Con asiduidad, se ha relacionado la sicología social, disciplina
relativamente moderna, con las ideas libertarias. De hecho, parece
que se ha hablado incluso de "sicología anarquista", la
cual se esforzaría más que ninguna otra en comprender las
relaciones entre la sociedad y el individuo. Así, se produce el
estudio de conceptos y problemas propios del mundo libertario, como
son el poder, el autoritarismo, la educación, la jerarquización, la
autogestión o las dinámicas de grupos, entre muchos otros.
Recordemos la definición de anarquismo que aporta Amedeo Bertolo en
su texto "Poder, autoridad, dominio. Una propuesta de
definición" (recopilado por Christian Ferrer en
El lenguaje
libertario (Libros de Anarres, 2005): "La critica más
radical de la dominación explicitada hasta el momento, crítica
teórica y crítica práctica".
Por dar otra definición reciente, proponemos la de Nelson Méndez
y Alfredo Vallota (
Bitácora de la utopía: Anarquismo para el
siglo XXI. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2000):
"El anarquismo es probablemente la corriente política en
torno a la cual ha habido más desinformación o equívocos a la hora
de describirla. En lo esencial, es un ideal que preconiza la
modificación radical de las actuales formas de organización social,
que tanta injusticia, dolor, sufrimiento y miseria acarrean a la
mayoría de las personas del mundo, buscando suprimir todas las
formas de desigualdad y opresión vigentes, a las que considera
responsables de esos males, sin por ello reducir un ápice de la
libertad individual".
Expresado de un modo elemental, aunque sustentado en numerosas
investigaciones modernas, los valores anarquistas son reclamados por
una sicología social calificada como "crítica": en
general, las personas disfrutan de una vida más plena si participan
directamente en los asuntos que les afectan, si cooperan con sus
semejantes y si su entorno asegura que las interactuaciones se
realicen en igualdad de condiciones. Como cualquier otra disciplina,
la sicología ha tenido tendencias al conservadurismo, pero las
nuevas visiones críticas se apropian y ponen de manifiesto diversos
postulados libertarios, lo que lleva a nuevas formas de concebir y
comprender las realidades sociales. Frente a la sicología
tradicional, la sicología social crítica se convierte en una nueva
forma de mirar el mundo que cuestiona todo lo establecido. Al igual
que preconiza el anarquismo, el individuo no puede separarse de la
sociedad de la que forma parte, son dos conceptos también
inextricablemente unidos para la sicología social crítica. Del
mismo modo, se rompe también la división entre teoría y praxis, se
busca la solución de problemas reales y cotidianos del individuo en
sus relaciones sociales.
Un concepto fundamental que han mencionado los expertos, dentro de
una sicología social crítica concomitante con el anarquismo, es el
de memoria histórica. Efectivamente, y la realidad española es muy
significativa al respecto, descubrir y rescatar elementos del pasado
que fueron muy útiles en el pasado para la emancipación de las
clases explotadas se muestra fundamental para una mejora del
presente. La estructuras de explotación y el conformismo se
sostienen gracias a una realidad mediática controlada por un
discurso dominante que no es más que un engañoso y alienante
"sentido común". Parte de ese discurso dominante no es más
que una ideología del poder (de forma paradójica, ya que se
sostiene a la vez que las ideologías han resultado perniciosas), que
tenemos la obligación de desmontar. Expresado de forma muy radical,
pero con mucha razón, por el sicólogo Eduardo Botero: "Vale la
pena recordar la dialéctica del amo y del esclavo, desde los griegos
hasta hoy; existen los amos, sí, porque existen los esclavos".
O como dijo el gran Albert Camus: "¡Ellos mandan hoy, porque tú
obedeces!".
Hemos mencionado una sicología social crítica que reclama los
valores anarquistas, y merece la pena ahondar de forma somera en su
orígenes. En los años 70, nace una sicología radical que plantea
los siguientes principios:
-Rechazo a las prácticas sicológicas manipuladoras (en cualquier
ámbito).
-Acudir a las causas de los problemas, no solo a los síntomas.
-Holismo.
-Generar prácticas innovadoras que respondan a las necesidades y
problemas de las personas.
-Trabajar con las situaciones de la vida cotidiana y
transformarlas.
-Denuncia y subversión de relaciones opresivas de poder.
-Transformación social.
Posteriormente, en los 80, se empezó a utilizar el adjetivo de
"crítica", pero parece que la raíces de la sicología
social radical y la sicología social crítica son las mismas. La
sicología social crítica enfatiza la transformación del orden
social, es una sicología que se implica en los procesos de
emancipación y de cambio social, mientras que el término radical
tal vez puede ir más allá en su anhelo de acabar con toda
dominación. Una sicología anarquista se alimenta de ambos rasgos,
la capacidad crítica de de pensar un futuro diferente, y la
capacidad radical que asume que puede acabarse con toda estructura
opresiva.
Veamos si podemos, gracias al trabajo de algunos expertos, buscar
la relación entre las propuestas anarquistas y la evolución de la
disciplina sicológica. Para ello, vamos a atender en primer lugar el
pensamiento de uno de los grandes filósofos anarquistas, Proudhon,
el cual se adelanta a su tiempo en cuanto a conceptos sicológicos
reconociendo la existencia de inteligencias múltiples que conducen a
comportamientos muy diferentes: “...pero la inteligencia del
hombre, formada para atender a la vez al destino social y a las
necesidades individuales, es de diferente factura, y a esto se debe
que la voluntad humana sea infinitamente divergente” (¿Qué es la
propiedad?). Por supuesto, Proudhon también reflexiona sobre
cuestiones, no resueltas al día de hoy, como son la influencia de lo
biológico y lo social o la formulación de principios básicos
comunitarios.
Después de Proudhon, hay que mencionar a Augustin Hamon, el cual
realizó una serie de estudios científicos bajo el nombre de
“Estudios de Psicología Social”. El primero de ellos de llamó
“Psicología del Militar Profesional” (1893), con el que trata de
demostrarse la poderosa influencia que una determinada profesión
tiene sobre la mentalidad de las personas que la ejercen. El segundo
libro de estos estudios se llamó “Psicología del
Socialista-Anarquista” (1894), el cual quiso caracterizar, gracias
a un cuestionario realizado a una cantidad determinada de personas,
las diversas particularidades síquicas propias de la mentalidad
libertaria. Hamon describió que se recurrió al método positivo
para este trabajo, y se utilizó sólo el método racional para
confirmar las deducciones extraídas de los hechos relatados. Con
este estudio, se quiso demostrar que existen unos rasgos mentales
comunes en las personas vinculadas a la ideología
socialista-anarquista: espíritu de rebeldía, amor al yo, altruismo,
amor a la libertad, sentimiento de justicia, sentido de lógica,
curiosidad de conocer y espíritu de proselitismo. No obstante, estas
características no parecen darse con igual fuerza, ya que existe
cierta subordinación del conjunto a algunas de ellas. Además,
parece ser que la estructura síquica del anarquista puede
clasificarse también dentro del tipo razonador (según Frédéric
Paulhan en Los caracteres, 1894), ya que se trata de personas con un
elevado índice de atención, examinan cognitivamente sus
sentimientos, deseos, actos, cualidades y pensamientos.
Hamon también
describe una inteligencia flexible en el anarquista: “por
flexibilidad de los sistemas psíquicos, Paulhan entiende su
facilidad más o menos grande para transformarse, absorber nuevos
elementos y adaptarse a las circunstancias sin deformarse o
disolverse. Flexibilidad es sinónimo de plasticidad”. Hamon
también concibe al anarquista como un ser con más facultades
críticas que creadoras, razona más que imagina. Puede existir
entonces una subordinación, aunque la imaginación no está anulada,
ya que también existe en la mentalidad anarquista un espíritu de
innovación y un rechazo al inmovilismo.
Para resumir el estudio de Hamon, veamos sus propias palabras:
“En resumen, el socialista-anarquista tipo, por su mentalidad
predeterminada, es un unificado, dueño de sí, reflexivo,
contrariante. Tiene fijeza en sus ideas, amplitud en su carácter,
pureza en sus tendencias, flexibilidad en su inteligencia. Es
ardiente en sus empresas, audaz, enérgico, perseverante en su
objetivo, inflexible en sus opiniones, de las que está orgulloso,
muy impresionable, tan afectivo como intelectual, más critico que
creador, orgulloso y ambicioso de influir sobre los hombres. Su
dominante es la pasión social. Su fin característico por excelencia
es el proselitismo para poder conducir la humanidad a establecer lo
que él concibe como el ideal social. Refiriéndonos al estado
mental, debemos decir que se trata del tipo del carácter
socialista-anarquista. Es un carácter ideal, medio, correspondiente
a todos los adeptos tomados colectivamente, pero que no corresponde a
ninguno en particular. Cada individuo socialista-anarquista participa
de este tipo, es decir, que su carácter, por ciertas tendencias,
entra dentro de las categorías de que hemos hablado. Pero estas
tendencias, según los individuos, están en grados diversos de
desarrollo, y de la acción de unas sobre otras, como también de la
acción de las demás tendencias particulares al individuo, resultan
deformaciones más o menos atenuadas, más o menos pronunciadas,
tendencias especificas del carácter del socialista-anarquista […]
se trata, pues, en definitiva, de un tipo ideal de carácter del cual
participaron todos los socialistas-anarquistas, pero que no es el
retrato de ninguno en particular”.
En la actualidad, se valoran las investigaciones de Hamon por la
enriquecedora relación que aporta su trabajo reflexivo a sus
experiencias específicas vitales. De esto modo opina Alexandre Dorna
(“Presencia y realidad de la psicología política francesa”,
Psicología Política, 16, 1998). Dorna subraya lo penoso de lo
escasa acogida que tuvo el trabajo de Hamon; fue una hostilidad,
según este autor, de la opinión pública y del ámbito académico
sustentada en el rechazo a los enfoques sicológicos de las
instituciones políticas y a las ideas libertarias.
Los grandes pensadores anarquistas también tuvieron, por
supuesto, preocupaciones sobre cuestiones relacionadas con la
sicología. Bakunin lo expresa del siguiente modo en Tres
conferencias dadas a los obreros del Valle de Saint-Imier (1871):
“Por perfectamente aislados que os encontréis con vosotros
mismos, para pensar debéis hacer uso de palabras; podéis muy bien
tener imaginaciones representativas de las cosas, pero tan pronto
como querías pensar, debéis serviros de palabras, porque sólo las
palabras determinan el pensamiento […] El pensamiento no existe
antes de la palabra, ni la palabra antes del pensamiento; estas dos
formas de un mismo acto del cerebro humano nacen juntas. Por tanto,
no hay pensamiento sin palabras. Pero, ¿qué es la palabra? Es la
comunicación, es la conversación de un individuo humano con muchos
otros individuos. El hombre animal no se transforma en ser humano, es
decir, pensante, más que por esa conversación, más que en esa
conversación. Su individualidad, en tanto que humana, su libertad,
es, pues, el producto de la colectividad”.
La gran obra El apoyo mutuo, de Kropotkin, toca prácticamente
todas las ramas del saber humano, incluyendo la sicología, para
tratar de sustentar una interpretación científica de la evolución
humana en línea con una sociedad anarquista. Kropotkin, al igual que
Aristóteles, y oponiéndose a la visión contractualista moderna que
desemboca en la democracia liberal, destaca la sociabilidad del ser
humano . El apoyo mutuo sería, no solo garante de la supervivencia
de la especie y del progreso, también rasgo fundamental de la sique
humana: “Tal es la esencia de la psicología humana. Mientras los
hombres no se han embriagado con la lucha hasta la locura, no “pueden
oír” pedidos de ayuda sin responderles. Al principio se habla de
cierto heroísmo personal, y tras del héroe sienten todos que deben
seguir su ejemplo. Los artificios de la mente no pueden oponerse al
sentimiento de ayuda mutua, pues este sentimiento ha sido educado
durante muchos miles de años por la vida social humana y por
centenares de miles de años de vida prehumana en las sociedades
animales.”
También en La conquista del pan, Kropotkin se apoya en la
sicología y en la experiencia de la humanidad para considerar que la
vida cotidiana en sociedad es más estable si se asegura el libre
desarrollo de las personas involucradas en sus propios asuntos (a
nivel económico, moral, de justicia, etc.). En su escrito Las
prisiones, tal vez su obra más sicológica, se adelanta a otras
investigaciones al descubrir diversos efectos del ambiente carcelario
sobre el comportamiento humano. Su confianza en una educación
moderna para prevenir comportamientos delictivos se sustenta, del
mismo modo, en los avances en sicología. En esta obra, también
reflexiona sobre la influencia de las causas físicas en los actos
humanos, negando así el libre albedrío y profundizando en los
condicionantes ambientales. También, se adelanta a las
investigaciones en neuropsicología cuando señala la importancia de
causas fisiológicas, es decir, las que dependen de “la estructura
del cerebro y de los órganos digestivos, así como del estado del
sistema nervioso del hombre”. Hay quien ha querido ver también en
Las prisiones un adelanto también a la posterior antipsiquiatría y
oposición a los manicomios cuando afirma que “la prisión
pedagógica, la casa de la salud, serían infinitamente peores que
las cárceles y presidios de hoy”.
Como es sabido, en La moral anarquista Kropotkin desarrolla un
concepto de la moralidad en base al individuo, a la vida social y a
la humanidad en general. Desde esta perspectiva, trata de sustentar
la moral desde lo que considera natural, algo que puede denominarse
“realismo ético”. Pero la visión kropotkiniana no es
reduccionista, si pude hablarse de naturalismo en ella, también de
utilitarismo cuando señala que el amor, la cooperación y el apoyo
mutuo son muy beneficiosos para el desarrollo de la especie humana.
Otro concepto importante en esta obra es el de “autonomía moral”,
según el cual “no hay ley fuera del fenómeno; cada fenómeno
gobierna al que le sucede, no la ley”. Como en tantas otras
cuestiones, al día de hoy no creo que se tengan las respuestas
definitivas sobre si es posible conciliar una cosmovisión armónica
y horizontal con la autonomía individual, e importante es seguir
reflexionando e indagando en ello.
Malatesta es otro autor que reflexiona sobre lo importante del
paso del ser humano de lo biológico a lo cultural, considerando que
es el desarrollo cerebral, el lenguaje y su creatividad lo que le
hace potenciar su ya connatural sociabilidad:
El hombre, que salido de los tipos inferiores de la animalidad, se
hallaba débil y desarmado para la lucha individual contra los
animales carnívoros, pero dotado de un cerebro capaz de notable
desarrollo, de un órgano bucal apto para expresar por sonidos
diversos las diferentes vibraciones cerebrales, y de manos
especialmente adaptadas para dar forma deseable a la materia, debía
sentir bien pronto la necesidad y calcular las ventajas de la
asociación. Puede decirse que salió de la animalidad cuando se hizo
sociable y cuando adquirió el uso de la palabra,consecuencia y
factor potentísimo, a la vez, de la sociabilidad. (“La anarquía”,
recopilado en Escritos, Fundación Anselmo Lorenzo 2002).
En Nuevas perspectivas desde la psicología social crítica,
Andrey Velásquez y Yuranny Helena Rojas consideran que se ha formado
un valioso proceso, en la actualidad, entre la sicología como
ciencia social y el anarquismo como teoría emancipatoria. Es lógico
que así sea, ya que represión síquica y represión social suelen
ir unidas y no hay que perder de vista la dimensión de una y de la
otra. Una de las tareas del anarquismo, precisamente, es romper esa
dicotomía entre individuo y sociedad. Por ejemplo, Tomás Ibáñez,
catedrático de psicología social en la Universidad Autónoma de
Barcelona, responde a la pregunta de por qué conocer una sicología
libertaria: “para avanzar a un mundo sin Iglesias, para promover
prácticas de libertad y para intentar desmantelar las relaciones de
dominación” (“Invitación al deseo de un mundo sin Iglesias,
alias, variaciones sobre el relativismo”, Fermentum,17). En este
sentido, muchos autores posmodernos que rechazan los grandes
discursos emancipatorios se han mostrado partidarios de una especie
de anarquismo deconstructor, y la sicología social parece nutrirse
en parte de ellos. Sin embargo, es rechazable establecer una férrea
división entre el anarquismo del pasado (supuestamente caduco) y un
anarquismo posmoderno. Sensibles siempre a ser oxigenadas, por
supuesto, las ideas libertarias son confirmadas una y otra vez por la
realidad social, y jamás pueden renunciar a su dimensión política
y liberadora.
En diferentes países, existe una fuerte tendencia académica a
interesarse por el anarquismo: en julio de 2009, en el 53 Congreso
Internacional de Americanistas, tuvo lugar el simposio
“Anarquía-Anarquismos; História e Atualidades nas Américas”,
en el que hubo 24 ponencias; en México, la Asociación Oaxaqueña de
Psicología publicó en 2006 el Manifiesto de la Psicología
Anarquista, en el que se planteaban diferentes puntos de vista de la
sicología mexicana proponiéndose una plataforma organizativa de
expertos en el marco de principios libertarios, algo que se extendió
a la Universidad Nacional Autónoma de México (una de las más
grandes de latinoamérica); en Estados Unidos, Dennis fox es un gran
exponente de la sicología anarquista en aquel país, como profesor
asociado de la Universidad de Illinois y en su sito web nos ofrece
importantes textos y a muchos otros autores del mundo anglosajón. En
Brasil, adquiere fuerza una terapia libertaria denominada
somaterapia, que se desarrolla en los años 80 de mano de Roberto
Freire, que apunta a identificar el autoritarismo, a potenciar la
creatividad y a la construcción de una organización social más
libre. En Colombia, parece que el interés académico por el
anarquismo ha sido más complejo en su desarrollo, pero se creó el
Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular, de la
Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, además de existir un
sector de la Corporación Cultural Estanislao Zuleta de Medellín que
han trabajado con académicos de la Universidad de Antioquía. Otro
intento por vincular anarquismo con la disciplina sicológica es el
Grupo Estudiantil y Profesional de Psicología Univalle, el cual
produjo en 2010 una línea de investigación llamada “Psicología
Social Crítica, Comunidad y Anarquismo”, con el objetivo de
potenciar las prácticas investigadoras en lo referente a temas
libertarios y emancipadores. Son ejemplos de la vigencia e interés
que tienen las ideas anarquistas también desde un punto de vista
sicológico, algo en lo que trataremos de seguir indagando.
J.F. Paniagua
http://acracia.org/Acracia/La_sicologia_anarquista.html