José Ardillo
En el reino de Harzan la revolución ha triunfado.
Un nuevo mundo lucha por abrirse paso entre las ruinas del viejo
régimen. La Nueva Cámara quiere imponer en el país un nuevo pacto
económico y político que cambie las formas de los paisajes y los
destinos de sus pobladores. Si en ciertas regiones las comunidades son
capaces aún de sostenerse con los elementos naturales que les son más
cercanos y accesibles, es necesario entonces destruir esta frágil
solidaridad. Por todas partes es necesario imponer el reino de la Razón,
la Libertad y el Progreso.
En la Repoblación asistimos a la colisión entre dos mundos: la
modernidad centralizadora y productivista contra los restos de un mundo
disperso, rudo y autárquico. El protagonista, el joven Serban, enviado
por el nuevo gobierno a la región de Molh-Dar, experimentará en sí mismo
este enfrentamiento, esta divergencia de espacios y épocas.
La Repoblación es pues un relato imaginario, una fábula, pero una fábula
que intenta combatir esa idea tan extendida de que la historia progresa
siempre en un sentido favorable a la humanidad.
Brulot Editorial, Colección Novela. 2013
184 págs.
martes, septiembre 30
sábado, septiembre 27
Manifiesto auto-determinista
Venir al mundo es una decisión ajena impuesta por la voluntad de
otros. Durante nuestra infancia y adolescencia no estamos capacitados
para ratificar esa decisión ni imponer nuestra condiciones. Las personas
nacemos por decisión de otros en un determinado entorno físico,
familiar y social, dotadas de unas características genéticas concretas,
que es la parte de esta situación que jamás podremos cambiar. Pero de
ahí en adelante podemos modificar y decidir sobre nuestra vida ya que
nos pertenece en exclusiva.
No hay voluntad
ajena -ni de otro individuo ni de la colectividad, ni impuesta por la
tradición, ni por las creencias culturales, místicas o políticas
predominantes- que merezca una consideración moral más alta que nuestra
propia voluntad ni hay, por lo tanto, restricción alguna al ejercicio de
nuestra libertad que cuente con una legitimidad natural.
La
mayoría de personas nunca llegan a ser conscientes de su soberanía, de
su derecho a la misma ni de la enorme invasión de ésta que padecen. Pero
las personas, por si mismas, son seres inteligentes y capaces de auto
gobernarse. El derecho a hacerlo es natural y su rango moral es siempre
superior a cualquier imposición externa.
Creemos
que cualquier persona, en cualquier momento de su vida, tiene toda la
legitimidad para reconsiderar y modificar todo aquello relativo a sí
misma y a su vida que de ella depende, incluido el propio hecho de
existir. Esto le faculta para tomar cuantas decisiones desee sobre su
persona, su cuerpo, su mente y su aceptación o rechazo de cualquier
valor, su nombre, su relación con los demás y su forma y estilo de vida.
No tomar decisión alguna, como hace gran parte de la población, es
también una decisión, aunque la mayoría no sea consciente. Los que por
simple inconsciencia, por inercia cultural o por desidia se dejan llevar
por el statu quo en el que nacieron y fueron educados están también
ejerciendo una opción.
Durante siglos se nos ha
enseñado y adoctrinado desde las más diversas filosofías e ideologías
-desde el cristianismo y el judaísmo hasta el islam, desde el fascismo a
la socialdemocracia y desde el comunismo hasta el conservadurismo- que
las personas viven en función de la comunidad a la que “pertenecen”, que
deben asumir sus valores, tradiciones, reglas. Obedecer. El
"altruísmo", la afirmación del "otro", se nos impone desde el colegio
hasta el asilo y desde los púlpitos de la iglesia, las tribunas de la
política, los medios de comunicación, la paternal institución de la
familia o las más diversas organizaciones humanas, pero siempre con el
objetivo, consciente o no y a veces incluso bienintencionado, de
someternos.
Toda forma de limitación del poder
de la persona sobre sí misma, sobre su vida y sobre sus decisiones es
ilegitimida en origen. Aunque todas las demás personas del planeta
estuvieran plenamente de acuerdo en imponer a un individuo ciertas
limitaciones, seguiría siendo moralmente superior el derecho natural de
ese individuo a no acatarlas mientras no limite la libertad a otros.
Sabemos que los humanos son seres gregarios, que necesitan relacionarse
con otros individuos para llevar una vida medianamente soportable, pero
también sabemos que las normas de convivencia han sido históricamente
dictadas por el poder y la autoridad (religiosa, política, cultural,
económica, etc.) y por lo tanto no parten de una legitimidad primaria.
Acatar irreflexivamente normas que limitan el autogobierno personal es
también ejercer una opción: tal vez la más cómoda para la mayoría pero
también la más dolorosa y humillante para algunos de nosotros.
En
su camino hacia la supuesta libertad, una humanidad temerosa y débil ha
optado por conquistarla a fuerza de decretos y burocracia, a golpe de
Estado y policía, mediante un poder casi irrestricto para los
gobernantes a cambio de un trato rara vez benévolo y a través de la
implantación de sistemas de auto legitimación democrática que han
servido para glorificar el ejercicio delpoder y, por ello, para seguir
invadiendo el ámbito de decisión de las personas.
Mucho
se ha escrito sobre el contrato social entre gobernados y gobernantes,
con frecuencia para ensalzar las virtudes de un sistema más teórico que
práctico que parece casi diseñado para tranquilizar a las personas
mientras se les usurpa su poder de autogobierno. Mediante el contrato
social las personas deben someterse al poder de las masas y de su
Estado. Se nos ha enseñado a aceptar sin rechistar lo que el poder nos
ordena o prohíbe, porque quienes lo ostentan actúan "en nuestro nombre",
están "legitimados en las urnas" o responden a la voluntad de la
mayoría. Nosotros nos sentimos facultados para hacer absolutamente
cuanto deseemos. "Hacer" incluye por supuesto el "no hacer". La libertad
de cada uno no termina donde empieza ese eufemismo que es "la de los
demás" que sirve como excusa para que las élites interpretadoras hagan y
deshagan a su antojo, sino que termina exactamente donde comienza la
inalienable soberanía individual de otra persona concreta, real y
determinada.
No tendremos a quien idolatrar ni a
quien demonizar si nosotros somos nuestros únicos dueños, si nosotros
somos, conscientemente, los responsables de todo lo bueno y de todo lo
malo que nos suceda, si nosotros razonamos y decidimos con todas las
consecuencias, si en definitiva somos libres y no tenemos sino una
consciencia plena de nuestra condición de personas, de individuos de una
especie animal, únicos y auto poseídos. Ser libres, ser soberanos, es
decir, ser plenamente humanos. Quienes no quieran aceptar el reto, sean
mayoría o no, están en su derecho de no hacerlo, pero no de imponernos a
nadie más las consecuencias filosóficas y políticas de su miedo a la
libertad.
Por todo lo expuesto, proclamamos
nuestro derecho total e inalienable a la autodeterminación y en
ejercicio de la soberanía personal que poseemos, presentamos ante el
resto del mundo nuestra declaración de independencia. Así, por la
presente, afirmamos que no reconocemos ningún poder ajeno en nuestras
vidas.
SECTA NIHILISTA
miércoles, septiembre 24
¿Dónde estamos?
Según
Brecht, son sombríos los tiempos en que la gente pide que se le
descargue de la preocupación de defender sus intereses reales y su
libertad. Son los tiempos del cínico, que abomina de la sociedad y
desprecia sus convenciones, y son los tiempos también del disidente, que
no quiere someterse a los hechos consumados y, a contracorriente, toma
partido por la libertad. La disidencia no significa exilio interior
porque actúa, y por lo tanto, corre riesgos. Es fundamentalmente
resistencia y secesión. Esta posición obliga a liberarse de gran parte
del bagaje teórico de la época anterior y a penetrar en la nueva sólo
con lo puesto, ya que no se trata de conservar la memoria de un pasado y
comunicarla de forma ortodoxa a los nuevos individuos conscientes, sino
de incitar a pensar, de provocar un diálogo entre los que se reconocen
iguales sin temor a contradecirse. Para encontrar soluciones primero hay
que suscitar preguntas. La crisis del pensamiento revolucionario no
podrá ser remontada sino en condiciones de libre discusión; en una
situación de crisis, el anquilosamiento ideológico y su consecuencia
principal, el vacío teórico, son la verdadera catástrofe. No se puede
permitir que el enemigo se despache a gusto cuando tiene de su parte
fuerzas ingentes: la pérdida de esa batalla, la de las ideas, acarrea la
derrota de todas las demás.
Es
necesario sacar conclusiones tanto de la constatación de la capacidad
del capitalismo de superar sus propias contradicciones o de instalarse
cómodamente en ellas, como de la evidente incapacidad de los obreros en
hacer su revolución y de la disolución del proletariado como clase
social. Todo ello implica la superación capitalista del conflicto, la
desaparición de las crisis generales, y por consiguiente, la refutación
de una supuesta necesidad histórica objetiva que nos conducía,
inevitablemente, hacia la lucha final. Y nos sitúa teóricamente en la
posición de los anarquistas y de los socialistas premarxistas, que
deducían la lucha por la emancipación humana de la perversidad del mundo
y de la voluntad consciente de los oprimidos. Las frecuentes crisis
parciales que se dan a causa de la imposición constante de condiciones
de vida peores que las anteriores puede generar ilusiones respecto a un
retorno de la lucha de clases, o sea, a un replanteamiento de la
cuestión social, pero en vano. La cuestión social no puede mostrarse
espontáneamente como conflicto que emana de un antagonismo entre dos
partes irreconciliables en tanto que lucha de clases, porque la derrota
definitiva del proletariado industrial ha eliminado la posibilidad de
una crisis total –y por lo tanto, la posibilidad de un conflicto real–y
favorece que las luchas actuales sean débiles y manipulables, y en
consecuencia, recuperables por el sindicalismo, los partidos, los
ecologistas o el humanitarismo de izquierdas.
Walter Benjamin apuntaba que el fracaso del proletariado histórico residía en su “progresismo”, en la creencia burguesa del progreso: “Nada
ha corrompido tanto a la clase trabajadora alemana como la idea de
nadar a favor de la corriente. El desarrollo técnico era el sentido con
el cual creía estar nadando. A partir de ello no había más que dar un
paso para caer en la ilusión de que el trabajo en las fábricas, por
hallarse en la dirección del progreso técnico, constituía de por sí una
acción política. La antigua moral protestante del trabajo celebraba su
resurrección en forma secularizada entre los obreros alemanes (…) Tal
concepción no quiere ver más que los progresos del dominio sobre la
naturaleza y se desentiende de los retrocesos de la sociedad” (Tesis
de filosofía de la historia). La moral obrerista apartaba a los
trabajadores del planteamiento de la cuestión histórica por excelencia,
la cuestión del progreso. La mayor parte de la crítica social ha
considerado siempre que los avances científicos y técnicos eran aliados
absolutos del proceso emancipador y jamás imaginó que, en tanto que
creadores de nuevas servidumbres, iban a hacer de la dominación algo
insuperable. Así pues, los obreros eran separados de la producción
automatizada – la cual ya no podían concebir claramente como obra suya
ni por otra parte cuestionarla- sin hacer la crítica de la máquina, sin
rebelarse con la el maquinismo como sus predecesores, hace casi dos
siglos. La superioridad de aquellos obreros luditas residía en que ellos
sí que sabían a qué miseria les condenaban.
No
se podrá ir a ningún lado si no se rompe con la concepción de la
revolución como reapropiación del aparato productivo existente, ni se
admite que la emancipación humana pasa por la destrucción del sistema
industrial. Consignas que pertenecían al “estadio anterior del
desarrollo económico objetivo” como la ocupación de las fábricas, el
control obrero de la producción o la autogestión generalizada, han
envejecido y son palpablemente equívocas; solamente partiendo de ese
punto podremos identificar las necesidades reales de los individuos y
elaborar una crítica auténticamente subversiva. Lo cierto es que, al
contrario de lo que decía Marx, hay que renunciar a transformar el
mundo con ayuda de todos los grandes recursos propios de este mundo, e
intentar conseguir su redención a espaldas del sistema dominante, con
todos los medios ajenos a la dominación.
La idea directora de la crítica revolucionaria ha de ser la de la
autonomía de la técnica. En nuestra sociedad el hombre es servidor de la
máquina y la técnica abarca todos los sectores de la existencia,
determinando a la vez las relaciones de los individuos con la naturaleza
y las relaciones – hoy en estado de anomia- que mantienen los
individuos entre sí. No queda ningún aspecto de las relaciones humanas
que no haya sido tecnificado y, por lo tanto, relegado al control de
expertos. Ya no es el sistema económico el que determina la naturaleza
de la técnica, la política y el grado de complejidad del mundo. Es la
técnica la que, fundamentándose en el conocimiento científico, ha
ordenado la economía al dictado de sus propias exigencias y se ha
apoderado de la sociedad entera, mientras que los individuos han acabado
siendo perfectamente equiparables y reemplazables por máquinas. La
ideología humanista burguesa se ha deshecho y el “hombre”, es decir, el
burgués idealizado, ha dejado de ser la medida de todas las cosas.
Quienes hacen historia son las máquinas, los humanos solo las padecen.
La técnica es la falsa conciencia de una época de individuos reificados,
convertidos en cosas. La tecnociencia moderna impone una organización
social determinada donde la regla general es la tendencia de la élite a
acumular poder sin control. La novedad consiste en que esa concentración
de poder no se realiza mediante la expansión del aparato estatal, es
decir, no sigue el modelo de la burocratización, sino la línea
eminentemente técnica de la eficacia y el rendimiento.
La civilización industrial ha sido creada por la técnica. Desde
entonces, la historia mundial es cada vez más historia de la técnica. En
los albores del proceso, los socialistas utópicos reconocieron en la
máquina, o lo que es lo mismo, en el crecimiento explosivo de la
capacidad de producción, la amenaza de un desarrollo cultural que
fragmentaría al individuo y atacaría la raíz misma de la libertad y la
vida, y trataron de conjurarlos con proyectos basados en el control de
los medios técnicos y en el rechazo del sistema de mercado, ignorando
cualquier consideración económica. Posteriormente, el socialismo
político y el sindicalismo fueron manifestaciones de tendencias a la
autoprotección de los destrozos del mercado, pero a costa de un
compromiso con la máquina. Según Karl Polanyi “La
industrialización fue un compromiso, nada fácil, entre el hombre y la
máquina, en el cual el hombre se perdió y la máquina encontró su camino”
(El sustento del hombre).
Un programa que contemple la reorganización de la sociedad sobre bases
descentralizadas y comunitarias, sobre el “ágora”, a través del
desmantelamiento de la producción actual, del control asocial de los
medios técnicos y de la adopción de tecnologías descentralizadoras, de
la supresión del mercado y del espectáculo, de la desaparición del
transporte privado, de la recuperación del campesinado, etc, ha de saber
que está pidiendo explícitamente un retorno a las condiciones
precapitalistas, al trabajo artesano a la fiesta, a la tradición y a los
lazos comunitarios, a los ritmos vitales relajados, al derecho
consuetudinario, a la economía del sustento y a la sociedad del estatus,
en donde “lo que importa no es la utilidad de uno sino lo que se es" (Cicerón).
Pero no es un retorno en el tiempo, no es una vuelta al pasado: es una
liberación que sueña más que calcula y que carga con la experiencia de
dos siglos de capitalismo y de absolutismo tecnológico; es un viaje por
encima del cadáver de los nuevos señores feudales del mercado mundial.
En
la actualidad, la escolarización prolongada, el reciclaje y la
asistencia social, son los medios empleados profusamente para mantener a
una parte cada vez mayor de la población fuera de la producción, por
cuanto que se ha convertido en fuerza productiva innecesaria que hay que
desmovilizar, métodos que corren a cargo del Estado y que son
presentados como logros sociales y expresión de un supuesto “bienestar”.
Por estos procedimientos, jóvenes, parados y demás excluidos, son
apartados de los circuitos de la productividad, pero son conservados
como consumidores. La mundialización ha disparado los gastos sociales al
punto de afectar otras necesidades más significativas del Estado como
la dotación policial y la compra de armamento. Ante el recurso a los
impuestos, los estrategas del poder han promovido políticas tendentes a
la creación de un espacio de dispersión de fuerzas productivas inútiles,
mediante el fomento de actividades “sin ánimo de lucro” financiadas por
el Estado con desgravaciones fiscales. En lo esencial, se trata de que
el Estado vaya cediendo la gestión de los servicios sociales y del
reciclaje de los individuos a organizaciones inofensivas de voluntarios o
de colectivos juveniles adictos, o simplemente a cretinos “sin
fronteras”, de modo a desarrollar una economía intermedia que neutralice
a los inservibles para el mercado globalizado del trabajo. Dicha
economía, destinada a crecer en los próximos años –llamada en Francia
“economía social”– es responsable de más del 6% del empleo. Un objetivo
económico de este tercer sector (ni público ni privado), consiste en
alcanzar la autofinanciación con la constitución de comunidades
autosuficientes y el establecimiento de redes de comercio paralelo
(llamado “justo”), aderezados con la ideología filantrópica y ecologista
de rigor. La denuncia de tales prácticas, por las ilusiones que pueden
generar, es tan importante para los desertores del sistema como lo fue
la denuncia del ecologismo en la luchas contra la contaminación. La
deserción no tiene nada que ver con los paliativos. La deserción no
coopera con la dominación ni acepta su dinero; sabe que el
establecimiento de condiciones de vida humanas no resultará del hecho de
ocupar las posiciones abandonadas en los mercados internacionales por
los propietarios del mundo. No ofrece soluciones sino que le pide
cuentas: la deserción se aparta del sistema pero sin dejarlo tranquilo.
Sabemos que la economía globalizada está transformando íntegramente a la
naturaleza en materia de gestión económica, lo que significa que la
tierra fértil, los bosques, la pesca o el agua dulce, por ejemplo son
considerados elementos estratégicos de la mundialización, como el
petróleo, los pesticidas y la energía nuclear, y disfrazados de
constituyentes de la “seguridad nacional”, asunto en realidad de las
altas instancias reguladoras del mercado. Ahí no son admitidos los
ecologistas porque todavía no son un poder fáctico y no pueden aspirar
más que a una participación de base en la gestión de los efectos nocivos
ambientales. Se trata de una economía de guerra que no quiere
camuflar la miseria ni tampoco incrementar el control sobre la
población, sino que, con el mismo pretexto de racionalización con que
antaño burocratizaba el mundo, hoy se desentiende de la nocividad no
rentable, coloca a la gente desechable para el mercado en economías de
subsistencia y descentraliza el control social, poniéndolo en manos de
dirigentes “no gubernamentales”. Es una operación de aislamiento del
pauperismo dentro del propio sistema que lo produce, a través de
economías marginales gestionadas por una pléyade paraestatal de ONGs,
sindicatos, fundaciones, iglesias, etc, pero también por rackets
independientes como mafias, sectas o bandas, encargadas de los aspectos
menos aceptables de dichas economías, como la protección o el
contrabando. Se trata entonces de consagrar una nueva división de la
sociedad entre excluidos e integrados en el mercado, y que se está
materializando en el desarrollo imparable de incontrolados ghettos.
La gestión del caos ya no es de interés específico para la dominación.
Se domina todo dominado sólo una parte: es la ley de la rentabilidad
represiva decreciente la que determina las dimensiones de la pirámide
policial. La producción de mercancías produce por igual lo insoportable y los hombres capaces de soportarlo. Los progresos de la alienación no suceden en medio de la pasividad de las masas sino con su participación activa y entusiasta.
Nunca se ha resaltado lo bastante el papel contrarrevolucionario de la
miseria, del lado malo que, al desarticular la lucha, detiene el
movimiento que hace la historia. Y se ha olvidado el efecto ideológico
del desclasamiento que ha producido la proletarización del mundo.
Wilhelm Reich señaló el papel de la ideología dominante como fuerza
material -bautizándola como plaga emocional- de la contrarrevolución, la
cual se alimenta de la falta de dominio de los individuos sobre sus
propias vidas. En la base del sometimiento yace un conflicto emocional y
afectivo que desactiva el potencial rebelde de los individuos. Pero
resulta que el corolario de la proletarización mundial es la liquidación
del individuo, que, “como todos los procedimientos individualistas de producción, aparece históricamente anticuado y a la zaga de la técnica” (Adorno, Minima Moralia).
Y la desaparición del individuo, su transformación en muchedumbre
vacía, aislada y sustituible, abre el momento de la reflexión, del
repliegue, de la contradicción, y obliga a nuevos planteamientos. Adorno
sigue diciendo que “quienes no deseen entregarse de lleno al
individualismo de la producción espiritual ni lanzarse de cabeza al
colectivismo de la sustituibilidad igualitaria y despectiva del hombre,
están obligados a un trabajo en común libre y solidario bajo una común
responsabilidad”. Inicialmente son dichos colectivos los únicos que
están en conflicto con el sistema, pero ese conflicto todavía no afecta a
sus fundamentos, porque no contiene en sí mismo un proyecto superador,
es decir, aún no es histórico. A medida que el movimiento social
desaparece, que los desposeídos son una masa incapaz de movimiento
propio, los antagonismos no se perciben y las crisis no suceden. De la
parte de los oprimidos no puede salir nada peculiar, ninguna iniciativa
histórica.
En su propia situación no encontrarán las condiciones para comenzar una
lucha que no sea mera negatividad y descontento. Entonces son los grupos
de disidentes quienes ocupan el lugar de la “organización de clases”,
ya que clase no hay. Quienes contraponen a la inactividad social la
difusión de sus puntos de vista. Quienes propugnan un movimiento social
sin tildarse ellos de movimiento social. Quienes se camuflan dentro de
las luchas y critican la miseria de la vida cotidiana. Son,
hegelianamente hablando, la conciencia de lo afirmativo, y están en el
terreno de los utópicos, recordándonos la posibilidad real de un sistema
nuevo, quienes diagnostican y no recetan, quienes preparan sus
experimentos sociales sin anunciar panaceas. Quienes nos dicen, como Babeuf, que no creen “que la posibilidad eventual de un retorno al estado de la comunidad sea una fantasía” (El Tribuno del pueblo).
Es importante la propia existencia coordinada de quienes se oponen a la
dominación porque demuestra la posibilidad al margen de ella. Estos
grupos avanzan negativamente, sin definir demasiado un proyecto
positivo, pues ahora importa más saber lo que no se quiere, y la
experiencia colectiva merece mucho más interés como negación de una
sociedad condenable que como afirmación particular de una práctica
limitada. Es la capacidad de vivir afuera lo que dificulta la
reproducción y lo que, si consigue generalizarse, ha de disolverlas. Por
ahora lo único que pueden ofrecer a sus contemporáneos es un lugar
donde ejercer sus cualidades, un medio para comenzar a concertarse y
construir una sociedad dentro de otra y a la vez, aparte. Un proyecto de
acción colectiva de ese estilo coloca en el mismo plano las virtudes
dela sociabilidad, el amor a la libertad y las capacidades
revolucionarias. Y la negación de ese proyecto adopta la forma del
carácter. Reemprendiendo una vieja polémica anarquista, se debe recalcar
el lado colectivo de la acción, la pasión común, frente a la
individualidad, demasiado afectada por el carácter, pero sin olvidar que
el factor subjetivo, la voluntad individual, ha de ser la fuerza motriz
de la historia. El intento de excluir el capitalismo de nuestras vidas
no es una llamada a la marginalidad; no es más que el empeño por
conservar y ampliar las relaciones humanas en nuestro entorno, y dicho
intento es ahora el punto central de la acción, el elemento a partir del
cual se van a elaborar proyectos de exclusión más ambiciosos.
Quien apuesta contra el capitalismo está apostando por la revolución y
reivindicará sus formas autónomas de lucha que son, según la crítica
radical de los sesenta, “la parte no vencida de un proyecto vencido”.
Pero lo que distinguirá como revolucionario a comunas, coordinadoras,
consejos, asambleas, etc, será su talante, su función y su acción, o
sea, su contenido. Y éste ha de ser antiindustrial, societario,
libertario. Porque el primer objetivo de toda revolución es “la constitución de un espacio público donde aparezca la libertad, la constitutio libertatis” (Hannan Arendt, Ensayo sobre la Revolución). El resto llegará desde allí o no llegará.
Este escrito de Miguel Amorós ha aparecido en el libro “Golpes y contragolpes, la acción subversiva en la más hostil de las condiciones”, editado por Pepitas de calabaza y Oxígeno.
Extraído de http://arrezafe.blogspot.com.es
domingo, septiembre 21
Ensayos sobre la Libertad en un planeta frágil
José Ardillo
¿Cuáles son los principales obstáculos para la construcción de una sociedad libre en el único y frágil planeta que habitamos? Esta es la cuestión sobre la que trata de profundizar este libro, sin intentar ofrecer respuestas apresuradas. Los proyectos políticos del pasado situaron casi siempre sus horizontes de emancipación en los confines de un mundo donde todo parecía posible. Por el contrario, la geografía y los elementos nos enseñan que la experiencia del ser libre tiene que contrastarse con las restricciones que el medio físico le impone. Parafraseando al poeta podríamos decir que la libertad que no es todo necesidad, no es todo libertad; por tanto, la naturaleza, los límites del planeta y del cosmos viviente, no son los impedimentos de nuestra acción y nuestro deseo, sino la fuente más genuina de su realización. La geografía física es tan importante como la historia, si no más. La botánica, el estudio de los glaciares o de las aves migratorias nos enseñan tanto de las comunidades humanas como un tratado de sociología. Los sistemas de poder, las sociedades jerarquizadas que vivimos, no escapan a la visión kropotkiniana de un mundo vivo unitario y deben ser juzgadas a partir de una ética del cuidado, del apoyo mutuo, que incluya lo que Roszak consideraba las necesidades del planeta. Por todos lados la naturaleza nos muestra un camino a seguir, aunque a veces sea incierto y agotador.
Afortunadamente, no estamos solos en nuestra reflexión: de todas las ideas fallidas, la idea libertaria es la más fértil porque nos sitúa, de una manera u otra, en la senda tortuosa de la naturaleza. Autores como Thoreau, Reclus, Landauer, Kropotkin, Morris, Huxley o Mumford, sembraron esa senda de valiosos indicios.
Este libro es el inventario de esos indicios y una invitación a visitar sus obras y reflexiones.
¿Cuáles son los principales obstáculos para la construcción de una sociedad libre en el único y frágil planeta que habitamos? Esta es la cuestión sobre la que trata de profundizar este libro, sin intentar ofrecer respuestas apresuradas. Los proyectos políticos del pasado situaron casi siempre sus horizontes de emancipación en los confines de un mundo donde todo parecía posible. Por el contrario, la geografía y los elementos nos enseñan que la experiencia del ser libre tiene que contrastarse con las restricciones que el medio físico le impone. Parafraseando al poeta podríamos decir que la libertad que no es todo necesidad, no es todo libertad; por tanto, la naturaleza, los límites del planeta y del cosmos viviente, no son los impedimentos de nuestra acción y nuestro deseo, sino la fuente más genuina de su realización. La geografía física es tan importante como la historia, si no más. La botánica, el estudio de los glaciares o de las aves migratorias nos enseñan tanto de las comunidades humanas como un tratado de sociología. Los sistemas de poder, las sociedades jerarquizadas que vivimos, no escapan a la visión kropotkiniana de un mundo vivo unitario y deben ser juzgadas a partir de una ética del cuidado, del apoyo mutuo, que incluya lo que Roszak consideraba las necesidades del planeta. Por todos lados la naturaleza nos muestra un camino a seguir, aunque a veces sea incierto y agotador.
Afortunadamente, no estamos solos en nuestra reflexión: de todas las ideas fallidas, la idea libertaria es la más fértil porque nos sitúa, de una manera u otra, en la senda tortuosa de la naturaleza. Autores como Thoreau, Reclus, Landauer, Kropotkin, Morris, Huxley o Mumford, sembraron esa senda de valiosos indicios.
Este libro es el inventario de esos indicios y una invitación a visitar sus obras y reflexiones.
José Ardillo (Madrid, 1969), ha colaborado con diversas publicaciones libertarias en España y Francia. Es autor del ensayo Las ilusiones renovables (2007) y de dos novelas, El salario del gigante (2011) y La repoblación (2013), así como del libro de relatos todavía inédito Historia (1999). En la actualidad prepara la edición de su tercera novela, Buenos días, Sísifo.
jueves, septiembre 18
Algunas tenemos coño
Algunas tenemos coño.
Se ve que a algunos le cuesta aceptarlo pero así es.
Algunas tenemos un coño. Unos labios
menores, unos labios mayores, un clítoris, una vagina, un útero, dos
ovarios… un coño, vamos.
Un coño que a muchas nos han mutilado,
cortado, cerrado para demostrar nuestra virginidad, vuelto a abrir… un
coño que es una herida que nunca cierra, que siempre sangra, que siempre
duele y no se olvida.
Un coño sobre el que políticos se creen
con el derecho de legislar. Un coño que para ellos es el cuenco que
somos nosotras mismas, ya que para ellos tenemos el valor sólo como
engendradoras, quedando nuestros derechos fundamentales a la libertad,
la autodeterminación y el bienestar de personas aquí y ahora, subsumidos
a los derechos de alguien que no está claro cuándo empieza a serlo.
Un coño que es medicalizado como un problema, rasurado como un estorbo, ocultado como una vergüenza.
Un coño que nos han violado, no sólo
desconocidos sino amigos, novios, tíos que nos han caído bien al
principio. Un coño que, o defendemos con la muerte, o es señal
inequívoca de que no ha sido violado: un coño que al parecer se
identifica tanto con nosotras mismas, que dar la mano, un paseo o
sonreir significa que hay vía libre de acceso. Un coño que nos han hecho
sentir como algo tan ajeno que hemos visto estupefactas cómo vivía
situaciones a las que no sabemos cómo hemos llegado ni cómo salir: nos
han enseñado a no hablar, a callar, a mirar hacia abajo y a follar sin
deseo.
Un coño por el que hemos pasado miedo:
miedo a ir sola por la calle, miedo a entrar en el ascensor con un
desconocido, miedo a vernos acorraladas mientras estamos tranquilamente
de fiesta.
Un coño que nos ha condicionado los
movimientos…”niña cierra las piernas que se te ven las braguitas”, “no
te sientes así”, “no saltes con falda”, “no te cuelgues bocabajo”…
Un coño que en esta sociedad es una condena, que nos han hecho vivir como una tortura.
Somos mujeres, tenemos un coño. No somos asexuadas madres modelos o putas que van marcando para follar.
Estamos hartas de esta sociedad
falocéntrica. Nos negamos a seguir viéndonos como carencia: carencia del
pene que da la autonomía, carencia de la virilidad que da la
posibilidad de defensa. Hemos aguantado más de lo que nunca podréis
aguantar, hemos incubado más rabia de la que nunca podréis imaginar.
Somos mujeres, somos compañeras, nos vamos a defender las unas a las otras…y cuidado, porque sabemos hacerlo.
MACHETE AL MACHOTE
lunes, septiembre 15
¡Dios no ha muerto!... Porque nunca existió
Stephen Hawking en su libro “El gran diseño” cita una curiosa
anécdota en que se solicitaba que no se mantuviera a los peces en una
pecera curva porque tendrían siempre una imagen distorsionada de la
realidad. Hawking se pregunta qué tal si nosotros también estuviéramos
dentro de una extraña pecera, sin tener conciencia de ello.
Claramente la visión de los peces es distorsionada pero no menos real, estos podrían hacer predicciones exactas sobre el movimiento en el exterior, dentro de ese marco de referencia distorsionado. Esta reflexión va en una línea similar a la de David Bohm, en el sentido de que las teorías más que ser verdaderas o falsas son formas de mirar, marcos de referencia específicos en que se puede probar la verdad o falsedad de las hipótesis que se planteen. Mediante este ejemplo bastante simple nos podemos adentrar en el concepto de Hawking llamado “Realismo dependiente del modelo”, que además es concordante con posturas como la de Francisco Varela y la neurofenomenologia en el sentido de que hay una relación circular en que se establece un acoplamiento estructural entre el observador y el entorno.
Las ciencias han trastocado bastante como se puede ver los conceptos de objetividad, sin embargo la religión organizada en especial las de origen judeo-cristiano, mantienen que una serie de valores son de origen divino al igual que la creación del universo, lo que es una pretensión fragmentaria de explicar la realidad en forma totalitaria, no hace falta recordar todas las atrocidades pasadas y presentes por ejemplo de la iglesia católica al respecto.
La física ya desde 1920 ha demostrado que nuestro universo se expande y que las galaxias se alejan de nosotros, literalmente el universo se está inflando, sin que el tamaño de las cosas este cambiando. Hawking plantea que pensar en el origen del universo es como preguntarse por el borde del mundo, lo que solo tiene sentido si pensamos que la superficie de la tierra es plana, con el tiempo y el espacio sucede algo similar la teoría de la relatividad puso de manifiesto un continuo espacio-tiempo curvo, además gracias a la mecánica cuántica se ha descubierto que la deformación curva puede ser tan grande que el tiempo puede comportarse como una dimensión del espacio.
En el universo primitivo existían solo cuatro dimensiones de espacio y ninguna de tiempo, es decir carece de sentido hablar de un origen, sería como preguntar por qué hay más al sur del polo sur, así este universo primitivo era un punto tan pequeño y denso que comenzó a expandirse con la explosión del big bang, por lo que no hay un origen del universo ni un creador porque no había un tiempo en que pudiera existir una entidad conciente recordemos que el pensamiento es movimiento y el movimiento es tiempo.
De esta forma el universo emergió espontáneamente en todos sus estados posibles formando un multiverso en que operan distintas leyes de la naturaleza, unas mas semejantes que otras a las de nuestro universo, lo que resuelve además la interrogante del “milagro de la vida” en el sentido de que este universo reúne las condiciones “ideales” para que podamos existir, porque simplemente si hablamos en términos probabilísticos, este universo es viable para nosotros entre muchos otros. Esta es una forma diferente de expresar las sumas de todas las historias posibles del físico Richard Feynman.
Una analogía que expresa Hawking es como si fueran muchas burbujas en una olla con agua hirviente, así como aparecen muchas burbujas que se colapsan rápidamente así habrían mini universos en los que no alcanzaran a formarse galaxias, planetas,etc mientras que otras burbujas crecerán lo suficiente expandiéndose sin colapsar de forma inmediata.
La contundente demostración de la ausencia de un creador divino para explicar el origen del universo genero mucha polémica pero hasta hoy no ha podido ser refutada por las iglesias, se le consulto al biólogo Humberto Maturana al respecto quien en un texto bastante ambiguo nos señala que lo divino y la ciencia pertenecen a distintos dominios y que lo divino puede encontrarse presente o no en las interacciones de las personas, lo que resulta curioso ya que estos seres interactuantes en última instancia están hechos de lo mismo que el universo por ende responden a leyes de la naturaleza que determinan el terreno en que se puede mover nuestro libre albedrio. Fragmentar ambos dominios es algo falaz y la pregunta sobre quien creó el universo es válida para la ciencia, que una vez más nos demuestra que la realidad es un sistema de interacciones complejas totalmente autoorganizado tal como lo demuestra a nivel de la materia orgánica el concepto de autopoeisis del mismo Maturana.
La concepción de dios de Einstein era comprender todas esas relaciones como una totalidad, algo que dista mucho de proyecciones antropomórficas de nuestro propio ego como sucede en las religiones organizadas, de ahí provienen sus imposiciones morales arbitrarias, que como hemos visto carecen de cualquier origen divino. Si alguien tal como lo hace Maturana quiere plantear que todo ese sistema complejo del que formamos parte en constante interacción puede ser algo experienciado como divino, podría llegar a comprenderlo en términos de una relación horizontal que no niegue la legitimidad del otro, que nos mueva para consensuar un espacio emocional en que existir, sin embargo aun me parece impreciso, pero para lo que no cabe ningún espacio es para una divinidad que lance edictos morales, recompensas y castigos, ni para representantes que justifiquen la jerarquización de la sociedad y el principio de autoridad.
Para Francisco Varela todo ese sistema interactuante es el universo en que el fenómeno de la vida es inherente a sus propiedades, después de todo solo la vida puede conocer a la vida y no un conjunto estático de valores abstractos, lo que requerirá que establecida la inexistencia de dios nos adentremos en la próxima entrada en el origen y psicología de los “valores” y si hay una posibilidad para una ética viva mas allá de mohosos códigos de conducta, cuya imposición violenta en forma indirecta como directa, solo han contribuido más que nada a la generación del sufrimiento en vez del amor que se supone que profesan.
Pueden ver aqui el documental de Stephen Hawking sobre quien creo el universo http://m.tu.tv/ videos/discovery-channel- quien-creo-el-univer
El libro "El gran diseño" lo pueden descargar aquí http://www.nakido.com/ 1249ADCBACD85D7B13F57535F57639 5DF435A11A?uid=sethariel
El texto de Humberto Maturana al que aludo pueden verlo aqui http://www.matriztica.cl/lo- cientifico-y-lo-divino/
Fuente: http://elvirusdelasubversion. blogspot.com.es/2013/07/dios- no-ha-muerto-porque-nunca- existio.html
Claramente la visión de los peces es distorsionada pero no menos real, estos podrían hacer predicciones exactas sobre el movimiento en el exterior, dentro de ese marco de referencia distorsionado. Esta reflexión va en una línea similar a la de David Bohm, en el sentido de que las teorías más que ser verdaderas o falsas son formas de mirar, marcos de referencia específicos en que se puede probar la verdad o falsedad de las hipótesis que se planteen. Mediante este ejemplo bastante simple nos podemos adentrar en el concepto de Hawking llamado “Realismo dependiente del modelo”, que además es concordante con posturas como la de Francisco Varela y la neurofenomenologia en el sentido de que hay una relación circular en que se establece un acoplamiento estructural entre el observador y el entorno.
Las ciencias han trastocado bastante como se puede ver los conceptos de objetividad, sin embargo la religión organizada en especial las de origen judeo-cristiano, mantienen que una serie de valores son de origen divino al igual que la creación del universo, lo que es una pretensión fragmentaria de explicar la realidad en forma totalitaria, no hace falta recordar todas las atrocidades pasadas y presentes por ejemplo de la iglesia católica al respecto.
La física ya desde 1920 ha demostrado que nuestro universo se expande y que las galaxias se alejan de nosotros, literalmente el universo se está inflando, sin que el tamaño de las cosas este cambiando. Hawking plantea que pensar en el origen del universo es como preguntarse por el borde del mundo, lo que solo tiene sentido si pensamos que la superficie de la tierra es plana, con el tiempo y el espacio sucede algo similar la teoría de la relatividad puso de manifiesto un continuo espacio-tiempo curvo, además gracias a la mecánica cuántica se ha descubierto que la deformación curva puede ser tan grande que el tiempo puede comportarse como una dimensión del espacio.
En el universo primitivo existían solo cuatro dimensiones de espacio y ninguna de tiempo, es decir carece de sentido hablar de un origen, sería como preguntar por qué hay más al sur del polo sur, así este universo primitivo era un punto tan pequeño y denso que comenzó a expandirse con la explosión del big bang, por lo que no hay un origen del universo ni un creador porque no había un tiempo en que pudiera existir una entidad conciente recordemos que el pensamiento es movimiento y el movimiento es tiempo.
De esta forma el universo emergió espontáneamente en todos sus estados posibles formando un multiverso en que operan distintas leyes de la naturaleza, unas mas semejantes que otras a las de nuestro universo, lo que resuelve además la interrogante del “milagro de la vida” en el sentido de que este universo reúne las condiciones “ideales” para que podamos existir, porque simplemente si hablamos en términos probabilísticos, este universo es viable para nosotros entre muchos otros. Esta es una forma diferente de expresar las sumas de todas las historias posibles del físico Richard Feynman.
Una analogía que expresa Hawking es como si fueran muchas burbujas en una olla con agua hirviente, así como aparecen muchas burbujas que se colapsan rápidamente así habrían mini universos en los que no alcanzaran a formarse galaxias, planetas,etc mientras que otras burbujas crecerán lo suficiente expandiéndose sin colapsar de forma inmediata.
La contundente demostración de la ausencia de un creador divino para explicar el origen del universo genero mucha polémica pero hasta hoy no ha podido ser refutada por las iglesias, se le consulto al biólogo Humberto Maturana al respecto quien en un texto bastante ambiguo nos señala que lo divino y la ciencia pertenecen a distintos dominios y que lo divino puede encontrarse presente o no en las interacciones de las personas, lo que resulta curioso ya que estos seres interactuantes en última instancia están hechos de lo mismo que el universo por ende responden a leyes de la naturaleza que determinan el terreno en que se puede mover nuestro libre albedrio. Fragmentar ambos dominios es algo falaz y la pregunta sobre quien creó el universo es válida para la ciencia, que una vez más nos demuestra que la realidad es un sistema de interacciones complejas totalmente autoorganizado tal como lo demuestra a nivel de la materia orgánica el concepto de autopoeisis del mismo Maturana.
La concepción de dios de Einstein era comprender todas esas relaciones como una totalidad, algo que dista mucho de proyecciones antropomórficas de nuestro propio ego como sucede en las religiones organizadas, de ahí provienen sus imposiciones morales arbitrarias, que como hemos visto carecen de cualquier origen divino. Si alguien tal como lo hace Maturana quiere plantear que todo ese sistema complejo del que formamos parte en constante interacción puede ser algo experienciado como divino, podría llegar a comprenderlo en términos de una relación horizontal que no niegue la legitimidad del otro, que nos mueva para consensuar un espacio emocional en que existir, sin embargo aun me parece impreciso, pero para lo que no cabe ningún espacio es para una divinidad que lance edictos morales, recompensas y castigos, ni para representantes que justifiquen la jerarquización de la sociedad y el principio de autoridad.
Para Francisco Varela todo ese sistema interactuante es el universo en que el fenómeno de la vida es inherente a sus propiedades, después de todo solo la vida puede conocer a la vida y no un conjunto estático de valores abstractos, lo que requerirá que establecida la inexistencia de dios nos adentremos en la próxima entrada en el origen y psicología de los “valores” y si hay una posibilidad para una ética viva mas allá de mohosos códigos de conducta, cuya imposición violenta en forma indirecta como directa, solo han contribuido más que nada a la generación del sufrimiento en vez del amor que se supone que profesan.
Pueden ver aqui el documental de Stephen Hawking sobre quien creo el universo http://m.tu.tv/
El libro "El gran diseño" lo pueden descargar aquí http://www.nakido.com/
El texto de Humberto Maturana al que aludo pueden verlo aqui http://www.matriztica.cl/lo-
Fuente: http://elvirusdelasubversion.
viernes, septiembre 12
Tecnología y dominación
Con Tecnología y dominación
ponemos en la calle el sexto número de Minianarquismos. En esta ocasión
os presentamos dos textos fundamentales para entender el giro que lleva
años produciéndose en las entrañas del movimiento anarquista y que
supone un profundo cambio con respecto aquellas corrientes que
albergaron dentro de sí un intenso optimismo tecnológico y que aún
perviven en una parte probablemente numerosa del anarquismo.
Walter Benjamín, en su artículo
«Teorías del fascismo alemán», recuerda la frase aparentemente
extemporánea de León Daudet, “el automóvil es la guerra”, para ilustrar
el hecho de que los instrumentos técnicos, no encontrando en la vida de
las gentes un hueco que justifique su necesidad, fuerzan esa
justificación entrando a saco en ella. Si la realidad social no está
madura para los avances técnicos que llaman a la puerta tanto peor para
la realidad, porque será devastada por ellos. El resultado es que la
sociedad entera queda transformada por la técnica como tras una guerra.
Realmente, con sólo citar la gran cantidad de desplazamientos de la
población, la enormidad de datos almacenados y procesados por la moderna
tecnología de la información y el gran número de bajas por accidentes,
suicidios o patologías contemporáneas, parece que una guerra, en
absoluto fría, sucede a diario en los escenarios de la economía, de la
política, o de la vida cotidiana. (Miquel Amorós)
Tecnología y dominación
Varios autores
28 pp.
martes, septiembre 9
Poeta muerta
Patricia Heras.
Pocas veces quedan tan al descubierto los engranajes de una sociedad autoritaria como cuando se conjuran al unísono contra la suerte de un individuo. La noche del 4 de febrero de 2006, Barcelona vio cómo, ante la falta de culpables concretos de un suceso, se detenía a varias personas inocentes bajo criterios claramente discriminatorios. Patricia ni siquiera se encontraba en el lugar de los hechos. Un accidente de bici y una visita al hospital donde se hallaban los primeros detenidos de esa noche, propició que la policía se hiciera con ella como una pieza más, cazada por sus vistosos colores. En este libro Patricia lo explica con todo detalle. Pero lo más grave es que la cosa no quedó en un mero abuso policial como hay tantos, sino que acabó convirtiéndose en una tormenta perfecta de la corrupción global de este sistema. Policías, políticos, jueces, periodistas, funcionarios, e incluso médicos... todos se aliaron para hacer de Patricia un chivo expiatorio que aliviara sus respectivos intereses en juego. Que todo indicara -pruebas incluidas- que ella era inocente, no sirvió más que para hacer más compacto el acuerdo del grupo siniestro de conjurados en el montaje. Al final, la muerte de Patricia no añadía nada a su inocencia, aunque quizá sí quitaba la venda de los ojos a los que aún creían en el sueño de una democracia podrida en sus cimientos.
Ediciones Capirote. Colección Los últimos libros. Barcelona 2014
Pocas veces quedan tan al descubierto los engranajes de una sociedad autoritaria como cuando se conjuran al unísono contra la suerte de un individuo. La noche del 4 de febrero de 2006, Barcelona vio cómo, ante la falta de culpables concretos de un suceso, se detenía a varias personas inocentes bajo criterios claramente discriminatorios. Patricia ni siquiera se encontraba en el lugar de los hechos. Un accidente de bici y una visita al hospital donde se hallaban los primeros detenidos de esa noche, propició que la policía se hiciera con ella como una pieza más, cazada por sus vistosos colores. En este libro Patricia lo explica con todo detalle. Pero lo más grave es que la cosa no quedó en un mero abuso policial como hay tantos, sino que acabó convirtiéndose en una tormenta perfecta de la corrupción global de este sistema. Policías, políticos, jueces, periodistas, funcionarios, e incluso médicos... todos se aliaron para hacer de Patricia un chivo expiatorio que aliviara sus respectivos intereses en juego. Que todo indicara -pruebas incluidas- que ella era inocente, no sirvió más que para hacer más compacto el acuerdo del grupo siniestro de conjurados en el montaje. Al final, la muerte de Patricia no añadía nada a su inocencia, aunque quizá sí quitaba la venda de los ojos a los que aún creían en el sueño de una democracia podrida en sus cimientos.
Ediciones Capirote. Colección Los últimos libros. Barcelona 2014
sábado, septiembre 6
Manifiesto anarquista-feminista
Compañeras:
Debo decirles que no hemos pecado, jamás lo hemos hecho, pero sobre todo, debo decirles que el “pecado”, esa absurda palabra reproducida e impuesta a lo largo de la historia, no existe.
Lo que existió, existe, pero dejará de existir son los miles de principios éticos, morales y religiosos que han mutilado nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Existió, existe, pero dejará de existir, la esclavitud, la vergüenza falsa, el pudor absurdo, el dolor, la culpa y el arrepentimiento que hemos sentido, o dicho de una forma más clara, nos han hecho sentir los miles de hombres y mujeres creadores y pertenecientes a todos esos principios éticos, morales y religiosos, a todo ese aparataje represor, machista y sexista que se camufla cada día detrás de un falso feminismo, detrás de una falsa igualdad, detrás de una falsa libertad. Porque aunque es totalmente cierto y valioso que hemos luchado por lo que nos robaron desde que nacimos, aún se sigue viviendo en cada esquina, en cada calle, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada revista de moda, de ropa, de maquillaje, en cada comercial, en cada iglesia, en cada escuela, en cada canción de reggaetón (y demás mierda que nos ve como objetos sexuales) en cada parámetro para el comportamiento, en cada mujer violada, ultrajada, golpeada, estigmatizada, culpada, satanizada, tildada de puta, de perra, de zorra, de cualquiera, y demás calificativos que la sociedad utiliza para referiste a una mujer libre, a una mujer que disfruta de SU cuerpo con quien quiera y como quiera, en cada parámetro para el comportamiento, en cada modelo de vida, de consumo, de éxito, en la mayoría de argumentos contra el aborto, en todo eso se siguen viendo los estereotipos, las normas morales y los valores para la conducta, la violencia, el feminicidio, la mercantilización del cuerpo, las relaciones de poder, el machismo, el sexismo y el sistema patriarcal. ¡Que sin duda, nosotrxs acabaremos!
Prenderemos fuego a todas sus doctrinas, quebraremos sus reglas, destruiremos sus libros más sagrados, gozaremos de nuestro cuerpo como nos venga en gana, dejaremos de servirle sexualmente a los demás, para empezar a complacernos a nosotras mismas, la masturbación reemplazará las tareas domésticas, -pero ésta nunca será una obligación sino un acto que nace de la libertad, la rebeldía, el amor propio y el placer-, no seguiremos su modelo de vida, no encajaremos en sus moldes, no seremos una pieza más de su maldita máquina hecha de dolor.
Destruiremos todas las cadenas, las cárceles y las imposiciones, todo eso por la sed y las ansias de justicia y libertad, por las ganas y el deseo de hacer resurgir un mundo nuevo.
¡No más esclavitud, no más vergüenza falsa y pudor absurdo, no más dolor, ni culpa, ni arrepentimiento, no más reprimir-nos!
Es ahora o nunca, compañerxs a luchar, a destruir pero sin duda, a construir.
Debo decirles que no hemos pecado, jamás lo hemos hecho, pero sobre todo, debo decirles que el “pecado”, esa absurda palabra reproducida e impuesta a lo largo de la historia, no existe.
Lo que existió, existe, pero dejará de existir son los miles de principios éticos, morales y religiosos que han mutilado nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Existió, existe, pero dejará de existir, la esclavitud, la vergüenza falsa, el pudor absurdo, el dolor, la culpa y el arrepentimiento que hemos sentido, o dicho de una forma más clara, nos han hecho sentir los miles de hombres y mujeres creadores y pertenecientes a todos esos principios éticos, morales y religiosos, a todo ese aparataje represor, machista y sexista que se camufla cada día detrás de un falso feminismo, detrás de una falsa igualdad, detrás de una falsa libertad. Porque aunque es totalmente cierto y valioso que hemos luchado por lo que nos robaron desde que nacimos, aún se sigue viviendo en cada esquina, en cada calle, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada revista de moda, de ropa, de maquillaje, en cada comercial, en cada iglesia, en cada escuela, en cada canción de reggaetón (y demás mierda que nos ve como objetos sexuales) en cada parámetro para el comportamiento, en cada mujer violada, ultrajada, golpeada, estigmatizada, culpada, satanizada, tildada de puta, de perra, de zorra, de cualquiera, y demás calificativos que la sociedad utiliza para referiste a una mujer libre, a una mujer que disfruta de SU cuerpo con quien quiera y como quiera, en cada parámetro para el comportamiento, en cada modelo de vida, de consumo, de éxito, en la mayoría de argumentos contra el aborto, en todo eso se siguen viendo los estereotipos, las normas morales y los valores para la conducta, la violencia, el feminicidio, la mercantilización del cuerpo, las relaciones de poder, el machismo, el sexismo y el sistema patriarcal. ¡Que sin duda, nosotrxs acabaremos!
Prenderemos fuego a todas sus doctrinas, quebraremos sus reglas, destruiremos sus libros más sagrados, gozaremos de nuestro cuerpo como nos venga en gana, dejaremos de servirle sexualmente a los demás, para empezar a complacernos a nosotras mismas, la masturbación reemplazará las tareas domésticas, -pero ésta nunca será una obligación sino un acto que nace de la libertad, la rebeldía, el amor propio y el placer-, no seguiremos su modelo de vida, no encajaremos en sus moldes, no seremos una pieza más de su maldita máquina hecha de dolor.
Destruiremos todas las cadenas, las cárceles y las imposiciones, todo eso por la sed y las ansias de justicia y libertad, por las ganas y el deseo de hacer resurgir un mundo nuevo.
¡No más esclavitud, no más vergüenza falsa y pudor absurdo, no más dolor, ni culpa, ni arrepentimiento, no más reprimir-nos!
Es ahora o nunca, compañerxs a luchar, a destruir pero sin duda, a construir.
Fuente: Fuego Insurrecto
miércoles, septiembre 3
El trabajo y la esclavitud
«En el fondo, ahora se siente [...] que
semejante trabajo es la mejor policía, que mantiene a todo el mundo a
raya y que sabe cómo evitar con firmeza el desarrollo de la razón, la
concupiscencia y el deseo de independencia. Puesto que emplea una
cantidad enorme de energía nerviosa, la cual sustrae a las actividades
de meditar, ensimismarse, soñar, preocuparse, amar, odiar.»
Friedrich Nietzsche, Los aduladores del trabajo, 1881
La palabra trabajo proviene del latín tripalium que era un
instrumento
de azote utilizado por los romanos. Una gran cantidad de pueblos a lo
largo de la historia de la humanidad vieron el trabajo como una
circunstancia inevitable para poder sobrevivir, pero nunca tuvo el
carácter de ser un valor en sí mismo. Las sociedades que no formaron
Estado, como las investigadas por el célebre antropólogo Pierre Clastres
(1), resultaban ser sociedades que estando contra el “productivismo”
producían lo necesario para vivir en términos relativamente apacibles.
Por ejemplo, si les entregaban herramientas más eficaces, en vez de
producir más, simplemente las empleaban para producir lo mismo en una
menor cantidad de tiempo.
Este
tipo de sociedades jamás formaron estructuras jerarquizadas como los
Estados modernos, ya que su población siempre se mantuvo belicosamente
movilizada frente a cualquier tipo de concentración en un poder
centralizado. Es el Estado el lugar en que se concreta una sociedad
dividida en clases que puede desplegar diversos sistemas económicos, pasando
por los imperios Inca o Azteca hasta el sistema-mundo capitalista
(centro y periferia económica-cultural y un sistema inter-estado
jerarquizado y una división de clases dentro de ellos) que actualmente
existe. Todo estado implica un etnocidio en el sentido de fagocitar y
destruir culturas, solo el Estado de Chile se construyó sobre montañas
de cadáveres de indígenas, pero lo que hace más profundamente etnocida a
un Estado es el capitalismo, ya que si la acumulación es infinita se
requiere socavar hasta la última fibra de cualquier modo de vida
incompatible, como se puede ver el hecho político antecede al hecho
económico. El trabajo asalariado es ante todo una relación jerarquizada,
en que en algún momento en circunstancias asociadas a incertidumbre, en
términos de supervivencia biológica o psicológica, un grupo determinado
toma por la fuerza el poder y por ende el control sobre los medios o
recursos necesarios para la sobrevivencia.
El
concepto de crecimiento económico parte de la falacia de que es posible
establecer alguna fragmentación entre las especies y el ecosistema que
las contiene (2), por lo que asegurar una armonía con el ecosistema no
forma parte del plan y ese es un despliegue que nos conduce
inevitablemente a un colapso ecosistemico, ideas como la deriva natural
del biólogo Francisco Varela han puesto sólidos
cuestionamientos a esa idea de progreso indefinido. Entonces la
dominación política ya sea una democracia o una dictadura que implica la
jerarquización de la civilización (En la democracia la cuota de
admisión para poder incidir la otorga la cantidad de dinero que poseas)
requiere de individuos fuertemente especializados en áreas muy
específicas, que rara vez tendrán una noción en términos sistémicos de
lo que realizan, la rutina es diaria e impostergable, una letanía
interminable que paulatinamente nos desconecta de la experiencia
inmediata en términos más amplios que la tarea a desempeñar, claro uno
podría ser libre de no desempeñarla a riesgo de precarizar más aun la
situación.
El
despliegue tecnológico para poder generar los ritmos vertiginosos que
requiere el capitalismo por otra parte ha hecho que se pueda prescindir
de una gran cantidad de personas, ese es el ejército de desempleados que
crece día a día en el mundo, que si desea a lo mejor oponerse a la
situación antes descrita, se encontrará con que debe primero asegurar la
supervivencia, mientras aquellos que están puestos en extensas jornadas
laborales debilitados en términos psicológicos y biológicos
difícilmente se tientan a presentar algún tipo de resistencia.
Si
bien hay muchas legítimas demandas laborales, pocas veces se pone en
juego la misma organización social jerarquizada y sus ciclos
productivos, aunque puedan romper nuestros propios ciclos orgánicos, es
necesario tener presente las necesidades particulares porque son
acuciantes, pero no se puede perder de vista el contexto en el que están
insertas. En un momento en la historia de la humanidad la discusión fue
de quien eran propiedad los hijos de los esclavos, tal dilema no se
superó sino que se eludió de una forma elegante, en que todas las
personas nacerían libres e iguales pero no necesariamente con los mismos
derechos sobre el mundo concreto. La revolución francesa cambio las
palabras pero no necesariamente los hechos, ni hablar de la revolución
rusa para ellos socialismo era trabajar y obedecer mucho.
La
desjerarquización de la sociedad significa recuperar un diálogo entre
iguales, no en el sentido de una homogeneidad cultural, sino en un punto
en que podemos reconocer aquellas cosas que tenemos en común y aquellas
que nos hacen diferentes sin que implique una asimetría de poder, tal
idea ha sido tratada con más o menos justicia como utópica. Lo cierto es
que la humanidad, en estos momentos básicamente, es un mero programa
para la producción, eso es la educación hoy en día, es un comportamiento
semejante al de los insectos sociales como las hormigas, en cambio las
posibilidades evolutivas en los primates tienen que ver con diversificar
capacidades, no para generar una asimetría de poder sino para cultivar
un refinado reconocimiento de los estados afectivos de los otros,
sentirlo como otro legítimo. La jerarquización por lo mismo es la
negación de la solidaridad, cada sociedad elige que afectos cultivar, la
nuestra lo hace con el miedo y la administración de los deseos,
principalmente a través de la obediencia y la competencia desencarnada,
se fragmenta a la humanidad en amos y esclavos en distintos grados.
La
empatía o apoyo mutuo o como prefieran llamarla, es una tendencia
cultivable, está inscrita en nuestra biología (3) y aparece en nuestra
experiencia consciente que es la “frontera” entre naturaleza y cultura.
De acuerdo a biólogos como Francisco Varela, es esa experiencia la que
se oscurece cuando repetimos una y otra vez la programación cultural que
alimenta una sociedad jerarquizada, después de todo no estamos mirando,
es la memoria en forma mecánica y automática manifestándose, de ahí el
dualismo mente-cuerpo y las patologías asociadas al estrés crónico, un
camino desde la educación, trabajo o cárcel según sea la necesidad de la
organización social jerarquizada.
Comprender
en forma integral la sociedad jerarquizada, su relación con el
ecosistema, es reapropiarnos de nuestra experiencia consciente desde el
cuerpo, en tiempo presente, es desde ahí que se pueden observar los
condicionamientos sociales en que el trabajo más que ser una manera de
proveerse lo necesario para vivir, pasa a ser la liquidación de
cualquier potencial humano y un gran método de control social, a medida
que la tecnología en vez de emplearse para solucionar los grandes
problemas y preguntas de la humanidad se emplee en perfeccionar la
tecnociencia necesaria para la organización social-económica
jerarquizada, puede ir prescindiendo de una gran cantidad de personas, a
una mitad la va a poner en ghetos con los que se regocijara haciendo
caridad o encarcelándolos y a la otra mitad le dará empleo apaleando a
los marginados.
Tal
vez la primera acción es comprender y ponernos en juego a nosotros
mismos y aquellos hábitos a los que estamos condicionados como es que el
mundo este jerarquizado, a lo mejor desde ahí se puede fraguar un
proyecto emancipatorio fundado en otra ética una más concreta basada en
la horizontalidad y el apoyo mutuo (4).
@de_humanizer
Esta reflexión deliberadamente sintética se puede profundizar en estos textos
(1) http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2014/03/contra-toda-forma-de-dominacion.html
(2) http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2013/10/la-armonia-del-ecosistema.html
(3)http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2013/02/autoliberacion-integral-y-apoyo-mutuo.html
y
http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2013/02/autoliberacion-integral-y-apoyo-mutuo_10.html
(4) http://elvirusdelasubversion.blogspot.com/2014/04/subversion-ciencias-cognitivas.html
Fuente: El Virus de la Subversión
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