A 25 kilómetros del Parque Nacional Torres del Paine y a unos 125 km
al noreste de Puerto Natales, sobre la cuenca de alimentación del
glaciar Amalia, región de Magallanes, se erige un mítico volcán. El
primer registro que de él se tiene, data de 1879, cuando los tripulantes
de la goleta
Alert fueron testigos de su erupción y le nombraron
Reclús en
honor del destacado anarquista fundador de la geografía social, Eliseo
Reclús. Luego, en los primeros años del siglo XX, el geólogo sueco P.
Quense intentó ubicar el lugar exacto de la erupción. Sin embargo se le
confundió con el cerro “Mano de Diablo”.
Recién en 1987 y gracias a los sobrevuelos en helicóptero, se
localizó el lugar exacto del volcán, el cual se divisó a 10 kilómetros
del cerro Mano de Diablo. Consecuencia del cambio climático acelerado
por el desarrollo del capitalismo devastador, desde el glaciar Amalia
cada vez es más fácil para quienes se acerquen, divisar al volcán. Aún
así arribar a su cúspide requiere de un excursionismo especializado y un
importante despliegue de soporte asistido. Los pocos que lo han
visitado señalan que el lugar se encuentra rodeado de una naturaleza
exuberante junto a huemules que recorren sus senderos conformados por
rocas errantes expulsadas por el volcán hace cientos de años.
Reclús fue un viajero infatigable, amante de la Tierra y un
observador minucioso de todos los elementos del paisaje,
caracterizaciones que plasmó en una fructífera obra geográfica.
Tuvo
la oportunidad de viajar por Chile e incluso le dedicó un libro a la
geografía de la región, obra titulada "La Jeografía de Chile". Como
teórico del anarquismo desarrolló distintas perspectivas analíticas en
donde defendió una sociedad organizada sin jerarquías, orden social que
para Reclús se alcanzaría mediante la evolución de la humanidad,
mientras más anarquismo existiese, –sostenía– la sociedad sería más
evolucionada.
Compañero de Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin, participó activamente
en La Primera Internacional de Los Trabajadores y en La Comuna
revolucionaria de París de 1871. También se destacó por ser un
colaborador de la Escuela Moderna de Barcelona, acosenjándole a
Francisco Ferrer i Guardia, con quien mantuvo correspondencia, que para
aprender, antes hay que comprender. Con ello quería decir que en vez de
raciocinar sobre lo inconcebible, hay que comenzar por ver, por
observar. «Sobre todo en la geografía, conviene proceder por la vista,
por la observación directa de esta Tierra que nos ha hecho nacer y que
nos da el pan que nos alimenta. Si tuviese la dicha de ser profesor de
geografía para niños, sin verme encerrado en un establecimiento oficial o
particular, quizá ni pronunciaría ante ellos la palabra griega
geografía, pero sí les invitaría a largos paseos comunes, feliz de aprender en su compañía».
La verdadera escuela, sostenía Eliseo Reclús, debe ser la naturaleza
libre con sus hermosos paisajes para contemplarlos, con sus leyes para
estudiarlas, pero también con sus obstáculos para vencerlos. No se
educan seres humanos animosos en salas estrechas con ventanas enrejadas.
Es en la alegría de bañarse en los lagos y en los torrentes de la
montaña, los paseos por los ventisqueros y los campos de nieve, es
escalando en las elevadas cumbres donde se encuentra la genuina
motivación y reflexiones acordes con una vida en libertad. En la
naturaleza no sólo aprenderán fácilmente lo que les podría enseñar
ningún libro, sino que también se habrán encontrado frente al peligro y
lo habrán enfrentado alegremente.
«Para Reclús la evolución y la revolución son dos conceptos
totalmente relacionados, esto es, no contradictorios. Y a tal grado se
genera esa relación que no son pocas las veces en que resulta sumamente
complicado definir los límites de uno y de otro. En su opinión el simple
añadido de la violencia no marca diferencia alguna entre estos términos
puesto que él arguye que tanto hay evoluciones violentas como
revoluciones tranquilas. Y lo que vendría a establecer la diferencia
sería el paso, la acción, el desenvolvimiento más allá de lo
establecido. Bajo esta óptica, la evolución devendría en revolución en
el preciso momento en que diese ese brinco, ese salto que le colocase
ante una nueva visión, una nueva situación. Y una vez agotado ese
proceso, una vez que se hubiese normalizado, la revolución devendría de
inmediato en evolución. Y así, ese movimiento continuo, eterno, se
constituye en la vida misma.
Bajo este prisma el anarquismo en cuanto concepto de vida, debe
forzosamente adentrarse en el eterno proceso de evolución, revolución,
evolución. Sin olvidar, por supuesto, los procesos involutivos que
Reclús denomina evoluciones negativas y que representan un retroceso,
esto es, lo que en política se denominaría la
contrarrevolución» (Chantal López y Omar Cortés)
Para Eliseo Reclús el socialismo libertario se constituye como un
movimiento por el advenimiento de una sociedad en la que no habrá amos
ni carceleros, tampoco ricos ni pobres, sino hermanos que tendrán todos
su pan cotidiano, iguales en derechos, manteniéndose en paz y en cordial
unión, no por obediencia a las leyes, acompañadas siempre de terribles
amenazas, sino por el respeto mutuo de intereses y por la observación
científica de las leyes naturales.
¿En recuerdo de tales perspectivas libertarias, los tripulantes de la goleta
Alert,
le dedicaron el nombre cuando divisaron fuego en lo que pareciese un
volcán mientras navegaban en 1879? No lo sabemos. Los documentos a los
que hemos tenido acceso lo vinculan a la importancia de Reclús como
geógrafo, sin embargo tal vez pudo ser por su conocida lucha como
difusor y defensor de los ideales anárquicos. No sería de extrañar esta
segunda opción si consideramos que dentro de los trabajadores navieros
el anarcosindicalismo tuvo una gran influencia desde fines del siglo
XIX.
Entre la actividad de un volcán y el pensamiento de Eliseo Reclús
existen interesantes similitudes. Los volcanes estallan tras largos
periodos de aparente inactividad, lo que puede equipararse con la
construcción del movimiento anarquista. Durante muchos siglos y mediante
infinitas acciones y enseñanzas, hombres y mujeres motivados por los
bellos ideales de amor, apoyo mutuo, acción directa y horizontalidad,
han consolidado el anarquismo como una de las expresiones más
importantes de las sociedades por encontrar la libertad. Después de
siglos de lenta evolución, el movimiento anarquista concretó
revoluciones que marcaron épocas de grandes cambios sociales en la
modernidad, erupciones que resistieron al desarrollo del capitalismo,
movimientos que tal vez algunos tildaron equivocadamente como
espontáneos. Sea como fuere, espontáneo no quiere decir sin causalidad.
Tampoco quiere decir de un día para el otro. Así, el anarquismo como los
volcanes y sus erupciones rojinegras, eclosiona los paisajes sociales,
conformando nuevos caminos y sendas morales, prefiguraciones evolutivas
encaminadas hacia la liberación total. Como los volcanes, el anarquismo
se organiza por debajo y en unión con distintas fuerzas genera
erupciones sociales que sorprenden a muchos. Sin embargo el anarquismo, a
diferencia de los volcanes, no violenta la vida de los pueblos con su
lava sino que atemoriza a quienes labran contra él la miseria, la
opresión y la injusticia.
En el año 2012 las comunidades cercanas a Puerto Natales, las
autoridades sísmicas y de la ONEMI, estaban alertas debido a la
actividad sísmica registrada. Entonces se pensó que en el volcán Reclús
pudiese estar el origen de los movimientos. Se requirieron expediciones y
estudios en la zona, lo que ha facilitado un conocimiento mayor del
volcán y su entorno natural. Pese a las alarmas no se ha generado
aparente actividad de lava en los alrededores y los monitoreos sísmicos
en la región no estarían vinculados directamente al volcán. Sin embargo
la naturaleza nos alerta del cambio climático, pues el glaciar que rodea
al Reclús se deshiela a paso firme.
El Volcán Reclús –tal como el geógrafo anarquista francés– nos
recuerda así la importancia de luchar por una vida en libertad, en donde
se respete los entornos naturales, los territorios, el agua y los
pueblos que resisten contra el capital. Tal como lucharon en 1921 los
obreros de la Patagonia Rebelde, tal como lucharon y dieron su vida
Matías Catrileo, Luis Marileo y Patricio González, entre muchas más.
Seguramente cada vez será más visible el volcán Reclús debido al
deshielo de glaciar Amalia, esperemos que también sea más visible y
estudiada la formidable obra del geógrafo francés y su anhelada máxima
expresión del orden:
La Anarquía, la asociación sin autoridad.
N&A