Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

domingo, enero 5

Cuando estalló la forma de amar

 

Sobre los espacios en blanco de un libro guardado en una vieja biblioteca anarquista, alguien dibujó en lápiz un carro que estalla en pedazos, una muchedumbre en movimiento y un hombre vestido con harapos, armado con una bomba encendida. El anarquismo suele convocar ese tipo de imágenes, de estallido o de explosión. Sin embargo, con apenas una primera exploración del mundo libertario surgen otras imágenes acaso tan potentes e incendiarias: su pretensión de revolucionar las formas de amar y las relaciones entre los sexos. Fiel a su vocación de discutir todas las formas de autoridad, el anarquismo debatía al mismo tiempo sobre el amor libre y la huelga general, sobre la emancipación de la mujer y la lucha de clases, sobre las vicisitudes de un atentado y la destrucción del matrimonio burgués.

El anarquismo dejó en evidencia la politicidad del sexo antes de los escozores que provocó Sigmund Freud, antes de los ensayos soviéticos, antes de la libertad erótica sesentista, antes de la quema de corpiños, antes de que se escribiera la historia de la sexualidad misma. Se sumó muy temprano a la tematización de la emancipación de las mujeres y el amor libre, y discutió esas ideas como ninguna otra expresión de izquierda: con mayor intensidad y con la convicción de que la emancipación humana no sería nada sin la emancipación sexual. Las voces que asumían que esta temática merecía ser debatida tuvieron como escenario lo que llamaban «el concierto de la prensa anarquista» o «el campo de la propaganda»: un conjunto denso y heterogéneo de periódicos, revistas, folletos, hojas sueltas y libros. Si bien en la escena local coincidieron con librepensadores, feministas y socialistas que, en distintas versiones, apuntaban contra el mundo afectivo establecido, los debates entre varones y mujeres anarquistas fueron los más tempranos y los más radicales. Un contexto muy dinámico, de gran intercambio cultural e idiomático y con los aires de renovación que supone un nuevo mundo, dio lugar a un anarquismo que, sin ser por completo original, desarrolló una intensidad particular. Aquí, afrontaron la necesidad de pensar la subjetividad revolucionaria que los definiría, y ese desafío surgió no tanto del cuerpo doctrinario, o de los discursos canónicos, sino de las polémicas que –por medio de la prensa periódica– provocaron el despliegue de inquietantes cuestionamientos: ¿el mejor de los oradores es también un padre? En la fábrica, ¿una joven es obrera o mercancía? ¿Amar es poseer? ¿Las mujeres desean como los hombres? ¿Las mujeres desean? ¿A quién pertenecen los niños y las niñas de los amores libres? ¿Cómo se organizan colectivamente las relaciones íntimas?

Leer en el presente aquellos debates permite que nos acerquemos a un momento en la historia de las izquierdas y los movimientos radicales en que la sexualidad no se fusionaba con las lógicas del derecho; un momento en que «ciudadanía sexual» se oiría como una aberración, y, sobre todo, uno en que se sostenía que la emancipación humana no sería tal sin la emancipación sexual. Los obstáculos que el anarquismo encontró al optar por ese camino son, también, muy significativos. Hubo quienes confiaron a ciegas en una idea de liberación absoluta, en la bondad de la naturaleza, en el poder benéfico de la racionalidad. Hubo quienes creyeron que para combatir la autoridad bastaba con denunciarla y resistirla. Les resultó muy difícil desoír el imperativo heterosexual e imposible pensar identidades por fuera de la dicotomía hombre-mujer. Plantearon un combate personal y colectivo que obligaba a reinventar los lazos con amantes, amigos, compañeras, padres. Anunciaron que lo íntimo merecía su rebelión y descubrieron lo que significaba llevar la revolución sexual a la casa familiar. No sin temor, vislumbraron que podía gestarse una sociedad futura, y que, a veces por un instante, ya se hacía presente trastocándolo todo.

Quienes participan en una aventura como está asumen el desafío de repensarse, de aprender que los poderes no son entidades exteriores y sí demonios con los que se lidia día a día, en primera persona. Esos poderes se extienden al elegir un nombre, por esa razón quienes formaban parte del anarquismo inventaron otros modos de llamarse y de llamar a sus hijos: Universindo, Acracia o Fructuoso. Y esos poderes se enseñorean no sólo en los tronos, sino en la familia (esa trampa amorosa) y en su rincón funesto: el hogar. Habitan en la tibieza de la intimidad, volviéndola un espacio de mentirosa reserva. Por tanto, el llamado a emancipar a la Humanidad (siempre con mayúscula inicial) no puede agotarse en el odio al Estado y a todas sus aparatologías civiles o militares, ni siquiera en la denuncia de la esclavitud a la que nos somete el capitalismo en su conjunto. En cambio, y esto es lo que todavía nos interpela, señala que es necesaria una revolución en la vida cotidiana, en las relaciones afectivas y sexuales. Consideremos una premisa anarquista por excelencia: esa revolución excede la lógica del derecho y el Estado. Debe buscar la destrucción de esas instancias y no creer en la integración, la protección, el buen nombre que prometen darnos. El anarquismo lo repitió una y otra vez. Se nota en quienes recriminaron a las feministas su creencia en esa igualdad ilusoria y sus ansias por sumarse a la mentira de los códigos civiles y la farsa electoral. O dispararon contra algunos de sus representantes bombas mortíferas y palabras letales. O gritaron que hay que resistir las supuestas bondades de algunos gobiernos porque está allí siempre la calamidad estatal. Fueron perseguidos, deportados, asesinados, fusilados; algunos con estruendo, otros en el silencio atronador que surca la historia del Estado argentino cuando mata y desaparece.

(Reparemos en el género gramatical de la frase anterior. La escritura androcéntrica de la historia insiste en borrarlas a «ellas», también anarquistas. ¿Debería, entonces, escribir «perseguidos y perseguidas», «deportados y deportadas», «desaparecidas y desaparecidos»? ¿Debería recurrir a otros signos o marcas? Hay en la escritura del libro un esfuerzo, contra los remilgos de las regias academias, por utilizar creativamente los recursos de que ya dispone nuestro idioma: adjetivos sin género evidente, artículos repetidos, pronombres intercambiados, voces que escapan a los binarismos y sintaxis algo heterodoxas. Esto no siempre se cumple, y no será una solución del todo satisfactoria; sin embargo, señala con su ineficacia que la falla persiste.)

De biografías errantes por persecución o por vocación, ejercieron un internacionalismo a ultranza. En un mundo que se globalizaba bajos sus pies, aprovecharon las conexiones marítimas, telegráficas, epistolares. Cargaron periódicos, folletos y hasta máquinas para imprimir sus ideas. Creyeron que leer y escribir era una tarea urgente y liberadora y que anarquistas se hacían al contacto fugaz de las letras de un periódico. O desde el oído, apenas al exponerse al voceo de un orador ardiente. Algo de todo esto supieron resguardar, a lo largo del siglo XX y hasta hoy, quienes continuaron la senda libertaria.

Este libro, Amor y Anarquismo, querría participar en la recreación colectiva de esa sensibilidad anarquista para el activismo contemporáneo, para esas luchas que cambian de nombre al son de fragorosas discusiones: sociosexuales, disidentes, sexopolíticas, diversas, sexogenéricas, antipatriarcales, posfeministas. Sería impropio, por definición, dictar esa sensibilidad, pero podemos delinearla en algunos de sus principales sentidos; sentidos que se cultivan a diario en múltiples agrupaciones, afinidades, encuentros espontáneos y movimientos sociales. Se trata, en principio, de rescatar la historia del anarquismo y de las izquierdas en general como un recurso vivo porque existe –sobre todo en los márgenes de una tradición que sin pausa se intenta dar por acabada– una gran cantera de textos, biografías, experiencias y debates para recuperar desde una urgente pregunta presente. El contacto con esa historia, siempre en clave crítica, fortalece la más innovadora de las imaginaciones políticas actuales y contrarresta el efecto de soledad autocomplaciente de quien se siente pura vanguardia.

Por supuesto, esta sensibilidad supone una certeza inapelable: el Estado no es un punto de llegada, no es siquiera cuna de una hegemonía aceptable y hasta habría que escribirlo con minúscula inicial. Así, el estado es siempre represivo, fuente de confusión para quienes tienen otro horizonte, el de una emancipación social completa que revolucione los medios de producción de la economía y de los cuerpos. Todas las batallas que se resuelven en una instancia estatal son una alerta para la sensibilidad libertaria, que siempre notará el precario amparo de un derecho otorgado por las leyes del capitalismo. Llamará a rechazar también la jerarquización de luchas y la clásica postergación de la revolución de las estéticas, los cuerpos, los sexos y los placeres. A la estrategia del lobby parlamentario y el oportunismo oficialista se oponen las fuerzas de la autogestión y las formas de trabajo que buscan la regulación propia y la creación de nuevas reglas, aun a riesgo de que la autonomía revele la imposibilidad de su promesa: ser por completo libre de los poderes de turno y, también, de la cercanía vital de los demás. Al contrario, la palabra ajena y la polifonía que habita en la palabra misma conspiran contra nuestra fantasía individual y soberana. Son fundamentales para una sensibilidad compartida, advertencia ante la tentación de la voz única y de los catecismos, llamado a dudar de las citas autoritarias y de los grandes nombres autorizados, invitación a tomar la palabra desmañada (de ortografía reprobable, con neologismos todavía fuera de los diccionarios, creativa ante el corsé de género de la lengua) y, ante todo, un convite para celebrar toda la potencia de la imaginación afectiva y sexual.

 

 Laura Fernández Cordero

Artículo tomado de: https://www.revistaanfibia.com/cuando-estallo-la-forma-amar por sugerencia y autorización de la autora

jueves, enero 2

Oscuro como el corazón del infierno


 

La ciudad se desangra en la oscuridad de la noche:

cuerpos derrotados durmiendo en cajeros automáticos

perros y pobres rebuscando comida en los contenedores de basura

hombres y mujeres buscando amor

o simplemente compañía

sólo por no estar solos

coca cortada en los servicios de las discotecas de moda

mamadas a 20 euros

policías apaleando a un joven negro sospechoso

callejones donde se huele a sangre

cuerpos fornicando sin ganas

yonkis buscándose una vena en la estación de autobuses

hogueras y niebla en descampados escondidos

jóvenes que se creen inmortales haciendo cola para el paraíso

viejos y cansados caminando de madrugada al tajo

borrachos que no encuentran el camino a casa

un amigo invisible en la calle

 -entre la multitud-

hincado de rodillas

llantos silenciosos en habitaciones solitarias

gente escondida en sus miedos

niños sin cenar y sin futuro

cielos contaminados

bares donde huele a sudor y fracaso

cláxones ladridos sirenas peleas de gatos

animales heridos huyendo

y la última luciérnaga

y el último canto del autillo

y el último animal salvaje

y la última noche en la tierra

 

José Pastor

lunes, diciembre 30

Repensando la relación entre anarquismo y territorio


Un puntito amarillo en un mapa de otros colores. Eso era: un puntito amarillo que marcaba el único sitio donde se extraía oro en España. El mapa ilustraba el tema sobre la minería española que incluía mi libro de Sociedad, la asignatura vinculada al aprendizaje de ciencias sociales.

Estábamos a principios de los años noventa y no recuerdo bien qué curso de la EGB (Educación General Básica) estudiaba en aquel momento. ¿Séptimo? ¿Octavo? Da igual. Lo que sí recuerdo es que me gustaban mucho las asignaturas donde se impartían contenidos de Historia y Geografía Humana. El caso es que aquel punto amarillo señalaba una pequeña localidad de la provincia de Almería, Rodalquilar, donde se extraía oro desde principios de los años treinta. Lo que no sabía entonces era que la explotación aurífera había cesado en 1966 y que aquel punto amarillo era como esas estrellas, ya muertas, cuya luz vemos de noche; un reflejo de lo que fue.

Pasado el tiempo, echo la vista atrás y pienso que no han sido pocas las ocasiones en las que he pasado unos días en Cabo de Gata. Fue precisamente durante mi primera visita a ese parque natural cuando conocí en persona Rodalquilar, un pueblo que no llega a los doscientos habitantes y en cuyo paisaje destacan las ruinas de las instalaciones mineras; un pueblo ubicado en el centro de una zona casi desértica, llena de vida, que deslumbra por su belleza agreste.

Ruinas, desierto y un entorno inspirador… Ruinas que cuentan una historia de explotación salvaje de la tierra; una historia, también, de colonialismo y desmemoria; en una provincia, Almería, donde la tierra, a día de hoy, sigue siendo explotada por encima de sus posibilidades. La huerta de Europa, dicen. Miles y miles de hectáreas veladas por el plástico blanco de los invernaderos; como si fuera un glaucoma tóxico. Y fuera del foco, en las zonas de sombra que oculta el radiante negocio de la agricultura intensiva, el duro trabajo de cientos de jornaleros migrantes, la proliferación de infraviviendas, la falta de agua, el rosario interminable de pequeños vertederos incontrolados y otras agresiones constantes al medio ambiente.

Pero entonces —me refiero al momento en el que visité Rodalquilar por primera vez— aquellas ruinas no me interpelaban como lo hacen ahora y tampoco necesitaba recuperar la noción de lo que, en términos de la Geografía Humana, significa la palabra territorio. Hoy, sin embargo, el recuerdo reciente de esas ruinas me hace preguntarme cosas y me asomo a internet para obtener la definición que necesito. La anoto en un cuaderno. Es el fragmento destacado en la búsqueda de Google:

Para Geiger (1996), el territorio es una extensión terrestre que incluye una relación de poder o de posesión por parte de un individuo o de un grupo social, que contiene límites de soberanía, propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia y jurisdicción, y transmite la idea de cerramiento.

Investigo un poco. Ese Geiger es Pedro Pinchas Geiger, un geógrafo brasileño, nacido en 1923, cuyas palabras —«propiedad», «vigilancia», «disciplina», «jurisdicción»— resuenan en mi conciencia política. Ecos, claro está, del diccionario del poder que nosotros mismos componemos conforme vamos ganando años de aprendizaje y bagaje político.

Ahora que las leo, pienso que todas esas palabras, cargadas de tanta significación, dan fuste a un término, territorio, que si bien ahora me interesa, hasta hace bien poco me ponía en alerta; una reacción lógica si tenemos en cuenta que, por culpa de mi estrecha mirada, siempre ubicaba esa palabra en el esquema teórico del nacionalismo político.

Pensar el territorio desde un lugar distinto

Lo escribe Santiago Alba Rico en una de las páginas de Ser o no ser (un cuerpo). Si quisiéramos crear un país de la nada, lo primero que necesitaríamos sería esto: territorio, gente, un nombre, un gobierno, una bandera, una moneda y un pasaporte. Ahí está: «territorio»; es la primera palabra que pone en su lista el filósofo madrileño. Lo primero que se necesita para armar un país, una nación.

Durante mucho tiempo he sido consciente de las consecuencias sociales de que buena parte de las personas cimenten su identidad sobre la base de constructos políticos derivados del nacionalismo y el patriotismo más rancio. Un aprendizaje que, al menos en su parte más teórica, he armado con materiales muy diversos. Por un lado, toda la literatura clásica del anarquismo. Por otro, el conocimiento reflexivo que, en relación al tema, aporta el estudio de la historia y la antropología social. Teniendo en cuenta esto, ese cuestionamiento de la naturaleza social de nuestra subjetividad nacionalista, unido a la interiorización de los valores del internacionalismo y la identidad de clase, siempre me han hecho alejarme de todo lo que, de cerca o de lejos, tuviera que ver con el nacionalismo político. Por eso mismo —entiendo— llevo años dando de lado a muchos problemas que, en la medida en que han interpelado a otros sectores políticos, más o menos nacionalistas, han dejado de interesarme a mí.

Sé que todo lo anterior quizá sea demasiado reduccionista, pero, si lo pienso en frío, creo que apenas si he echado mano de una parte mínima del utillaje político que pone a disposición la tradición libertaria para hacer frente a los problemas que nos rodean. Efectivamente, ha pasado mucho tiempo hasta darme cuenta de que mi pequeño anarquismo ha ignorado la cuestión del territorio porque siempre quise tener lejos el barro de las contradicciones. Y eso que la cuestión geográfica no ha sido ajena al pensamiento libertario… Ahí están las obras de Reclús, Kropotkin y Perron, entre otros, para demostrarlo.

Después de mucho tiempo replanteándome conceptos y prácticas políticas, tengo la sensación de que al fin he logrado desencajar el escenario del conflicto social. Ese escenario sigue siendo la fábrica, el taller, la oficina, el tajo, el espacio donde desarrollamos nuestro trabajo, el punto exacto del sistema donde contribuimos al enriquecimiento de la minoría social, aquella que tiene la sartén por el mango y apuntala sus privilegios gracias al manejo del aparato del Estado. Ese escenario sigue estando ahí, pero ahora entiendo, al fin, que la dominación también se halla en otros puntos del territorio: en el agua que bebemos, en la comida que comemos, en el aire que respiramos, en el techo que nos cobija, en las calles de las ciudades y pueblos donde vivimos la mayoría; en nuestros propios cuerpos.

Como decía antes, reconozco que durante mucho tiempo no he sabido reconocer las herramientas que el utillaje político del anarquismo me ofrecía para enfrentar esa esfera de la dominación, la que el capitalismo ejerce para poner la vida, el medio ambiente, al servicio de sus intereses. Yo reconozco que, a día de hoy, ese anarquismo de miras estrechas se lleva pegado a la piel porque, en buena medida, hemos madurado políticamente a través de sus lecciones, siempre cortoplacistas, siempre identitarias y tribales, siempre insuficientes. Hemos crecido proclamando la urgencia de algunos debates, fútiles e intrascendentes buena parte de ellos, mientras el mundo se iba por el desagüe. Nos hemos entretenido en la política pequeña cuando, sin nosotros y nosotras, contados grupos de valientes ponían pie en pared en los puntos donde la urdimbre del sistema-mundo se descosía. Pequeños grupos de valientes donde, ¡ojo!, también había anarquistas.

Llegados a este punto, pienso que ha sido la herencia de esa mirada reduccionista, tan estrecha, la que ha limitado mis posibilidades de entender las posibles amenazas a la vida que se dan en el territorio donde habito; un legado indeseable que no solo merma mi capacidad de hacer preguntas, sino que dificulta mis posibilidades de empatizar con las comunidades políticas que enfrentan la depredación voraz del capitalismo desde el movimiento ecologista. Y es ahí, justamente en esa falta de entendimiento y sensibilidad donde se cifra, pienso, buena parte de los problemas ligados a la destrucción del territorio. Sensibilidad para dejarse conmover por el miedo a la destrucción de nuestro entorno. Sensibilidad para sentir el dolor por lo común perdido. Sensibilidad, también, para pasar a la acción desde un sentido de la responsabilidad que, en palabras de Jorge Riechman, nace de la necesidad íntima de hacerse cargo de las cosas; una responsabilidad que alude al cuidado del tejido interdependiente de la vida.

Dicho esto, no hay aprendizaje que llegue tarde y pienso que somos muchos quienes sentimos la necesidad de dejar de errar el tiro, contribuyendo, aun sabiendo lo modesto de nuestros esfuerzos, a posicionar debates y tareas políticas que entendemos como impostergables. El papel que ha de jugar el movimiento libertario en la defensa del territorio es uno de ellos.

Se nos echa el tiempo encima y, antes que nada, es necesario cambiar la dirección del mundo para garantizar el sostenimiento de las condiciones ecológicas que permitan la reproducción de la vida humana sobre la tierra. Una vez que nos encontramos en este punto de no retorno, es el reloj de arena quien avisa de la inoperancia de las medidas reformistas que, de una manera u otra, pretenden conciliar la defensa de la vida con la reproducción perpetua del sistema capitalista. Un sistema criminal, desquiciado y ecocida que, mientras nos mantiene aislados y perdidos en el reflejo de las pantallas, socaba a diario nuestras posibilidades de supervivencia, arruinando nuestro futuro como especie y aniquilando miles de formas de vida en esa carrera ciega.

Teniendo en cuenta lo anterior, es la perentoria necesidad de una transformación de carácter revolucionario la que debe conminarnos en nuestro día a día a sentar las bases que la hagan posible, interrelacionando las luchas en defensa de la vida y favoreciendo la articulación de comunidades en lucha que, mientras enfrenten las políticas depredadoras del capitalismo, abran espacios de autogestión donde poner en práctica nuestras capacidades políticas, valorizando las estructuras de gobernanza horizontal y poniendo en marcha nuevas formas de inteligencia colectiva que impugnen la delegación permanente y los sistemas de representación cimentados sobre la base de los partidos políticos.

En un contexto como el actual, cuando el miedo y la incertidumbre crecen como una mancha de aceite por debajo del tejido social, el movimiento anarquista tiene herramientas de sobra con las que contribuir a la lucha contra la destrucción del mundo. Porque amamos el bien y la belleza, porque celebramos la vida y el regalo de la existencia, no podemos eludir la lucha por el territorio. Nos va la vida en ello.

 

Juan Cruz López

 - Artículo publicado en TxH.

 

viernes, diciembre 27

Historia del Capitalismo

 

 
 
Recomendación de visualización: mirar primero todo el vídeo 'del tirón' leyendo solo los textos en blanco (es completamente normal que no nos dé tiempo a leerlo todo). Después volverlo a ver tocando la pantalla para detener el vídeo y así poder leer también los textos en amarillo.

Guión, edición y acting: Pol Andi Edición, música y acting: @fgtuaten (haciendo una versión de "Rattlesnake" de King Gizzard & the Lizard Wizard) Gráficos animados (motions): @raquelskuur Revisión del guión: Toni Martínez (historiador) Música final: @albertmarti83

Vídeo inspirado en el excelente trabajo del camarada @jrehwald15backup

La frase que aparece en el final del vídeo es de Roger Peet (@toosphexy) "We made this world. We can make another".

martes, diciembre 24

«Diccionario de ateos», de Sylvain Maréchal


Sylvain Maréchal (1750-1803) fue un periodista, ensayista, filósofo, poeta y activista en una época tumultuosa marcada por la Revolución francesa; se le ha considerado un precursor del socialismo y del anarquismo, como hombre ilustrado fue crítico con el absolutismo y partidario de un socialismo agrario donde existiese la comunidad de bienes. Lector ávido, de obras de Rousseau, Voltaire, Helvétius o Diderot, frecuentó a autores deístas y ateos. Su participación en la llamada Conspiración de los Iguales, promovida por Babeuf, que pretendía una igualdad real en la sociedad y no el mero formalismo que suponía la Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, le acabará convirtiendo en una inspiración para el posterior socialismo utópico; Maréchal expresó los deseos de una auténtica revolución social en el Manifeste des Égaux (Manifiesto de los Iguales), que se ha visto como toda una declaración libertaria, escrito en 1796.

Marechal era un feroz ateo militante, un brillante subversivo proveniente del Siglo de las Luches, que sufrió persecución y cárcel por una obra en la que negaba a Dios y parodiaba la religión. Después del fracaso de la conjura, se volcará Maréchal en el ateísmo, uno de sus intereses fundamentales; será el fundador de la Sociedad de Hombres sin Dios, y se esforzará en crear un diccionario que recoja la reivindicación del ateísmo por parte de autores clásicos y modernos: Dictionnaire des Athées anciens et modernes (1800). La editorial Laetoli edita ahora esta obra con el titula Diccionario de ateos, una auténtica joya que he de confesar no conocer hasta hace pocos días. Una labor magnífica la que está haciendo esta editorial, que ya publicó hace pocos años la Memoria de la religión, de Meslier, dando a conocer a un pensador tristemente desaparecido de la circulación intelectual contemporánea. La obra recoge un repertorio impresionantes de citas, que no solo niegan la existencia divina, sino que cuestionan los dogmas en general; Marechal se esfuerza en mostrar la superioridad teórica y moral del ateísmo, logrando una obra sobresaliente de una actualidad innegable.

Tal y como se dice en el prólogo, la obra de Marechal trasciende la simple opción filosófica del ateísmo y apuesta por una amplia utopía social capaz de englobar todos los ámbitos de la existencia humana. Como brillante filósofo social, Marechal no se limita a una decisión ética individual y crea toda un arma literaria para combatir un mundo jerarquizado, opresivo y alienante. Diccionario de ateos es todo un instrumento de emancipación intelectual y moral, que Marechal legó a la posteridad.

 

Capi Vidal

 Sylvain Maréchal:
Diccionario de ateos
(Laetoli, Pamplona 2013). 365 páginas.

 

sábado, diciembre 21

Abolir el turismo

 

 

Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo. 

 

 Spain is different. Con este rezo, el ministro de Franco, Manuel Fraga, selló la estrategia de blanqueamiento más potente que tuvo nunca la dictadura franquista: el establecimiento de la industria del turismo en España. Así, lo que algunos historiadores se empeñan en llamar “el aperturismo de los años 60” no fue otra cosa que un fuerte lavado de imagen de un régimen que pretendía lanzar el mensaje de que las torturas, las rapadas, los asesinatos sumerios y el hambre eran poco más que un detalle pintoresco más, como los trajes de lunares, de una zona estupenda en la que pasar unas semanas de vacaciones. De esta manera, la especialización de nuestro país en la economía del mercado-mundo se decidió que pasara por la desindustrialización y la turistificación de nuestros espacios y nuestras ciudades dentro del marco de crecimiento del turismo global y la industria aérea.

Esta desindustrialización solo pudo llevarse a cabo bajo la eterna promesa de que el turismo y su industria eran otra fuente de riqueza (mejor aún, de hecho). Algunos países se habían especializado en ciencia o en tecnología y nosotras nos íbamos a especializar en turismo. Sin embargo, y en 2024 no decimos nada nuevo, es evidente que la riqueza que genera el turismo en los países es riqueza solo para unas pocas. De hecho, la estructura económica que crea a su alrededor es altamente precarizante: empleos estacionales, mal pagados y basados en la servidumbre hotelera de aquellos que durante mucho tiempo nos estuvieron llamando (junto a Italia, Grecia y Portugal) PIGS. Y tampoco es que las vidas de quienes trabajan en este sector se beneficien de esta supuesta riqueza. Sí, en las zonas turistificadas “hay trabajo” pero ¿cómo vas a exigirle al dueño del bar en el que trabajas que te pague las horas que echas de más todos los días o que te dé de alta en la seguridad social si tiene la seguridad de que cuando te despida tardará cinco minutos en encontrar a alguien más?

 No decimos nada nuevo cuando criticamos esta idea del turismo como progreso de nuestra sociedad. Sin embargo, sí nos parece que esta crítica ha venido haciéndose desde un marco puramente cuantitativo y no se ha atrevido a impugnar el turismo en su totalidad. Según la crítica mayoritaria, el problema del turismo en nuestro país es un problema de cantidad, de grandes escalas, de hordas de turistas que destrozan centros históricos o paisajes de costa. La propuesta de esta crítica es, como puede intuirse, puramente reformista: de lo que se trata para reducir los males de aquella promesa de riqueza que nos hicieron es regular o reducir el flujo, pero nada más. Apostar, en fin, por lo que hace unos años se llamó “turismo de calidad”. 

Este discurso reformista del turismo servía, también, para aliviar la tensiones del ego: no es que todo el turismo fuera devastador, sino que solo era así cuando se hacía en masa. Se podía trazar, entonces, una línea entre los buenos turistas (como yo, como nosotras, siempre nosotras) que no destrozan los sitios y que no van a donde va la masa y los malos turistas, aquellos que llenan las principales plazas y museos y que se emborrachan y que destrozan y que, por supuesto, son desagradables con los locales. 

Como es evidente, este discurso no solo hace aguas en muchos de sus postulados, sino que también ha servido a gobiernos y empresas para seguir lucrándose de este destrozo masivo con etiquetas de playas azules o diplomas de hoteles de calidad. A raíz de este fracaso, o quizá independientemente de él, algunas autoras están empezando a esbozar una crítica al turismo en su totalidad y no solo a su cantidad. Son estas autoras las que nos interesan en la Escuela de las Periferias y a partir de las cuales hemos montado un itinerario de formación en nuestro centro social, La Villana de Vallekas, titulado Derecho a la ciudad. Algunos de los libros que hemos seleccionado son Verano sin vacaciones. Las hijas de la costa del sol, de Ana Geranios y Estuve allí y me acordé de nosotros, de Anna Pacheco. 

Con estos libros, nos preguntamos si las críticas del turismo se están centrando únicamente en el grado. Por ejemplo, hablamos de que el turismo nos sube el alquiler, lo que presupone que un goteo más suave de turismos podría no afectarnos en nuestro barrio. Sin embargo, y creemos que es lo interesante de ambos libros, en la Escuela de las Periferias nos preguntamos por las raíces profundas del turismo en una sociedad de masas: ¿por qué queremos vivir durante una semana al año un estilo de vida burgués?, ¿qué hay detrás de ese deseo de que nos sirvan nuestras compañeras durante los pocos días al año en los que no tenemos que trabajar? Abandonar la idea de cuánto turismo y pensar qué turismo: ¿por qué nuestro descanso anual está totalmente diseñado y pensado por y para el consumo de experiencias, personas, lugares y mercancías? ¿Es que acaso no podemos imaginar otras vacaciones que no pasen por la evasión de nuestra realidad? ¿Y si el capital nos hubiera robado la imaginación política para poder soñar con unas verdaderas vacaciones comunitarias y de ocio popular? 

Y es que creemos que estas son las verdaderas preguntas que nos pueden ayudar a imaginar unas vacaciones populares, más allá del turismo y su industria. Creemos que es necesario cuestionarse qué es lo que queremos conseguir cuando viajamos. ¿Qué buscamos con esa visita? ¿Descansar? Muchas veces no lo hacemos. ¿Conocer otras culturas? Es absurdo pensar que lo haríamos, y más estando como mucho un par de semanas, cuatro días en el mayor número de ocasiones. ¿Admirar monumentos? ¿Descubrir paisajes? ¿Descubrirnos a nosotros mismos? ¿Alejarnos del espacio rutinario? ¿Escapar (de qué, de quiénes)? ¿Por qué viajamos con quienes viajamos? ¿Por qué solos, por qué con esos amigos, por qué con esa pareja? ¿Y qué es lo que esperamos del viaje? ¿Disfrutar? ¿Mostrarlo? ¿Es el turismo un objetivo o una excusa, una falsa compostelana que nos permite decirle a la sociedad y a las redes sociales: “Ey, este es mi grupo, ey, esta es mi pareja”? ¿Son nuestras vacaciones coherentes con los personajes que nos creamos (el que se va de festival, la que se va al Sudeste asiático, la familia que va a Benidorm…)? ¿Qué dicen además estas preguntas de los sitios dónde habitualmente vivimos? ¿Cómo habla de nuestros barrios, de nuestros centros sociales y culturales, de nuestras piscinas públicas, bibliotecas y parques? ¿Y si, y como dice una reseña del libro de Ana Pacheco, “al final lo que tenemos que hacer es irnos con las amigas a la piscina municipal y después a comer bravas”?

En fin, sobre estos temas estamos debatiendo estas semanas en la Escuela de las Periferias. Pensar una forma de descanso que no pase por los circuitos de turistificación. Preguntarnos qué hay detrás de ese deseo de desclasamiento que se esconde en muchos de nuestros viajes. Intentar imaginar formas comunitarias de descanso y que no destroce el sitio al que vamos. Desechar el mantra de que conocer nos abre la mente porque sabemos, por experiencia, que no, que si fuera así el mundo sería un lugar mejor cada día y no lo es. Con todo eso, nos juntaremos el lunes 25 de noviembre para debatir sobre estos temas con la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca de Vallekas, con el Sindicato de Inquilinas y con vecinas que se están autoorganizando contra los pisos turísticos en el barrio. No sabemos si llegaremos a buen puerto, aunque la aventura merece la pena. Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo. 

 

@Miguel_Gomez_

@javisittu

@marialgalustian

Escuela de las Periferias, La Villana de Vallekas

 

miércoles, diciembre 18

Comunicado de Tekoşîna Anarşîst, organización anarquista pro Kurda: “El régimen ha caído, la guerra continúa”

 

Los sueños revolucionarios de millones de sirios que inundaron las calles en 2011 finalmente se han hecho realidad: el régimen ha caído. Tras décadas de la dinastía de Asad, hoy nos despertamos en una Siria sin un gobierno central funcional. El Estado sirio se ha derrumbado.

Nosotros, como anarquistas y como revolucionarios, no podemos hacer otra cosa que celebrar un tirano menos. ¡Salud por eso! Pero después de más de 7 años de vivir la revolución, aprendimos una lección impopular: la victoria es solo un primer paso hacia la transformación social que necesitamos. Porque cada victoria es simplemente un paso hacia la siguiente lucha.

Afortunadamente, el Movimiento de Liberación Kurda tiene décadas de experiencia en sus bolsillos y está más que feliz de compartirla con nosotros. Y no sólo eso, también tienen 12 años de lecciones prácticas liderando una sociedad revolucionaria en el noreste de Siria, con la liberación de las mujeres, la ecología social y la confederación de gobiernos locales como su brújula para construir el socialismo libertario. No sin defectos, no sin errores, pero ya es más de lo que muchas otras revoluciones libertarias han logrado jamás.

Al mismo tiempo, los éxitos militares de Hayat Tahrir al-Sham -Yihadistas apoyados por Turquía- (HTS) contra el régimen, así como su gobierno islamista autoritario en Idlib, abrieron una oportunidad para que su líder influyera en los titulares de las agencias de noticias mundiales. La sociedad de la información del siglo XXI olvida tan rápido como se desplaza hacia abajo en la pantalla, por lo que tal vez tengamos que refrescarle la memoria. Hoy, ¿quién recuerda la liberación de Manbij de las garras del ISIS? ¿Quién habla de los yihadistas que secuestraron y traficaron con mujeres yazidíes de Senegal por todo el mundo salafista? ¿Y quién recuerda a las mujeres que declararon la victoria de las SDF sobre Raqqa, antaño la capital del califato?

 Para quienes lo hayan olvidado, les recordamos que las YPJ siguen luchando, liderando el frente de la revolución de las mujeres en Rojava. Un frente que está siendo atacado una vez más por fuerzas aliadas del Estado turco, agrupadas bajo el irónico nombre de Ejército Nacional Sirio (SNA), una coalición de bandas criminales controlada por Turquía. Hoy amenazan la ciudad multicultural de Manbij, un gran ejemplo de pluralismo y gobernanza local integrada en el sistema de la Administración Autónoma Democrática del Noreste de Siria (DAANES).

La revolución de Rojava no sólo alcanza a los kurdos, sino también a los árabes, así como a los armenios, asirios, siríacos, turcomanos, circasianos y muchos otros grupos étnicos presentes aquí. Las fuerzas árabes del Consejo Militar de Deir Ezzor fueron aplaudidas por la población local cuando entraron en la ciudad de Deir Ezzor, ocupando el vacío de seguridad que dejaron atrás los soldados del régimen que huían. El sistema confederal del noreste de Siria es un modelo probado que puede servir como base para una Siria revolucionaria. Omar Aziz, un destacado anarquista de Damasco, trabajó para una alianza confederal de consejos locales, proponiéndolos como columna vertebral de la revolución siria. Fue arrestado y murió en las cárceles del régimen de Assad en febrero de 2013. No lo hemos olvidado, y atesoramos sus palabras y su experiencia como anarquista y como revolucionario aquí, en Siria.

Todos los sirios revolucionarios en el exilio, árabes, kurdos y muchos otros, tienen la responsabilidad de garantizar el éxito de su revolución. También los anarquistas, comunistas, feministas, ecologistas y otros revolucionarios internacionalistas deben sentirse responsables de defenderla. Tenemos una hermosa oportunidad de dar ejemplo a los movimientos revolucionarios de todo el mundo, desde el Kurdistán hasta Myanmar, desde Chiapas hasta Palestina. Los Estados-nación son la piedra angular de la modernidad capitalista, y sólo una confederación mundial de movimientos revolucionarios populares puede desafiarlos. La alternativa es un descenso al autoritarismo, la ocupación imperialista y el odio fundamentalista. No permitiremos que eso suceda.

¡Hacia una nueva revolución siria!

Como anarquistas, también debemos dar respuestas a la cuestión del Estado-nación. Al tiempo que reclamamos el fin de los estados y las fronteras, debemos impulsar no sólo nuestras críticas, sino también nuestras propuestas y soluciones. Tenemos que hacerlo no sólo en teoría, sino en la práctica, organizándonos con las comunidades locales y los movimientos sociales para construir el poder popular.

Las fuerzas autoritarias, como HTS o la Turquía de Erdogan, siempre usarán la fuerza para imponer su control en tiempos de inestabilidad. La única manera de contrarrestarla es la organización popular, una sociedad civil ética y política fuerte, la construcción de la autodefensa de los pueblos y una cultura revolucionaria. Con la solidaridad internacional, para desafiar el nacionalismo y el chovinismo que nos divide y que engañosamente sirve para legitimar el sistema de estado-nación de la modernidad capitalista. Con la gobernanza local y los modelos confederales, para desafiar los sistemas centralizados y las fronteras de los estados-nación, que solo generan opresión y violencia contra la diversidad. Con las mujeres y la organización queer al frente, para desafiar la opresión patriarcal de donde surgen todos los modelos autoritarios.

Desde la primavera árabe de 2011 hemos visto muchos intentos revolucionarios en Oriente Medio, pero ninguno de ellos ha conseguido una solución liberadora, hundiéndose una y otra vez en nuevas formas tiránicas de opresión. ¿Qué hacemos tras la caída de un tirano para impedir que otro lo sustituya? Cuando un régimen se derrumba, existe una pequeña ventana de oportunidad, un breve período revolucionario en el que el pueblo puede retomar el poder e impedir que se imponga una nueva autoridad centralizada. Tenemos que estar preparados para aprovechar esas oportunidades cuando se presenten.

¡Hagamos que la revolución siria, así como el movimiento de liberación kurdo que ha encabezado la resistencia democrática en la región, se conviertan en un ejemplo para muchas más revoluciones por venir! ¡Luchemos juntos para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones!

 

 

Centro de prensa Têkoşîna Anarşîst, 7 de diciembre de 2024

domingo, diciembre 15

Salvajes


 


De niño nos llevaban al zoo

para que viéramos que se podía vivir en una diminuta jaula,

sin libertad, pero con agua y comida,

 

igual que el jilguero del vecino,

igual que los peces del dentista,

igual que las gallinas

o los cerdos de la granja de engorde,

 

igual que nosotros en la escuela.

 

Nos hablaron con desprecio del lobo,

de la salamanquesa, de la lombriz y el topo,

porque nuestra civilización odia lo que no se somete,

 

pero Madre Gaia está empezando a romper los barrotes

con los que hemos pretendido mantenerla atada

y promete a todos los animales no humanos que,

sin nosotros, la vida volverá a ser una fiesta

sobre la Tierra.



Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga búlgara, 2024

jueves, diciembre 12

Felis Navidá

 


La verdad es que si no se concediesen vacaciones -al menos para el alumnado y el profesorado- por estas fechas, serían las más tristes del año. Ya es excesivo que los ayuntamientos cuelguen la luminotecnia navideña dos meses antes, destacando el alcalde de Vigo, Abel Caballero, campeón nacional y según él, internacional, de la horterada lumínica que inaugura con un inglés macarrónico -cuánto provinciano presuntuoso jugando a ser cosmopolita, y sé bien lo que digo porque yo también soy un provinciano, pero sin ínfulas-. (Ahora parece que otro mastuerzo, el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, quiere hacerle la competencia. Votad a vuestro fantasma favorito). No se me ocurre chapurrear en inglés porque no tengo ni puta idea y lo peor que pueden decir de mí los políticos, desde su perspectiva, es que no quiera ser uno de ellos. No hago alardes de poderío ni tengo delirios de grandeza, los políticos realizan sus gilipolleces siempre con dinero ajeno, el presupuesto oficial recaudado a expensas del pueblo, que es soberano para pagar pero incapaz de saber que hacer con su dinero: los políticos financian sus demostraciones de fuerza con el producto del trabajo de los demás (si el término dinero os parece deleznable y justificador del sistema capitalista, cambiadlo por recursos y logística).

Lo dicho, dos meses antes y ya hay oferta de turrones en el tinglado o superficie comercial, aparte de la gente que compra mariscos y carnes para congelarlos -estos son los más previsores. Porque esa es otra: hay que comer y gastar como si no hubiese un mañana. Consumismo a todo trapo, excepto para quienes, efectivamente, no tienen nada que celebrar o con qué celebrarlo. Incluyamos el mensaje autista de su majestad el rey, dirigido  principalmente a monárquicos rabiosos y cada vez menos gracioso; y la obligación social de ser felices por Navidá  y ya estamos al borde de un ataque de diabetes, inmersos e imbuidos en esta atmósfera empalagosa, dulzona y almibarada hasta la náusea.

¿Y qué me decís de los regalos para los niños? Cómo la tele es el sumun de la democracia, todas las criaturas tienen acceso a ella y no se escatima en publicidad de juguetes pero hasta cierta edad las criaturas no son plenamente conscientes del concepto dinero, con lo que  a los padres con bajos ingresos se les cae el alma a los pies cuando no pueden satisfacer las demandas escritas a Papá Noel o los reyes Magos. ¿Cómo le explicas a tus hijos que sois pobres?

Para atenuar el complejo de superioridad y aligerar sus cristianas conciencias de gente pudiente existen eventos caritativos como las cenas especiales para gente que vive en la calle, los mercadillos navideños cuyos fondos se dedican a atender a los vagabundos o el popular bolígrafo solidario, cuyo coste se convierte en un regalo para niños en países del segundo y tercer mundo. ¿Bolígrafo solidario? Donde hay caridad no hay lugar para la solidaridad y la justicia.

Y además está el origen pagano de la Navidá -que no es que sea negativo en sí, excepto que es una forma de religión, cualidad que comparte con todas las religiones habidas y por haber, sino que nos sirve para desenmascarar a la cristiandad. La iglesia católica, para arraigarse en el imperio romano hizo coincidir el nacimiento de cristo con las fiestas saturnales, festividades en torno a Saturno -que a su vez, derivaba de ritos más antiguos-, dios de la agricultura y las cosechas. Durante los siete días que duraba esta celebración, hasta los esclavos y los campesinos aplazaban su trabajo. Los romanos visitaban a familiares y amigos, se intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes.

¿Papá Noel? Su creador fue el caricaturista Thomas Nast, germano estadounidense, considerado uno de los padres de la caricatura política en Estados Unidos, a finales del siglo XIX. En 1870, propagó la imagen de Santa Claus tal y como se conoce en la actualidad .

Me despido con un mensaje para todas las niñas y niños del orbe cristiano:

¡¡Papá Noel y los Reyes Magos son los padres!!! Y si no te han traído lo que querías, será por tacañería o pobreza, no porque te hayas portado mal. Y si te has portado mal, tus buenas razones tendrías.

 

V.J. Rodríguez González
https://www.portaloaca.com/opinion/felis-navida/

lunes, diciembre 9

Emergencia en Rojava libre mientras se reaviva la guerra en Siria


La lucha por la autonomía kurda se encuentra atrapada entre intereses contrapuestos mientras el enredo de los poderes regionales y locales entra en una nueva fase


La Asamblea Democrática Popular se reunió ayer (2 de diciembre) en Rojava para evaluar la reanudación de la guerra en Siria y planificar un posible ataque a la Administración Autónoma Democrática. Según un comunicado , se organizarán reuniones masivas para evaluar los acontecimientos políticos y se establecerán comités de emergencia en todas las ciudades, pueblos y cantones de la región, así como en los cruces fronterizos para dar la bienvenida a los refugiados de otras partes de Siria.

La semana pasada, una coalición de grupos rebeldes yihadistas liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que incluye a los grupos ex ISIS respaldados por Turquía, el Ejército Nacional Sirio (SNA) y Fateh Mubin (“Comando de Operaciones Militares”), lanzó una ofensiva sorpresa contra el gobierno sirio de Asad en el noroeste de Siria, reavivando la guerra civil después de una pausa de varios años. Estas fuerzas avanzaron sin oposición para tomar el control de Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, y capturaron grandes franjas de tierra que llegaban hasta las afueras de la cuarta ciudad más grande de Hama. 

Las fuerzas del régimen sirio se están reagrupando para enfrentarse a los rebeldes con el apoyo de las milicias proiraníes que llegan desde Irak. Los ataques aéreos se están produciendo en múltiples frentes y cuentan con el apoyo de fuerzas sirias, rusas y turcas, causando víctimas civiles y desplazamientos de población. Probablemente también se han producido ataques aéreos liderados por Estados Unidos en la frontera sur de Rojava contra posiciones de la Guardia Revolucionaria iraní.

Las fuerzas afiliadas a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) están luchando para recuperar las aldeas controladas por las fuerzas pro-Assad y las milicias iraníes, para permitir el regreso de los ciudadanos desplazados. Las FDS, una coalición liderada por las Unidades de Protección Popular de Rojava (Yekîneyên Parastina Gel, YPG) y las Unidades de Protección de la Mujer (Yekîneyên Parastina Jin, YPJ), perciben la ofensiva como impulsada por el presidente turco Erdogan y destinada a comprometer a Rojava . Tras la retirada del régimen sirio, las FDS avanzaron hacia Alepo y ocuparon el aeropuerto internacional de la ciudad.

El HTS, que incluye en sus filas a excombatientes del EI, tomó posteriormente el control del aeropuerto de manos de las FDS sin que se produjeran enfrentamientos. Según se informa, el HTS ha ofrecido a las FDS una retirada segura de Alepo, aunque el estado de dicha retirada aún es incierto. 


Estos acontecimientos ponen de relieve las consecuencias más amplias de las guerras por delegación lideradas por Estados Unidos: las campañas de Israel en Gaza y el Líbano y el conflicto entre Rusia y Ucrania. Los ataques israelíes han preocupado a Irán, debilitando indirectamente al régimen de Asad; la concentración militar de Rusia en Ucrania ha sido explotada por las fuerzas apoyadas por Turquía en el norte de Siria.

En 2018, Rusia, Irán y Turquía firmaron los acuerdos de Astaná para asegurar un alto el fuego en Siria. Los acuerdos establecieron Idlib, en el noroeste de Siria, como una “zona de distensión”. Sin embargo, desde entonces Turquía ha aprovechado la región para avanzar en sus objetivos geopolíticos. En Afrín, 60 kilómetros al noroeste de Alepo y que alguna vez fue parte de Rojava, las fuerzas respaldadas por Turquía han mantenido el control desde 2018, funcionando como un protoestado bajo la autoridad dual de los consejos locales y la administración militar turca. Las SDF han pedido a todos los grupos étnicos de la región (kurdos, árabes, sirios, asirios, armenios y circasianos) que se unan a sus filas contra los ataques tanto de las fuerzas alineadas con el ISIS como del ejército de Erdogan.

Rojava lleva mucho tiempo buscando la autonomía en una región dominada por estados opresores y fuerzas fundamentalistas. El cambio de prioridades de Estados Unidos la ha dejado cada vez más vulnerable y el regreso de Trump amenaza con intensificar ese aislamiento, lo que podría obligar a las fuerzas kurdas a formar alianzas precarias o a enfrentarse a amenazas simultáneas de Asad y Erdogan. El futuro de Rojava depende de que sepa sortear las dinámicas de poder regionales e internacionales y, al mismo tiempo, salvaguardar su compromiso con valores como la democracia directa, la autonomía pluralista, el socialismo libertario, la ecología y el feminismo. La supervivencia del proyecto puede depender de una solidaridad internacional sostenida en un panorama geopolítico cada vez más volátil.


Blade Runner

Publicado en https://freedomnews.org.uk/2024/12/03/free-rojava-fights-for-survival-amid-chaos-of-reignited-war/