Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

jueves, julio 3

Días de vacaciones

 


Al mirar por la ventana, los campos parecen un dibujo hecho por una niña que ha elegido, dedicando el tiempo necesario para tomar una decisión importante, los colores que definen ese mundo lleno de verde visto desde sus ojos. No deja de ser sorprendente la capacidad que tiene la lluvia de generar vida. Estoy llegando al lugar donde pasaré las vacaciones.

Cuando era pequeña, en las épocas en las que no había colegio, mi madre a veces nos animaba a hacer un dibujo mientras veíamos la puesta de sol. Recuerdo lo rápido que cambiaban los colores y lo difícil que me resultaba reflejar todo eso que estaba viendo en un papel. Las cajas de ceras tenían doce opciones y para tener más tonalidades había que probar a pintar un color encima de otro. A menudo el invento resultaba un poco fracaso pero, en la puesta de sol, revolverlos en el tránsito de una tonalidad a otra daba una mezcla perfecta.

Para pintar paisajes, en esas cajas de ceras había solo dos tipos de verde. Oscuro y claro. Y un solo tono de marrón.

Hay diversas publicaciones que hablan de “ceguera vegetal”, haciendo alusión al creciente desconocimiento y falta de aprecio hacia las plantas. No las vemos (más allá del verde homogéneo con el que las niñas y niños pintan los campos en sus dibujos) y, al no fijar la atención en ellas, no conocemos sus diferencias, sus características, sus funciones dentro de los ecosistemas. No sabemos sus nombres.

Tampoco somos conscientes de que la lluvia depende, en un porcentaje altísimo, de ellas. Del proceso de evapotranspiración que forma parte del ciclo del agua. Sin plantas hay menos lluvia. Sin lluvia las semillas no germinan. Así funciona.

Dicen también las personas que han pensado sobre la importancia del reino vegetal, que si no hay vínculo emocional con las plantas, si no las consideramos relevantes, si no las echamos de menos cuando se cubre con cemento la tierra en la que podrían germinar las semillas, no es posible comprometernos con que no desaparezcan. Que es lo mismo que decir que no nos comprometernos con la lluvia.

Las vacaciones. Huir de la ciudad y del suelo cubierto de asfalto para pisar tierra por la que se filtra el agua de la lluvia. Aquí se ve más cerca que la vida humana se sostiene sobre los servicios que ofrecen los ecosistemas con los que hemos coevolucionado durante miles de años. El ciclo del agua, la polinización, la fertilidad del suelo, el reciclaje de nutrientes.

Salir de la ciudad como un pequeño intento de eso. De aprender a ver a las plantas. De aprender de las personas que saben de su importancia porque viven junto a ellas. De saber diferenciarlas. De dibujarlas poniendo la atención en la diversidad de formas, de tonalidades, de especies. Reconociendo su relación con la lluvia.

Salir para reconocernos, junto a ellas, como parte de la trama de la vida.

 

 María González Reyes 

https://www.elsaltodiario.com 



lunes, junio 30

El don de la insignificancia


 

El don de la insignificancia

de la que quise salir llenándome de adornos

de cosas que me señalaran, me titularan, me validaran

como merecedora de ser tenida en cuenta

por los tasadores de mercancía a la venta

en los atrios y en las plazas de poder,

hasta que comprendí que ya llevaba conmigo el aval

y me puse en la fila de los humanos

que intentan ser merecedores de ese nombre.





Begoña Abad. Los dones. Ed. Pregunta, 2025

viernes, junio 27

El arte de no ser gobernado

 

 

En el territorio de las tierras altas que va desde la cordillera del Himalaya hasta Vietnam y la península de Malaca, se extiende una región que James C. Scott llama Zomia. Marcada por su contraste con las llanuras fluviales de cultivo de arroz y los primeros Estados que allí se establecen, Zomia se ha desarrollado durante varios milenios como una mezcolanza de pueblos y gentes que, de forma consciente, han establecido sociedades de base igualitaria en oposición a las formas de dominio, servidumbre y esclavitud tan propias de las llanuras civilizadas. 

La principal característica de estos pueblos es, según Scott, que son «bárbaros por diseño». Su organización social, el entorno montañoso, su horticultura autosuficiente y sus prácticas culturales se han empleado con el fin de proteger a esos mismos pueblos de la intromisión y dominio de los Estados que los circundan.

Contamos con Emmanuel Rodriguez para hablar del libro de James Scott El arte de no ser gobernado

 

linternadediogenes@gmail.com

martes, junio 24

Ursula K. Le Guin: mucho más que ciencia ficción

 


La obra de Ursula K. Le Guin (1929-2018) es reconocida por sus aportes literarios en la ciencia-ficción, como es el caso del llamado ciclo de Ekumen (a la que pertenece la famosa novela Los desposeídos).

Son conocidas las simpatías de Le Guin por las ideas anarquistas, a las que ha definido como las más humanas, complejas e interesantes de todas las teorías políticas.

En gran parte de su voluminosa obra, Le Guin ha plasmado las ideas libertarias de igualdad, cooperación, apoyo mutuo y rechazo de los abusos de poder.

En Los desposeídos, desarrollada en los años 70, la escritora nos ofrece la utopía anarquista convertida en realidad en el planeta Anarres, situado a varios años luz de la Tierra, donde se exiliaron los llamados odonianos después de una revolución fallida para construir un sistema sin autoridad y con la solidaridad como norma básica de conducta.

Con esta obra, se nos demuestra un gran conocimiento de las ideas libertarias, de un modo nada simplista ni maniqueo, ya que el mundo de Anarres no está para nada exento de conflictos humanos, imposibles de erradicar en sociedad alguna.

Los habitantes de Anarres proceden de Urras, del cual se desvincularon ciento sesenta años atrás, un mundo donde se han reproducido los males de la Tierra que conocemos, ya que se encuentra organizado en Estados y con una diferencia abismal entre ricos y pobres. Shevek, gran científico que trabaja en una ecuación que marcará la diferencia para las siguientes generaciones, será el primer habitante de Anarres en visitar Urras y descubrir una realidad para él desconocida.

Los desposeídos de Urras tendrán en Shevek un símbolo de una sociedad mejor, sin gobierno ni explotación económica, por lo que no resulta extraño que los poderosos se esfuercen en esconderlo.

Shevek representa una idea peligrosa para los intereses de dirigentes y privilegiados, la idea del anarquismo convertida en realidad y esperanza para todos los oprimidos, al mismo tiempo que se erige en el individuo que puede trascender las fronteras de desconfianza entre los diferentes mundos.

Además de sus numerosas novelas, fue la autora de una decena de libros de poesía, más de cien cuentos (reunidos en varios tomos), siete colecciones de ensayos, trece libros para niños y cinco volúmenes de traducción, incluyendo el Tao Te Ching, de Lao Tse (debemos recordar la influencia del taoísmo en la cosmovisión de Ursula K. Le Guin ) y poemas selectos de Gabriela Mistral.

El presente documental fue producido con la participación de la propia Ursula K. Le Guin durante más de diez años. Es un viaje a través de la carrera de la escritora y los mundos que imaginó, tanto reales como fantásticos.

En el transcurso de este trayecto, la propia Le Guin empezará a redescubrirse a sí misma y su obra, ahora reivindicada como autora feminista, algo que ha abierto las puertas de la imaginación y ha inspirado a una nueva generación de mujeres escritoras y otros autores marginalizados que han querido abrirse paso en un género tan masculino como ha sido históricamente la fantasía y la ciencia ficción.

En su camino la acompañan otrxs grandes escritorxs del género, como Margaret Atwood o David Mitchell.

Para saber más sobre Ursula K. Le Guin es conveniente leer la profusa entrada que le dedica Wikipedia.

Documental: Ursula K. Le Guin: Una pionera de la ciencia ficción y la fantasía

 

 

Esta película explora la extraordinaria vida y el legado de la fallecida autora feminista Ursula K. Le Guin. Conocida por obras innovadoras de ciencia ficción y fantasía como Un mago de Terramar, La mano izquierda de la oscuridad y Los desposeídos, Le Guin se mantuvo desafiante y al margen de la literatura «respetable» hasta lograr la excelencia en su trabajo. Su fascinante historia nunca antes se había mostrado en una película. Producida con la participación de Le Guin, durante una década, la película es un viaje a través de la carrera de la escritora y su mundo, tanto el real como el fantástico. Este documental fue producido y dirigido por Arwen Curry. Se estrenó en 2018. 

 

 Casa del Pueblo Gijón / Redacción

sábado, junio 21

Érase una vez el federalismo anarquista


 
La historia de las federaciones y confederaciones anarquistas nos acerca a repasar distintas experiencias en el pasado que han practicado uno de los elementos básicos integrantes del anarquismo: el federalismo. La herramienta que pretende asegurar el funcionamiento con autonomía la unión de comunidades autogobernadas. Ese principio federativo lo instaura Pierre-Joseph Proudhon como forma de organización social, y después Mijail Bakunin lo define mejor como forma de organización política.

Ha sido asumido como uno de los principios indiscutibles anarquistas que ha superado la teoría y ha tenido una amplia praxis. En este artículo repasaremos cuatro ejemplos federativos europeos que puedan arrojar claves para la organización revolucionaria anarquista en nuestros días.
 
Federación del Jura, el tiempo exacto de los anarquistas suizos


 
La Primera Internacional de 1864 a 1872 estuvo conformada por diversas federaciones obreras de distintos territorios europeos. La más importante en aquella época fue la Federación del Jura, compuesta principalmente por relojeros de las montañas del norte de los Alpes suizos.
 
Mantuvieron un papel muy activo en el desarrollo de la política anarquista, siendo el más destacado en esta federación el libertario James Guillaume, quien tomase un rol activo en la creación de la Internacional anarquista de Saint-Imier en 1872. Fue el momento en el que la Federación del Jura fue expulsada de la Primera Internacional junto a otras secciones anarquistas tras el Congreso de La Haya de ese mismo año.

Esta federación se había iniciado a finales de la década de los sesenta del siglo XIX, primeramente como una asociación de fabricantes de relojes con convicciones socialistas y antiautoritarias y la influencia posterior de comuneros franceses. Esta extensa y consolidada red de ayuda mutua generaba cooperativas de producción a donde accedían amplios sectores proletarios, pero también manejaban con pulcra destreza el arma de la huelga y la lucha revolucionaria.

Los distintos experimentos de prácticas sociales y su estrategia organizativa posibilitaron que fuese la federación anarquista europea con mayor estabilidad y potencialidad de inserción social en las masas obreras, creando además una red de corresponsales internacionales amplia. Los registros de debates de la federación muestran un elevado sentido de la exactitud y de la disciplina colectiva. Esta labor manufacturera relojera ofrecía unas excelentes condiciones para abordar las luchas políticas y forjar una conciencia social y mejor comprensión de su realidad.

En las montañas del Jura estuvieron como colaboradores algunos de los más destacados anarquistas italianos, alemanes o franceses de esa época, muchos de ellos pasando por ese territorio exiliados y perseguidos. La reestructuración de la industria relojera debido a la mecanización y la emigración de James Guillaume a París en 1878, aceleró la desaparición de la Federación del Jura, que tuvo su último congreso en 1880 antes de disolverse.
 
Confederación Nabat Ucrania, la organización del territorio de la Mahknovia




Entre 1918 y 1920 estuvo liberado un vasto territorio al sur de Ucrania bajo control de anarquistas que luchaban en la guerra civil rusa contra las fuerzas burguesas. Este territorio fue conocido como Mahknovia, debido a uno de sus principales líderes, Néstor Makhno, que dirigía el Ejército Negro, fuerzas militares de autodefensa de la revolución socialista libertaria.

Los anarquistas demostraron en Ucrania a partir de la revolución soviética una destreza implacable en el campo de batalla militar a través del Ejército Negro insurgente, pero también conocían la importancia de la coordinación y crear entidades de poder popular con un programa político y económico socialista. De esta manera surge en otoño de 1918 esa Confederación de Organizaciones Anarquistas Nabat, que significa literalmente en ruso «El toque de alarma».

El movimiento anarquista era fuerte en el territorio ucraniano, y comenzó a recibir a otros anarquistas de Moscú y Petrogrado que huían de la represión bolchevique, estableciéndose el centro neurálgico de esta confederación en Járkov. Estaba integrada por los principales cuadros políticos anarquistas en Ucrania, que al mismo tiempo fueron combatientes pues también conformaban los cuadros militares de los regimientos del Ejército Negro.

La Confederación de Nabat tenía por objetivo unificar un programa revolucionario común que abarcara cuestiones prácticas para organizar la vida en el comunismo libertario. Volin se encargó de coordinar la labor comunicativa, cultural y pedagógica; promovió charlas y conferencias y, además, redactó algunas de las resoluciones básicas de síntesis de las corrientes del anarquismo. Su planteamiento fundamental fue alcanzar el comunismo libertario aboliendo la propiedad privada, sin embargo, la situación de guerra no permitió ampliar los horizontes de esta finalidad, y se mantuvieron pequeñas propiedades campesinas, si bien estas debían responder con su producción a la causa general comunitaria. El Nabat atesoró una experiencia revolucionaria y federalista de relevancia, alcanzando un programa común a los campesinos y obreros ucranianos como autodefensa política frente a las pretensiones burocratizadoras y autoritarias bolcheviques.
 
Federación Anarquista Ibérica, casi plataforma que se queda en síntesis




Fundada en València en julio de 1927, tuvo un ámbito de actuación ibérico, aunque su mayor impacto político fue sobre el territorio español. La FAI nació de la necesidad de aunar esfuerzos para mantener la organización política anarquista en la península ibérica en un tiempo en que acontecía la dictadura de Miguel Primo de Rivera en España y la Dictadura Nacional en Portugal. Se conformaron como una Federación específicamente de ideas anarquistas, e influyeron notablemente en el desarrollo del anarquismo en los años 30 del siglo pasado hasta la consecución de llevar adelante una revolución social en 1936.

La FAI establecía una estrategia de relación con el movimiento obrero y con la CNT orgánicamente a través de la trabazón de sus cuadros militantes, actuando desde un Comité Peninsular mediante diversos grupos de acción revolucionaria, apoyo a presos, relaciones internacionales y prensa. Se configura una organización amplia con horizonte revolucionario pues no se proponen el simple derrocamiento de la monarquía, sino un objetivo emancipador para toda la sociedad conjuntamente.

Desde el inicio de la Segunda República Española en el seno de la CNT se vio una doble vía política: la que marcaba la FAI, plenamente revolucionaria pero con una diversidad amplia de estrategias que la convirtieron en una federación de síntesis y no en una plataforma. Mientras que también estaba la vía del Treintismo, una corriente ideológica y un movimiento propio en el anarcosindicalismo que derivó en la conciliación con fuerzas burguesas, la creación del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, y su vía parlamentaria.
Eran los comités más avanzados de la lucha revolucionaria anarquista, que equilibraban el manejo de la autodefensa de las armas, y la autodefensa a través de posicionamientos políticos avanzados. La FAI la conformaron grupos de afinidad coordinados territorialmente, que desarrollaban una organización estable, y se tomaban decisiones sobre cómo actuar en la realidad social y sindical junto a CNT, dotando de una vía revolucionaria y anarquista al sindicato. La FAI participó de la insurrección de l’Alt Llobregat en 1932, de la insurrección de Zaragoza en 1933, e incluso de la Revolución Asturiana de 1934.
 
Además, miembros de la FAI afiliados a CNT conformarán en la primavera de 1936 los grupos de autodefensa, milicias armadas que ya preveían un golpe de estado militar y la necesaria respuesta obrera que habría de pasar a la ofensiva. Las realidades de cada grupo específicamente y su composición eran muy variadas, por eso construyeron una organización de síntesis, y no una federación con una clara estrategia; y probablemente de haberse realizado, las potencialidades en el 36 para haber llevado a término aquello que no se atrevió la CNT, hubiesen sido mayores y más exitosas.
 
Federación Anarquista Comunista de Bulgaria; organización dual y levantamiento de las masas
 
A veces sorprende cómo procesos de amplio calado social como movimientos de masas organizados en el pasado en Europa hayan quedado en el ostracismo de nuestra memoria. Es el caso de la experiencia de la Federación Anarquista Comunista de Bulgaria entre los años 20 y años 40 del pasado siglo.

Ya en 1903 había tenido lugar la Revuelta Macedonia, que en el territorio de Tracia, al sur de Bulgaria, había proclamado la Comuna de Strandzha frente al Imperio Otomano. Un proceso de emancipación y autogestión de un pequeño territorio temporalmente bajo los principios del comunismo libertario. De aquella derrota surgieron más tarde algunas publicaciones anarquistas en Bulgaria, sin embargo, la Primera Guerra Mundial llevó a prisión a muchos anarquistas que se negaron a participar del ejército nacional. El periodo inmediatamente posterior de Entreguerras supuso un fortalecimiento de los nacionalismos y la ofensiva reaccionaria burguesa. Pero en 1919 nace la Federación Anarquista Comunista de Bulgaria, que llevó a cabo importantes experimentos que involucraron sindicalismo urbano y rural, cooperativas, guerrillas y organizaciones juveniles.

Hasta el golpe de Estado búlgaro de 1923 sus actividades y congresos fueron públicos, y en reacción muchos anarquistas participaron del levantamiento de septiembre contra el gobierno de tendencia ultranacionalista de Aleksandar Tsankov. A pesar de este auge de índole fascista el movimiento anarquista búlgaro continuó su crecimiento en la posterior década debido a la organización en clandestinidad del movimiento campesino, si bien los principales militantes se desplazaron al exilio e incluso lucharon en la revolución y guerra civil española.

En 1944 el régimen fascista búlgaro cayó, estableciéndose la República Popular de Bulgaria, del espectro soviético, y la Federación Anarquista Comunista de Bulgaria (FACB) se restableció e inició la publicación de su propio periódico «Misal Rabotniceska». Sin embargo, desde el inicio el nuevo régimen de tendencia marxista fue implacable en la represión contra el potente movimiento anarquista.

Previamente al congreso del Partido Comunista de Bulgaria en 1948, cerca de seiscientos anarquistas fueron encarcelados para evitar que hubiera ninguna postura comunista libertaria en dicho encuentro político. El anarquismo quedó oficialmente ilegalizado, siendo condenados los anarquistas al exilio o al encarcelamiento en centros de detención. Manol Vassev había sido uno de sus más destacados militantes sindicalistas, fue encarcelado varios años y el día antes de su liberación en 1958 fue envenenado en la prisión.

La represión implacable del régimen prosoviético condujo a la práctica desaparición del movimiento anarquista organizado en Bulgaria, contando con casi 3 mil militantes según la seguridad estatal búlgara. En 1952 se fundó en París una editorial llamada «Nuestro camino», que mantuvo una posición clave en el resurgimiento del anarquismo búlgaro y la conexión a través de la Unión de Anarquistas Búlgaros en el exilio, pero ya jamás tendría la implantación social que había tenido años atrás.

miércoles, junio 18

Vida y legado de una revolucionaria trans negra

 

 

En Miss Major toma la palabra, vida y legado de una revolucionaria trans negra (Katakrak), la veterana y ya anciana activista nos brinda sus reflexiones sobre los vaivenes de las luchas queer, y de las de abajo en general del último medio siglo.
Desde los disturbios contra la policía en Stonewall 1969, en las que participó, hasta los procesos de asimilación e individuación.

Hablamos con Charlie Moya, prologuista del libro

linternadediogenes@gmail.com

domingo, junio 15

La industria del holocausto


Mientras los palestinos mueren hoy en día en Gaza, masacrados por el Estado de Israel, resulta llamativa la cantidad de cultura popular (el cine, mayormente) que sigue recogiendo el horror del holocausto producido, mayormente, sobre el pueblo judío (aunque sea ya un lugar común aclararlo, no solo contra los judíos). Solo en el momento en que escribo estas líneas, en la cartelera española se encuentran los films The Brutalist, premiada obra que hay quien ha calificado de propaganda sionista más o menos justificadora de que cualquier medio sería válido para construir la nación israelí (aunque sea con la sangre de otros), Lee Miller, sobre la fotógrafa de moda que acabó yendo al frente de guerra para recoger en imágenes los desmanes del Tercer Reich, o A Real Pain, situada en la actualidad, con tono de comedia, en la que dos jóvenes recorren Polonia recuperando la memoria sobre sobre el holocausto producido sobre sus ancestros. El paradigma de la obra fílmica más efectista sobre el tema lo constituye quizás La lista de Schindler, firmada por el a menudo sensiblero y superficial Steven Spielberg. El pianista, de Polanski, aporta en cambio algunos interesantes matices sobre la actitud (humanamente comprensible, dado el horror) de parte de la comunidad judía sin caer en ese atroz maniqueísmo. Si echamos un vistazo atrás, todos los años hay un bombardeo constante sobre la misma temática y, ojo, no digo que me parezca mal a priori siempre y cuando se denuncien todas y cada uno de las matanzas y opresiones originadas en autoritarismos de diversa índole.

Para el caso que nos ocupa, me hacen gracia esos cretinos reaccionarios que han señalado la gran cantidad de películas, que supuestamente se realizan en España denunciando el horror fascista que originó el golpe de Estado y la posterior dictadura franquista; siempre diremos lo mismo, ¡no las suficientes! Franco no era Hitler, argumentan esos mismos botarates, y no sé de cuánta extensión debe ser el genocidio para denunciarlo de manera clara. Vuelvo al tema del holocausto judío y se me dirá que todas estas obras mencionadas, en cuya calidad cinematográfica no entro, aportan todos los matices que se quieran, pero en cualquier caso tratan algo histórico sobre lo que creo que existe una conciencia muy extendida. Mientras, otros holocaustos siguen produciéndose en la actualidad. Cae en mis manos un libro que puede aportar algo de claridad, se trata de La industria del holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, escrito ya hace algunos años por Norman G. Finkelstein. El autor, sostiene, que la Shoah (holocausto, en hebreo) se acabó convirtiendo en un discurso ideológico construido para legitimar el sionismo, el Estado de Israel, y a la vez obtener con él beneficios económicos. Uf, como puede suponerse, no se hicieron esperar las acusaciones a Finkelstein de antisemita e incluso negacionista, a pesar de ser él mismo judío hijo de víctimas de un campo de exterminio. Acusaciones idiotas que no caen en que refuerzan esas cada vez más solidas pruebas de que se ha construido todo un relato para blindar las críticas al Estado israelí y justificar todos sus desmanes sobre otros pueblos.

Se señala también que la comunidad judía en Estados Unidos no ha sido, a diferencia de otras, una minoría oprimida, más bien lo contrario. De hecho, parece que no hubo por su parte una atención especial sobre el holocausto antes de 1967, la guerra contra los árabes en la que el Estado de Israel mostró todo su potencia militar, por lo que acabó convertido en un fuerte aliado de Estados Unidos. Los malditos intereses económicos y geoestratégicos sobre los que la (creo que más bien privilegiada) comunidad judía estadounidense al parecer ha estado muy atenta. Quizá un precedente de esta denuncia estriba en Hannah Arendt, en concreto en su obra Eichmann en Jerusalén, donde trató de indagar en los mecanismos psicológicos que apuntalan el horror totalitario (que podría aplicarse a cualquier Estado, por muy democrático que se presente, como es el propio israelí) sin simplificaciones de ningún tipo. Arendt misma, claro, sufrió la acusaciones de rigor por parte de los colectivos de influencia judíos, a pesar de pertenecer ella también a esa etnia. Ha habido otras voces como la de Finkelstein, que han tratado de ser acalladas, que han realizado esa doble denuncia de una supuesta legitimidad sionista para sus desmanes: la del derecho religioso, justificado como pueblo elegido, para adueñarse del territorio palestino, y la que se encuentra también amparada, de manera hipócrita para muchos, en la memoria de la víctimas del holocausto. En cualquier caso, argumentos históricos aparte, resulta digno de reflexión (y de irritación) ese control sobre la cultura popular que llega a las masas, para convertir la conciencia en poco más que parte de un museo, y al mismo tiempo justificar los horrores que se siguen produciendo mientras escribo estas líneas. Pueden irse al diablo los que a mí mismo me acusen de antisemitismo, o cualquier otra estupidez parecida, y seguiremos abogando por una humanidad unida, eso tan bello que los anarquistas clásicos denominaban fraternidad universal, denunciando los diversos poderes políticos, económicos y religiosos.

 

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2025/03/22/la-industria-del-holocausto/

 

jueves, junio 12

Días extraños antes del kaos

 


Una tristeza flota en el ambiente

como un virus

y todo parece congelado

las sonrisas los saludos los abrazos las caricias las palabras

hasta la primavera

todo parece parecerse a un cuadro de Edward Hopper 

desolado desangelado frío

parece que todo se desmorona con un ruido de aplausos de fondo

hay algo que va de mal a peor

y no es el virus ni el miedo ni el confinamiento

es una sociedad que ha creado psicópatas

una sociedad que ha creado gente sin empatía

gente obediente sumisa fascista

pero no es momento de rendirse es momento de rebelarse de la subversión

no es momento de partidos ni de banderas

no es momento de los egos-narcisistas

no es momento de oportunistas

no es momento de mentirosos

no es momento de sacrificios

no es el momento de la rentabilidad

es el momento de la unión no de la fuerza 

es el momento de lo público

no es el momento de las empresas es el momento de las personas

no es el momento de la policía, nunca es el momento de la policía

es el momento de preguntarse

no es momento de levantar muros es momento de derribar muros

es el momento de echar una mano

es el momento de la imaginación no del poder

es el momento del contraataque

no es el momento de superhéroes

no es el momento de amos ni de reyes

no es el momento de linchamientos e insultos

es el momento de cuidarse de cuidarnos

no es el momento de sembrar el pánico

es el momento de sembrar patatas garbanzos ajos cebollas 

no es el momento de mirar para el otro lado

es momento de estar al lado codo con codo

es el momento de la sorpresa

de abrazarnos fuerte

tan fuerte que no quede lugar para la tristeza y la derrota.

 

 

 José Pastor

Poemario Cartografía de la derrota

Editorial francesa Az´art Atelier Éditions.

 

 

 

lunes, junio 9

Autonomía y subsistencia. Una mirada crítica y materialista al concepto de libertad

 

 

"Si bien la modernidad occidental no ha traído la libertad para todas y todos, sí que ha conseguido difundir una concepción catastrófica de la emancipación en la que la exención de las tareas asociadas a la subsistencia, que ha caracterizado siempre a las clases dominantes, ha terminado eclipsando el objetivo original de abolir las relaciones de dominación social."

Junto con Aurelièn Berlan, autor de Autonomía y subsistencia, una teoría materialista y ecosocial de la libertad (Virus), recorremos los orígenes del concepto moderno de libertad, sus implicaciones y contradicciones, así cómo la clase que lo construyó: la burguesía liberal de los siglos XVIII y XIX.

Rebuscando en la historia de las ideas, contextualizando sobre la posición e intereses de quienes las portan, descubriremos que la libertad está asociada a la ilusión, la fantasía de emancipación de las necesidades cotidianas. Y que ese horizonte relaciona esa idea de libertad con la dominación.

¿Está reñido el reino de la libertad con el reino de la necesidad? ¿La idea de emancipación de las izquierdas del siglo XX parten de una mirada burguesa?¿Podemos contraponer otras miradas centradas en la autonomía y la subsistencia? 

 De todo esto hablamos con Aurelièn en La Linterna de Diógenes
 

linternadediogenes@gmail.com

viernes, junio 6

Los derechos de las mujeres en crisis

 


Existe una sensación, con sustento real en algunos países, de catástrofe, de que los derechos conseguidos pueden retroceder e incluso desaparecer. No digo que los derechos no estén en peligro, pero creo que debemos abandonar esa visión catastrofista y enfocar bien dicho peligro y, sobre todo, cómo afrontarlo1.

Para empezar, debo aclarar desde dónde escribo. Lo hago como mujer (dejaré para otro día la cuestión del sujeto que daría para otro escrito) y lo hago desde el feminismo anarquista que acostumbra a ser más partidario de despenalizar, dejar de tipificar como delito una conducta o acción (por ejemplo, la reivindicación histórica del aborto, hoy en peligro de ser penalizado de nuevo) que de regular a través de leyes. Ya lo dijo Hobbes (poco sospechoso de anarquista y de feminista): «Las leyes son limitaciones de la libertad».

No me gustaría que se entendiera que soy contraria a los derechos legales, pero me parece que debemos cambiar el enfoque respecto a su trascendencia, ya que son derechos legales que se incumplen sistemáticamente como todos los demás derechos (constitucionales, derechos humanos, etc.). Quiero intentar (solo intentar) dar sentido a cosas que no tienen nombre, eso siempre es muy arriesgado

Puesto que no soy partidaria de leyes por lo que conlleva de limitación de la libertad (un riesgo que trataré de sortear: coincidir con el neoliberalismo o, peor, con el tecnofascismo), los derechos solo importan cuando los reclamamos, los usamos y los superamos en busca de nuevas reclamaciones y libertades; solo importan si nos instan a seguir adelante. Es decir, no deberíamos considerar como puerto de llegada el reconocimiento de un derecho. Los derechos no son «cosas» para distribuir desde arriba, desde el Estado, sino demandas de algo más que surgen desde abajo. No son «cosas» sino relaciones sociales y como tales no son algo que tenemos, sino que hacemos cada día, sin esta agencia los derechos son frágiles y dependen de los cambios de gobierno o de la voluntad de la justicia burguesa.

Los derechos solo tienen sentido si las personas involucradas están en posición de reclamarlos y defenderlos. La libertad, como los derechos, es algo que solo puede ser garantizado por las mismas personas que los reclaman. Las prácticas feministas de lucha política y social no se pueden confundir con la institucionalización de los derechos o la igualdad formal, por ello «la política de proclamar los propios derechos, por muy justa u hondamente sentida que sea, es una clase subordinada de política»2. Las prácticas de libertad política crean, mediante el discurso y, especialmente, mediante la acción, un espacio subjetivo intermedio que, en ocasiones, excede el espacio institucional. Solo cuando se produce esa situación de fuertes movilizaciones y luchas se consiguen ampliar los espacios de libertad y autonomía de las mujeres que, a veces, quedan regulados en forma de derechos, sin ser este su objetivo fundamental.

Un rasgo de los derechos legales es su tendencia a deteriorarse en artefactos legales muertos y hasta en instrumentos políticos peligrosos cuando pierden conexión con las prácticas de libertad feministas. No podemos compartir, como ya hemos explicado, las posiciones de un sector del feminismo que ha aceptado la estrategia de que un cambio social se basa en los derechos legales.

Así mismo, no podemos dejarnos cegar por las respuestas jurídicas y centradas en el Estado a las preguntas políticas y sociales que nos hacemos como feministas y haríamos bien en dar protagonismo a lo que las mujeres podemos y no podemos lograr en nuestras luchas al margen de la legalidad institucional.



Laura Vicente

Publicado en Pensar en el Margen

Este texto forma parte de un artículo más largo titulado: «Cambio social y derechos legales» de próxima aparición en la revista Crisis de Zaragoza. ↩︎
Afirmación con la que coincido, pese a no compartir muchos de los postulados del Colectivo de la librería de mujeres de Milán, Sexual Difference; citado en Linda M. G. Zerilli (2008): El feminismo y el abismo de la libertad. Buenos Aires, FCE, p. 187. ↩︎

martes, junio 3

Tecnoesclavitud

 


Google es el Gran Hermano,

Amazon, el yonki que te consigue lo que quieras,

YouTube, la bola de cristal que certifica que existes,

Zuckerberg, el friki de clase que no se comía nada, 

Apple, el pijo progre, 

Microsoft, el que copiaba los trabajos 

y los presentaba como suyos, 

Tiktok, el colega hiperactivo que no te escucha, 

Alibaba, el que no podría tener mejor mote,

y Spotify, el que te deja tocar en su bar, 

no te paga, pero así te promocionas;

Y nosotros quienes trabajamos para todos ellos,

a tiempo completo y sin sueldo.


Germán Ferrero. Presente Canibal. Ed. Lentas, 2024

sábado, mayo 31

Cómo dejar de ser víctimas de la espera. Acerca de Las sublevaciones de la tierra


 

El gesto radical, situado y multiplicado, se transforma en acción directa y de masas. Se trata de “Golpear fuerte y dónde haga daño”, aseguran en su manifiesto.

Estamos a la espera. Día y noche. Los acontecimientos se suceden unos a otros, y los deglutimos sin apenas protestar. Pandemia del covid, guerra de Ucrania, genocidio de Palestina, catástrofes naturales que asolan la Tierra… Tragamos todo lo que nos echen, incapaces de vomitar, encadenados a una impotencia de la que no conseguimos deshacernos. Lo posible distrae durante unos instantes y, finalmente, siempre ahoga. Lo imposible no es más que esta realidad despótica que, poco a poco, se ha impuesto. Estamos a la espera. Depositamos una esperanza absurda en un colapso final. Nos hundimos en una noche teñida de melancolía. El mundo se ha cerrado sobre sí mismo, y los inquilinos de la casa nos conocemos muy bien. Los fantoches neofascistas han cerrado la puerta de salida, mientras se apresuran a dividir la tierra en zonas de influencia.

La revolución conservadora supone la culminación de la etapa neoliberal del capitalismo que se inicia después de la derrota obrera de finales de los setenta. Ya no somos los espectadores entretenidos de la antigua sociedad del espectáculo, ahora se nos reserva el estatuto de víctima en el interior de un espacio horadado por las fronteras. Los Estados-guerra con aspiraciones imperialistas se combaten entre ellos, mientras cae la lluvia ácida, el hielo ártico se funde y gigantescos incendios no perdonan ni las casas de los ricos. La militarización del territorio y la despolitización de la sociedad trabajan conjuntamente para agrandar el desierto circular. Nosotros, a cambio, sobrevivimos. Tenemos la seguridad que nos dan las pequeñas jaulas en las que estamos metidos, y también el espejismo que ofrece la idea de pertenencia a una nación. La ley de la selva se cumple a la perfección cuando las víctimas se disputan una migaja de reconocimiento.

El gran éxito de la actual revolución conservadora consiste en presentar su avance como portador de una irreversibilidad que no admite discusión. Es más, el neofascismo, y eso ocurre en sus distintas variantes, posee una inmensa capacidad de ridiculización y menosprecio. Cuanto más banal, estúpido, y criminal, más difícil resulta de contrarrestar porque -tenemos que reconocerlo- el capital ha sabido apropiarse de las palabras con las que nombrábamos tanto la subversión como la libertad. La partición efectuada ha sido implacable. Supervivientes son quienes se han ganado un puesto en el mercado de la Vida y se merecen una existencia. Víctimas son quienes, desposeídos de la fuerza de dolor que les habita, han interiorizado el miedo y la culpabilidad. Su odio de clase se ha extraviado y apunta al otro. La obviedad hecha de mentiras repetidas que caracteriza el neofascismo aniquila su pensamiento. Solo aspiran a que se les deje vivir. Porque no esperan ya nada, están a la espera.

La condición de víctima que la revolución conservadora impone amordaza también al propio pensamiento crítico y bloquea las prácticas de transformación social. Cuando se acepta el terreno de juego que el neofascismo establece- por ejemplo, que la inmigración es un problema o que la emergencia climática no es tan grave- es muy difícil impugnar la realidad y plantear algún modo de resistencia. La renuncia a toda experimentación, la desconexión respecto a la memoria histórica y, sobre todo, la falta de osadía, conducen necesariamente a adaptarse. A buscar excusas en la confusión. A bajar la cabeza y a cubrirse los ojos. “Quien no espera lo inesperado no llegará a encontrarlo por no ser ni escrutable ni accesible” afirmaba Heráclito hace mucho tiempo. No sabemos qué es lo inesperado ni tampoco si al interrumpir la marcha suicida del mundo, podría salvarnos. Lo que sí sabemos muy bien es que la política no puede aprehenderlo. La política en la actualidad funciona como esencialmente despolitizadora y no es algo muy distinto de una gestión empresarial. El neofascismo al concebir, por su parte, la política como guerra y utilizar a su favor las estructuras formales de la llamada democracia representativa, anula aún más si cabe la existencia del espacio político. No hay margen para la negociación. El posibilismo que carga con el miedo y la ausencia de ideas no puede morder la realidad ni detener a una extrema derecha que se ríe a carcajadas.


Y, sin embargo, lo inesperado está ahí escrito en el muro cuando se agrieta: “Somos las sublevaciones de la tierra. Somos la tierra que se subleva”. Para encontrar lo inesperado no hay que desenterrarlo, pues no está oculto bajo las ruinas. Basta escuchar el grito de la sangre anonadada. Abandonar el lugar de víctimas de la espera que se nos asigna y acoger la fuerza del dolor. Eso es lo que ha hecho y hace el movimiento francés de Les Soulèvements de la terre. Contra los dueños del ruido no han opuesto palabras de súplica que demandan comprensión. Tampoco un silencio que callaría demasiado. Lo que han realizado es una crítica de la política basada en el desafío. Pero hay que explicar antes que nada cuál es el origen de los Soulèvements de la terre. Este movimiento no se crea en ninguna mesa de partidos ni como resultado de una decisión burocrática. Se formó a partir de las primeras 200 personas que el año 2021 se constituyeron en una ZAD (Zona a Defender) y lucharon para evitar la construcción de un aeropuerto en Notre-Dame-des Landes. Cuando el 25 de marzo del año 2023 se reunieron para impedir la construcción de un megaembalse en Sainte-Soline, el número de manifestantes alcanzaba ya los 30.000. Reprimidos brutalmente durante horas, las fuerzas del orden causaron más de doscientos heridos, cuarenta manifestantes gravemente mutilados y dos personas en estado de coma. A los pocos días, el Estado francés reaccionó planteando la ilegalización del movimiento. ¿Por qué se produjo ese crecimiento inaudito y la posterior propuesta de ilegalización que, finalmente, fue suspendida debido a las reacciones suscitadas?

La respuesta es compleja y, a la vez, simple. Compleja porque habría que tener en cuenta tanto la crisis de la izquierda francesa como las numerosas luchas (ZAD diversas, chalecos amarillos etc.) que, de alguna manera, son antecedentes de este movimiento. Simple porque su práctica, al estar completamente separada de toda política vieja o nueva, consiste sencillamente en poner el gesto radical en un primer plano. Pero ese gesto radical que inventan no se despliega en un ámbito simbólico, sino que se concreta en tres tipos de acciones que, como ellos afirman, “bajan la ecología” al mundo real: 1) Bloqueo de las infraestructuras que permiten los desastres ambientales. 2) Desmantelamiento colectivo y festivo de las industrias tóxicas. 3) Ocupación de tierras.


De esta manera el gesto radical, situado y multiplicado, se transforma en acción directa y de masas. Se trata de “Golpear fuerte y donde haga daño”, aseguran en su manifiesto. Huir de los desfiles reivindicativos que sólo amplifican la resignación y nos condenan a ser víctimas de la espera. Combinar alegría y desesperación para conseguir, por lo menos, pequeñas victorias que empujen a seguir adelante. La pregunta tradicional acerca de quién es el sujeto político queda borrada, como asimismo la cuestión de la violencia. Les Soulèvements de la terre no defienden la naturaleza, son la naturaleza que se defiende. Red, movimiento, y también, organización política. Todo a la vez. El gran mérito suyo es haber sabido sustentar el gesto radical sobre una composición de las diferencias que tiene que ser inteligente y, a la vez generosa. No en vano, rechazan ser un frente o una alianza de grupos políticos. Marx defendía que “la revolución social del siglo XIX no puede extraer su poesía del pasado, sino sólo del futuro1. No puede ella misma dar comienzo antes de desprenderse de toda la superstición del pasado”. Por unos momentos, y esa es la enseñanza fundamental, parece que Les Soulèvements de la terre han hallado modos concretos para deshacerse de estas supersticiones que, en el fondo, no son más que repeticiones cansadas de caminos cerrados.

 

Santiago López Petit / Zona de Estrategia


  1. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Madrid, 2003, pg. 37 ↩︎

 

 

miércoles, mayo 28

La danza de las luciérnagas. Vivir, pasar y morir en la frontera del Bidasoa

 



 

En verano de 2018, el Bidasoa se cierra para las personas migrantes. Vuelven el control, la vigilancia, la batida; se despliega la violencia. Pero la frontera no acaba en una línea estática que separa estados: se desplaza como línea móvil sobre los cuerpos que huyen, impregnando su piel. Hablamos con Ignacio Mendiola, autor de La Danza de las Luciérnagas (Katakrak), donde describe qué sucede en esa frontera entre el estado francés y español. Los controles, la persecución, pero también las solidaridades que se tejen a ambos lados de esa frontera racializada.

linternadediogenes@gmail.com

domingo, mayo 25

Demofascismo y terrorismo

 


La idea que la mayoría de la gente tiene del terrorismo es que este consiste en poner bombas y tirotear personas. El terrorismo es a veces eso, pero no sólo eso. Aunque no existe una definición comúnmente aceptada de terrorismo,1 lo cierto es que constituye un fenómeno que presenta una serie de elementos característicos. De entre estos elementos, el que quizás lo define mejor es que el terrorismo busca de forma deliberada crear terror en sus víctimas por un motivo de carácter político, para lo que se vale del uso de la violencia o la amenaza creíble de utilizarla contra personas y objetos, todo ello para conseguir un cambio en la conducta de la población o de los gobernantes que permita la realización de los objetivos de quienes protagonizan los actos terroristas.2

Por otro lado, suele asociarse el terrorismo con grupos insurgentes que desarrollan acciones violentas de diferente naturaleza, tanto contra objetivos institucionales como civiles. Sin embargo, esto no deja de ser una visión limitada del terrorismo. Aunque es cierto que el terrorismo implica un tipo de violencia política específica, esta no se circunscribe a actores no estatales que desarrollan alguna forma de insurgencia. En lo que a esto respecta, la violencia terrorista es una forma de guerra irregular en la que pueden participar tanto actores no estatales, a veces con el apoyo de algún Estado, como actores propiamente estatales, normalmente de manera encubierta, que utilizan métodos no convencionales de violencia para contrarrestar las capacidades tradicionales de un oponente con el objetivo de erosionar su poder, influencia y voluntad.3

Así pues, el terrorismo abarca varios elementos constitutivos que son la violencia en el marco de una confrontación que puede catalogarse como guerra irregular; los blancos de esa violencia—personas y objetos; los objetivos de naturaleza política que pretenden alcanzarse a través de la violencia o de las amenazas creíbles de su uso; y la audiencia a la que van dirigidas esas acciones con la finalidad de afectar a su estado de ánimo.4 Este último elemento es particularmente característico del fenómeno terrorista, pues el mismo concepto hace referencia al terror como principal consecuencia de las acciones de los grupos terroristas.
Aunque las prácticas terroristas se retrotraen a la Antigüedad, los antecedentes modernos más inmediatos del terrorismo se encuentran en la revolución francesa. Durante este periodo tuvo lugar el llamado régimen del terror entre 1793 y 1794 que consistió en el uso sistemático de la violencia para eliminar físicamente a los opositores y disidentes del gobierno revolucionario, así como para infundir terror en la población. Lo significativo de todo esto, además del uso del terror con fines políticos a una escala masiva para amedrentar a oponentes y al público en general, es que el terrorismo constituyó una práctica institucional en la Francia revolucionaria impulsada por sus dirigentes, y no el resultado de acciones de grupos terroristas en la sociedad.

El terrorismo, a través de la violencia o de amenazas creíbles de su uso, persigue crear un miedo intenso sobre una determinada audiencia para conseguir sus objetivos políticos. Esta práctica es adoptada por grupos específicos que operan dentro de la sociedad, pero también por regímenes políticos de la más diversa naturaleza. De este modo, el terror se convierte en un instrumento político, en un arma psicológica en el marco de unas operaciones propias de una guerra irregular. Así, el presente artículo se propone examinar el fenómeno terrorista, y concretamente el uso político del miedo en el contexto actual del debate en torno a la inmigración. El texto se centra en el uso del terror por las democracias, y el papel que el terror desempeña en la acción política de grupos extremistas, tal y como sucede con grupos e individualidades neonazis y de extrema derecha, como con colectivos rojipardos o fascistas rojos como los demofascistas españoles organizados en la Revolución Integral (RI).5

Democracia y terrorismo

El debate sobre la inmigración ha adquirido un carácter inédito en los últimos años, al menos si se presta atención a la aparición de opciones políticas que abogan abiertamente por deportar a una cantidad ingente de inmigrantes, tal y como sucede con Donald Trump en EE.UU. En este sentido, el discurso público refleja una radicalización de las sociedades democráticas y sus sistemas políticos al virar hacia posturas en las que el terror se ha establecido como instrumento político contra los inmigrantes, al mismo tiempo que se aboga por medidas drásticas contra amplios segmentos de la población extranjera. Se trata de un fenómeno que es nuevo para las generaciones actuales, pero que ya tiene sus antecedentes.

La administración de Dwight Eisenhower ya puso en marcha en la década de 1950 la conocida como “Operation Wetback”, que consistió en un programa de deportación de inmigrantes implementado por el entonces fiscal general de EE.UU. Herbert Brownell. Este programa utilizó tácticas de tipo militar para expulsar a los inmigrantes mexicanos asentados en EE.UU., algunos de ellos con la ciudadanía estadounidense. Se trataba en su mayor parte de inmigrantes legales que se adhirieron a los programas migratorios de la primera mitad del s. XX—como el “Bracero Program”, que era un acuerdo entre los gobiernos de EE.UU. y México—,6 especialmente durante la Segunda Guerra Mundial para sostener la economía de guerra en un contexto en el que gran parte de la mano de obra local había sido reclutada por el ejército y desplazada fuera de EE.UU. a los teatros bélicos del Pacífico, Europa y África. Los trabajadores mexicanos suplieron esa escasez de mano de obra en el mercado estadounidense.

Tras el fin de la guerra y el licenciamiento de las tropas estadounidenses, la economía de EE.UU. no podía absorber la reincorporación de los veteranos de guerra al mercado de trabajo, por lo que la expulsión de los mexicanos se convirtió en una necesidad imperiosa para mantener la estabilidad social y económica del país. En estas condiciones es en la que se lanzó la operación antes mencionada previa solicitud del gobierno de México debido a su preocupación por las entradas ilegales de trabajadores mexicanos en territorio estadounidense. Así es como se combinaron unas condiciones socioeconómicas extraordinarias derivadas del final de la Segunda Guerra Mundial, y el papel de la inmigración irregular en la frontera entre México y EE.UU. que fue motivo de preocupación a ambos lados de Río Grande.7

La operación ejecutada por el gobierno de EE.UU. deportó a una cantidad notable, aunque no determinada, de mexicanos. Sin embargo, la mayor parte de los que dejaron el país, quizá en torno a un millón en total, lo hicieron por su propio pie debido a la campaña mediática de intimidación que se implantó en la sociedad estadounidense, así como el clima de hostilidad proyectado por las propias autoridades federales. El gobierno se valió de la propaganda con la publicación de un informe en el que acusaba a los inmigrantes, sin prueba alguna, de ser los responsables de muchos de los problemas económicos del país. Los trabajadores mexicanos fueron acusados de robar empleos a los estadounidenses y de traer consigo la muerte y la enfermedad al país de acogida.8 Asimismo, la presencia de inmigrantes fue presentada como una invasión, además de ser asociada con la infiltración de comunistas a través de la frontera sur. Sin duda, se trata de una dialéctica muy parecida a la utilizada por Donald Trump en nuestros días.

Si algo caracterizó la campaña de Eisenhower fue su esfuerzo para difundir el plan del gobierno en relación con los inmigrantes. El objetivo, según los historiadores, era una ofensiva de relaciones públicas para presionar a los inmigrantes que se encontraban ilegalmente en el país a huir en lugar de arriesgarse a que sus familias fueran capturadas en redadas sorpresa. Algunos historiadores afirman que podrían haber abandonado voluntariamente EE.UU. el doble de inmigrantes de los que fueron deportados. La cuestión en todo esto es que se utilizó el miedo para infundir terror entre los trabajadores mexicanos quienes, al comprobar la atmósfera cada vez más hostil que estaba generándose en torno a ellos, optaron por irse de EE.UU. ante el temor de ser deportados.9

La política de la administración Trump en materia migratoria está recurriendo a prácticas similares a las de la administración Eisenhower, algo que ya fue avanzado por el propio Trump durante la campaña electoral cada vez que abordaba la cuestión de la inmigración. La dialéctica hostil, al acusar a los inmigrantes de ser criminales y de manchar la sangre de los americanos, y sus intenciones de deportar a al menos 11 millones de foráneos que se cree que pueden estar residiendo de manera irregular en EE.UU., forman parte de una estrategia mediática dirigida a aterrorizar a la población inmigrante. Esto es especialmente claro en relación con los intentos del gobierno federal de poner fin a los denominados santuarios de inmigrantes, es decir, aquellos lugares en los que la jurisdicción local favorece de algún modo la presencia de inmigrantes y donde no se aplican por parte de las autoridades locales las órdenes federales en materia migratoria. Las amenazas de la administración federal y, en general, la determinación de las autoridades de deportar a la mayor cantidad de inmigrantes posible hizo que el miedo se extendiese entre los inmigrantes en Chicago, hasta el punto de que optaron por no salir de sus casas.10

Indudablemente, el terror como instrumento político responde a la voluntad de los dirigentes estadounidenses de crear una atmósfera social y política hostil hacia los inmigrantes. Por medio de una imagen de fuerza y determinación, el gobierno de EE.UU. no sólo busca que los inmigrantes se vayan por su propio pie, sino que intenta disuadir la llegada de nuevos inmigrantes, especialmente irregulares. De esta forma, se trata de presentar un escenario sumamente adverso para los inmigrantes que les haga reconsiderar la entrada en el país. En cualquier caso, esto demuestra que el terror constituye una herramienta de la práctica política institucional de las democracias, y que no es exclusiva de los regímenes dictatoriales o totalitarios en los que suele hacerse un uso extensivo de la violencia para alcanzar los objetivos del Estado, lo que incluye diferentes prácticas dirigidas a infundir miedo en la población a través de propaganda, persecuciones, etc.

Así pues, el uso del terror es algo también presente en los regímenes democráticos, al igual que el terrorismo. No hay que olvidar el terrorismo de Estado practicado por la democracia española a través de los GAL, y que estuvo dirigido a aterrorizar a la disidencia política vasca y sus aledaños ideológicos. En este caso, el Estado español recurrió a procedimientos criminales para neutralizar no sólo a ETA, sino también para amedrentar a los integrantes del MLNV en un contexto social y político de particular agitación como el de la década de 1980. Sin embargo, las democracias estadounidense y española no son las únicas, como lo demuestra el caso de Italia durante los años de plomo y la estrategia de la tensión, con la participación de los servicios secretos italianos en la comisión de atentados de diferente naturaleza con la finalidad de crear pánico en la población e instalar una atmósfera en la que la opinión pública reclamase la instauración de un gobierno fuerte.
Si las democracias son, como así lo han demostrado, capaces de recurrir al terror para conseguir sus propios objetivos, no sólo deja en evidencia al mismo tiempo la hipocresía de estos regímenes que no dudan en arrogarse una superioridad moral que carecen, sino también su carácter tiránico y despiadado cuando las condiciones políticas así lo requieren. Por tanto, ¿qué cabe esperar de sus más acérrimos partidarios que aspiran a instaurar una democracia totalitaria fundada en la tiranía de la mayoría y que, además, son abiertamente hostiles hacia los inmigrantes?11 Eso es lo que se aborda a continuación.

Demofascismo y terrorismo

Los demofascistas identifican el “demos” con el “etnos”, es decir, en la comunidad política que aspiran a instaurar sus miembros lo serían en virtud de su común pertenencia étnica: los genes blancos europeos. Todo esto está ligado al etnonacionalismo que profesan, y que implica un discurso hostil hacia los inmigrantes al considerarlos una amenaza existencial para los europeos blancos. De hecho, los inmigrantes son un instrumento crucial para la consumación del genocidio blanco, teoría conspiracionista adoptada por los nazis y desarrollada por los supremacistas blancos estadounidenses, la cual ha encontrado su reformulación en la teoría del gran reemplazo o sustitución étnica de Renaud Camus, intelectual francés de extrema derecha. Los demofascistas hacen suya esta teoría y abogan abiertamente por expulsar a todos los inmigrantes del continente europeo para llevar a cabo así una limpieza étnica de dimensiones colosales.12

Como ya se ha explicado en otra parte,13 esa limpieza étnica que pretenden realizar los demofascistas conduciría irremisiblemente a una guerra racial en la que el uniforme de los combatientes sería el color de su piel. De hecho, los demofascistas ponen de ejemplo los disturbios desatados en Dublín y Reino Unido en 2023 y 2024 respectivamente, de modo que constituyen un ejemplo a seguir que, según su interpretación de lo acontecido en estos lugares, confirma su estrategia. Esto conduce a los demofascistas a exaltar la violencia contra los inmigrantes y a hacer llamamientos abiertos hacia la comisión de actos violentos contra este colectivo y contra los que se oponen a sus objetivos políticos, o que prestan algún tipo de ayuda o colaboración a los inmigrantes.

Dada la estrategia violenta que los demofascistas han adoptado, han comenzado a recurrir al arma típica en este tipo de situaciones, que no es otra que el terror. Sin embargo, antes de continuar, es necesario aclarar la íntima conexión que existe entre las ideas y objetivos de los demofascistas—cuyo sustrato ideológico subyacente tiene su origen en el nazismo y los círculos de la extrema derecha—y la estrategia violenta que pregonan. De esta forma, se pretende aclarar cómo las ideas que defienden son coherentes con los medios que plantean adoptar para su materialización, para lo que van a examinarse algunos ejemplos que confirman este extremo y las consecuencias que puede acarrear la adopción del terror como arma política de su estrategia.

Un caso bastante claro que refleja a dónde conducen las ideas que pregonan los demofascistas es el del terrorista neonazi noruego Anders Behring Breivik, quien en 2011 protagonizó una serie de ataques en los que asesinó a 8 personas al detonar una furgoneta en Oslo para, posteriormente, matar a 69 personas que participaban en un campamento de verano en Utøya. Este individuo publicó un manifiesto en el que describía su ideología política, la cual incluye la deportación de todos los musulmanes en Europa. Al igual que los demofascistas, Breivik asume la teoría de la conspiración de Eurabia, según la cual existe un plan secreto para islamizar el continente europeo. Las acciones de Breivik tenían como objetivo, por un lado, dar a conocer su manifiesto e ideas, y por otro, infundir el terror entre quienes considera enemigos de su causa. En cualquier caso, Breivik confirma la conexión directa entre sus ideas políticas y sus acciones terroristas, siendo el terror un instrumento político para promover su causa. Todo esto refleja hasta dónde pueden conducir ciertas posiciones políticas extremistas.

Junto al caso de Breivik hay otros aún más explícitos en relación con las ideas que indujeron a sus protagonistas a desencadenar diferentes atentados terroristas. Ideas que, una vez más, hay que recordar que son exactamente las mismas que defienden los demofascistas. Esto es lo ocurrido con el neonazi y supremacista blanco estadounidense Dylann Roof, quien asesinó a 9 personas afroamericanas en la iglesia metodista episcopal de Charleston, en Carolina del Sur, en junio de 2015. Su autor fue impulsado a cometer este atentado motivado por la creencia de que existe un genocidio blanco en marcha, y que los negros pretenden dominar el mundo.14 Con su acción, Roof pretendía iniciar una guerra racial como procedimiento necesario con el que garantizar la continuidad de la raza blanca.15 No hay que olvidar que los demofascistas también creen que existe un complot de los negros con los “poderes planetarios” para dominar el mundo, y que también hay un genocidio blanco en curso que exige expulsar a todos los inmigrantes del suelo europeo,16 lo que constituye una limpieza étnica masiva que sería llevada a cabo por medio de una guerra racial al instigar la violencia contra todos los que no son blancos europeos.17

En otro lugar se encuentra el caso del neonazi australiano Brenton Harrison Tarrant, quien asesinó a 51 personas e hirió a otras 49 en el asalto a la mezquita de Christchurch en Nueva Zelanda en marzo de 2019. En este caso, Tarrant no sólo elogió a Breivik y sus ideas como fuente de inspiración,18 sino que, además de esto, redactó su propio manifiesto, titulado The Great Replacement, en el que expone sus creencias políticas. Entre las principales ideas que articulan la narrativa ideológica de Tarrant se encuentra la teoría del gran reemplazo y el genocidio blanco. Tarrant aboga en su manifiesto por la expulsión de todos los inmigrantes que pueblan territorio europeo al considerarlos unos invasores. A esto se suman sus ideas contra los musulmanes con los que estaba obsesionado a raíz de los atentados protagonizados por islamistas, además de su afinidad a las ideas de Breivik sobre esta cuestión, todo lo cual le condujo a cometer la matanza de la mezquita de Christchurch.19 Estas son, en definitiva, las mismas ideas que sostienen los demofascistas españoles, y que se encuentran recogidas en su propaganda.20

En otro lugar está el caso de Patrick Crusius, responsable del tiroteo en un supermercado en El Paso en agosto de 2019, en el que asesinó a 23 personas e hirió a otras 22. Crusius publicó un manifiesto en internet titulado The Inconvenient Truth en el que, además de mostrar su apoyo a Tarrant, aludía a la teoría del gran reemplazo de Camus en relación con la presencia de población hispana en Texas.21 La narrativa de Crusius sigue la misma lógica que la mencionada teoría conspirativa: los hispanos son unos invasores que amenazan gravemente a la población blanca local, lo que significa, en definitiva, el reemplazo de un grupo racial—los blancos—por otro, hispanos, pero también negros, etc. Desde el punto de vista de Crusius, el tiroteo no fue otra cosa que un “incentivo” para que los hispanos abandonen el país, lo que está ligado, como se ha explicado antes, a la limpieza étnica como objetivo, de cara a crear una comunidad étnicamente homogénea, y a la guerra racial como instrumento para conseguir dicho fin. En suma, el uso del terror como medio político para intimidar a quienes se consideran enemigos para, de este modo, forzar su huida del país.

Tal y como se puede comprobar a partir de los casos anteriores, una serie de ideas articuladas en una narrativa conspiracionista que plantea como objetivo la construcción de una comunidad política étnicamente homogénea, empuja a sus adherentes a cometer actos de terror en los que este es instrumentalizado políticamente para conseguir sus objetivos últimos. La guerra racial es en todo esto un medio válido para conseguir ese objetivo final de limpieza étnica para poder garantizar la supervivencia de los blancos frente al genocidio y exterminio al que están siendo sometidos debido a la invasión de otras razas, el mestizaje y el declive de la natalidad.

Los demofascistas españoles no sólo comparten las ideas de los asesinos de masas antes mencionados—genocidio blanco, teoría del gran reemplazo y teoría de la islamización—, sino que también comparten sus métodos. Esto es así en la medida en que llevan a cabo una exaltación explícita de la violencia contra los inmigrantes, y la justifican como un medio legítimo para garantizar la supervivencia de los blancos europeos frente a la invasión de otras razas. Los demofascistas lo expresan claramente al señalar que las oleadas de violencia que se desataron en Irlanda y Reino Unido en 2023 y 2024 respectivamente son el camino a seguir: “Con once coches de policía incendiados, residencias de emigrantes en llamas, buena parte de las calles de la ciudad ardiendo y cerca de un centenar de detenidos, Dublín marca el camino”.22 Lo acontecido en Dublín “es el comienzo de la batalla en las calles de las ciudades y pueblos de Europa por su continuidad étnica, cultural y lingüística, así como por su supervivencia física”.23

La retórica demofascista no puede ser más incendiaria y explícita al hacer llamamientos directos al uso de la violencia contra los inmigrantes para expulsarlos de Europa. Su línea de acción es “tirarse a la calle con el máximo de energía (hemos de ser combatientes, no manifestantes) en cuanto los musulmanes fascistas perpetren un nuevo crimen, o cuando haya traídas masivas de emigrantes, etc.”24 De este modo, lo acontecido en lugares como Dublín legitima tanto su programa político al mismo tiempo que valida su estrategia política: “Tomar como ejemplo a seguir el gran alzamiento en pro de la continuidad de las etnias europeos realizado por el pueblo de Dublín en noviembre de 2023, saliendo a la calle a combatir y pelear, cuando algún europeo sea asesinado por musulmanes fascistas, en el caso de avalanchas fuerte de emigrantes, cuando algún gran canalla institucional defienda en público el acto genocida migratorio, etc.”25 Así, se anima a “constituir por todas partes grupos de autodefensa, para la supervivencia de las etnias y los pueblos de Europa”.26

Los demofascistas demuestran la existencia de una relación directa entre sus ideas políticas y las líneas de acción que plantean para materializarlas, las cuales son coincidentes en todo lo esencial con las de los terroristas mencionados anteriormente. La diferencia es que los demofascistas no abogan por acciones individuales como las de Breivik, Tarrant, Roof y Crusius, sino que plantean una insurrección popular que desencadene una guerra racial. Indudablemente, las acciones violentas que pretenden llevar a cabo en cuanto dispongan de las capacidades necesarias y se presente la ocasión adecuada no pueden desligarse de los efectos psicológicos que llevan aparejadas. En lo más fundamental su estrategia consiste en aterrorizar a los inmigrantes para forzar su expulsión de suelo europeo. Un terror que se pretende utilizar por medio de la violencia y de toda clase de intimidaciones, lo que es, además, extensible a quienes se presten a colaborar de alguna manera con los inmigrantes y, por tanto, a ser cómplices del genocidio blanco. En este sentido, los demofascistas plantean una estrategia colectiva del terror, protagonizada por las masas organizadas en grupos violentos, en lugar de individualidades concretas desatando su furia en acciones puntuales, aunque muy impactantes. Por esta razón, la estrategia demofascista es aún más peligrosa si cabe, pues consiste en un proceso de movilización de la población que se retroalimentaría a sí mismo, y que propone un nivel de sistematicidad mucho más elaborado que el que puede esperarse de meras acciones individuales. El gran escollo para algo así es la falta de adherentes y, sobre todo, el rechazo que suscitan tan aberrantes ideas.

Ciertamente, los demofascistas aún no disponen de las capacidades para desatar una oleada de actos de terror como les gustaría, sin embargo, hacen todo lo posible por instigar la violencia contra los inmigrantes y sus detractores, pues estos últimos son considerados colaboradores de los extranjeros y, por tanto, unos traidores. Además de instigar la violencia—y el odio que lleva aparejada al demonizar constantemente a los inmigrantes a lo largo de su discurso, incluyendo insultos muy gruesos—buscan generar un clima de miedo a través de la intimidación. En lo que a esto se refiere, el anuncio de confeccionar listas negras para, posteriormente, linchar a sus opositores es bastante obvio: “Por eso conviene confeccionar una relación de racistas exterminacionistas activos en los territorios sometidos al Estado español, para investigarlos uno a uno, sean personas o grupos, con el fin de publicar los resultados, para que sean las clases populares las que se encarguen de hacer frente a sus verdugos”.27

Queda bastante claro que los demofascistas están dispuestos a lanzar una caza de brujas contra todos aquellos a los que consideran responsables del genocidio blanco, lo que incluye una extensa y variada cantidad de personas y grupos que discrepan de su ideario genocida y exterminacionista de perpetrar una limpieza étnica a escala continental. Así pues, las amenazas y coacciones forman parte de su estrategia de terror con la que pretenden lograr sus objetivos ideológicos de establecer una Europa blanca y genéticamente limpia y pura de toda mácula extranjera. “Crear un Registro de Racistas Antiblancos, Neonegreros y Genocidas en Euskal Herria, así como en el resto de la península Ibérica y Europa, en el que incluir a quienes defienden y preconizan el genocidio vasco y europeo so capa de “luchar contra el racismo”. (…) Se debe exigir a los que estén en tal Registro, personas o colectivos, responsabilidades políticas, morales y jurídicas, éstas últimas por apología del genocidio”.28

Las tácticas de acción política que los demofascistas preconizan son las mismas que las empleadas en el pasado por los movimientos totalitarios—nazis, fascistas, bolcheviques, jemeres rojos, etc. Listas negras, señalamientos públicos, acoso y derribo, linchamientos y destierro o deportación. El miedo en la forma de terror instigado por amenazas del uso de la violencia, y una serie de prácticas chantajistas para doblegar a sus víctimas, forma parte inherente de un programa dirigido a eliminar todo tipo de oposición para, de esta forma, facilitar el logro de sus objetivos políticos. Los demofascistas hacen llamamientos abiertos a utilizar la violencia, y en este sentido no dudan en incitar a otros a que la apliquen contra sus opositores y los que son convertidos en el blanco político de sus amenazas so pretexto de ser un chivo expiatorio de los males de la sociedad, especialmente de aquel que pone en peligro su existencia misma, es decir, el genocidio blanco. “Si no hay una insurrección popular contra este genocidio y contra quienes la alientan y justifican, en unos pocos decenios ya no podrá construirse la Europa de los pueblos porque no quedará ningún pueblo en Europa…”.29 Por tanto, y a tenor de este tipo de declaraciones, la campaña de terror de los demofascistas contempla una insurrección popular con la que maximizar el miedo en la sociedad, y especialmente entre quienes se opongan a su aborrecible y delirante programa político.

Los demofascistas albergan un gran potencial de peligrosidad al tener una clara disposición a cometer actos de terrorismo a escala masiva si tienen la más mínima oportunidad para ello, al igual que sucedió con los neonazis y supremacistas blancos antes mencionados. Sus ideas políticas, trasladadas a la acción, se concretan, tal y como se puede comprobar en sus textos, dialéctica y discurso político, en actos de terrorismo en los que el terror constituye un arma política para el logro de sus objetivos. En este sentido, los demofascistas están llevando a cabo su propia guerra irregular que, de momento, se circunscribe al ámbito mediático y propagandístico, pero que tiene la clara voluntad y determinación de transformarse en acciones violentas que sin duda generarán víctimas mortales en caso de materializarse.

Conclusiones

Una de las principales conclusiones que pueden extraerse de todo lo explicado hasta ahora es que las democracias, al igual que otros regímenes políticos—como las dictaduras o lo sistemas totalitarios—, también recurren al terror como instrumento político para llevar a cabo determinadas medidas de la agenda política del gobierno. En otras ocasiones, el terror se sustancia en actividades abiertamente criminales contra la oposición política, tal y como sucede con el terrorismo de Estado y del cual existen numerosos ejemplos, no sólo en España e Italia, sino también en otros lugares como Francia o Israel.

En el contexto actual en el que la inmigración ha adquirido una renovada importancia en el discurso público, las narrativas de determinados actores políticos han integrado el terror como instrumento de acción para la consecución de determinados objetivos. El caso de EE.UU. es bastante ilustrativo, tanto durante la administración de Eisenhower como la de Trump, particularmente en el segundo mandato de este último. Así, se busca crear un clima de miedo y hostilidad hacia los inmigrantes para propiciar su huida de EE.UU., y al mismo tiempo disuadir las potenciales llegadas de más inmigrantes. Se trata de una guerra irregular, en esta caso lanzada por las instituciones, concretamente el gobierno federal, para perturbar a nivel psicológico a la población inmigrante y crear un estado de ánimo de la opinión pública hostil hacia este sector de la población o, al menos, indiferente a las medidas gubernamentales contra la inmigración.

Sin embargo, lo más inquietante es constatar la conexión que existe entre determinadas ideas—el genocidio blanco, el gran reemplazo, la teoría conspirativa de Eurabia y la dominación musulmana, etc.—y la comisión de actos terroristas como los protagonizados por diferentes individualidades en Nueva Zelanda, Noruega y EE.UU. Así, estas ideas operan como inductores de dichas acciones terroristas en la medida en que existe una coherencia entre los medios y los objetivos perseguidos. La búsqueda de una limpieza étnica con la expulsión o eliminación física de inmigrantes requiere no sólo la difusión de determinadas ideas, para lo que se recurre a actos terroristas que atraen la atención del público general, sino que también implica el uso del terror como un instrumento político para materializar dichas ideas. No es, entonces, una casualidad que individuos imbuidos por estas ideas delirantes recurran a métodos terroristas, pues estos son considerados medios necesarios y eficaces para expulsar o eliminar a los inmigrantes. La violencia constituye un instrumento de terror e intimidación, al mismo tiempo que se busca que esta contribuya al desencadenamiento de una guerra racial.

Los demofascistas no se alejan en nada de lo antes descrito en la medida en que comparten las mismas ideas con los protagonistas de los atentados terroristas comentados. Esto ya ofrece una idea bastante clara de hacia dónde pueden conducir no sólo las ideas del colectivo de la RI, que aglutina a los demofascistas españoles, sino también sus principales líneas de acción política ya explicitadas públicamente. No se trata de especulaciones, sino de constatar que existe una exaltación de la violencia al poner como ejemplo a seguir los altercados producidos en Dublín y Reino Unido en 2023 y 2024. Los demofascistas buscan así desatar una guerra racial de proporciones continentales con la que deshacerse de la población inmigrante.

No cabe duda de que los demofascistas consideran el terror un instrumento válido para el logro de sus objetivos políticos, lo que indudablemente podría llegar a desembocar en actos terroristas. Existe una probabilidad elevada de que esto suceda a tenor de sus declaraciones con llamamientos a utilizar la violencia contra sus detractores y aquellos que son considerados propiciadores o colaboradores del llamado genocidio blanco. La confección de listas negras que definan potenciales objetivos futuros contra los que actuar es muy clarificadora en lo que a esto se refiere.

Si bien es cierto que las ideas reaccionarias de los demofascistas son las mismas que las de los grupos e individualidades nazis que protagonizan acciones de terrorismo como las ya descritas, no hay que olvidar que las ideas de Rousseau, de las que los demofascistas también están imbuidos,30 refuerzan esta tendencia a utilizar el terror para la consecución de sus objetivos políticos, tal y como se pudo comprobar durante la revolución francesa con la implantación del régimen del terror. En este sentido, la ideología demofascista y la voluntad de los integrantes de la RI de lanzar ataques violentos es perfectamente coherente con su ideología y con sus fines políticos últimos, y entraña el empleo del terror de una forma sistemática y a escala masiva en la medida en que existe la intención, explicitada por los propios demofascistas, de amedrentar a sus enemigos o potenciales detractores, además de crear un clima hostil para los inmigrantes.

Así pues, los demofascistas no son, todavía, unos terroristas, pero sí son unos instigadores del terror y del miedo entre quienes consideran que deben ser expulsados de Europa o linchados por ser colaboradores del genocidio blanco. Mientras no dispongan de las capacidades necesarias para lanzar ataques violentos de naturaleza terrorista, se limitarán a exaltar la violencia y a inducir a otros para que desarrollen acciones terroristas por ellos. En este sentido, los demofascistas se están encargando de hacer señalamientos públicos de quiénes deben ser los objetivos de dicha violencia y terror. Por esta razón, no es descartable que en el futuro aparezcan individualidades que decidan, por iniciativa propia pero inducidos por la propaganda demofascista, emprender dichas acciones y cometer alguna atrocidad semejante a las de Tarrant, Breivik y otros similares. Si este escenario llegase a producirse, lo cual sería verdaderamente grave, los demofascistas serían los responsables intelectuales últimos.

Frente a los demofascistas es necesario estar alerta, pues son muy dados a señalar, hostigar e intimidar a los que no van en su carro ideológico o discrepan de sus ideas. Los demofascistas consideran que denunciar y oponerse a la guerra racial que persiguen es sinónimo de defender las instituciones y el sistema establecido. Su lógica es la de “o estás con nosotros, o estás contra nosotros”. No se detienen ante nada, lo que es debido a que no han recibido la debida respuesta que les ponga en su sitio. La indiferencia, como es el dejar hacer, resulta contraproducente en la medida en que envalentona a estos matones que, de este modo, se sienten legitimados a continuar con sus estrategias dirigidas a infundir miedo. Al igual que las malas hierbas, si se les deja crecer se convierten en un problema grave de difícil solución. Por esta razón es importante anticiparse, denunciar públicamente sus ideas, tácticas y objetivos que ni siquiera se molestan en disimular, y tomar las correspondientes precauciones, porque sus intenciones son absolutamente destructivas, además de deplorables. Hay que permanecer alerta, no bajar la guardia, y responder debidamente a sus hostilidades.

 

Esteban Vidal

Fuente: https://puntossobrelasies.com/demofascismo-y-terrorismo/
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Notas:

  1. Kushner, Harvey W., Encyclopedia of Terrorism, Thousand Oaks, Sage, 2003, pp. 359-364. ↩︎
  2. Anderson, Sean K., Historical Dictionary of Terrorism, Lanham, Scarecrow Press, 2009, p. 665. ↩︎
  3. U.S. Marine Corps Combat Development Command, Tentative Manual for Countering Irregular Threats: An Updated Approach to Counterinsurgency Operations, Quantico, 2006, p. 1. U.S. Joint Forces Command Joint Warfighting Center, Irregular Warfare Special Study, 2006, Enclosure L. Otros autores enfatizan la naturaleza de la guerra que es común a la guerra regular e irregular, por lo que las diferencias entre estas se limitan a los instrumentos y procedimientos que emplean debido a las condiciones estratégicas en las que se inscriben. Gray, Colin S., “Irregular Warfare: One Nature, Many Characters”, Strategic Studies Quarterly, Vol. 1, Nº 2, 2007, pp. 35-57. ↩︎
  4. Combs, Cindy C. y Martin Slann, Encyclopedia of Terrorism, Nueva York, Facts On File, 2007, pp. 320-321. Kushner, Harvey W., op. cit., N. 1, pp. 359-360. ↩︎
  5. En relación con el concepto de demofascismo y la atribución de este a los miembros del colectivo de la RI, se recomienda la lectura del artículo “Demofascismo” en el que se explica ampliamente y en profundidad las razones del uso de este término. ↩︎
  6. Mize, Ronald L. y Alicia C. S. Swords, Consuming Mexican Labor: From the Bracero Program to NAFTA, Toronto, University of Toronto Press, 2011. ↩︎
  7. Hernández, Kellie L., “The Crimes and Consequences of Illegal Immigration: A Cross-Border Examination of Operation Wetback, 1943 to 1954”, The Western Historical Quarterly, Vol. 37, Nº 4, 2006, pp. 421-444. ↩︎
  8. President’s Commission on Migratory Labor, Migratory Labor in American Agriculture, 1951. ↩︎
  9. Restuccia, Andrew y Michelle Hackman, “A Boy Uprooted in Eisenhower’s Mass Deportation Reflects on Trump’s Plan for Another”, The Wall Street Journal, 13 de septiembre de 2024. ↩︎
  10. Sánchez-Vallejo, María Antonia, “Fear of deportation spreads among Chicago immigrants: ‘We are locked inside our homes’”, El País, 29 de enero de 2025. ↩︎
  11. Sólo cabe remitir a los siguientes artículos en los que se explica con detenimiento las implicaciones que entraña la instauración de un sistema de estas características, como es la denominada democracia directa: “Demofascismo”, “Crítica a la democracia directa (XI): la tiranía de las mayorías”; “Crítica a la democracia directa (VI): una tiranía política” ↩︎
  12. Para más detalles, consultar: “Demofascismo y limpieza étnica”. ↩︎
  13. “Demofascismo y guerra racial”. ↩︎
  14. Silverstein, Jason, “Dylann Roof was obsessed with Trayvon Martin, wanted to save the ‘white race’: friend”, Daily News, 20 de junio de 2015. ↩︎
  15. Ellis, Ralph, Greg Botelho y Ed Payne, “Charleston church shooter hears victim’s kin say, ‘I forgive you’”, CNN, 19 de junio de 2015. Sack, Kevin y Alan Blinder, “No Regrets From Dylann Roof in Jailhouse Manifesto”, The New York Times, 5 de enero de 2017. ↩︎
  16. Esto se explica en “Demofascismo e inmigración: la nueva guerra racial”. ↩︎
  17. “Demofascismo y limpieza étnica”, “Demofascismo y guerra racial” y “Demofascismo y conspiracionismo”. ↩︎
  18. Taylor, Adam, “New Zealand suspect allegedly claimed ‘brief contact’ with Norwegian mass murderer Anders Breivik”, The Washington Post, 15 de marzo de 2019. ↩︎
  19. Darby, Luke, “How the ‘Great Replacement’ conspiracy theory has inspired white supremacist killers”, The Telegraph, 5 de agosto de 2019. Truu, Maani, “Conspiracy theory linked to Christchurch attack at risk of entering mainstream: report”, SBS News, 8 de julio de 2019. Moses, A. Dirk, ““White Genocide” and the Ethics of Public Analysis”, Journal of Genocide Research, Vol. 21, Nº 2, 2019, pp. 201-213. ↩︎
  20. Rodrigo Mora, Félix, “No a la emigración en Euskal Herria y en toda Europa”. ↩︎
  21. Eligon, John, “The El Paso Screed, and the Racist Doctrine Behind It”, The New York Times, 7 de agosto de 2019. ↩︎
  22. Rodrigo Mora, Félix, “No a la emigración en Euskal Herria y en toda Europa”, p. 93. ↩︎
  23. Ibidem, p. 93. ↩︎
  24. Ibidem, p. 93. ↩︎
  25. Ibidem, p. 98. ↩︎
  26. Ibidem, p. 95. ↩︎
  27. Ibidem, p. 37. ↩︎
  28. Ibidem, p. 97. ↩︎
  29. Ibidem, p. 56. ↩︎
  30. Esto se explica con bastante detalle en el artículo “Demofascismo”. ↩︎