales que no podrían haber imaginado tanto horror y encontrarse repentinamente con una acción propia de cualquier guerra total. En gran parte de América Latina las embajadas mexicanas fueron atacadas; hubo marchas en Santiago de Chile. Se hizo un mitin en Londres frente a la embajada mexicana, y también hubo protestas en París.

Algunas víctimas de dichas acciones intentaron caracterizar la masacre de Tlatelolco ante tribunales nacionales e internacionales como un crimen de lesa humanidad y un genocidio, ​afirmación que fue sustentada en principio por la fiscalía mexicana pero rechazada por sus tribunales. También intentaron llevar a los autores materiales e intelectuales de los hechos ante la justicia sin ningún resultado favorable. La disolución criminal de este movimiento fomentó la aparición de guerrillas clandestinas urbanas y rurales contra el Estado mexicano, que recrudeció la represión contra estos movimientos en los que se ha conocido como Guerra Sucia, perpetuándose en el tiempo hasta finales de los años 90.

Ya en los años 2000 surge una nueva fase de la represión contra los movimientos sociales mexicanos, y especialmente contra las comunidades indígenas declaradamente anticapitalistas. Precisamente el capitalismo pone en marcha una nueva versión de la represión adaptada a los nuevos tiempos, y a las necesidades de avance que este tiene sobre las vidas comunitarias y sobre el territorio. En 2006 y hasta la actualidad nace la guerra del narcotráfico, la particular lucha por el monopolio de negocios globales como drogas, armas, personas u órganos humanos, en la que las instituciones estatales mexicanas participan disponiendo de su poderío en favor de unos u otros. El narcoestado ataca a las comunidades en lucha, y en esta guerra hacen desaparecer decenas de miles de personas, siendo un punto de inflexión el 26 de septiembre de 2014 con la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, en el Estado de Guerrero, cuando se organizaban para asistir en Ciudad de México a la conmemoración de la masacre ya narrada. Vivos se los llevaron y vivos los queremos, porque la vida, vale vida.

 

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jueves, noviembre 21

La filosofía de Nietzsche y el anarquismo


La filosofía de Friedrich Nietzsche, tal vez por su modo aforístico de escritura, así como por su carácter poético y personal, ha sufrido múltiples interpretaciones. El autor alemán fue un devastador crítico de los valores de su tiempo, que veía encarnados en el cristianismo, pero también de forma políticamente más polémica en el socialismo y la democracia. Apostaba por una superación de dichos valores mediante un punto de vista más allá del bien y del mal, donde se manifestaría lo que denominaba la voluntad de vivir, vinculada también a la voluntad de poder, y se erigiría su concepto de superhombre, caracterizado por haberse desprendido de una cultura decadente, por renunciar a lo que el filósofo denominaba moral del esclavo (sentencia tan controvertida como la propia obra de Nietzsche) y hacer de su existencia un esfuerzo y una lucha. Como es natural, no han sido pocas las críticas que se han hecho, desde diversos puntos de vista, a estos conceptos nietzscheanos no siempre plasmados de forma claramente comprensible y dando lugar a un amplio margen de interpretación. Más adelante, volveremos a ellos y trataremos de dar algunos puntos de vistas libertarios. Además, se considera a este filósofo alemán como uno de los precursores de la posmodernidad, con su crítica a la confianza exacerbada en la razón y el progreso, así como a todas las promesas emancipatorias que la etapa moderna llevaba en su seno, por lo que aumenta todavía más el interés en la obra de Nietzsche.

El anarquismo posee un rico corpus filosófico que recoge, tanto el individualismo de Stirner y el mutualismo de Proudhon, como el colectivismo de Bakunin y el comunismo de Kropotkin, entre otras aportaciones, y ello si queremos aludir solo a su herencia clásica. Que se mencione a Max Stirner dentro de este legado, aunque él mismo nunca se reconociera como anarquista, es ya un lugar comúnmente aceptado, aunque no siempre exento de una controversia siempre, en mi opinión, bien recibida en aras de esa tensión entre lo individual y lo comunitario. En cambio, no resulta tan sencillo catalogar a Nietzsche dentro de la variada filosofía ácrata, aunque no han sido pocos los libertarios que se han visto atraídos por el pensamiento del autor de El ocaso de los ídolos. La influencia de Stirner en la obra nietzscheana ha sido también objeto de polémica y resulta francamente difícil negar el parecido entre la filosofía de ambos autores, incluso con alguna acusación explícita de plagio para el autor de Humano, demasiado humano1. Sea como fuere, parece ser que solo es a partir de la obra citada anteriormente que Nietzsche da importancia a los valores individuales, ya que su pensamiento pasa por diversas etapas. Como puntos en común entre ambos autores, se encuentra la crítica a la moral como egoísmo inconsciente, el rechazo al imperativo categórico kantiano, la crítica a la religión, a todo lo sobrenatural y al dualismo cuerpo/alma. Otra analogía entre Stirner y Nietzsche se encuentra en el método utilizado para señalar los falsos valores, usando la genealogía y la desmitificación, aunque acaben dando respuestas diferentes. En efecto, el superhombre nietzscheano presenta rasgos elitistas y selectivos, al menos en apariencia, mientras que el único de Stirner, autosuficiente, reconoce esa particularidad en cada individuo. Es lógico que el pensamiento aristocrático, que presenta Nietzsche a menudo junto a otros rasgos liberadores muy interesantes, causen un rechazo mayor que el solipsismo moral de un Stirner, pese a todo más reivindicable desde el punto de vista libertario.

A pesar de lo expuesto anteriormente, la obra de Nietzsche, como ya hemos mencionado y como ha señalado Daniel Colson en un intento de atraerla hacia lo libertario, es interpretable desde variadas perspectivas, siendo una de las más conocidas y para muchos la más injusta su supuesta vinculación con el nazismo, algunas de las cuales pueden ser incluso antagónicas. De hecho, han sido muchas las discusiones sobre su lectura política y, en concreto sobre su relación con el anarquismo y las propuestas revolucionarias. No resulta complicado, a priori, contemplar en la filosofía de Nietzsche rastros del pensamiento de Bakunin, como es el caso de una feroz crítica al idealismo, a la religión y a toda metafísica; para ambos, sería perentorio abandonar la lógica de todo más allá, recuperar los sentidos y los instintos, así como reconocer que somos cuerpo material y estamos regidos por las leyes de la naturaleza2. No obstante, a partir de esta semejanza podemos encontrar grandes divergencias; si para Bakunin, el cumplimiento de las leyes naturales conducía a la emancipación individual y colectiva, para Nietzsche la naturaleza supone la dominación de los fuertes sobre los débiles, por lo que lleva aparentemente a una lógica opuesta a la igualdad de todos los seres humanos. Sin embargo, y como podría imaginarse a raíz de la existencia de este mismo artículo, ha habido otras lecturas de la obra nietzscheana y, así, su concepción aristocrática no tendría para algunos autores una lectura tanto política como moral y cultural, ya que puede ser un reconocimiento de la singularidad y la diferencia del otro, así como una crítica hacia la normalización producto del Estado moderno y de la sociedad de masas3. No obstante, ya que pensadores como Bakunin fueron totalmente nítidos en su crítica a toda estructura jerárquica y, como ya hemos dicho, hablaron explícitamente de emancipación social y de nivelación de clases, cabe preguntarse si esa lectura más o menos anarquista de Nietzsche puede ser solo una mera interpretación buscando metáforas en su obra excesivamente soterradas. No queda del todo claro si el pensador alemán, como parece desprenderse tantas veces de su obra, no estaba criticando en realidad cualquier forma de Estado y sí reivindicando otro a su conveniencia negando cualquier tipo de horizontalidad. La polémica, puede que irresoluble, está servida.

Alguien tan lúcido y sensato como Rudolf Rocker, en su monumental obra Nacionalismo y cultura, ya señaló lo que puede ser evidente para tantas personas, que el pensamiento de Nietzsche osciló entre concepciones autoritarias rechazables y una visión auténticamente libertaria al mostrar, por ejemplo, en algunos pasajes de El crespúculo de los dioses y de Así habló Zaratustra, un claro antagonismo entre cultura y Estado4. Emma Goldman fue otra figura anarquista que se vio fascinada por el pensamiento de Nietzsche, al que consideraba un innovador, un rebelde y un poeta; frente a las críticas sobre su ideal del superhombre y su rechazo a la gente común, Goldman aseguraba que su aristocratismo era de espíritu, no de nacimiento ni por patrimonio, y aseguró nada menos que “todos los verdaderos anarquistas eran aristócratas”5; la lectura que realizó de Nietzsche consideraba que su pensamiento, utilizando constantemente los conceptos de noble y aristócrata, no aludía a una clase social superior o a la riqueza, sino a la capacidad del ser humano para superar la tradición y los valores obsoletos para convertirse así en el creador de una nueva y mejor realidad. Esta mujer anarquista, nada sospechosa de elitismo ni de un individualismo exacerbado, sin duda admiró los altos valores desprendidos de la obra de Nietzsche, así como la feroz crítica que realizó a todo lo establecido; como para el filósofo alemán, para Goldman los deseos y las pasiones del individuo eran sumamente importantes y, bajo ningún concepto, podían ser sacrificados en aras de la transformación social. Las aspiraciones objetivas y racionales no deben anular las pasiones humanas, más bien son factores complementarios y puede ser lo que nos marque el verdadero progreso6. A pesar de las controversias, Daniel Colson apuesta decididamente por una lectura de Nietzsche, no solo anarquista, también sindicalista revolucionaria. Afirma así que los pensadores ácratas clásicos, especialmente Proudhon al propugnar la autosuficiencia de la clase obrera para construir un mundo nuevo, estuvieron más cerca de Nietzsche que de cualquier otra filosofía de su tiempo, y recuerda que Louise Michel vinculó con la justicia social y la revolución el concepto del superhombre, así como que infinidad de obreros, y no solo algunas individualidades rebeldes, se reconocieron en los escritos de Nietzsche para tratar de liberar el potencial revolucionario del pueblo. Según esta interpretación, la voluntad de poder nietzscheana no remite a una fuerza única, ni a un principio centralizado, sino que supone una “una pluralidad latente de impulsos” y asume “la variedad, la diferencia y la pluralidad”; en ese sentido, nos recuerda de nuevo a Proudhon y su propuesta federativa con su composición de fuerzas múltiples, diversas y autónomas, que adoptó el sindicalismo revolucionario y el anarcosindicalismo7.

Con el anarquismo que podemos llamar “posmoderno”, como en otros artículos recientes, es posible que nos metamos de nuevo en un jardín filosófico con una dificultosa salida. Pero, de nuevo el objetivo es hacernos preguntas, no conformarnos con respuestas que tal vez nos enclaustran en una especie de cómodo anarquismo instituido (si somos sinceros, con pocas posibilidades en la realidad actual, por mucho que nos guste lo que nos legaron los clásicos). Saul Newman observó, al recordar la feroz crítica que los anarquistas hicieron al Estado mostrando su propia lógica de dominación (lo que les distanciaba de los marxistas), que de forma irónica eso les acercaba a Nietzsche. Mencionando pasajes de Genealogía de la moral, se recuerda que el filósofo alemán consideraba que el ser humano había sido maniatado y domesticado por el Estado, y que este suponía una máquina abstracta de dominación previa al capitalismo y por encima de las diferencias de clase8. Otra coincidencia de Nietzsche con los libertarios estriba en la crítica al contrato social, ya que de forma obvia nunca se produjo ningún acuerdo originario y dicho mito perpetúa la lógica opresiva del Estado, cuyo origen está en la violencia y el saqueo. Lo que el anarquismo posmoderno reprocha al clásico es su concepción supuestamente esencialista de un sujeto sociable, cooperativo y racional, rasgos que se desplegarían una vez se hubiera acabado con el Estado; para esa visión, sería la ley artificial, surgida del Estado, anuladora de una ley natural basada en ese individuo proclive al apoyo mutuo. Sobre la existencia de una naturaleza humana, y lo que los ácratas modernos opinaban al respecto, mucho se ha dicho ya, pero resulta falaz que su visión fuera excesivamente optimista como a veces se repite; más bien, sus preocupaciones se dirigían al tipo de estructura social que favoreciera esos rasgos potenciales más solidarios y cooperativos, y anulara los más negativos que en ningún caso se niegan. Con todo lo matizable y controvertida que pueda resultar esta aseveración, puede decirse que el anarquismo, moderno o posmoderno (se diluye aquí dicha frontera), se encuadra más bien en los que niegan una naturaleza humana; esto no supone afirmar que los seres humanos no sean parte del reino animal, ni se inserten en concepciones evolucionistas, sino en señalar, en aras de una sociedad mejor, que nos construimos en base a ciertas prácticas, que la subjetividad humana está condicionada por lo contingente. Esta visión puede hallar puntos en común con diversas corrientes filosóficas, entre las que se encontraría el concepto de auto-creación del hombre9, del propio Nietzsche, de afirmación de los valores de la vida.

Otra cuestión primordial en Nietzsche, de la que ya hemos hablado, es la voluntad de poder, y llegamos con ello a otra discusión fundamental entre anarquismo moderno y posmoderno. Si para el primero el poder (concretado en el Estado) es algo maligno que imposibilita la plena realización del individuo y puede ser destruido, para el anarquismo posmoderno nunca podremos estar libres de relaciones de poder al estar insertas en el tejido social. Tal y como afirma Saul Newman, la separación maniquea entre sujeto y poder resulta inestable y conduce, precisamente, a la amenaza permanente de ese deseo “natural” de poder del que hablaba Nietzsche; cuanto más se intenta establecer una sociedad libre de relaciones de poder, es posible que con más fuerza pueda reaparecer. La solución podría pasar por afirmar el poder, en lugar de negarlo, por el reconocimiento de que estamos insertos en mundo marcado por el poder sin que podamos estar totalmente libres de las relaciones determinadas por el mismo. Por supuesto, no supone claudicar y renunciar a combatir el Estado y la autoridad política, sino tratar de ser más eficaces en estrategias de resistencia contra un poder que no es posible negar de forma maniquea. Como se puede suponer, aquí suele mencionarse a Foucault y la distinción entre el poder, que sería la relación de fuerzas que fluyen de modo libre e inestable entre las personas, y la dominación, que se produce cuando dicho flujo se bloquea, se forman desigualdades y jerarquías y las relaciones no se dan ya de forma recíproca (es el germen de instituciones como el Estado). De esa manera, a diferencia de la separación clásica entre sociedad y poder, se considera ahora que el Estado está originado en dichas relaciones de poder en la sociedad y son nuestras acciones diarias las que podrían integrar y generar las relaciones de dominación. Sería una permanente vigilancia para que no se formaran esas relaciones de dominación, ya que la abolición repentina de las instituciones coactivas del Estado podría suponer descuidar las relaciones de poder, difusas y poliédricas, y podría dar lugar a nuevas formas de dominación instituidas. Por utilizar una retórica filosófica de Nietzsche, sería afirmar la voluntad de poder y aceptar su eterno retorno en las relaciones sociales. Desde ese punto de vista, el anarquismo puede adoptar eficaces estrategias políticas, que muy bien pueden asentar factores libertarios primordiales como el apoyo mutuo y la solidaridad, con el objetivo de minimizar toda posibilidad de dominación y, consecuentemente, incrementar las posibilidades de la libertad. Un filósofo que, sin duda y a pesar de su complejidad, merece ser releído buscando una interpretación emancipatoria también a nivel social que, tantas veces, le ha sido negada, pero que muchos militantes libertarios sí parece que supieron ver.

 

Capi Vidal

 

Notas:

 

  1. “Nietzsche; généalogie de l’individu”. Ed. L’harmattan, París, 2003. Cap. X; p. 121-130, selección. Trad. R.A. para un seminario sobre «El único y sus propiedad», Barcelona marzo 2007: http://alcoberro.info/web/pdf/stirner3.pdf ↩︎
  2. “Continuidad y divergencia entre Bakunin y Nietzsche. Anarquismo y radicalismo aristocrático”, Federico Giorgini: https://revistas.uns.edu.ar/csf/article/view/1549 ↩︎
  3. Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo, Vanessa Lemm; Santiago de Chile, FCE, 2013; ver también el artículo de Lemm en la recopilación de textos a favor y en contra de un Nietzsche anarquista: https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/VV%20AA%20-%20Nietzsche%20o%20el%20antianarquismo.pdf ↩︎
  4. Nacionalismo y cultura, Rudolf Rocker; descarga directa en https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Rudolf%20Rocker%20-%20Nacionalismo%20y%20cultura.pdf ↩︎
  5. Viviendo mi vida, Emma Goldman; descarga directa en https://proletarios.org/books/Goldman-Viviendo_mi_vida.pdf ↩︎
  6. “La Emma Goldman nietzscheana: ¿un oxímoron para el feminismo?”, Slvia K. Döllerer; https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/la-emma-goldman-nietzscheana-un-oximoron-para-el-feminismo ↩︎
  7. “Nietzsche y el anarquismo”, Daniel Colson: https://www.meneame.net/m/zzzzzxzzxxzx/nietzsche-anarquismo-daniel-colson; el autor se explaya en esa vinculación, de manera muy explícita, no sin interrogarse antes al preguntarse cómo es posible que así fuera en un filósofo que, aparentemente, denunciaba toda reivindicación social, el socialismo y el anarquismo, y parecía ponerse del lado de los amos frente a los esclavos; las interpretaciones más nefastas y distorsionadas de Nietzsche se habrían producido en el siglo XX, con los conflictos mundiales y los sistemas totalitarios, y habría que llegar al final de siglo para reivindicar su verdadera importancia con autores como Foucault o Deleuze. ↩︎
  8. “El anarquismo y la política del resentimiento”, Saul Newman; https://anarkobiblioteka3.wordpress.com/wp-content/uploads/2016/08/el_anarquismo_y_la_polc3adtica_del_resentimiento_-_saul_newman.pdf ↩︎
  9. “La naturaleza humana: un concepto excedentario en el anarquismo”, Tomás Ibáñez: http://acracia.org/la-naturaleza-humana-un-concepto-excedentario-en-el-anarquismo/ ↩︎