Las fronteras son la explicitación del control sobre algo o sobre
alguien. Su función es separar aquello que deseamos dominar, poseer,
conocer de lo que no queremos. Son la expresión máxima de la propiedad,
del nosotros o del yo frente al resto.
En cualquier campo, las fronteras no son más que líneas imaginarias,
arbitrariamente creadas sin ninguna justificación. Prueba de ello, son
lo fácilmente movibles que han resultado a lo largo de la historia, por
supuesto, siempre en interés de los que poseen el poder, ya que son
ellos los que se encargan de su creación. Ya sean territoriales,
económicas, de conocimiento… las fronteras se crean y se utilizan con el
único propósito de delimitar lo accesible en función de qué papel
desempeñas.
Las fronteras son contrarias a la vida. Constriñen, encierran y
reprimen mientras que la vida trata de emerger y expandirse. No es
posible defender la vida y las fronteras al mismo tiempo, éstas matan de
forma directa y violenta y, también, de una forma más sibilina,
lentamente y con una violencia socialmente tan aceptada que causa
terror.
Alambres, espinos, vallas, muros, armas, balas, concertinas, muerte…
Así se erigen las fronteras en el mundo físico. Esta es la manera de
seleccionar, de separar, de diferenciar el lado correcto del incorrecto.
Ya los Estados se encargan de hacernos creer que estamos en el lado
oportuno y que toda esa infraestructura necesita ser defendida con uñas y
dientes y que cualquier precio a pagar por ello es justo. Se alienta el
fanatismo, bajo la etiqueta del patriotismo cuya única utilidad es
enmascarar la estupidez humana que nos arrastra a odiar al otro, al que
está al otro lado de la frontera hasta tal punto que creamos justo su
sufrimiento y su muerte si intenta traspasarla.
Miedo, dolor, resignación, impotencia, muerte… Así se erigen las
fronteras en el mundo psíquico. Esta es la manera de acotar, de
establecer, de delimitar la zona segura de la peligrosa. Nosotros mismos
nos encargamos de hacerlas posibles y de creer que las necesitamos para
poder desarrollar nuestras vidas, conforme a unos patrones establecidos
en los que andamos deseosos de encajar. Estos patrones, sólo dibujan
modos de vida ajenos a lo que podría ser pero suficientemente
confortables como para aceptarlos y, por tanto, desear defenderlos al
precio que sea. Incluso, con la construcción de fronteras mentales a
pesar de saber que constriñen nuestra existencia y nos sitúan más cerca
de una vida carente de significado hasta para nosotros mismos.
Todas las fronteras forman parte de una realidad inhumana y dolorosa
que sólo engendra desesperanza y muerte. Cada vez que una frontera se
levanta, el odio se hace dueño de la situación y la esperanza de ir
recuperando la esencia de lo humano se aleja un poco más.
Fuente: http://quebrantandoelsilencio.blogspot.com.es/2016/04/fronteras.html
martes, mayo 31
sábado, mayo 28
No hay micro-machismos: ¡es el machismo cultural y cotidiano!
Varios teóricos y pensadores que han postulado terminologías a
mediados y finales del siglo XX proponen conceptos interesantes y
basados en el conocimiento objetivo, pero su proselitismo a los
prefijos, las oraciones rebuscadas y la hiperbolización de su discurso
muchas veces modifica la esencia real del fenómeno que se pretende
explicar.
Últimamente, se ha viralizado el término “micro-machismo” que fue acuñado por el psicoterapeuta Luis Bonino a principios de la década de los 90’s. Lo describe como una “práctica de violencia cotidiana, casi imperceptible”. A partir de este motiv, desglosaremos conceptualmente al micro-machismo y al machismo cultural, propuesta ampliada más allá del primer término.
1) ¿Qué es considerado como un micro-machismo? Son demasiadas prácticas, pero principalmente la creencia de que la mujer debe seguir cierta línea en las relaciones familiares, amorosas, laborales y por supuesto, en la conformación de la cultura contemporánea como el rol que ha tenido desde hace siglos: sumisión generalizada. Entre los coloquios que representan estas abominaciones nos encontramos: “no debes escuchar ese tipo de música, es muy rudo”, “ni se te ocurra volverte a embarazar”, “¡tu falda está demasiado corta!, “se hará lo que diga papá”, ¿cómo puedes salir con eso a la calle?” ó “¿así que estás saliendo con varios hombres?, ¡eres una zorra!”.
En un ensayo previo, he definido que “la violencia es la relación de fuerzas de unos contra otros, de unos en pos de otros, en defensa, conveniencia o de forma patológica” [1], en este sentido, las creencias cotidianas como las anteriores son un antecedente hacia la violencia, pues, en continuidad con estos comportamientos se abren las puertas a la más amplia dominación patriarcal por sobre de la vida de la mujer, ya sea con un "chiste" o con una expresión de superioridad, se forma dicha relación de fuerzas. Johan Galtung y Pierre Bordieu hablan más críticamente de una violencia invisible o ‘simbólica’, que psicológicamente, controla el comportamiento generalizado hasta el punto donde la supremacía masculina se vuelve un ejercicio determinado de poder [2] dentro de una costumbre relacional.
2) Pero nos haremos la cuestión, ¿acaso estas prácticas no son también denunciadas como parte del machismo histórico y universal?. Aquí damos paso a explicarnos el machismo cultural.
Pongámonos serios y ampliemos nuestras palabras. ¿Es real la sociedad post-industrial o sólo es el desarrollo tecnológico de los medios de producción humana y el outsourcing?, ¿el posmodernismo responde al espíritu de los individuos o es la individuación de unos cuantos para superar los absurdos de la modernidad? El micro-machismo no es más que una expresión del machismo histórico en su categoría cultural.
Las categorías son imperativas para facilitar los procesos de aprendizaje y asimilación. El machismo cultural responde a esa necesidad cognitiva que nosotr@s transformarnos en prácticas emancipadoras.
El micro-machismo es valorativo, y como juicio de valor, intercede a particularizarse. ¿Acaso es la misma reacción de una madre o una abuela que toda la vida han estado en la cocina, cuando se les dice que esa no es su ‘tarea natural’, a la de una joven recién violada por vestir una falta de ‘tres dedos’?, por supuesto que no, allí la dominación valorizada, para una conciencia rutinaria, generará dificultades para entender que tanto la explotación en la cocina como la violación son prácticas, mayoritariamente machistas, y emocionalmente, la segunda es mucho más trágica y dolosa que la primera.
Para gran parte de los patrones de la especialización/exclusión laboral de la mujer (específicamente en restaurantes, servicios de intendencia y departamentos judiciales, donde la mujer es más bien un adorno visual para brindar servicios) son parte de algo que se dibuja como un mapamundi, porque así lo ha vivido toda esta comunidad laboral en su experiencia de trabajo, pero en esa línea, puede que resulte también una contradicción increíble, que los hombres de este tipo de servicios, laven platos, hagan la comida de la casa o tengan una relación igualitaria con sus parejas. Así, la cuestión del machismo cultural no siempre estaría determinada por la división del trabajo.
Queda claro que somos una reproducción del entorno (natural y social) en todas nuestras actividades y relaciones. No somos micro-reproducciones. Cada individualidad y cultura muestran distintas reacciones a los fenómenos del machismo.
No minimicemos los términos: integrémoslos como un sistema completo, hegemónico y que hay que destruir gradualmente, a la par de su imperial economía globalizada y todas las violencias injustificadas del mundo.
[1] “La Epistemología de la Violencia: Estado vs Sociedad”, 03 de Mayo de 2015. En línea en: http://www.portaloaca.com/opinion/10360-la-naturaleza-de-la-violencia-estado-vs-sociedad.html
[2] El poder por sí mismo es indeterminado. Se vuelve una herramienta productiva y de qué-hacer social –o de explotación con tildes de autoritarismo- cuando el sujeto lo determina según su voluntad o intereses.
Últimamente, se ha viralizado el término “micro-machismo” que fue acuñado por el psicoterapeuta Luis Bonino a principios de la década de los 90’s. Lo describe como una “práctica de violencia cotidiana, casi imperceptible”. A partir de este motiv, desglosaremos conceptualmente al micro-machismo y al machismo cultural, propuesta ampliada más allá del primer término.
1) ¿Qué es considerado como un micro-machismo? Son demasiadas prácticas, pero principalmente la creencia de que la mujer debe seguir cierta línea en las relaciones familiares, amorosas, laborales y por supuesto, en la conformación de la cultura contemporánea como el rol que ha tenido desde hace siglos: sumisión generalizada. Entre los coloquios que representan estas abominaciones nos encontramos: “no debes escuchar ese tipo de música, es muy rudo”, “ni se te ocurra volverte a embarazar”, “¡tu falda está demasiado corta!, “se hará lo que diga papá”, ¿cómo puedes salir con eso a la calle?” ó “¿así que estás saliendo con varios hombres?, ¡eres una zorra!”.
En un ensayo previo, he definido que “la violencia es la relación de fuerzas de unos contra otros, de unos en pos de otros, en defensa, conveniencia o de forma patológica” [1], en este sentido, las creencias cotidianas como las anteriores son un antecedente hacia la violencia, pues, en continuidad con estos comportamientos se abren las puertas a la más amplia dominación patriarcal por sobre de la vida de la mujer, ya sea con un "chiste" o con una expresión de superioridad, se forma dicha relación de fuerzas. Johan Galtung y Pierre Bordieu hablan más críticamente de una violencia invisible o ‘simbólica’, que psicológicamente, controla el comportamiento generalizado hasta el punto donde la supremacía masculina se vuelve un ejercicio determinado de poder [2] dentro de una costumbre relacional.
2) Pero nos haremos la cuestión, ¿acaso estas prácticas no son también denunciadas como parte del machismo histórico y universal?. Aquí damos paso a explicarnos el machismo cultural.
Pongámonos serios y ampliemos nuestras palabras. ¿Es real la sociedad post-industrial o sólo es el desarrollo tecnológico de los medios de producción humana y el outsourcing?, ¿el posmodernismo responde al espíritu de los individuos o es la individuación de unos cuantos para superar los absurdos de la modernidad? El micro-machismo no es más que una expresión del machismo histórico en su categoría cultural.
Las categorías son imperativas para facilitar los procesos de aprendizaje y asimilación. El machismo cultural responde a esa necesidad cognitiva que nosotr@s transformarnos en prácticas emancipadoras.
El micro-machismo es valorativo, y como juicio de valor, intercede a particularizarse. ¿Acaso es la misma reacción de una madre o una abuela que toda la vida han estado en la cocina, cuando se les dice que esa no es su ‘tarea natural’, a la de una joven recién violada por vestir una falta de ‘tres dedos’?, por supuesto que no, allí la dominación valorizada, para una conciencia rutinaria, generará dificultades para entender que tanto la explotación en la cocina como la violación son prácticas, mayoritariamente machistas, y emocionalmente, la segunda es mucho más trágica y dolosa que la primera.
Para gran parte de los patrones de la especialización/exclusión laboral de la mujer (específicamente en restaurantes, servicios de intendencia y departamentos judiciales, donde la mujer es más bien un adorno visual para brindar servicios) son parte de algo que se dibuja como un mapamundi, porque así lo ha vivido toda esta comunidad laboral en su experiencia de trabajo, pero en esa línea, puede que resulte también una contradicción increíble, que los hombres de este tipo de servicios, laven platos, hagan la comida de la casa o tengan una relación igualitaria con sus parejas. Así, la cuestión del machismo cultural no siempre estaría determinada por la división del trabajo.
Queda claro que somos una reproducción del entorno (natural y social) en todas nuestras actividades y relaciones. No somos micro-reproducciones. Cada individualidad y cultura muestran distintas reacciones a los fenómenos del machismo.
No minimicemos los términos: integrémoslos como un sistema completo, hegemónico y que hay que destruir gradualmente, a la par de su imperial economía globalizada y todas las violencias injustificadas del mundo.
Demián Reyes
[1] “La Epistemología de la Violencia: Estado vs Sociedad”, 03 de Mayo de 2015. En línea en: http://www.portaloaca.com/opinion/10360-la-naturaleza-de-la-violencia-estado-vs-sociedad.html
[2] El poder por sí mismo es indeterminado. Se vuelve una herramienta productiva y de qué-hacer social –o de explotación con tildes de autoritarismo- cuando el sujeto lo determina según su voluntad o intereses.
miércoles, mayo 25
Delirio, enfermedad mental construida y la psiquiatría como policía de la Norma
“Recuerdo haber pensado en una oportunidad que los esquizofrénicos son los poetas estrangulados de nuestra época.”
David Cooper, Psiquiatría y antipsiquiatría (1967)
Antes que todo será necesario aclarar que
cuando hablamos de delirio no le estamos dando un sentido psiquiátrico a
la palabra, utilizamos el término simplemente para el entendimiento del
lector, nos referimos con esté al conjunto de cuestiones que el loco
experimenta en sus viajes. El delirio es el principal soporte
psiquiátrico de las patologías construidas como: esquizofrenia y
psicosis, no por nada en el DSM-V establece las “ideas delirantes” y las
“alucinaciones” como los primeros síntomas para reconocer estas
supuestas “enfermedades mentales”.
En respuesta a esto como primicia de
resistencia cuestionamos la construcción de “idea delirante”, puesto que
se configura como aquello que sale de la Norma y de la Razón, traducida
esta ultima en la suma de entendimientos a partir consensos cognitivos,
políticos y sociales que se establecen y producen principios y verdades
-haría falta leer a Kant al respecto-, pero que tiene un fracaso y una
falacia evidente en su construcción de origen, puesto que no hay verdad
ni realidad única, son ficciones políticas, tiránicas y normalizadoras
en el fin de construir está Razón, por lo cual es también funcional con
lo primero: la Norma, como productora de verdades; ficciones políticas
que configuran la Razón.
Lo que la psiquiatría objetiva como
“síntoma: idea delirante” de una “enfermedad” puede ser cualquier
producción de subjetividad o deseo disidente a los dos soportes de los
que el psiquiatra es policía: la Norma y la Razón, ejemplo notable e
histórico de ello es la interpretación psiquiátrica de la invención como
identidades –y no prácticas sexuales- de la homosexualidad y
heterosexualidad para diferenciar desde la institución
médica-disciplinaria lo “sano” con lo “patológico”. A pesar de que la
palabra “homosexual” fue inventada por el escritor húngaro-austriaco
K.M. Kertbeny en 1869, un año más tarde –como dice Michel Foucault(1)-
el psiquiatra Carl Westphal objetivo la homosexualidad como “enfermedad
mental”(2) y lo declaró ser patología a tratar-curar, cuestión que se
mantuvo hasta 1973 cuando debido a la presión social al respecto, la
Asociación Psiquiátrica Americana (APA) quitó el cuadro diagnóstico del
DSM-III, lo que es considerado la “cura” más rápida de la historia
médica de una “enfermedad mental”, ¿y por qué?, porque no había
enfermedad, sino un régimen político heterosexual y una patología
construida a partir de una práctica sexual, para soportar ese régimen
primero.
Lo mismo es aplicable de forma análoga
para decir que el hecho de que la psiquiatría objetive como “idea
delirante” o “comportamiento catatónico” cualquier idea y comportamiento
fuera la Norma para soportar la construcción de la esquizofrenia o la
psicosis tiene base política y no científica. En el caso de las
alucinaciones visuales o auditivas se puede argumentar de la misma forma
que sobre “idea delirante”, ¿qué es la alucinación?, nuevamente: lo que
escapa de consensos cognitivos, ¿son esos consensos lo “sano”?, puede
ser en términos políticos de “bienestar” para el fascista, pero no
científicos. Por lo cual no hay enfermedad a partir del delirio.
Como enemigos de la Razón y la Norma
hegemónica postulamos que en cuestionar los consensos sociales,
convenciones políticas y especialmente cognitivas recae una
reivindicación antipsiquiátrica de locura. El delirio en conclusión es
preocupante para los despliegues de poder porque reabre una linea de
fuga a una convención cognitiva, a una tiranía, un desvío de lo
normativo.
Bibliografía:(1) . La Historia de la Sexualidad, Vol 1: La voluntad del saber, Michel Foucault (1979)
(2) . Sentimiento Sexual Contrario, Carl Westphal (1870)
domingo, mayo 22
Desescolarizar la vida
Ivan Illich y la crítica de las instituciones educativas.
Jon Igelmo Zaldívar.
Eslóganes como el aprendizaje para toda la vida (lifelong learning) o el aprendizaje para todos (learning for all) que en la actualidad predominan en el campo de la educación internacional, nos devuelven la imagen de un mundo en el que las vidas humanas quedan insertas en un proceso continuo de control pedagógico, desde el nacimiento hasta la muerte. Ya no se trata de entrar en la escuela para ganarse la vida, pues es la escuela y sus métodos pedagógicos los que entran en nuestra vida para mayor ganancia de la clase política y económica.
Las principales ideas que Ivan lllich desarrolla con el fin de criticar las instituciones educativas quedan expuestas tanto en el libro La sociedad desescolarizada como en los diferentes panfletos que publica entre 1968 y 1971. Para lllich, el aprendizaje se desencadena en el libre encuentro: mediante el texto publicado por un autor; escuchando con disciplina y por elección propia las lecciones que imparte un maestro; junto con compañeros con los que se explora una campo de conocimiento; por medio de la contemplación en soledad; con quien comparte su sabiduría en un ambiente de amistad; creando y recreando el arte con esfuerzo y dedicación o trabajando las herramientas que están a disposición de cada individuo o colectivo.
Muchas de las ideas expuestas en La sociedad desescolarizada proceden de la experiencia directa que Ivan lllich desarrolla en los centros de formación, respectivamente en México y Brasil, para misioneros estadounidenses y canadienses que participaban en los planes desarrollistas de la iglesia. Tomando como referencia la experiencia de estos dos primeros centros, en 1963 lllich funda en la ciudad de Cuemavaca el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), totalmente autogestionado y frecuentado por algunos de los intelectuales de más renombre del pensamiento crítico de los años sesenta y setenta: entre otros, Erich Fromm, Octavio Paz, Paulo Freire, Paul Goodman, John Womack, André Gorz, Susan Sontag y muchos más. Centrándose especialmente en esas experiencias autogestionarias, este libro toma como referencia la vida y la obra de lllich, y nos revela un pensador capaz de interpelar a nuestro presente pedagogizado con preguntas audaces y creativas.
Jon Igelmo Zaldívar.
Eslóganes como el aprendizaje para toda la vida (lifelong learning) o el aprendizaje para todos (learning for all) que en la actualidad predominan en el campo de la educación internacional, nos devuelven la imagen de un mundo en el que las vidas humanas quedan insertas en un proceso continuo de control pedagógico, desde el nacimiento hasta la muerte. Ya no se trata de entrar en la escuela para ganarse la vida, pues es la escuela y sus métodos pedagógicos los que entran en nuestra vida para mayor ganancia de la clase política y económica.
Las principales ideas que Ivan lllich desarrolla con el fin de criticar las instituciones educativas quedan expuestas tanto en el libro La sociedad desescolarizada como en los diferentes panfletos que publica entre 1968 y 1971. Para lllich, el aprendizaje se desencadena en el libre encuentro: mediante el texto publicado por un autor; escuchando con disciplina y por elección propia las lecciones que imparte un maestro; junto con compañeros con los que se explora una campo de conocimiento; por medio de la contemplación en soledad; con quien comparte su sabiduría en un ambiente de amistad; creando y recreando el arte con esfuerzo y dedicación o trabajando las herramientas que están a disposición de cada individuo o colectivo.
Muchas de las ideas expuestas en La sociedad desescolarizada proceden de la experiencia directa que Ivan lllich desarrolla en los centros de formación, respectivamente en México y Brasil, para misioneros estadounidenses y canadienses que participaban en los planes desarrollistas de la iglesia. Tomando como referencia la experiencia de estos dos primeros centros, en 1963 lllich funda en la ciudad de Cuemavaca el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), totalmente autogestionado y frecuentado por algunos de los intelectuales de más renombre del pensamiento crítico de los años sesenta y setenta: entre otros, Erich Fromm, Octavio Paz, Paulo Freire, Paul Goodman, John Womack, André Gorz, Susan Sontag y muchos más. Centrándose especialmente en esas experiencias autogestionarias, este libro toma como referencia la vida y la obra de lllich, y nos revela un pensador capaz de interpelar a nuestro presente pedagogizado con preguntas audaces y creativas.
Enclave de Libros Ediciones, Colección Tangentes. Madrid 2016
jueves, mayo 19
El Auge de la Jerarquía
Al trazar el origen de las jerarquías
sociales y sistemas de control, muchos teóricos radicales toman una
postura materialista, y atribuyen la conducta autoritaria a excedentes
resultantes de la producción agrícola y otros aspectos del proceso de
civilización. El hecho de que algunas sociedades no agrícolas de
cazadores-recolectores desarrollaron estructuras sociales jerárquicas
ofrece una contradicción crítica a la visión materialista, y presenta
una clave para comprender el origen de la jerarquía. Los anarquistas, ya
sea que queramos abolir todo artefacto cultural de la civilización
occidental por inherentemente opresor o retener ciertos aspectos de la
civilización, haríamos bien en aprender cuan parcial es que la
civilización y la jerarquía sean concomitantes.
La civilización entendida etimológica y
culturalmente como el sometimiento de seres humanos a un poder
centralizado o común “para mantenerles a todos atemorizados” en palabras
de Hobbes, o para volverles ciudadanos, podemos volcarnos a pueblos
cazadores-recolectores como claros ejemplos de sociedades sin estado.
Las dos formas principales de jerarquía evidenciadas en algunas de estas
sociedades son el patriarcado y la gerontocracia. Varios grupos
cazadores-recolectores son patriarcados nacientes. Por ejemplo, entre
los Aché de los bosques amazónicos, la división sexual del trabajo es
absoluto, y los hombres disfrutan de mayor influencia en la toma de
decisiones. Los Aranda [o Arrente] de la Australia central también
otorgan mayor influencia política a los hombres dentro del grupo.
Adicionalmente, la propiedad de tierra comunal, que es la fuente de
identidad de cada banda, se traza a través de la línea paterna (de padre
a hijo).
La gerontocracia, jerarquía basada en la
edad y dominada por los ancianos, es particularmente desarrollada entre
los Aranda, política, social y espiritualmente. En general, los niños
Aranda no son participantes activos en los asuntos del grupo, mientras
que a los hombres ancianos se les otorga posiciones de liderazgo, y la
religión de los Aranda está basada en la veneración de ancestros (Lee
and Daly, 1999).
Los Mbuti del bosque Ituri del África
central ofrecen un excelente contraste al demostrar cuan no-jerárquica
puede ser una sociedad (los Hadza de las praderas de Tanzania también
practican la organización social igualitaria, aunque hay menos
bibliografía disponible sobre ellos). Aunque los Mbuti practican algo de
división sexual del trabajo, la división no es estricta, y con
frecuencia se manifiesta en distintas funciones en la misma actividad,
con mujeres y hombres trabajando juntos, para criar a los hijos o para
reunir alimentos. Los Mbuti minimizan el género, y excepto para
distinguir entre madres y padres usan etiquetas y pronombres familiares
neutrales. Los Mbuti forman tradicionalmente parejas exclusivas e
incluso de por vida para criar a los niños, pero el “matrimonio” Mbuti
no prohibe el sexo o el amor extra-marital.
Uno de los rituales Mbuti más importantes
comienza como un juego de tirar la cuerda, con los hombres por un lado y
las mujeres por el otro. Pero tan pronto como un lado comienza a ganar,
un miembro del lado ganador cambia de equipo, y pretende ser un miembro
del sexo opuesto, para restablecer el equilibrio. La final del juego,
todos han cambiado su género múltiples veces, y todos ríen, habiendo
exorcizado tensiones de género (Turnbull, 1983).
Los Mbuti son además una sociedad
igualitaria en lo etario. Otorgan un campo de autonomía y un rol de
importancia a cada uno de los cinco grupos etarios: infantes, niños,
jóvenes, adultos, y ancianos. Cada grupo etario tiene un poder
reconocido voluntariamente sobre los otros, y lo que hace un buen
funcionamiento de un grupo Mbuti es la simbiosis saludable de los
distintos grupos. Los jóvenes, por ejemplo, son considerados los
defensores de la justicia, y es su función intervenir en problemas o
conflictos internos del grupo. Los adultos, aunque tienen influencia
sustancial como proveedores de sustento, son también criticados por ser
las fuentes principales de akami, “ruido” o conflicto, dentro del grupo.
El rol de los ancianos es reconciliar conflictos.
Aunque las formas embrionarias de
patriarcado y gerontocracia exhibidas por algunos grupos
cazadores-recolectores son inocuas comparadas con las dinámicas
jerárquicas de las civilizaciones basadas en la acumulación, la
combinación de los dos sistemas es un hito crítico en el auge de la
organización social jerárquica. La combinación histórica, que casi
siempre precede al desarrollo de la agricultura, demarca las primeras
jerarquías dinámicas.
La división permanente entre hombres y
mujeres es reforzada por la jerarquía etaria, que con el tiempo confiere
privilegios a cambio de cooperación con el sistema jerárquico. Una
minoría de elite, hombres ancianos, tienen una influencia
desproporcionada y los comienzos del poder político. Mientras tanto, la
promesa de eventual inclusión a la elite alienta a los hombres jóvenes a
cooperar con la jerarquía. Las mujeres, también, son más propensas a
cooperar con su propio desempoderamiento; aún cuando nunca ascenderán a
un rol de elite, aún pueden obtener un estatus elevado a medida que
envejecen al participar de la jerarquía.
Pareciera que la gerontocracia también
hace posible una forma rudimentaria de control en una sociedad sin
estado. Los grados etarios que usan los Mbuti de modo libertario se
convierten en instrumentos de autoridad política en muchas sociedades
africanas occidentales, como los Ibo (horticultores sin estado), que
subordinan los jóvenes a los ancianos. La juventud, en vez de ser
defensores autónomos de la justicia, juega una función de control al
reforzar la voluntad del grupo etario por sobre ellos, tornando así las
difusas sanciones (mecanismos de imposición sostenidos colectivamente)
características de la anarquía en algo más cercano a las sanciones
controladas centralmente, del estado (Barclay, 1982). Esto se hace
posible en una cultura en la que las personas mayores son vistas como
líderes legítimos y los jóvenes buscan ganarse su favor.
En este contexto, el concepto de linaje
se vuelve cada vez más importante. Los linajes segmentarios de muchas
tribus africanas occidentales sin estado parecen abrir un camino
efectivo al desarrollo del gobierno. El liderazgo de “Gran Hombre” en
muchos patriarcados simples, recolectores u horticultores, es demasiado
inestable como para institucionalizar permanentemente el poder político
(un hombre agresivo, fuerte, o capaz invita a la competencia y el
resentimiento, pierde estas cualidades con la edad, y no las puede
traspasar a un sucesor escogido). Pero los linajes segmentarios en los
que cada agrupación — la familia, el sub-clan, el clan — es encabezada
por un líder, el padre del linaje (un concepto que requiere solo línea
paternal y gerontocracia), el control político sobre una gran población
comienza a ser centralizado por una orden de líderes, de menor a mayor;
el liderazgo se vuelve hereditario; y los prestigiosos linajes que han
obtenido el liderazgo de las estructuras mayores (clanes o la tribu)
adoptan una cualidad de liderazgo innata: una superioridad que se cree
corre por su sangre.
La pregunta sigue siendo: ¿por qué
algunos grupos humanos desarrollan estas formas de jerarquía, mientras
otros no? El patriarcado se atribuye con frecuencia a que los hombres
ganaron influencia por su rol de guerreros o proveedores. Pero muchos
grupos cazadores-recolectores y horticultores no practicaron la guerra, y
no hay delineamiento claro de que estrategias políticas pacíficas sean
siempre practicadas por grupos de igualdad etaria o de línea materna.
Tampoco hay una correlación entre el rol de los hombres como proveedores
y su rol de patriarcas. El patriarcado estaba tan desarrollado o más
desarrollado en sociedades donde las mujeres proveían la mayor parte del
alimento, por ejemplo los Aranda, que entre grupos como los Aché, donde
los hombres proveían aproximadamente el 80% de la dieta.
Por el contrario, el patriarcado parece
ser un resultado posible en cualquier grupo humano que no se organiza
específicamente para prevenirlo. Las distinciones de género son un eje
obvio de conflicto en los grupos humanos, y superar el conflicto debe
ser una actividad constante en toda sociedad. El desarrollo del
patriarcado no es inevitable, ni tampoco natural, es simplemente
conveniente — para aquellos que desean obtener poder social, y tomar la
salida fácil al lidiar con problemas de grupo.
Las prácticas e instituciones sociales
para prevenir o resistir el desarrollo del patriarcado han sido
múltiples. Van desde rituales niveladores de género como los practicados
por los Mbuti, a la acción colectiva ritualizada, donde se incluyen
sesiones de insultos por toda la noche y posible destrucción de
propiedad, practicada por la mujeres Igbo contra los culpables de haber
violado los derechos de una mujer o transgredido la esfera femenina de
la actividad económica (Van Allen, 1972).
Entre las etapas de desarrollo patriarcal
descritas por Gerda Lerner (1986) se incluye la remoción de las mujeres
desde lo divino, mayormente pronunciada en el desarrollo monoteísta de
un solo dios masculino; la creación del mito cultural de que las mujeres
son espiritual y mentalmente incompletas, como en la filosofía
aristotélica; y la creación de leyes o costumbres sociales que gobiernan
la sexualidad de las mujeres, como es el caso del código de Hammurabi.
Añadiría que la primera y más importante
etapa del patriarcado es la conceptualización de identidades de género
rígidas. Riane Eisler (1987) y un número de otras feministas liberales,
en un sincero intento por liberar una historia anti-patriarcal, han
resucitado una serie de sociedades mediterráneas dominadas por la
simbología de la fertilidad femenina y marcadas por divisiones menos
severas de clase y género, como evidencia de un pasado pre-patriarcal.
Desafortunadamente, su investigación aún nos deja con un binario de
género esencializado en el que la fuente de poder social de las mujeres
es su habilidad de procrear. De hecho, la cooptación masculina de los
símbolos de fertilidad femenina fue una etapa común de desarrollo en
muchas sociedades patriarcales.
Desde los Anasazi a los Minoanos, los
sacerdotes hombres a cargo de las estructuras religiosas tempranas,
usaban, e incluso vestían, símbolos ioni como señal de su poder (Donald y
Hurcombe, 2000). Esto ocurre en conjunto con la cooptación de la
fertilidad de la “Madre Tierra” por parte de los agricultores.
Una de las formas más tempranas de
resistencia a nociones esencializadas de género conocidas fueron las
obras de arte entre los cazadores-recolectores como también entre los
horticultores y primeros agricultores. De hace miles de años, el arte en
roca de los San, así como también pinturas y estatuillas de todo el
mundo, con frecuencia contenían figuras andróginas, alentando una
fluidez al concepto de género al desdibujar la distinción o presentando
figuras que simultáneamente exhibían características femeninas y
masculinas exageradas (y a menudo, también características de otros
animales). La misma Eisler, inhibida por una lente esencialmente
patriarcal, mal-representa su propia investigación, obviando mencionar
que la mayoría de las estatuillas del neolítico en sus muestras no son
femeninas, sino andróginas.
La agricultura y la civilización no
crearon la jerarquía en los grupos humanos, ni tampoco la jerarquía
condujo a la creación de la civilización, como es evidenciado en la
existencia de sociedades igualitarias hortícolas y agrícolas. En vez, la
jerarquía es el resultado de las estrategias sociales de un pueblo,
pero la agricultura y otros progresos tecnológicos permiten que las
jerarquías nacientes se vuelvan mucho más complejas, autoritarias, y
violentas. Aún peor, las ventajas militares inherentes a la agricultura —
como una mayor densidad de población, resistencia a la enfermedad por
vivir con animales en comunidades sedentarias, y herramientas de metal —
permiten que las jerarquías más desarrolladas de la civilización se
extiendan expandiendo naciones y conquistando ejércitos.
Para aumentar nuestra comprensión, sería
útil saber cómo se desarrolló la agricultura. Es importante comprender
que el desarrollo de la agricultura no fue inevitable ni universal.
Aunque la vasta mayoría de las sociedades
hoy se sustentan por medio de alguna forma de agricultura, la
preeminencia de ésta es en gran parte resultado de la expansión de la
población y de la dominación militar por parte de sociedades agrícolas.
Quizás tan pocas como cinco sociedades desarrollaron independientemente
la agricultura en toda la historia humana (en el Oriente Medio, en
China, en el África sub-Sahariana, en Yucatán, y en los Andes). Esto no
quiere decir que la agricultura es una invención poco probable; muchos
grupos cazadores-recolectores demuestran un conocimiento de la
agricultura pero eligen no practicarla. Compensando sus ventajas
militares, la agricultura se acompañó de un marcado declive en la salud
humana, lo que ha sido descrito suficientemente en otras fuentes. La
agricultura fue con frecuencia un invento impopular, extendiéndose por
gran parte de Europa a menos de una milla por año (Diamond, 1992).
En el ejemplo mejor estudiado, el Oriente
Medio, la agricultura se desarrolló antes en las alturas del Levante,
al este del Mediterráneo. El proceso parece haber comenzado 12.500 años
atrás, cuando cambios climáticos a fines de la Era del Hielo condujeron a
un significativo incremento de cereales y frutos secos silvestres. Los
cazadores-recolectores Natufienses en la región practicaron una
estrategia recolectora simple, especializándose en granos y frutos secos
de alta energía y fáciles de recolectar (Henry, 1989). En consecuencia,
pasaron de ser nómades a semi-sedentarios, con moradas más permanentes
donde el alimento podía almacenarse y las abundancias estacionales
podían ser explotadas. Fue un simple asunto económico: tuvieron la
oportunidad de vivir con menos esfuerzo, de modo que la tomaron.
Sin embargo, los recolectores complejos
son poco comunes comparados con los recolectores simples, pues la
estrategia recolectora compleja es menos adaptativa. Los recolectores
complejos son más dependientes de un rango pequeño de alimentos, y por
ende vulnerables a los caprichos del clima y a otros cambios naturales, y
también son más sedentarios, y por ende no pueden extender su impacto
ecológico. Hace 10.000 años, el clima cambió nuevamente, y el territorio
de las poblaciones de cereales y frutos secos comenzó a reducirse.
Los
recolectores complejos se enfrentaron a una elección: adaptarse a los
cambios en el ambiente revirtiéndose a una estrategia recolectora
simple, o preservar artificialmente la abundancia de sus alimentos clave
guardando y plantando las semillas. Algunos grupos escogieron volverse
recolectores simples nuevamente, mientras otros desarrollaron la
horticultura y la agricultura.
A estos primeros agricultores se les
presentaron nuevas oportunidades. En las comunidades sedentarias,
pudieron domesticar animales con mayor facilidad, desarrollar
herramientas más grandes y complejas, y crear moradas y propiedades
permanentes. Pudieron domesticar y manejar especies de cultivo
almacenando y volviendo a plantar semillas con características
favorables.
Pudieron desarrollar el riego para cultivar y cosechar más
allá de las capacidades del clima loca. Pudieron almacenar alimentos
para tiempos en que sus cosechas básicas no estaban en temporada,
reduciendo su necesidad de recolectar. Pudieron usar sus excedentes para
sustentar a artesanos y a otros que no tomaran parte en la labranza.
Pudieron saquear los almacenes de comunidades vecinas en tiempos de
escasez, creando la guerra como la conocemos.
Las elecciones críticas de estos primeros
agricultores, que han afectado a toda la historia humana desde
entonces, habrían sido profundamente influenciadas por las estrategias
sociales practicadas por cada grupo particular. Con toda probabilidad,
algunas de las bandas y comunidades involucradas en el desarrollo
temprano de la horticultura y la agricultura eran igualitarias, como los
Mbuti, y otras probablemente practicaban el patriarcado, o la
gerontocracia, o ambos.
Habría sido más probable que los grupos
patriarcales, que viven en hogares monógamos, desarrollasen nociones de
propiedad individual. Los grupos gerontocráticos, al desalentar el rol
de la juventud de desafiar el status quo, habrían tolerado y
tradicionalizado con mayor probabilidad la desigualdad social. Los
grupos con una elite de hombres ancianos habrían probablemente
desarrollado disparidades económicas, porque en tales grupos la mayoría
hacía más trabajo y disfrutaba de menor salud que sus ancestros
recolectores u horticultores, pero aquellos con autoridad de toma de
decisiones, la elite, disfrutaba de los frutos de los excedentes.
Aunque las jerarquías que existían antes
del desarrollo de la agricultura eran insustanciales, e incluso los
grupos con jerarquías dinámicas, como los Aranda, aún exhiben una
cultura de anti-autoritarismo, estas opciones tomaron lugar a través de
siglos, y nadie en aquel momento hubiese sabido las desastrosas
consecuencias de escoger estrategias levemente más autoritarias,
capitalistas, o de guerra. Sin embargo, con el tiempo las grandes
ventajas militares que correspondieron a sociedades practicantes de
formas más complejas de agricultura (tener armas, soldados, el doble de
población que tus vecinos) resultaron en que solo una comunidad que
siguiese una estrategia agresiva pudo forzar a sus vecinos a una especie
de carrera armamentista, presentándoles la opción de desarrollar sus
tecnologías para seguir en competencia, o abandonar la zona, o ser
invadidos, y asesinados o hechos esclavos.
Las comunidades ya lideradas por una
elite, que perderían lo menos y se beneficiarían lo más de la guerra y
de una producción incrementada, eran por cierto más prestas a intentar
vencer o dominar a sus vecinos. No era contradictorio que una comunidad
practicase la horticultura o la agricultura y aún retuviera una cultura
de consenso, comunalismo, y ecocentrismo, pero tales comunidades no
habrían participado en la carrera por las armas, y habrían sido
conquistadas, dando paso al ascenso de la cultura de dominación y
acumulación, y a la proliferación de la carrera armamentista. Es lo que
ha estado ocurriendo desde entonces.
La importancia de esta historia para los
anti-autoritarios hoy es que las civilizaciones basadas en la dominación
y la acumulación no se extendieron por ningún aseguramiento de mejoría
material libremente escogido, sino por las ventajas militares, y el
imperativo por dominar, instalados en tales civilizaciones.
Aunque fue
fácil para las civilizaciones basadas en la dominación subyugar a
sociedades a su alrededor, otro sondeo histórico podría claramente
mostrar que estas civilizaciones son bastante vulnerables a la tensión
interna que surge desde el antagonismo que desarrollan razonablemente
los sujetos hacia las estructuras de poder que les dominan. La historia
reciente muestra con claridad suficiente que las ventajas militares
inherentes en las civilizaciones basadas en la dominación no aplican a
las rebeliones internas (siempre y cuando los rebeldes tengan un mínimo
acceso a amplio apoyo y tecnologías en el rango de armas de fuego y
explosivos). Lo que sea que ocurra tras la caída de la autoridad, un
amplio recuerdo cultural de los peligros de permitir que jerarquías
opresoras se arraiguen puede ayudar a prevenir una recurrencia de los
errores cometidos por grupos humanos 10.000 años atrás, en un tiempo en
que no podían saber las ramificaciones totales de sus actos. Las
jerarquías opresoras no son inherentes a ningún modo material de
existencia que los seres humanos escogiesen habitar (haciendo la
distinción con modos que fueron implementados a la fuerza desde arriba,
como parece ser universalmente en el caso del industrialismo de tipo
occidental). En vez, las jerarquías opresoras permiten que las
tecnologías se tornen opresoras, y que las tecnologías definan el rango
de complejidad que aquellas jerarquías pueden desarrollar. Las
jerarquías mismas, que alientan su propia reproducción (en parte a
través del desarrollo de tecnologías que son implícitamente opresoras),
caen dentro del rango de la conducta humana posible, pero pueden ser
prevenidas cuando son comprendidas como una amenaza para la libertad y
el bienestar humanos. Las preguntas sobre qué hacer con esta comprensión
en el presente — qué tecnologías pueden mantenerse, cuáles pueden ser
reformadas, y cuáles deben descartarse, así como también la pregunta de
cómo estos nuevos modos materiales (con mayor probabilidad distintos
modos para distintas bioregiones) interactuarán con nuestros esfuerzos
por prevenir la jerarquía — siguen inexploradas e irresueltas.
Peter Gelderloos (2005)
Traducido por Rebelde Alegre :: Fuente
Obras Citadas
Barclay, Harold, People Without Government: An Anthropology of Anarchy. London: Kahn and Averill, 1982.
Diamond, Jared, Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies. New York: W.W. Norton, 1997.
Donald, Moira, and Linda Hurcombe, eds., Representations of Gender from Prehistory to Present. New York: St. Martin’s Press, 2000
Eisler, Riane, The Chalice and the Blade. San Francisco: Harper Collins, 1995.
Henry, Donald O., From Foraging to Agriculture. Philadelphia: University of Philadelphia Press, 1989.
Lee, Richard B., and Richard Daly, ed., The Cambridge Encyclopedia of Hunters and Gatherers. Cambridge: Cambridge University Press, 1999.
Lerner, Gerda, The Creation of Patriarchy. New York : Oxford University Press, 1986.
Turnbull, Colin M., “The Mbuti Pygmies. Change and Adaption.” Philadelphia: Harcourt Brace College Publishers, 1983.
Van Allen, Judith. “Sitting On a Man.” Canadian Journal of African Studies. Vol. ii, 1972. 211–219.
Barclay, Harold, People Without Government: An Anthropology of Anarchy. London: Kahn and Averill, 1982.
Diamond, Jared, Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies. New York: W.W. Norton, 1997.
Donald, Moira, and Linda Hurcombe, eds., Representations of Gender from Prehistory to Present. New York: St. Martin’s Press, 2000
Eisler, Riane, The Chalice and the Blade. San Francisco: Harper Collins, 1995.
Henry, Donald O., From Foraging to Agriculture. Philadelphia: University of Philadelphia Press, 1989.
Lee, Richard B., and Richard Daly, ed., The Cambridge Encyclopedia of Hunters and Gatherers. Cambridge: Cambridge University Press, 1999.
Lerner, Gerda, The Creation of Patriarchy. New York : Oxford University Press, 1986.
Turnbull, Colin M., “The Mbuti Pygmies. Change and Adaption.” Philadelphia: Harcourt Brace College Publishers, 1983.
Van Allen, Judith. “Sitting On a Man.” Canadian Journal of African Studies. Vol. ii, 1972. 211–219.
lunes, mayo 16
La polémica praxis ilegalista
El Ilegalismo no goza en nuestros días,
ni aún en los medios Anarquistas más aparentemente “radicales”, de mucha
popularidad ni predicamento. Esto supone una inevitable paradoja. Los
“simpatizantes”, “militantes”, “activistas” o “afines” a cualquier
corriente libertaria hablan, más o menos, en un lenguaje que podemos
llamar “Anarquista”; el desprecio hacia determinadas “vacas sagradas”, y
en especial a la Ley, es notable. Sin embargo, y he aquí lo paradójico,
las actividades “ilegales” son pasto del estigma, el desprestigio, la
condena general, e incluso el vilipendio y la calumnia, cuando no de la
más clara delación.
Es como cuando piquetean en nuestros
oídos toda una serie de cacofónicas contradicciones, esas que los más
“informados” suelen espetarnos: “Libertad sí, pero bien controlada”, “La
Anarquía no significa que uno pueda hacer lo que le de la gana”, “La
autoridad es innecesaria si hay disciplina”, “En el Libertarismo no
puede caber la Libertad Absoluta”… quizás algunos hayan identificado
estos trinos, son imperativos que suelen salir de diversas bocas, en
algunos casos son gente con “buen fondo” aunque repletos de miedo a la
libertad; libertos que encuentran el camino pero no visualizan la meta.
En el otro, es la gente que desconfía del “pueblo” al que,
“vanguardistamente”, se han propuesto liberar, los que dicen que con una
Anarquía ilimitada la gente sería ilimitadamente dañina, y con un
Comunismo absoluto la gente sería absolutamente acaparadora… ¿No es esta
la teoría de Hobbes?, ¿Si el pueblo es tan “malo” por qué hemos de
desear su libertad? Quizás quienes hablen así prefieran vernos cargados
de cadenas porque ellos mismos deben sentir terror ante lo que harían si
fueran libres. Quienes no han erradicado de sus aspiraciones el “afán
de poder” saben de lo que serían capaces si se les pusiera al alcance;
los que aborrecemos mandar porque nunca hemos consentido ser mandados,
no nos vemos acuciados por tales preocupaciones, y tan solo planteamos
¿Acaso existe alguna forma de Anarquía que no sea Ilimitada?
Si damos por sentado la multitud de
problemas futuros, si aceptamos la sed autoritaria que poseerá a muchos
individuos, y simplemente nos concentramos en intentar que esa serie de
problemas puedan ser algún día resueltos por los propios interesados, e
intentar quitar toda la serie de herramientas que convierten esa mera
pulsión en un arma todopoderosa, estaremos siendo “realistas” sin
empezar a tener miedo de marcarle el ritmo a nuestros propios pasos. Es
decir, si barremos el poder económico, político y estatal, todo acto de
autoridad que tengamos que repeler se circunscribirá a fenómenos en los
que nadie se verá obligado a obedecer… el presidente no será nada sin su
gobierno, ni el militar sin su ejército, ni el capitalista sin su
industria; y nosotros lo seremos todo, si nuestra vida no se ve
condicionada por sus decretos, ni nuestra existencia peligra por sus
armas, ni nuestro estómago se ve vacío por su dinero. Que se limiten al
garrote o la astucia, y en ese campo, cualquiera podrá detenerlos.
Si un mundo sin obediencia y sin órdenes
es factible ¿Por qué confinarnos a actos que reproducen esa misma
dinámica de “ley-acatamiento”?
Quizás no lo hayamos pensado, pero aún
pesan sobre nosotros los más variopintos prejuicios. Muchos compañeros y
compañeras me han dicho: “No te das cuenta que, por esos mismos
métodos, el Anarquismo carga, aún a día de hoy, con mala fama”. Aquí
suele ser muy socorrida una sandia frase de Bernard Thomas: “Todavía la
bandera del Anarquismo lleva el luto por lo crímenes de la Banda
Bonnot”… y ahora me atrevo a lanzar una pregunta que en muchos círculos
se tildará de blasfema ¿Qué es lo que separa a un Bonnot de un Durruti?,
la respuesta se me antoja solo una, la lente burguesa con que miramos
al personaje.
Muchos, incluyendo Anarquistas, vociferan
hoy contra los “propagandistas por el hecho” e “ilegalistas” de final
del siglo XIX y principio del XX. Los Moncasí, Duval, Ravachol,
Vaillant, o Callemin son llamados “sanguinarios”, “inmoladores de la
Idea” y “oportunistas” entre otras lindezas, solo reciben elogios de los
“folkloristas” o de los “morbosos”, mientras que, sin embargo, los
“profesionales de esa misma Idea” (vendan libros o no) solo pueden
ofrecerle los máximos parabienes a personajes como Bakunin, Malatesta,
Eliseo Reclús, Ascaso o Quico Sabaté… paradoja sobre paradoja ¿Son
acaso, quienes así hablan, pacifistas? En modo alguno, mucho de estos
señores claman como el que más por una “Revolución armada e Integral”,
lo cual demuestra que ni siquiera tienen la generosidad de los
pacifistas de antaño.
Algunos como Tolstoi, Hem Day o Armand
renegaban de cualquier forma de violencia, y sin embargo, nunca tuvieron
para con los “propagandistas”, una vez vencidos, palabras duras o de
reproche, todos ellos se destacaron en su defensa pública. Los críticos
de hoy tienen otra “catadura”, no aducen motivos morales o de similar
estilo; sin escrúpulos hacen gala de la más cruda arbitrariedad.
Es este el desproporcionado peso que inclina el platillo de nuestra moderna pero desequilibrada balanza.
El mismo Bakunin que es hoy despreciado
por la burguesía, el que estaba dispuesto a empapelar con los cuadros
“más artísticos y emblemáticos” cualquier fortaleza si eso suponía
mantener viva la llama de la Insurrección. El que planteaba que, una vez
perdida la Revolución de Dresde, y puesto que jamás había: “Podido
llegar a comprender que hubieran mayores lamentaciones por las casas y
las cosas inanimadas que por los hombres”, debía volarse la ciudad por
los aires, y junto a ella el Ayuntamiento, con tal de que no cayeran en
manos de las tropas prusianas. Es el mismo que hoy, obviamente, es
aceptado por los Anarquistas como un “paradigma” del “revolucionario
integral”.
Sin embargo, este Bakunin, reconocido
tanto por su actividad revolucionaria como por el calado de sus
análisis, era también quién abroncaba a su amigo Herzen por condenar a
Karakozov por su fallido atentado contra el Zar, era quién consideraba
que uno de los brotes de los que a la postre serían llamados
“propagandistas por el hecho” (término acuñado por el propio Bakunin
aunque popularizado por Paul Brousse) era un individuo a quien: “A pesar
de sus errores teóricos, no podemos rehusarle nuestro respeto y
reconocerlo, ante la abyecta muchedumbre de cortesanos serviles del zar,
como uno de los nuestros”. Y suya era también la boca de la que brotaba
una explícita invectiva Ilegalista, una que aspiraba a convertirse en
auspicio, su llamada “Revolución de Bandoleros y Campesinos”, pues según
él: “El Bandolero es el único y auténtico Revolucionario en toda Rusia…
En los difíciles tiempos intermedios, cuando todo el mundo trabajador
campesino semejaba dormir en un sueño que parecía no poder ser
interrumpido por nada, oprimido por todo el peso del Estado, los
Bandoleros, los salteadores de caminos, continuaron su lucha en los
bosques hasta que las aldeas rusas despertaron de nuevo. Cuando esas dos
formas de sedición, la de los Bandoleros y la de los Campesinos se
unan, en ese momento surgirá la Revolución del Pueblo”.
¿No cumplieron los Duval, Pini y Jacob la
parte que les correspondía?, ¿No se convirtieron en la palabra de
Bakunin hecha “carne”? Es irónico contemplar cómo el mismo odio que las
clases pudientes tienen por Bakunin, encuentra su distorsionado reflejo
en el que muchos “revolucionarios” tienen por los Ilegalistas, a los
que, por otra parte, Bakunin amparaba con su verbo.
En 1877, el grupo que componían
Malatesta, Cafiero y Ceccarelli llegó a ser conocido como “La Banda del
Matese”, pues extendían por dicha región una actividad netamente
guerrillera (muy similar a la que los grupos Anarquistas antifranquistas
realizarían en periodo de post guerra), ¿Y acaso “Las Panteras de
Batignolles”, “Los Intransigentes” o “Los Trabajadores de la Noche”,
todos ellos grupos ilegalistas consagrados a atacar al Capital, por
medio de la Propiedad, y al Estado por medio de la violación sistemática
de la Ley, no se hallaban en el mismo lado de la barricada?.
Mencionemos, incluso, a Eliseo Reclús.
Él, quintaesencia del “pensador reflexivo”, del “teórico comprometido”
pero supuestamente “sosegado”, no era solo el que defendía con su
compresiva pluma a esos “expropiadores” a los que otros condenaban, en
ocasiones, hasta con cierta acritud y ensañamiento; era además quién
tomó el fusil en la Comuna de París y quién -como Luisa Michel-
derrochaba tolerancia con aquellos que experimentaban la “lucha social”
como una transcendente cuestión de “supervivencia”, ¿No eran estas las
difíciles circunstancias de los Ravachol o Garnier?, ¿No eran personas
que tomaban el puñal o la browning tal y como el animal acorralado hace
uso de sus dientes y garras?.
Quizás se nos aduzcan las prosaicas
razones “porcentuales o numéricas”, pero como ya hemos dicho -en
multitud de ocasiones- ni la verdad es más “verdad” cuando solo sale por
una garganta en vez de por la de mil, ni la Revolución es más lícita
cuando es un único individuo el que se arriesga a encender su personal
mecha, que cuando es todo un pueblo el que se dispone a combustionar la
pólvora.
¿Hablamos acaso del algún extraño y
ridículo “vanguardismo”? Por supuesto que no, simplemente no creemos que
una persona deba de apagar el fuego revolucionario que consume su
paciencia y arde en sus entrañas, simplemente porque este no haya
conseguido prender en el resto de la población. ¿Qué intentar iniciar
una “Revolución de francotiradores” puede ser menos efectivo que una
gran marea “colectiva”? Posiblemente, ¿Qué la “Rebelión unipersonal” y
el “acto individual” están abocados al “fracaso”? Todas las
Revoluciones, fugaces o más o menos duraderas, no son más que la
consecución de innumerables “actos individuales”, de una cuasi infinidad
de “Rebeliones unipersonales”, son estas las que provocan una verdadera
ruptura en el vértice histórico, son estas las que preparan el caldo de
cultivo para un nuevo y desconocido período; y ante la más o menos
pretérita escalada de Rebeldía que debería posibilitar el advenimiento
de una “Revolución Global”, debemos prepararnos para hacer nuestro
“pequeño” y personal aporte, es por ello por lo que nos acogemos a estas
palabras de Louis Lecoin: “Cierto, los actos individuales no pondrán
fin a todos los déspotas y a todos los despotismos, y será necesaria una
revolución; pero esos actos son un símbolo, pues indican dónde hace
falta golpear”. Vaillant y su acto, su alegórico atentado contra el
Parlamento, nos proporciona, por ejemplo, una inigualable “diana”.
Algunos pretenderán excusarse de otras
formas, quizás nos digan: “Lo que diferencia a unos de otros, lo que
hace que los Bakunin, Malatesta y Reclús sean ‘bien vistos’ y destaquen
en detrimento de los ‘ilegalistas integrales’, es su capacidad
‘intelectual’, es decir, se legado teórico”… este planteamiento ni
siquiera tiene la belleza de otras muchas mentiras, pues ¿Tal vez los
Durruti, Ascaso, Facerias, Celes, Quico Sabaté, o Ramón Vila Capdevila
han hecho algún aporte netamente teórico al pretendido “corpus”
Anarquista? Y, aún quedando algunos más oscurecidos que otros por la
sombra del tiempo, pocas palabras “críticas”, y aún menos “despectivas”,
se atrevería nadie lanzar contra quienes, sin libros y escritorios,
supieron dar un ejemplo vivo de Anarquismo en acción, contra los
representantes genuinos del “Maquis Libertario”. Sin embargo, ¿No se
encaminaban cada uno de sus pasos contra la carcasa estatal?, ¿No
apuntaban sus armas contra los propietarios?, ¿No se incrustaban sus
balas en el cuerpo decrépito de la Autoridad? Exactamente igual que los
ilegalistas de antaño. No es, por tanto, la “prolijidad teórica” la que
ha limpiado el nombre de unos y ensuciado el de otros.
Entonces ¿porqué se nos antoja la imagen
del “ilegalista” y del “propagandista por el hecho” como algo
“anacrónico” o incluso “caduco”? La respuesta, como ya dijimos, proviene
del aburguesamiento de nuestra propia mirada, esa que se ve
distorsionada por un cristal excesivamente ahumado cuando no,
directamente, por un caleidoscopio.
El caso se nos muestra de forma diáfana
cuando observamos a los personajes más “emblemáticos” del
anarcosindicalismo “español”. En los Durruti y Ascaso ¿No nos
encontramos con los incontestables herederos de los Caserio, Pardiñas,
Angiolillo, Bresci, o Czolgosz?, ¿No aspiraban ambos a seguir los pasos
de los mencionados y a convertirse, como mínimo, en “regicidas”?, ¿No
fue su atentado contra Alfonso XIII la consecución lógica de la obra que
inició Moncasí cuando atentó, precisamente, contra el padre de ese
engendro coronado?, ¿No les presentan sus fallidos o certeros atentados
como epígonos directos, cuando no como condiscípulos, de los Cyvoct,
Gallo, Pauwels, Reinsdorf, Radowitzky, Wilckens, o Di Giovanni? Y sus
atracos a bancos y demás “expropiaciones” ¿En algo se separan de las
actividades de los ya mencionados “recuperadores individuales”? Sus
grupos (a los que el propio García Oliver reconocía como los “mejores
terroristas de la clase trabajadora” y los “reyes de la pistola obrera”)
¿Guardan alguna diferencia con los que despuntaban en el ocaso del
siglo XIX, y sobretodo, con el establecido por Jules Bonnot, Raymond
Callemin y compañía a finales de 1911?, ¿No era acaso el propósito de
todos ellos, simpatizaran más con una corriente ácrata que con otra,
realizar actos prácticos de Sedición? Bonnot y la banda, a la que la
prensa burguesa quiso concederle su nombre, no se dedicaron a ninguna
actividad distinta que la realizada por Durruti y Ascaso en Gijón… fuera
bajo el nombre de “Los Justicieros”, “Los Solidarios” o “Nosotros”,
todos esos grupos tuvieron la insignia nítida de la ilegalidad y el
“cuadro de defensa”, y nadie puede negarle a los archiconocidos
“Bandidos Trágicos” su dedicación a ambos menesteres… por el primero
fueron perseguidos y por el segundo fueron asesinados.
Las paradojas suelen ser sangrantes…
Miguel Arcángel Roscigno no solo atracó junto a Durruti, Acaso y
Gregorio Jover el Banco de San Martín, sino que en cuanto a “peripecias
Revolucionarias” (ese rico “anecdotario” que a veces termina por ser lo
único recordado en la sufriente vida de los militantes) no le va a la
saga a los anteriores, ya que podría satisfacer con las mismas incluso a
los “frívolos” más exigentes. Y sin embargo, los primeros se harían a
la postre populares como “Los Tres Mosqueteros” (a veces en la ecuación
entra Oliver para sustituir a Jover), convirtiéndose en un “mito” del
movimiento obrero internacional; mientras que Roscigno, aun como
colaborador de Di Giovanni, no pudo compartir ni las migajas de su
“halo”, pues ni siquiera conserva su nombre en los labios de los
compañeros… quedando su recuerdo barrido por el viento. Haciendo las
delicias, tan solo, de los que le rinden culto a la “fuerza” o de los
que solo se “excitan” con cierta clase de morbosidad.
En sus tiempos Durruti despertaba el
calificativo de “gánster internacional” entre la reacción (incluso
Montseny lo calificaba así cariñosamente), mientras que “el Quico” era
considerado “el criminal más peligroso de España”; hoy, ni los más
timoratos de la mesocracia les darían semejantes epítetos. No obstante,
pléyades de “nombres propios” siguen siendo objeto de los prejuicios
burgueses más pávidos y acomplejados, cuando no, sencillamente
deleznables… pero, ¿Qué se les puede reprochar?, ¿Ir contra el
todopoderoso Sistema?, ¿Impugnar toda Ley?, ¿Tomar donde prevalece la
insultante abundancia y el homicida excedente?, ¿Entregar sus jóvenes
vidas en aras de un mundo que se ha demostrado inmerecedero de ellas?
Los Anarquistas llevamos más de 160 años
proclamando, junto con Proudhon que: “La Propiedad es un Robo”, ¿Podemos
acaso culpar a aquellos que no se conformaron con teorizar y se
decidieron a llevarlo a la práctica?, ¿Quién se atreve?
Desde luego, son ellos, los hambrientos
de hechos y no de fórmulas, los que tendrían el coraje y la rabia -pues
como Anarquistas toda potestad les es ajena- de reprocharnos este medio
siglo de sopor aún rodeados de Tempestad.
Extraído de https://revistanada.com
viernes, mayo 13
"Las utopías forman parte del combate" Entrevista a Miquel Amorós
Miquel Amorós es historiador, teórico crítico y militante anarquista.
Preso en diferentes cárceles durante el franquismo, desde los años 70 a
la actualidad ha colaborado en diferentes colectivos -como Bandera Negra, Tierra Libre, Barricada, Los Incontrolados, entre otros- y revistas -Enclyclopédie des Nuisances o Argelaga (ésta
última activa desde 2013), defendiendo siempre el antidesarrollismo y
el territorio desde planteamientos libertarios en sus charlas. Su
crítica al ciudadanismo y su estudio sobre la guerra civil
revolucionaria y el anarquismo son hoy día importanes elementos para
comprender nuestro presente.
Como historiador, ¿por qué es importante para ti la Historia? ¿Qué crees que puede decirnos?
Miquel Amorós. La Historia es el escenario de la guerra social, el lugar de la resistencia a la opresión, donde se configura un sujeto revolucionario. Es pues el hogar de la verdad, que, ante todo, es tanto el resultado del proceso de luchas como el proceso mismo. El conocimiento histórico no solamente trae al presente la verdad contenida en las revueltas pasadas, su parte no vencida, sino que es imprescindible para elaborar una estrategia eficaz en las revueltas presentes y futuras.
¿Cómo ves el orden de las cosas, política y vitalmente hablando, en la actualidad?
M. A. Padecemos las consecuencias de la explosión de burbujas financieras generadas por una rápida mundialización capitalista. La traducción geopolítica del proceso mundializador se concreta en una pugna por el control de las fuentes de energía principales, gas y petróleo, pero también minerales, agua y tierra, responsable último de las guerras actuales. El capitalismo ha entrado en una fase extractivista que se apoya en desarrollismos emergentes, pretendiendo mediante la explotación intensiva del territorio superar la contradicción entre una capacidad productiva enorme y un mercado mundial todavía limitado. Dicha contradicción desemboca en una tendencia acelerada a la caída de beneficios. Las clases dirigentes confían en un crecimiento económico como salida para que el vacío personal de una vida sometida al consumo mercantil, las catástrofes ambientales, las enormes desigualdades y las grandes injusticias sociales no generen conflictos radicales.
¿Y la teoría y la praxis revolucionarias de hoy? Parece ser que el pensamiento débil es la norma. Pero, ¿qué ocurre con el pensamiento fuerte que nunca termina de explotar? ¿Se hace querer?
M. A. La praxis revolucionaria existe y podemos traer a colación ejemplos como la autoorganización de barrios en Grecia, la conducta de los kurdos sirios en la guerra contra diversas autoridades, las luchas de los indígenas y pobladores mexicanos, el movimiento Pase Libre en Brasil, la revuelta mapuche en Chile... En cambio, no podemos afirmar con igual rotundidad que la teoría revolucionaria existe, pero en fín, si bien no hay una teoría unitaria presente que sirva para la comprensión de la época actual y la explique con contundencia, tampoco su campo es un desierto, pues hay indicios de sobra de la existencia de un pensamiento libre, manifestándose en revistas, libros, radios libres, charlas, etc. Por suerte, el pensamiento débil todavía no es la norma, aunque haya colonizado el imaginario de un sector juvenil determinado, mayoritariamente de origen estudiantil, cuya mentalidad es fuertemente deudora de la ideología burguesa.
Herederos de una serie de derrotas, el derrotismo sigue con fuerza entre nosotros. Si bien es cierto que han llegado caras nuevas con la esperanza por bandera. ¿Qué opinas acerca de la «nueva política» o la «mesocracia»?
M. A. Olvidar las derrotas pasadas obliga a partir de cero, es decir, a hacer borrón y cuenta nueva de la experiencia histórica, de la memoria en suma. Esa amnesia es interesada puesto que permite que la vieja política se presente con caras nuevas, o más bien, con nuevo maquillaje. En el estado español estamos contemplando esa clase de renovación, cuya credibilidad reposa en el bombardeo mediático, la mistificación de la política y la ignorancia completa de las enseñanzas de las luchas pasadas, o lo que viene a ser lo mismo, en el espectáculo (entendido como relación social mediatizada por imágenes). Tal reteatralización de la actividad pública es obra de los representantes políticos de la nueva clase media asalariada –empleados, funcionarios, licenciados precarios y estudiantes-, aquella a la que los situacionistas denominaba “cuadros”, eslabón intermedios en el proceso de racionalización capitalista. Los nuevos partidos y coaliciones ciudadanistas defienden los intereses de dicha clase, bastante afectados por la crisis, a menudo recurriendo a una retórica radical que ha demostrado un innegable poder de desmovilización.
Con respecto a tu cercanía con los situacionistas. En Nuda Vida creemos que la construcción de situaciones es importante, pero ¿cómo construir una situación en un espacio-tiempo tan sometido al control policial del Estado y a los polis vestidos de civil?
M. A. Los situacionistas, en su primera etapa, aquella en la que creían que la creación artística podía contribuir a la revolución sin abandonar su propio medio, aquella pues en la que el capitalismo no se había apoderado de dicha creación, elaboraron una estrategia de intervención en la cultura que llamaron “construcción de situaciones”. Se trataba de construir nuevos ambientes, en el ámbito cultural y artístico, susceptibles de despertar comportamientos disolventes. Es lo que en su forma más integrada al mercado recibió los nombres de happenings y performances. En las condiciones culturales post modernas, que son las de hoy, es absurdo ir por ese camino, a no ser que se quiera reivindicar una sospechosa etiqueta de “artista” o “creador”. Ya era absurdo en 1960, en los comienzos del mercado del arte de vanguardia, y los situacionistas lo comprendieron así puesto que abandonaron esa estrategia para dedicarse a la crítica revolucionaria y a su comunicación escandalosa. En efecto, ¿cómo usar medios artísticos que resulten prácticos si el sistema, o bien los ha integrado, o bien los mantiene separados de las luchas reales gracias al control institucional?
Si hay algo por lo que se distinguen los tiempos que corren, donde la unidimensionalidad propagada por el Espectáculo está en todas partes, es por la espera, la espera de esa utopía intransigente, todavía por transformar. Como decía la canción chilena, ¿hasta cuándo?
M. A. Se hace camino al andar, decía Machado. Al luchar, diría yo. Las utopías forman parte del combate. Nacen, adquieren consistencia y se manifiestan en su desarrollo. No es algo fijo de antemano que espera su momento para darse a conocer.
¿Cuál es tu opinión acerca del Viejo Mundo?
M. A. Antes había que correr para dejarlo atrás (“cours, camarade, le vieux monde est derrière toi”, decían en Mayo); ahora en cambio, lo tenemos delante. Más que correr, habría que pararse. Ha desarrollado tal extraordinaria capacidad de cambio destructivo que no se puede sabotear más que con la conservación de todo aquello que aún podría servir para la causa de la libertad. Los revolucionarios de hoy son conservadores, o mejor antiprogresistas, pues saben que cualquier futuro, con los actuales dirigentes y en las condiciones que sin cesar van renovando, será peor.
Tenemos en Latinoamérica una gran fuente de recursos para la descolonización de Europa. ¿Qué acciones o actitudes de allí echas en falta aquí? Sabemos que estamos hablando de múltiples realidades muy diferentes entre sí, pero los nodos están ahí y se pueden potenciar. ¿Cómo hacer?
M. A. En Latinoamérica existe una clase campesina numerosa y consciente, con su propia cultura, no capitalista, sus propios valores y sus propios métodos de lucha, capaz de enfrentarse a la nueva casta desarrollista que se adueñó del Estado, motivo de inspiración del ciudadanismo ibérico, la nueva socialdemocracia. Los comuneros campesinos vertebran la resistencia al capitalismo extractivista, dando sentido y abriendo horizontes a las luchas urbanas, más centradas en la oposición a los grandes eventos espectaculares, los grandes proyectos inútiles, las subidas tarifarias del transporte y la corrupción generalizada. En Europa, después de Mayo del 68, y después de las derrotas proletarias de los setenta y del hundimiento del bloque estalinista, no ha emergido ninguna clase capaz de constituirse en sujeto portador de valores universales representando al conjunto de los oprimidos, o sea, en sujeto revolucionario.
¿Nos podrías hablar un poco acerca del antidesarrollismo? Hablando con varios amigos sobre el antidesarrollismo y el decrecimiento, no queda del todo claro cómo diferenciarlos. ¿Qué tienes que decirnos al respecto?
M. A. El antidesarrollismo es un pensamiento crítico que saca balance del periodo histórico anterior, y es a la vez una práctica antagonista que afronta una época caracterizada por la fusión del Capital y el Estado, del territorio y la metrópolis, y como colofón, de la industria y la vida. Sus análisis -especialmente su teoría de la crisis y su crítica de la idea de Progreso-, beben en manantiales semejantes a los decrecentistas, por lo que no es de extrañar que se den coincidencias a ese nivel. Sin embargo, las similitudes acaban ahí. Los antidesarrollistas critican las ambigüedades de las ocho erres del decrecimiento, su indiferencia ante los conflictos cotidianos, su conformismo político y su reformismo. Los decrecentistas dan la espalda a la cuestión social, que es un tema de clase a resolver mediante un largo proceso de luchas, porque apuestan por una frugalidad sin peligro. Por nada del mundo se implicarían en asuntos con posibilidad de derivas violentas. Ellos se limitan a fórmulas económicas, principalmente cooperativistas, que apoyadas por el Estado, por instituciones de menor rango o simplemente por socios altruistas, conducirán a una transformación social pacífica dentro del capitalismo. Naturalmente, el Estado puede favorecer una cohabitación con el Capital si se atreve a promover los sectores alternativos en detrimento de los mercados globales. Los antidesarrollistas no comulgan con tales recetas voluntaristas. Para ellos, el Estado y el Capital son la misma cosa, por lo que resulta ingenuo pensar que ambos hayan de actuar en contra de sus intereses. No se puede usar uno contra el otro, ni tampoco podemos acabar con uno si al mismo tiempo no acabamos con el otro. Para la desglobalización y desindustrialización no valen fórmulas por magistrales que sea, sino revoluciones.
Como historiador, ¿por qué es importante para ti la Historia? ¿Qué crees que puede decirnos?
Miquel Amorós. La Historia es el escenario de la guerra social, el lugar de la resistencia a la opresión, donde se configura un sujeto revolucionario. Es pues el hogar de la verdad, que, ante todo, es tanto el resultado del proceso de luchas como el proceso mismo. El conocimiento histórico no solamente trae al presente la verdad contenida en las revueltas pasadas, su parte no vencida, sino que es imprescindible para elaborar una estrategia eficaz en las revueltas presentes y futuras.
¿Cómo ves el orden de las cosas, política y vitalmente hablando, en la actualidad?
M. A. Padecemos las consecuencias de la explosión de burbujas financieras generadas por una rápida mundialización capitalista. La traducción geopolítica del proceso mundializador se concreta en una pugna por el control de las fuentes de energía principales, gas y petróleo, pero también minerales, agua y tierra, responsable último de las guerras actuales. El capitalismo ha entrado en una fase extractivista que se apoya en desarrollismos emergentes, pretendiendo mediante la explotación intensiva del territorio superar la contradicción entre una capacidad productiva enorme y un mercado mundial todavía limitado. Dicha contradicción desemboca en una tendencia acelerada a la caída de beneficios. Las clases dirigentes confían en un crecimiento económico como salida para que el vacío personal de una vida sometida al consumo mercantil, las catástrofes ambientales, las enormes desigualdades y las grandes injusticias sociales no generen conflictos radicales.
¿Y la teoría y la praxis revolucionarias de hoy? Parece ser que el pensamiento débil es la norma. Pero, ¿qué ocurre con el pensamiento fuerte que nunca termina de explotar? ¿Se hace querer?
M. A. La praxis revolucionaria existe y podemos traer a colación ejemplos como la autoorganización de barrios en Grecia, la conducta de los kurdos sirios en la guerra contra diversas autoridades, las luchas de los indígenas y pobladores mexicanos, el movimiento Pase Libre en Brasil, la revuelta mapuche en Chile... En cambio, no podemos afirmar con igual rotundidad que la teoría revolucionaria existe, pero en fín, si bien no hay una teoría unitaria presente que sirva para la comprensión de la época actual y la explique con contundencia, tampoco su campo es un desierto, pues hay indicios de sobra de la existencia de un pensamiento libre, manifestándose en revistas, libros, radios libres, charlas, etc. Por suerte, el pensamiento débil todavía no es la norma, aunque haya colonizado el imaginario de un sector juvenil determinado, mayoritariamente de origen estudiantil, cuya mentalidad es fuertemente deudora de la ideología burguesa.
Herederos de una serie de derrotas, el derrotismo sigue con fuerza entre nosotros. Si bien es cierto que han llegado caras nuevas con la esperanza por bandera. ¿Qué opinas acerca de la «nueva política» o la «mesocracia»?
M. A. Olvidar las derrotas pasadas obliga a partir de cero, es decir, a hacer borrón y cuenta nueva de la experiencia histórica, de la memoria en suma. Esa amnesia es interesada puesto que permite que la vieja política se presente con caras nuevas, o más bien, con nuevo maquillaje. En el estado español estamos contemplando esa clase de renovación, cuya credibilidad reposa en el bombardeo mediático, la mistificación de la política y la ignorancia completa de las enseñanzas de las luchas pasadas, o lo que viene a ser lo mismo, en el espectáculo (entendido como relación social mediatizada por imágenes). Tal reteatralización de la actividad pública es obra de los representantes políticos de la nueva clase media asalariada –empleados, funcionarios, licenciados precarios y estudiantes-, aquella a la que los situacionistas denominaba “cuadros”, eslabón intermedios en el proceso de racionalización capitalista. Los nuevos partidos y coaliciones ciudadanistas defienden los intereses de dicha clase, bastante afectados por la crisis, a menudo recurriendo a una retórica radical que ha demostrado un innegable poder de desmovilización.
Con respecto a tu cercanía con los situacionistas. En Nuda Vida creemos que la construcción de situaciones es importante, pero ¿cómo construir una situación en un espacio-tiempo tan sometido al control policial del Estado y a los polis vestidos de civil?
M. A. Los situacionistas, en su primera etapa, aquella en la que creían que la creación artística podía contribuir a la revolución sin abandonar su propio medio, aquella pues en la que el capitalismo no se había apoderado de dicha creación, elaboraron una estrategia de intervención en la cultura que llamaron “construcción de situaciones”. Se trataba de construir nuevos ambientes, en el ámbito cultural y artístico, susceptibles de despertar comportamientos disolventes. Es lo que en su forma más integrada al mercado recibió los nombres de happenings y performances. En las condiciones culturales post modernas, que son las de hoy, es absurdo ir por ese camino, a no ser que se quiera reivindicar una sospechosa etiqueta de “artista” o “creador”. Ya era absurdo en 1960, en los comienzos del mercado del arte de vanguardia, y los situacionistas lo comprendieron así puesto que abandonaron esa estrategia para dedicarse a la crítica revolucionaria y a su comunicación escandalosa. En efecto, ¿cómo usar medios artísticos que resulten prácticos si el sistema, o bien los ha integrado, o bien los mantiene separados de las luchas reales gracias al control institucional?
Si hay algo por lo que se distinguen los tiempos que corren, donde la unidimensionalidad propagada por el Espectáculo está en todas partes, es por la espera, la espera de esa utopía intransigente, todavía por transformar. Como decía la canción chilena, ¿hasta cuándo?
M. A. Se hace camino al andar, decía Machado. Al luchar, diría yo. Las utopías forman parte del combate. Nacen, adquieren consistencia y se manifiestan en su desarrollo. No es algo fijo de antemano que espera su momento para darse a conocer.
¿Cuál es tu opinión acerca del Viejo Mundo?
M. A. Antes había que correr para dejarlo atrás (“cours, camarade, le vieux monde est derrière toi”, decían en Mayo); ahora en cambio, lo tenemos delante. Más que correr, habría que pararse. Ha desarrollado tal extraordinaria capacidad de cambio destructivo que no se puede sabotear más que con la conservación de todo aquello que aún podría servir para la causa de la libertad. Los revolucionarios de hoy son conservadores, o mejor antiprogresistas, pues saben que cualquier futuro, con los actuales dirigentes y en las condiciones que sin cesar van renovando, será peor.
Tenemos en Latinoamérica una gran fuente de recursos para la descolonización de Europa. ¿Qué acciones o actitudes de allí echas en falta aquí? Sabemos que estamos hablando de múltiples realidades muy diferentes entre sí, pero los nodos están ahí y se pueden potenciar. ¿Cómo hacer?
M. A. En Latinoamérica existe una clase campesina numerosa y consciente, con su propia cultura, no capitalista, sus propios valores y sus propios métodos de lucha, capaz de enfrentarse a la nueva casta desarrollista que se adueñó del Estado, motivo de inspiración del ciudadanismo ibérico, la nueva socialdemocracia. Los comuneros campesinos vertebran la resistencia al capitalismo extractivista, dando sentido y abriendo horizontes a las luchas urbanas, más centradas en la oposición a los grandes eventos espectaculares, los grandes proyectos inútiles, las subidas tarifarias del transporte y la corrupción generalizada. En Europa, después de Mayo del 68, y después de las derrotas proletarias de los setenta y del hundimiento del bloque estalinista, no ha emergido ninguna clase capaz de constituirse en sujeto portador de valores universales representando al conjunto de los oprimidos, o sea, en sujeto revolucionario.
¿Nos podrías hablar un poco acerca del antidesarrollismo? Hablando con varios amigos sobre el antidesarrollismo y el decrecimiento, no queda del todo claro cómo diferenciarlos. ¿Qué tienes que decirnos al respecto?
M. A. El antidesarrollismo es un pensamiento crítico que saca balance del periodo histórico anterior, y es a la vez una práctica antagonista que afronta una época caracterizada por la fusión del Capital y el Estado, del territorio y la metrópolis, y como colofón, de la industria y la vida. Sus análisis -especialmente su teoría de la crisis y su crítica de la idea de Progreso-, beben en manantiales semejantes a los decrecentistas, por lo que no es de extrañar que se den coincidencias a ese nivel. Sin embargo, las similitudes acaban ahí. Los antidesarrollistas critican las ambigüedades de las ocho erres del decrecimiento, su indiferencia ante los conflictos cotidianos, su conformismo político y su reformismo. Los decrecentistas dan la espalda a la cuestión social, que es un tema de clase a resolver mediante un largo proceso de luchas, porque apuestan por una frugalidad sin peligro. Por nada del mundo se implicarían en asuntos con posibilidad de derivas violentas. Ellos se limitan a fórmulas económicas, principalmente cooperativistas, que apoyadas por el Estado, por instituciones de menor rango o simplemente por socios altruistas, conducirán a una transformación social pacífica dentro del capitalismo. Naturalmente, el Estado puede favorecer una cohabitación con el Capital si se atreve a promover los sectores alternativos en detrimento de los mercados globales. Los antidesarrollistas no comulgan con tales recetas voluntaristas. Para ellos, el Estado y el Capital son la misma cosa, por lo que resulta ingenuo pensar que ambos hayan de actuar en contra de sus intereses. No se puede usar uno contra el otro, ni tampoco podemos acabar con uno si al mismo tiempo no acabamos con el otro. Para la desglobalización y desindustrialización no valen fórmulas por magistrales que sea, sino revoluciones.
Extraído de https://www.diagonalperiodico.net
martes, mayo 10
Max Stirner: Capitalismo y Estado
Burgueses y obreros creen en la verdad
del dinero; quienes no lo tienen están tan penetrados de esta realidad
como quienes lo tienen, los laicos como los clérigos. El dinero rige el
mundo, es la tónica de la época burguesa. Un gentil hombre sin un sueldo
y un trabajador sin un sueldo son, igualmente, muertos de hambre, sin
valor político. Nada son el nacimiento ni el trabajo, sólo el dinero es
fuente del valor. Los poseedores gobiernan, pero el Estado elige entre
los no poseyentes sus siervos y les distribuye algunas sumas (salarios,
sueldos) en la medida en que administran (gobiernan) en su nombre.
Yo recibo todo del Estado. ¿Puedo tener
alguna cosa sin permiso del Estado? No, todo lo que podría obtener así,
me lo arrebata advirtiendo que carezco de títulos de propiedad: todo lo
que poseo lo debo a su clemencia. La burguesía se apoya únicamente en
los títulos. El burgués sólo es lo que es, gracias a la benévola
protección del Estado. Tendría que perderlo todo si el poder del Estado
llegara a desplomarse. Pero, ¿cuál es la situación del desposeído en
esta bancarrota social del proletariado? Como todo lo que tiene, y lo
que podría perder, se escribe con un cero, no tiene para ese cero
ninguna necesidad de la protección del Estado. Por el contrario, sólo
puede ganar si esa protección llegase a faltar a los protegidos.
Así, el desposeído considera al Estado
como un poder tutelar de los poseedores; ese ángel guardián capitalista
es un vampiro que le chupa la sangre.
El Estado es un Estado burgués, es el
status de la burguesía. Concede su protección al hombre, no en razón de
su trabajo, sino en razón de su docilidad (lealtad), según usa los
derechos que el Estado le concede, conformándose a la voluntad o, dicho
de otro modo, a las leyes del Estado.
El régimen burgués entrega a los
trabajadores a los poseedores, es decir, a los que tienen algún bien del
Estado (y toda fortuna es un bien del Estado, pertenece al Estado, y no
es dada más que en feudo al individuo) y particularmente a los que
tienen en sus manos el dinero, a los capitalistas.
El obrero no puede obtener de su trabajo
un precio que corresponda al valor del producto de ese trabajo para su
consumidor. ¡EI trabajo está mal pagado! El beneficio mayor va al
capitalista. Pero bien pagados, y más que bien pagados, están los
trabajos de quienes contribuyen a realzar el brillo y el poder del
Estado, los trabajos de los altos servidores del Estado. El Estado paga
bien, para que los buenos ciudadanos, los poseedores, puedan pagar mal
impunemente. Se asegura, pagándolos bien, la fidelidad de sus
servidores, y hace de ellos, para la salvaguardia de los buenos
ciudadanos, una policía (a la policía pertenecen los soldados, los
funcionarios de todas clases, jueces, pedagogos, etc., en suma toda la
máquina del Estado). Los buenos ciudadanos, por su parte, le pagan, sin
torcer el gesto, grandes impuestos, a fin de poder pagar tanto más
miserablemente a sus obreros. Pero los obreros no son protegidos por el
Estado en cuanto obreros; como súbditos del Estado, tienen simplemente
el codisfrute de la policía, que les asegura lo que se llama una
garantía legal; así la clase de los trabajadores sigue siendo una
potencia hostil frente a ese Estado, el Estado de los ricos, el reino de
la burguesía. Su principio, el trabajo, no es estimado en su valor,
sino explotado; es el botín de guerra de los ricos, del enemigo.
Los obreros disponen de un poder
formidable y cuando lleguen a darse bien cuenta de él y se decidan a
usarlo, nada podrá resistirles. Bastará que cesen todo trabajo y se
apropien de todos los productos de su trabajo, que los consideren.y los
gocen como propios. Éste es el sentido de los motines obreros que vemos
estallar casi por todas partes.
¡El Estado está fundado sobre la esclavitud del trabajo! Cuando el trabajo sea libre, se desmoronará el Estado.
Max Stirner
Extracto de su ensayo El único y su propiedad (1844)
sábado, mayo 7
El nombre de los hombres
VI
La pesadilla es ser
uno más
de los que callan.
La pesadilla es
no merecer el nombre
de los hombres.
La pesadilla es una piel
podrida por el oro
y un corazón de piedra,
los ojos velados
por las cenizas de un fuego
hace tiempo extinto.
La pesadilla es
dormir arropado
por la sábana de la mentira,
despertar, abúlico y solo,
sin memoria del horror
bajo los párpados.
La pesadilla es ver
pasar el tren / con los cautivos
y girar la cabeza
como un cobarde más…
La pesadilla es
perder el nombre
entre los hijos de los hombres,
ser
uno menos
de los que siempre fueron menos.
Juan Cruz López. El nombre de los hombres.
miércoles, mayo 4
Algunas reflexiones sobre el anarco-civismo en el estado español
El siguiente texto ademas de hacer una
análisis y tratar de profundizar en algunos aspectos de la actual
situación en torno al anarquismo en el estado español, es una aportación
(o al menos pretende serlo) al debate entre compañerxs anarquistas, ya
que la idea misma de escribirlo surge de diferentes conversaciones,
debates y cuestionamientos surgidos a raiz de algunos hechos recientes
pero que hemos querido profundizar más para llegar hasta el transfondo
de la cuestión dando nuestra propia perspectiva.
Además creemos necesario la discusión así
como el aporte e intercambio de opiniones en base a una mejora de la
proyectualidad anarquista. También pensamos que la difusión de textos y
el intercambio de opiniones es una más de las armas a nuestras dispoción
en el combate contra el mundo de la dominación y la autoridad.
Este texto utiliza un lenguaje claro y
directo y no se anda con rodeos ni embelleceremos las palabras quedar
más aceptables, es por eso que sabemos que no va a ser plato de buen
gusto para todo el mundo y que las críticas negativas serán numerosas.
Sin embargo nos parece necesario hacer un aporte sobre todo a compas de
fuera del estado para que puedan comprender más sobre lo que pasa dentro
de las fronteras y sobre determinados comportamientos o
posicionamientos (si bien no es un fenómeno puramente ibérico) que
parecen ser la tendencia pujante en los días actuales.Como ya hemos
dicho , damos nuestro propio punto de vista y por ello sabemos que no
podemos ser (¡ni lo pretendemos!) del agrado de todxs lxs que nos lean.
Muchos son los temas sobre los que
podríamos empezar pero creemos oportuno, por ser uno de los hechos mas
recientes la noticia aparecida en un periódico izquierdista hablando
sobre un intento de infiltración y captación de informadores por parte
del estado.
Este hecho en si no es nada nuevo, ni
dentro ni fuera de las fronteras del estado español, de hecho,
recientemente en varios portales de contrainformación aparecieron
noticias similares, así como no es extraño recibir noticias y
comunicados de compas en Alemania, Italia, Francia… alertando sobre el
descubrimiento de micros, cámaras y/u otros dispositivos de vigilancia y
control hallados en domicilios, vehículos, ateneos… así como de
intentos de intimidación, contacto o seguimientos por parte de lxs
esbirrxs del Poder.
Lo grave de este caso, es que en lugar de
hacer un aviso a lxs compañerxs ante semejante situación, como han
hecho lxs compas en otrxs lugares, y a través de nuestrxs propios medios
de contrainformación, se ha decidido dar el “bombazo” médiatico de un
periódico local izquierdista, así como de algunas radios locales que
también parecen haberse hecho eco de la noticia.
El lenguaje expresado en el articulo
rebosa el victimismo al que nos tiene acostumbrado este tipo de
panfletos de la izquierda, el mismo lenguaje que profesa el también (en
varias ocasiones) entrevistado. El lenguaje el victimismo, del
ciudadanismo, del anarquismo-cívico.
“La esencia de lo que llamo “anarquismo cívico” es lo que
podríamos llamar ciudadanismo horizontal, el cual habla el lenguaje de
la democracia (derechos, leyes, inclusión social, consenso, protesta)”
– Anarchy: Civil or Subversive?
Una muestra de este anarquismo-ciudadano por ejemplo la podemos
encontrar en un comunicado sobre los recientes hechos firmado por la
organización donde milita el entrevistado, veamos.
Citamos una parte de dicho comunicado: “acciones ilegales de
espionaje y persecución ideológica(…) acciones policiales contrarias a
los mínimos democráticos y de respeto de los derechos y libertades”
“basta de impunidad policial” “exigimos dimisiones”
Parece una broma y de mal gusto, que
alguien que se hace llamar anarquista escriba semejantes comunicados.
Para empezar , habría que recordarles que “quien hace la ley hace la
trampa” y con esto nos referimos a que la ley esta hecha para lxs que
obedecen, y no para lxs que mandan, por tanto hablar de acciones
ilegales nos parece absurdo , además, si la represión viniese con la
legalidad bajo el brazo.. ¿sería mas aceptable? ¿si la policía fuese
punible habríamos de aceptarla?
Se continúa hablando de democracia, derechos y libertades, para terminar
hablando de pedir “responsabilidades y dimisiones” un discurso que
parece sacado de un partido político (cualquiera vale, desde los
socialdemócratas hasta los conservadores) una mezcla de izquierdismo,
ciudadanismo y reformismo democrático a partes iguales con un toque de
alternativismo hecho para encajar mejor y lograr engatusar a algún
despistadx o algún votante descontentx de la izquierda. Además como ya
hemos visto en este y otros casos, lxs futuros jefecillxs del anarquismo
serio y formal ya tienen experiencia en esto de tratar con los
medios…(estarán ensayando para cuando sean alcaldes/delegadxs/regidorxs
de distrito…)y a todo esta pantomima le han llamado “anarquismo social”
que realmente no llegamos a entender que es lo que tiene de “social”,
¿será por el uso y abuso del populismo en sus comunicados?
Por si fuera poco, las referencias a
“nuestro país” y “nuestro pueblo” dejan entrever un tufillo
nacionalista que ya ni siquiera se molestan en disimular. Además de todo
el circo mediático , ya se anuncia que hay una denuncia por “coacción”…
“Son mas cercanos al Partido de los Trabajadores Socialistas que a
los anarco-comunistas del pasado o a los jóvenes rebeldes de hoy en
día”
Fuck indymedia & the anarcho-left
“El anarco-civismo no es tanto una corriente política , si no un
termino abierto usado para delinear el refugio individuos cobardes,
reformistas y colaboradores que usan el anarquismo como muleta para
escapar de la represión en la sociedad y la necesidad de actuar”
Anarchy: Civil or Subversive?
Entonces , es así que este engendro anarco-cívico se presenta como
algo “nuevo”, cuando en realidad vienen reproduciendo los discursos y
posturas de determinados grupos libertarios y de la izquierda autónoma o
izquierda “anti” – autoritaria de hace años. Conceptos como poder
popular, sindicatos de barrio, autonomismo, democracia directa,
municipalismo… todo se mezcla en el mismo saco , se le añade una “nueva
imagen” , un poco de marketing y ya esta lista la nueva “ideología”.
¿que han conseguido esta gente con su estrategia en todos estos años?
absolutamente NADA.Las micro-organizaciones, asambleas, sindicatos,
federaciones o plataformas donde militan lxs anarco-cívicos han hecho lo
posible por hacer de la anarquía una “ideología” de salón más, con un
discurso más aceptable y un toque “intelectual”.
Aunque podríamos hablar de muchas de las
señas de identidad de este movimiento ciudadano, llegados a este punto
como no podía ser de otro modo nos chocamos con el tema estrella y al
mismo tiempo el comodín de los anarco-cívicos-sociales: lxs “insus” y el
“guetto”.
Y es así que mediante este acrónimo
ridículo, encasillan y etiquetan a todxs lxs que no promulguen con su
discurso preparado, además de crear una absurda división que por otra
parte es inexistente y se basa en gran parte en los desvaríos de estos
personajes.
Así viene a ser común la critica de que
“la gente no se acerca al anarquismo por que lxs “insus” dan mala
imagen” y de esta forma se lavan las manos y cargan el muerto a otrxs
ajenxs de su fracaso. El hecho de que no hayan sabido o no hayan podido
desarrollar una proyectualidad real dentro de sus propias teorías y
prácticas, que no sepan o puedan lograr que su discurso tenga calado o
lograr su tan ansiada inserción en la sociedad lo achacan no a su falta
de constancia y seriedad en sus proyectos o sus propios errores si no al
accionar de algunxs anarquistas “insurreccionalistas”.
Por ello, es que vemos desde distintas
organizaciones,ateneos, asambleas y/o sindicatos discursos que se
desmarcan de esta o de aquella práctica o acción, ruedas de prensa,
lenguaje victimizador (para variar). Por ejemplo, si en una manifestación
se prevén que hayan disturbios, habrá quien jure y perjure
anticipadamente que no tiene nada que ver, desmarcándose de antemano de
los desmanes de “unxs cuantxs “insus” (o maderxs infiltradxs según el
caso) que vienen a liarla” y que “dejan el marrón a lxs demás” , ” si
queréis liarla montaros vuestra propia mani”…etc.
Por supuesto, toda acción ,además de
inoportuna, es obra de infiltradxs de la policía, gente ajena al
“movimiento” o de “taradxs”. Y así se permiten el lujo de despellejar ya
no a compañerxs concretxs, si no a todo un conjunto de prácticas e
ideas.
Además no falta el discurso de que todas
las acciones , ataques o sabotajes que se hagan no “sirven para nada” y
normalmente usan como argumento el ya manido “¿que esperais conseguir
con esto?”
Entendemos la anarquía como una tensión contra lo existente, una postura
inclaudicable de enfrentamiento con el mundo de la autoridad, y por
ello entendemos que como anarquistas es nuestra labor potenciar esta
tensión creando o agudizando rupturas que erosionen la estabilidad del
poder.Y por ello, ningún acto de revuelta es inútil.
Quizás a efectos prácticos, muchas acciones no consiguen crear un gran
impacto, pero si tuviéramos que responder a la pregunta ¿que habéis
conseguido con esto? simplemente diríamos: Ser consecuentes con lo que
profesamos,y además afirmamos que es el accionar anárquico lo que
mantiene viva la llama de la anarquía. Y si ese ente abstracto que es
“la gente” no se acerca a las ideas anarquistas, no es por las prácticas
insurreccionales si no simplemente porque no les da la gana, están
demasiado cómodxs en su sofá o simplemente ya hicieron sus elecciones y
se posicionaron. Tampoco vemos que de todos modos se acerquen a la
versión descafeinada y aterciopelada del anarquismo
cívico-ciudadano-“social”
De todos modos, siempre les viene bien
que de cuando en cuando salga algún comunicado reivindicando algún
ataque, alguna publicación de algún texto de carácter conflictivo o se
líe en alguna mani para poder utilizar su comodín y culpar de sus
fracasos a las acciones de otrxs.
Cualquier actividad que no salga de sus
asambleas u organizaciones,(que no este bajo su control para hablar
claro) una movida sobre presxs anarquistas, una convocatoria de acciones
solidarias, manis, charlas, propaganda con determinado lenguaje o
imágenes (por ejemplo imágenes de encapuchadxs) es del “guetto” (y además
“insu” para más inri). Es decir, cualquier movida anarquista, todo lo
que sea o huela a anarquía sin complejos , es “guetto”.
Sin embargo, a pesar de su manía por
romper el guetto y crecer en números, en las movidas del
anarquismo-cívico-“social” no hemos visto a las masas, no hemos visto
tampoco a ninguna muchedumbre haciendo cola en la puerta de sus locales
ni ateneos. Y todo ello a pesar de haber renunciado a los conceptos
básicos de la anarquía y haber construido su nueva ideología con su
indentitarismo propio, con su propio lenguaje, propaganda organizaciones
etc es decir, su “guetto”, pero este si que vale porque es “social,
moderno y serio” aunque sean lxs 4 gatxs de siempre.
Así que estxs anarco-cívicos no quieren saber nada de violencia, ni de terroristas anarquistas ni de acción directa(1*)
aunque es frecuente oírlos hablar de revolución social ¿como pretenden
hacer la revolución estxs “anarquistas”? ¿pedirán permiso al
ayuntamiento? ¿cómo acabarán con el estado, el capital y la autoridad?
¿votando o por consenso?
La pregunta para nosotrxs en realidad sería, ¿como se puede acabar con
el mundo del poder cuando se lleva por bandera un discurso que reproduce
la lógica del poder y reconoce su autoridad(democracia, derechos,
libertades, legal-ilegal…etc)?
Con la acción de lxs anarquistas de
praxis , se hace evidente la inacción de este sector de “anarquistas” ,
se pone en evidencia el fracaso de su discurso y su evidente falta de
consciencia y práctica anárquica, su lenguaje trasnochado, reformista y
burócrata, además de ser prácticas que escapan a su control. Es por esto
que lxs anarco-cívicos desprecian y atacan a los compañerxs que optan
por transitar el camino de la lucha y el enfrentamiento.
“La lógica del victimismo y la
denuncia, siendo una de las estrategias bastardas del izquierdismo, a
menudo se emplea para ganar la simpatía de la gente, de este modo
algunxs prefieren defenderse continuamente, mientras que nosotrxs
consideramos que la mejor defensa es un buen ataque”
-Conspiración de Células de Fuego
Dentro de la anarquía y de sus muchas corrientes, desde lxs
colectivistas, comunistas, individualistas, nihilistas , sociales o
antisociales las diferencias han sido y son teóricas y prácticas pero
incluso entre lxs que tienen las diferencias más marcadas e incluso
entre lxs irreconciliables, aún hay un nexo común: el conflicto contra
la autoridad, la explotación , la dominación y el poder.
Por todo esto nos parece absurdo la distición entre “insus” y
“no-insus”, la división entre anarquistas que estxs ciudadanistas
pretenden hacer para en medio de la confusión ganar adeptxs a su causa.
Todxs lxs anarquistas a lo largo de la historia hasta nuestros días han
hecho uso de la acción directa y de la violencia, han participado en
revueltas e insurrecciones. Y es así que en muchos otros lugares del
mundo, podemos encontrar anarquistas que se adhieren a la corriente
social de la anarquía al mismo tiempo llevan una práctica de
confrontación , a veces incluso de lucha armada contra el estado. Estxs
anarco-cívicos-sociales quizás se llevarían una sorpresa si vieran que
estxs anarquistas sociales incendian, atacan a los maderxs y a símbolos
del poder en manis, participan activamente en iniciativas de
enfrentamiento,ponen bombas…etc, sin embargo esta visión difiere mucho
de su timorata lógica de lo que es el anarquismo.
Para nosotrxs no existe la división entre
“insurrecionalistas” y “no insurreccionales” sencillamente porque la
insurrección y la violencia anárquica forman parte de la anarquía por más
que estos personajes se empeñen en tergiversar, marginar u ocultar este
hecho innegable.
Por tanto creemos que ya va siendo hora de desechar del lenguaje común
semejantes términos que han sido acuñados por profesionales de la
manipulación para dividir y aislar.
“Estos círculos del anarquismo
social, se encuentran a si mismxs como anarquistas sólo en la teoría, en
la práctica se conforman con estar presentes en tibias asambleas
carentes de energía convirtiendo la anarquía en una propuesta reformista
y alternativa , más preocupados por ganarse la aceptación social que de
concretar el ataque”
-Conspiración de Células de Fuego
También es un común de estos “anarquistas” el total abandono y olvido
de lxs presxs anarquistas, a no ser que puedan sacar algún beneficio
político de algunx de ellxs. Especialmente si estxs presxs han sido
condenados por acciones armadas o no promulgan con su ideario cívico.
Un ejemplo de esto es la falta de apoyo,
por no hablar de los ataques, calumnias y difamaciones que han tenido
lxs compañerxs anarquistas presxs Mónica y Francisco , aunque no son lxs
únicxs que se han sido blanco de la ira de lxs anarquistas “serixs”. Y
esque parece que es muy valiente insultar y atacar a gente presa y mas
aún desde el anonimato.
Lxs anarco-cívicos no atacan al estado , ni al capital, ni a sus
símbolos ni representantes,ni tampoco expulsan a la madera de los
barrios, no rompen la normalidad ni crean situaciones donde pueda
desarrollarse la anarquía pero no dudan ni un segundo en vomitar toda su
bilis contra lxs “herejes”, y es así que rápidamente las redes
sociales y , su favorito, la sección de comentarios de indymierda se
llena de descalificativos, comentarios aludiendo a compas o citando
nombres (lo que viene a ser chivateo puro y duro) amenazas, cotilleo y
en general un circo de pasen y vean. Para la inútil función que
desempeñan y lo obsoletos que están lo mejor que podría pasar a este
tipo de portales de
“información” es su desaparición.
Poco más que decir por esta vez, salvo que volveremos, siempre hemos
estado aqui y siempre estaremos, la historia lo demuestra.Hemos
considerado necesario alzar la voz contra el lxs politicxs del
“anarquismo” institucional y sabemos que no somos los únicos que
estamos hartos de tanto teatro y tanto farsante disfrazado de anarco. La
crítica. Es necesario desenmascarar a estxs elementxs antes de que se
propaguen y terminen por copar por completo un ya de por si maltrecho
ámbito anarquista donde parece que todo vale.
“lxs compañerxs que honran sus
palabras con sus acciones constituyen el mejor comienzo de un diálogo
auténtico entre las diferentes tendencias de la anarquía, lo que
despreciamos son lxs reformistas y lxs falsxs anarquistas que hacen de
la comodidad y la cobardía su teoría política y la idealizan”
-Conspiración de Células de Fuego
¡MUERTE AL CIVISMO CIUDADANO Y VIVA LA ANARQUÍA!
Anarquistas Incívicos
(1*)Con acción directa nos referimos a la acción
ofensiva, no entendemos la acción directa en su concepto
anarcosindicalista/anarco-cívico quienes por ejemplo, entienden como
acción directa colocarse en la puerta de un establecimiento de comida
rápida a mover banderitas y pedir trabajo “digno” o readmisión de
despedidxs, mejoras salariales, derechos..etc
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