domingo, junio 30

La estrecha relación entre el sionismo y la extrema derecha europea

 


El pasado 28 de mayo Pedro Sánchez anunció al mundo, de manera solemne, que el Reino de España (al igual que lo hacían ese día Irlanda y Noruega) pasaba a reconocer el Estado palestino, aclarando que este gesto (pues eso es lo que es, un simple gesto) no supone un ataque contra Israel. Aunque escuchando al Presidente parecería que con este hito él solito ha resuelto el conflicto palestino-israelí, en realidad España no es pionera en el reconocimiento de Palestina como país propio, pues actualmente son 145 los Estados miembros de los 193 que componen Naciones Unidas los que lo hacen, incluyendo varios europeos como Islandia, Suecia, Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Grecia, Macedonia, Bosnia, Montenegro y Albania.

Mientras Sánchez realizaba este anuncio, Santiago Abascal voló hacia Israel, donde estrechó las manos ensangrentadas del genocida Benjamin Netanyahu y le prometió que revertiría el reconocimiento “cuando sea el Presidente de España”. Netanyahu consiguió reprimir una carcajada y calificó de “ejemplar” la defensa del Estado de Israel hecha por Abascal pese a la “inmensa intoxicación que domina la cobertura mediática del conflicto” en los países occidentales.

La decisión de reconocer al Estado palestino por parte de España, Noruega e Irlanda provocó que el gobierno sionista retirase a sus embajadores en estos tres países, anunció que no permitiría al consulado español prestar servicios a ciudadanos palestinos y amenazó con “dañar a quien nos daña” acusándolos de ayudar al terrorismo y al antisemitismo. Una reacción propia de matón de patio de colegio acostumbrado a la impunidad por todas sus atrocidades. A estas alturas, no nos sorprenden sus palabras, dada la manida estrategia de los distintos gobiernos israelíes de acusar de antisemita a cualquiera que ose oponerse a su violencia colonial y genocida.

En cambio, lo que sí resultó sorprendente es que la comitiva de Vox llevaba a su eurodiputado Hermann Tertsch, hijo del nazi Ekkehard Tertsch, un periodista austrohungaro nacido en Trieste que se afilió al NSDAP en 1933 (con 27 años), perteneció a las Sturmabteilung (las SA) con el rango de Sturmführer, participó en misiones en Zagreb y la Francia de Vichy y en Madrid estuvo a las órdenes de Josef Hans Lazar, el hombre de Goebbels en España. Facu Díaz hizo unos días después un chiste en su programa Quieto todo el Mundo recreando cómo debió ser la conversación a la llegada a Tel Aviv:

– ¿Y ése quién es?

– Hermann Tertsch.

– ¿Hermann Tertsch? ¿El hijo de Terstch?

– ¡Ése, ése!

– ¿Cómo que SS?

 

Cacerías nazis en defensa de Israel

Quizás no debería sorprendernos demasiado que un diputado fascista, hijo de un gerifalte nazi, se reúna con el Primer Ministro israelí que dice actuar en defensa del pueblo judío, a la vista de lo que ocurrió hace un mes en varias de las acampadas universitarias propalestinas que se han propagado por el mundo.

Por ejemplo, en la Universidad de California un grupo de neonazis y ultraderechistas atacó la acampada con palos, gases lacrimógenos y otros objetos contundentes a mediados de mayo. Unos días después, ocurrió lo mismo en la acampada de la Universidad Complutense en Madrid –donde miembros de Skin Moncloa y Núcleo Nacional irrumpieron en el campamentos destrozaron carteles, palo en mano y profirieron amenazas y gritos antisemitas– y en la Universitat de les Illes Balears, en Palma –donde varios neonazis y ultras del RCD Mallorca agredieron y amenazaron a varios estudiantes, incluso vistiendo uno de ellos con una camiseta con la calavera emblema de las SS Totenkopf–. Y lo mismo ha sucedido en protestas de Ámsterdam, París, Lyon y Estrasburgo, donde grupos de extrema derecha buscan generar desórdenes para que la policía actúe y desaloje las acampadas.

Cuando la ultraderecha lleva años haciendo de la islamofobia su bandera, su bando no puede ser nunca el de los árabes ni el de los musulmanes”, explica el periodista especializado en antifascismo, Miquel Ramos, en un artículo en Público. “Los israelíes «son como nosotros», civilizados, occidentales, blancos en su mayoría, que mantienen a raya a la bestia árabe. Así que, los grupos nazis y fascistas vuelven a salir de caza, pero esta vez en defensa de Israel.

No hay ninguna contradicción entre ser un neonazi o un fascista y alinearte con el proyecto sionista. Hoy, todas las extremas derechas están defendiendo a Israel y el genocidio que está cometiendo, creyendo que así esquivan su reputación de antisemitas. Una atribución bien merecida, pues muchos de estos partidos, desde el Frente Nacional francés de papá Le Pen (Jean-Marie) hasta los neofascistas entre los que se crio Meloni (el MSI) fueron creados y alimentados por todo el nazi-fascismo de la segunda mitad del siglo XX, que estaba plagado de antiguos combatientes y colaboracionistas del III Reich y admiradores del régimen de las cámaras de gas. Hoy, sin embargo, el proyecto sionista representa el sueño de toda ultraderecha que anhela un etnoestado militarizado que se pase la legalidad internacional por el forro.

La derecha española repite las consignas de los mandatarios israelíes, aunque estos hayan insultado a este país y a su soberanía. El alcalde de Madrid, José Luis Almeida, cierra filas con Israel legitimando el exterminio de civiles un día después de las imágenes de cuerpos ardiendo y niños desmembrados. O se está con Israel, haga lo que haga, o eres cómplice de Hamás y un antisemita. Almeida dando clases sobre antisemitismo mientras mantiene una calle en Madrid a los voluntarios españoles en las filas de Hitler, la División Azul

[…] Israel no representa al pueblo judío, por mucho que intente arrogarse su representación. El sionismo obvia intencionadamente la desconexión de una gran parte de los judíos del proyecto, y la cada vez más presencia judía en la causa palestina, que se niega a que se cometa un genocidio y otros crímenes en su nombre. Esa disociación entre Israel y los judíos es la que hacen hoy los neonazis para servir a la causa sionista atacando a los pro-palestinos. Porque ellos siguen odiando a los judíos igual que odian a los musulmanes, pero como siempre, están con los más poderosos, creyendo todavía que ese es siempre el bando de los vencedores”.

El sionismo y la extrema derecha europea

Tertsch no es la única figura contradictoria en la historia del apoyo de la extrema derecha europea a la causa israelí. Israel goza en la UE del apoyo explícito del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), considerado como la casa de la extrema derecha menos euroescéptica, y del grupo Identidad y Democracia (ID), donde se agrupan los partidos de la extrema derecha menos europeísta.

Los partidos en ECR (liderados por Meloni) y en ID (seguidores de Le Pen) son los socios fundamentales de Israel en el Parlamento europeo. Tanto, que antes de las elecciones europeas del pasado 9 de junio había que retroceder hasta el puesto 22º para encontrar a otro partido —no adscrito a ningún grupo— que hubiera apoyado más la agenda política de Netanyahu en Bruselas y Estrasburgo. Ahora, tras las elecciones, el número de partidos de extrema derecha ha aumentado considerablemente en 19 de los 27 Estados de la unión, hasta el punto de que ascienden a 40 partidos y ocupan uno de cada cuatro escaños del nuevo Parlamento europeo. Está por ver en qué se traduce la irrupción de nuevas fuerzas fascistas (como el partido español SALF, liderado por Alvise Pérez), en qué grupos recalan o si forman uno propio. Lo que parece claro es que todas estas fuerzas tienen en común un fortísimo sentimiento islamófobo y que apoyarán igualmente al Estado colonial israelí.

De todos los partidos de extrema derecha Vox, integrada en ECR, es la formación europea que encabeza el ranking elaborado por el lobby European Coalition for Israel en el que se mide el grado de adhesión a los postulados del Gobierno israelí en los debates en el Parlamento Europeo. Después del 7 de octubre de 2023, la extrema derecha española, encabezada por el (supuestamente ex) falangista Jorge Buxadé ha votado “a favor de Israel” en el 99% de las resoluciones y medidas referentes a Oriente Medio.

Dentro de la labor de lobby en el Parlamento Europeo destaca la conformación, en 2017, del Grupo de Amigos de Judea y Samaria. Dirigido por el europarlamentario checo Petr Mach —cuyo partido, Libertad y Democracia Directa (SPD) está dentro de Identidad y Democracia o ID— el objetivo de este lobby es confrontar al movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) y eliminar las reticencias y medidas tomadas por las instituciones europeas contra los asentamientos ilegales en Cisjordania. El grupo fue formado por Yossi Dagan, reservista de las Fuerzas Armadas de Israel (FDI), figura clave en el Likud (partido de derechas israelí) y uno de los enlaces entre este partido y el republicano Donald Trump1.

 

El rabino Menachem Margolin, fundador de la Asociación Judía Europea (EJA), es otra figura importante para entender los nexos entre la extrema derecha israelí, los partidos de esta tendencia en Europa, y el trabajo de lobby, que se realiza a través de la Europe Israel Public Affairs, que se ha comparado con la todopoderosa AIPAC estadounidense, si bien el mecanismo de lobby en la UE está menos regulado que en EE UU. Margolin ha defendido en el pasado la necesidad de entablar diálogo con las fuerzas de extrema derecha que lleguen al poder y ha enfocado las críticas a la izquierda europea, a la que la EJA ha colgado la penosa etiqueta de ‘antisemita’.

La adhesión de la extrema derecha continental a los postulados de Israel se ha intensificado a medida que han crecido también las voces discrepantes en Europa, pero se remonta en el tiempo hasta la primera década del siglo. En la interpretación que hizo Netanyahu, ministro de Relaciones Exteriores en 2002 y 2003, de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en Washington DC. El marco planteado por la “guerra contra el terror” lanzada por George W. Bush iba a ser propicio para generar un entendimiento que tiene en la islamofobia (y en la persistencia del anticomunismo) su principal palanca ideológica. 

Este cambio es fundamental para entender tanto el acercamiento a Tel Aviv en el primer cuarto de siglo, como parte del éxito de la extrema derecha, que “ha sustituido el antisemitismo por la islamofobia (sin dejar de ser antisemita)”, como explica Miquel Ramos en un artículo de Pablo Elorduy en El Salto. Prueba de que tiene razón es que, según un informe de 2020 de la European Network – Countering Antisemitism through Education, el 51% de los eslovacos, el 49% de los húngaros, el 38% de los polacos y el 25% de los checos creen que “los judíos tienen poder y control sobre muchos gobiernos del mundo”. Eso no impide que el Este de Europa, y en concreto los países del llamado eje de Visegrado (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría), son vistos desde el poder en Tel Aviv como los socios ideales para influir en la UE, en cuanto muestran una “hostilidad hacia los valores de la Ilustración, los derechos humanos y el concepto de nación como comunidad de los ciudadanos, al principio de igualdad y, en general, a los extranjeros”, que entronca con el proyecto iliberal de Netanyahu en Israel, como ha apuntado el académico israelí Zeev Sternhell. La cooperación económica se ha intensificado en los últimos años y estos países —especialmente República Checa y Hungría— han multiplicado sus lazos comerciales. En el caso de Chequia, donde gobierna el Partido Democrático Cívico (ODS), dentro del grupo europeo ECR, la transferencia de armas y munición ha ido in crescendo en los últimos años.

Asimismo, Ramos añade otro factor, el hecho de que Israel se ha convertido en un modelo a seguir para esas fuerzas reaccionarias, puesto que es un “etnoestado que se pasa por el forro las resoluciones de la ONU y la legislación internacional en materia de derechos humanos”.

En un artículo de 2018, el periodista Dominique Vidal, hijo de una víctima del holocausto, fechaba en 2010 el punto de inflexión en la relación entre la derecha supremacista europea y el Likud —el partido de derecha de Netanyahu— en un encuentro promovido por este mismo en Jerusalén. Otro informe, en este caso del investigador del TRT World Research Centre Ömer Carullah Sevim identifica cómo después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la Unión Soviética, la selección del Islam como nuevo enemigo resituó a Israel en un mapa en el que comenzaban a difuminarse las atrocidades de la II Guerra Mundial: “Desde principios de la década de 2000, el interés de los políticos europeos de extrema derecha en Israel ha aumentado gradualmente. Uno de los primeros ejemplos fue la visita del viceprimer ministro italiano, Gianfranco Fini2, a Israel. Fini visitó Israel nueve años después de elogiar abiertamente a Mussolini en 1994”, escribe Carullah Sevim.

La extrema derecha italiana, la derecha y la extrema derecha española —representada por Vox y, antes de su nacimiento, por miembros del PP en la derecha del partido como Alejo Vidal Quadras— o los partidos ultras de República Checa han sido, sin excepciones, adoptados como “fieles amigos” del Likud y la extrema derecha israelí. Los pocos cordones sanitarios se han impuesto sobre la Agrupación Nacional francesa de Le Pen —que está consiguiendo poco a poco integrarse en el equipo de Israel— y con la Alternativa para Alemania, que también lo intenta”, escribe Elorduy en El Salto.

Ese deseo de acoplarse bajo el ala del sionismo lleva a situaciones contradictorias como la del Partido de los Demócratas de Suecia, fundado entre otros por Gustaf Ekstrom, exoficial de las SS alemanas, que se declara el “partido más pro Israel” de Suecia y en el pasado ha mendigado la atención de los ministros israelíes.

[…] Es el caso de Viktor Orban, presidente de Hungría, que rindió honores a Miklos Horthy —el regente del país que envió a más de 400.000 judíos húngaros a los hornos de Auschwitz— o de la excelente relación de Netanyahu con el FPÖ austriaco, partido que hunde sus raíces la Asociación de los Independientes (VDU), fundada en 1949 por antiguos nazis como Anton Reinthaller, su primer líder, que era miembro de las SS. Como titulaba un artículo de Politico el pasado otoño, “la cuna de Hitler se ha convertido en el BFF (mejor amigo para toda la vida) de Israel en Europa”. Y eso que el puesto está disputado”.

Quizás nadie ejemplifique el sentimiento prosionista de la ultraderecha europea mejor que Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), que en 2024 gobernará por primera vez en Países Bajos. Wilders, que en su juventud fue voluntario en una plantación agrícola en Israel, donde vivió dos años, en 2010 se manifestaba así en una entrevista para Yedioth Ahronoth: “Israel es el faro y la única democracia en esta parte del mundo atrasada y dictatorial […] Israel está muy cerca de nosotros, de nuestra identidad europea. Israel pelea nuestra guerra”.

Explica Miquel Ramos que “respecto a Israel, la islamofobia y la retórica de la seguridad, los buenos resultados de la extrema derecha van a reforzar esa retórica militarista, supremacista de que hay que resguardar el jardín europeo de los bárbaros de oriente, de África y de Rusia”. Y, por ello, el “carnicero de Rafah” probablemente brindó por el avance de la extrema derecha tras las últimas elecciones europeas.

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1Recordemos que en 2020 Trump presentó el Plan de la Vergüenza para traer la “paz” a la región, reduciendo Palestina a prácticamente nada y favoreciendo los intereses israelíes en todos los puntos. Netanyahu, emocionado, renombró el asentamiento ilegal de los Altos del Golan por los Altos de Trump.

2Fini fue el último gran líder del Movimiento Social Italiano, heredero del fascismo de Benito Mussolini y padre de los actuales Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni, un partido que nunca ha renegado de su raíz fascista.

 

https://www.todoporhacer.org 

 

jueves, junio 27

Sangre


 



                                                              A todas mis ancestras



Cuando tenía diez años

me explotó una bomba entre las piernas.

Creí que iba a morir de dolor.

Un agujero implacable me horadaba

y perforaba mis entrañas.

La infancia se desgarró

y saltó por la ventana.


Cuando tenía diez años

descubrí que podía mi cuerpo

engendrar otro cuerpo.
 

En la primavera de cada mes

sobrevivo a un naufragio de amapolas.

Ansío comer pizza y chocolate a deshoras

y no soporto el olor de la mandarina.

Por mis venas se combustiona electricidad.

Un enjambre de alfileres se me clava en los riñones.

Sabe a arcilla la saliva

y a óxido de hierro el sudor.

Mi vagina descorcha una botella de champán efervescente.

Mi ombligo germina una jugosa sandía,

trufada de dinamita con pepitas de miel.

Rebosan de lluvia los pechos

y de mis pezones brotan lagartos y margaritas.


Cuando desciende por mis caderas la luna púrpura

presiento el rugido de las leonas,

añoro el templado regazo de las marsupiales,

descifro el canto de las ballenas,

y en su aleteo evocan mi aliento las abejas.


En la primavera de cada mes

mi corazón se hace agua;

se posa en mi hombro el colibrí más indefenso,

y me convierto en nodriza de las gatas callejeras

y de las perras en celo.

Se incrustan en mi nuca los alaridos

de los heridos que habitan esta tierra herida,

y mi propio alarido nace

de todas las sufrientes de dos pies

y de las torturadas a cuatro patas.


Mis huesos arrastran un cansancio extremo,

un cansancio heredado

de atavismos remendados entre hormonas e instintos,

patrimonio de nuestro sexo lábil.


Mis manos heredo en llagas

de costureras, lavanderas, jornaleras, cocineras, esclavas, brujas y rameras,

desdentadas, artríticas, ignorantes, ultrajadas y violentadas;

manos de pintoras, médicas, astrónomas, escritoras,

hacedoras silenciadas.

[Como ellas, tantas veces, yo también

vi mermar mi sueldo,

el trabajo y las oportunidades

porque mi nombre se escribe con a.]


Árbol de madres hermanas abuelas hijas

que retoña bajo un techo de cristal,

linaje de hembras zurcido a golpes en la historia.


Mis venas se remontan

a los primitivos aullidos homínidos de la pequeña Lucy, luchando por subsistir,

a la pelvis madura de una Eva huérfana de madre y sin cordón umbilical,

al útero telúrico que perpetuó mi huella día a día, año a año, siglo a siglo

hasta engendrar azarosamente el cuerpo que habito,

cuerpo hogar interior de selvas matinales y desiertos nocturnos.

Sus paredes se sostienen en una argamasa anudada

de cicatrices y calostro;

y en sus curvas y circunvoluciones

fructifican hipsípilas y cristales, almendras y escarcha, rizomas de alma.


Un flujo racial recorre mi vulva forjada con polvo de estrellas,

y se extiende hasta las arrugas y cromosomas

de la descendencia futura de mi costilla.

Me arden los ovarios en un magma de magnolias,

orugas y peces.


Soy una mujer que está ovulando

gota a gota

flor a flor

la genealogía humana que ha llegado hasta mi vientre.


Soy carne que engendra vida,

vida que engendra carne.

Soy sangre.


Porque me hice mujer, por regla de naturaleza impuesta,

me pregunto si también los hombres

descubren a los diez años

que ya son hombres.






Cómo habría cambiado mi vida de haberme llamado Emilio.

Emilia Pardo Bazán





Lola López Martín,

Con la hiel en los labios,

Editorial Ultramarina,

Sevilla, 2023.

lunes, junio 24

Citas

 

Solo hay una cosa más aterradora que un fascista que niega el calentamiento global: un fascista que no niega el calentamiento global. Solo dios sabe qué soluciones pueden ocurrírsele a este tipo de persona.

David Graeber

 

Incluso actos de revuelta aparentemente solitarios tienen aspectos sociales y son parte de la lucha general de las explotadas. Tanto por esta razón, como por el sentido personal de gozo y satisfacción que el individuo encuentra en tales actos, es necesario reconocer que ningún acto de revuelta es inútil.

Texto publicado en la revista Willful Disobediencie

 

Es el orden, y no el caos, el que destruye caprichosamente con tal de imponer su forma sobre todos los seres. Solo aquellos que se atreven a ser avatares del caos pueden resistir contra el gobierno asesino del orden.

Feral Faun

 

Sufrimos y resistimos en silencio la violencia del sistema por demasiado tiempo. Nos atacan diariamente. No solo existe violencia en el ejército, en la policía o en las cárceles. Está en la mísera cultura alienante emitida por la TV, por películas y revistas, está en la horrible aridez de la vida urbana. Está en la cotidiana explotación de nuestra fuerza de trabajo, que da a los grandes patronos el poder de controlar nuestras vidas y dirigir el Sistema para sus propios intereses. 

Angry Brigade

 

La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, a favor de otras gentes que sí se conocen, pero no se masacran.

Paul Valery


Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas.

Albert Einstein


No me importa si un animal es capaz de razonar. Solo sé que es capaz de sufrir, y por ello lo considero mi prójimo.

Albert Schweitzer


Me dijeron:

- O te subes al carro o tendrás que empujarlo. 

Ni me subí ni lo empujé. Me senté en la cuneta y alrededor de mí, a su debido tiempo, brotaron las amapolas.

Gloria Fuertes


Nunca te lleves al engaño de creer que los ricos van a permitir que votes en contra de su riqueza.

Lucy Parsons


Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada.

José Luis Sampedro


El que está sometido a vigilancia, y lo sabe, reproduce por su propia cuenta las coacciones del poder; las ejerce espontáneamente sobre sí mismo; inscribe en sí  mismo la relación de poder; se convierte en el principio de su propio sometimiento. Por ello el poder externo tiende a lo incorpóreo; y cuanto más se acerca a este límite, más constantes, profundas e incesantemente prolongados serán sus efectos. 

Michel Foucault, Vigilar y castigar

 

Rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominante y explotadora contra los intereses de la inmensa mayoría sometida. He aquí en qué sentido somos anarquistas. 

Mijail Bakunin, Dios y el Estado

 

Dios y Patria son un equipo imbatible, rompen todos lo récords de la opresión y derramamiento de sangre.

Luis Buñuel

 

Prefiero una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila.

María Zambrano

 

El ejercer poder corrompe. Someterse al poder degrada. 

Mijail Bakunin

 

 

sábado, junio 15

Realpolitik, ¡maldita seas!

 


Como casi todo concepto político, al menos en eso que queremos llamar Occidente, el de la llamada realpolitik quiere verse originado en la Antigua Grecia. De esa manera, se distinguiría entre la noción de política como un ideal, que puede ser visto como la acción colectiva para buscar el bien común dentro de una comunidad, y la condenada manera real en que se hace política según unas circunstancias determinadas. Esta última, claro, sería la realpolitik en nombre de la cual se realizan auténticas salvajadas. Por supuesto, como toda polarización dicotómica, la cosa es tremendamente cuestionable y reduccionista. Por supuesto, esa suerte de idealismo en política no es siempre benévola, ni mucho menos; por ejemplo, hay quien pone como ejemplo La República, de Platón, una suerte de utopía autoritaria que para él se la quede. Contrapuesto al idealismo platónico, se ha confrontado con la visión más realista y pragmática de Aristóteles, que también es otro para echarle de comer aparte. No diremos más que ambos filósofos vetustos eran profundamente contrarios a la an-arkhia, es decir partidarios del principio fundacional que hace que se subordine todo lo que venga después sin posibilidad alguna de concebir una comunidad política sin autoridad alguna.

La maldita realpolitik halló su epítome en los comienzos de la Edad Moderna, cuando un tal Maquiavelo dejó negro sobre blanco que la política debía ser, sobre todo, una lucha feroz por el poder en la cual pueden usarse todos los métodos imaginables para preservarlo. Y así estamos, hoy bien entrado el tercer milenio, cuando se sigue negando la gran esperanza para la humanidad, la posibilidad de la an-arkhia. Y es que a los hechos me remito, búsquese honestidad en cualquier político o ser humano que haya acariciado algo de poder, y brillará por su ausencia a poco que se reflexione. Pero volvamos al concepto que nos ocupa, la maldita realpolitik, cuyo nacimiento explícito ya hay quien la sitúa en el siglo XIX. Y vamos a echar por tierra definitivamente ese antagonismo facilón entre idealismo, los que quieren cambiar el mundo, y pragmatismo, los que se adaptan a la realidad y como se dice que es. Por ejemplo, la etiqueta de utópicos colocada a socialistas como Fourier o Saint-Simon ya sabemos de dónde viene, de aquellos que querían presentar su socialismo como único y verdadero. Y, hablando de Marx, se ha dicho que su doctrina podría ser un equilibrio entre los dos polos, pero mejor no rememoramos los que algunos en el poder han hecho en su nombre para propiciar una sociedad ideal (que nunca llegó).

Vamos a poner ejemplos más actuales, y prosaicos, y nos vamos a referir al actual presidente del Gobierno, de este inefable país llamado Reino de España, al frente de una coalición tremendamente progresista. No la mayor, ojo, ya que se defenestró a Podemos, que es la izquierda auténtica y verdadera hoy relegada a la casi insignificancia. A Pedro Sánchez, ese tipo que hace llorar de emoción a Almodóvar, no le tiembla la mano en el momento de negociar con regímenes repulsivos como los de Marruecos o Arabia Saudí para usar a los seres humanos como sacrificables piezas en un tablero estratégico. Todo sea en nombre de la execrable realpolitik, es decir, expliquemos de nuevo, toda acción política realizada por conveniencia, y que está por supuesto por encima de toda moral y justicia. En nombre quizá de la misma, lo último de Sánchez es la aportación al gobierno ucraniano de mil millones de euros para defenderse de la agresión rusa. La industria armamentística, tan favorable a políticas realistas, agradecerá que se mantengan vivos los cruentos conflictos bélicos. Por cierto, más de uno, en nombre también de algo parecido a la detestable realpolitik considera que al pobrecito ejecutivo ruso no tuvo más remedio que atacar a Ucrania ante tanta provocación previa del bloque atlántico. Maldito militarismo, malditos Estados y maldita realpolitik. Por supuesto, uno va a situar siempre a la ética por encima de la política, y de ahí que sea partidario de eso tan vilipendiado llamado an-arkhia.

 

Juan Cáspar

miércoles, junio 12

Génesis


 

En el principio creó Bilderberg los Estados y el dinero

y decidió llamar capitalismo al sistema imperante.

Y Bilderberg dijo:

sean para nosotros los recursos del planeta,

arrasados los bosques de la tierra,

talados sus árboles,

contaminados sus ríos,

explotadas sus montañas en busca del material preciado.

Hagamos de sus pobladores mano de obra barata,

trabajen para nosotros con el sudor de su frente,

reciban a cambio migajas en forma de salario,

minijobs y horas laborales sin contrato.

Sean los tiranos dirigentes que amenacen a su pueblo,

violen a sus mujeres,

hagan soldados de sus niños

e impongan para siempre el miedo entre sus calles.

De la Escuela de las Américas haremos una universidad en Panamá

donde enseñar a ejecutar con orden y concierto

suculentos golpes de estado.

Cotizará la prensa en bolsa quedando la información en manos de magnates,

convertido en negocio el periodismo

la verdad dejará de ser importante.

Llamaremos “Mercado común” a la colonización empresarial

que acabará con la desaparición de los mercados,

el empobrecimiento de las tierras, de los agricultores, de los ganaderos.

Llegará el hambre a la gente,

los pueblos volverán a ser el epicentro tremendista,

la España vacía.

Lastraremos el futuro a base de hipotecas,

los bancos serán rescatados,

los ahorros volarán a Suiza,

los paraísos dejarán de ser islas desiertas para ser territorios libres de fiscalidad.

La pobreza energética marcará el fin de la clase media

y de la cultura haremos un circo de payasos.

Objetos de consumo para mentes vacías serán los libros

y las televisiones voceros de la simpleza.

Muertos Galeano, Chomsky o Casaldáliga

los referentes serán tronistas,

cuerpos esculpidos en modelable materia gris.

 

Y ya al final, sometido el ser humano a su voluntad,

Bilderberg declaró la guerra a la pobreza.

Muros de la vergüenza para proteger sus castillos

de seres humanos ilegales que transitan como escombros,

el mediterráneo convertido en una tumba,

la gran fosa común de nuestro tiempo.

 

Celebró, Bilderberg, la creación del mundo.

Comieron y bebieron manjares robados.



Paco Ramos. Los muertos de Bilderberg. Huerga & Fierro, 2022

jueves, junio 6

No mires al dedo, mira al meteorito que señala


 Aunque hace más de medio siglo que sabemos que la propia especia humana está en peligro, no ha habido avances significativos en la lucha contra el colapso ecológico y climático. Ninguno, pese a tener conocimiento del cambio climático mucho antes de que entrara en el debate público. No en vano el consenso científico sobre cambio climático antropogénico empezó a tomar forma a mediados de la década de los setenta.

¿Cómo se explica esta inacción suicida? ¿Es consecuencia del enorme poder de las empresas de combustibles fósiles? En parte, no en vano han sido, y son, una de las fuentes de financiación de la mayoría de las exitosas campañas de desinformación e intoxicación que, durante las últimas décadas, han socavado la posibilidad de que el necesario apoyo de la población fuera lo suficientemente importante para generar cambios. También han “financiado” a los políticos, para que los acuerdos y tratados sobre el clima no fueran jurídicamente vinculantes, y han “engrasado” a los medios de comunicación para que ejerzan de altavoces de esas campañas.

Aunque políticos, empresas de energías fósiles y las grandes corporaciones financieras tienen enormes responsabilidades en la crisis sistémica en la que nos encontramos, no lo explica todo. Solo son los síntomas de algo más profundo. El fondo del problema es el sistema económico que ha acabado dominando, prácticamente, todo el planeta en los últimos dos siglos: el capitalismo.

Tenemos tendencia a describir el capitalismo con términos simplistas e incorrectos, como comercio y “mercado”. Pero el comercio y los mercados llevan miles de años existiendo y son inofensivos por sí mismos. Lo que distingue al capitalismo de otros sistemas económicos de la historia es su necesidad de crecimiento continuo y unos niveles de producción industrial y consumo cada vez mayores. Siendo el crecimiento la principal directriz, no es el único rasgo: el trabajo asalariado y la propiedad privada, es decir, el control de los medios de producción, son las otras columnas del sistema. Unos medios de producción cuya función primordial no es satisfacer las necesidades humanas y obtener mejores resultados sociales si no acumular beneficios cada vez mayores.

El crecimiento es la estructura básica del capitalismo, su ley de hierro. Para hacernos una idea de que hablamos: si el PIB mundial crece al 3% -la tasa que los economistas manejan para garantizar que los capitalistas obtengan beneficios- desde el año 2000, la economía se habría duplicado en el pasado 2023 y se volvería a duplicar sobre una cantidad ya duplicada en el 2046, y así sucesivamente. Eso no sería un problema, si el PIB fuera una cifra sacada de la nada, pero no es así: el PIB va asociado al uso de energía y de todo tipo de recursos, la mayoría no renovables. A mayor producción, mayor consumo energético y de materiales, y mayor producción de residuos. Con el desarrollo tecnológico se consigue que el capital y la mano de obra sean más productivos, que produzcan más y más rápido. Pero también acelera la apropiación y destrucción de la naturaleza. Así funciona el capitalismo. Como llegó a decir el conocido, y poco sospechoso, economista norteamericano John Kenneth Galbraith: “el nivel, la composición y la extrema importancia del PIB están en el origen de una de las formas de mentira social más extendidas”.

Para ilustrar la irracionalidad del sistema, nada mejor que la fábula que leí al antropólogo Jason Hickel, y que refleja con precisión a dónde nos lleva el crecimiento continuo. En la antigua India, un rey, impresionado por los logros de uno de sus súbditos, un matemático, le mandó llamar a su palacio y le ofreció un regalo: pide lo que quieres y será tuyo, sea lo que sea. El hombre respondió: Majestad, lo único que pido es que me dé un poco de arroz. Sacando un tablero de ajedrez, continuó: situé un grano en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera, y sigo duplicando el número de granos en cada casilla hasta llegar al final del tablero. Me conformaré con eso. Al monarca le pareció una petición curiosa, pero accedió, satisfecho de que su súbdito no le hubiera pedido algo más costoso. Al llegar al final de la primera fila, en el tablero había menos de doscientos granos, que ni siquiera eran suficientes para una comida. Pero, a partir de ese momento, las cosas empezaron a acelerarse. En la casilla treinta y dos, cuando aún iba por la mitad del tablero, el rey tuvo que poner dos mil millones de granos, lo que llevó a su reino a la bancarrota. Si hubiera podido continuar, en la casilla sesenta y cuatro habría tenido que poner dieciocho trillones de granos, suficientes para cubrir toda la India con una capa de arroz de un metro de grosor. Ese mismo mecanismo es el que rige en el sistema económico capitalista. Desconozco en qué casilla nos encontramos, pero todos los datos indican que la economía mundial está sobrepasando de forma drástica lo que los científicos han definido como límites planetarios seguros.

Antes de seguir, y para evitar equivocaciones y tergiversaciones sobre lo que desde aquí se defiende, hay que advertir algo sobre las crisis ecológica, climática y energética; ninguna es responsabilidad, por igual, de todos los seres humanos que pueblan el planeta. Los países de ingresos bajos y, de hecho, la mayoría de países del Sur Global (donde se encuentran más de la mitad de la población mundial) se mantienen dentro de los límites planetarios que les corresponde. Es más, muchos deberían incrementar el uso de energía y de recursos para satisfacer las necesidades de su población. El colapso civilizatorio, ya en marcha, está siendo impulsado, casi exclusivamente, por el crecimiento excesivo, de las sociedades occidentales, que hace muchas décadas sobrepasaron, con creces, lo que requiere el bienestar humano.

Pero, desde que empezó el año, son varios los problemas que ya no se pueden seguir ocultando; apunto solo los dos últimos que han empezado a aparecer en los medios de comunicación convencionales: la crisis alimentaria, en forma de protesta de los agricultores, “solucionada” poniendo dinero -dinero para hoy, hambre para mañana- pero sin atacar las causas reales. La otra es el hipotético riesgo de colapso de la corriente marina conocida con las siglas AMOC (Corriente de Circulación Meridional del Atlantico), y sus catastróficas consecuencias sobre el clima global del planeta y la agricultura. Para quienes estén interesados en este tema, les recomiendo la lectura de este articulo de Antonio Turiel que enlazo.

Con la información actualmente disponible, y a pesar de la enorme incertidumbre, sabemos que vamos directos hacia el colapso ecológico, climático, energético, económico y social. El sistema organizativo dominante, el metabolismo capitalista, no solo no está preparado para frenar, o simplemente enfrentar, el colapso, sino que nos conduce a más velocidad hacia él.

Al margen de las dificultades derivadas de la propia naturaleza del colapso, tales como la incertidumbre, la complejidad, la impredecibilidad de los procesos y de los ritmos, se añaden otras relacionadas con la psicología de las personas. Desde hace años, he tenido ocasión de observar reacciones, digamos un tanto irritadas, hacia algunas posiciones vertidas, en esta misma columna, sobre los valores que sustentan nuestro modo de vida y sobre el peligro de colapso civilizatorio al que esa forma de vida nos aboca. No eran críticas exclusivamente políticas, que también, eran más bien ontológicas, las reacciones que han ocasionado, tengo que reconocer, me han sorprendido dolorosa y desagradablemente, sobre todo algunas al venir de personas que consideraba inteligentes además de muy cercanas, reacciones que van más allá del cuestionamiento de las ideas para convertirse en un cuestionamiento ad hominem.

Cuando la información es dolorosa, nos agarramos a cualquier pequeña rendija que disminuya el dolor: atacar al mensajero (como ha sido el caso), ridiculizar, calificar de exageración, acusar de que no está totalmente demostrado o pensar que no me va a tocar a mí, a mi clase social o a mi país. Como sostiene Jorge Riechmann: “Llaman pesimismo al realismo que no son capaces de asumir”.

 

GERMÁN VALCÁRCEL

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lunes, junio 3

Cuando flamencos y jipis descubrieron que no eran lo mismo, pero eran iguales


 El historiador Antonio Orihuela explica su libro ‘100 hogueras. Flamencos, hippies y poetas en la Andalucia contracultural’ y se enfrenta a los mitos del flamenco puro y salvaje. También habla del “hippismo de clase obrera” de la Andalucía de la época nacido a la sombra de las bases norteamericanas 

 

La contracultura andaluza fue de clase obrera, fue flamenca, fue política sin saberlo ni pretenderlo, fue fugaz y fue canalla. En los años 60, en pleno franquismo, al calor de la llegada de los turistas con sus tópicos y buscando su sol y playa, a la sombra de las entonces recientes bases militares estadounidenses y con la cultura como excusa para la juerga. Una lucha por la libertad que fue fagocitada por la industria y por el mismo tipismo contra el que se revelaba, pero que hoy en día se mantiene con vida en los márgenes de un flamenco siempre híbrido y en movimiento.

Son algunas de las conclusiones de 100 hogueras. Flamencos, hippies y poetas en la Andalucía contracultural (Piedra Papel, 2023), el prolijo ensayo que el historiador Antonio Orihuela ha dedicado a aquella al encuentro, durante poco más de dos décadas, entre los jipis que trajo la apertura del régimen franquista al turismo y el aliado estadounidense y el mundo del flamenco amateur, aquellos que decía Gonzalo García Pelayo que “un día descubrieron que eran lo mismo”.

En su libro, Orihuela no se atreve tanto a contradecir al productor musical y cineasta jerezano como a matizar aquella afirmación: “No es que fueran lo mismo, pero había aspectos que los hermanaban, sobre todo a los flamencos que encarnaban las convenciones de la vieja bohemia. Como sus formas de vida, con un pie dentro y otro fuera del sistema productivo, su desconfianza de los valores de la clase media, sus formas culturales consumidas y producidas en comunidad y complicidad, a menudo fuera de foco, que desdibujaban las fronteras entre arte y vida hasta resultar intercambiables…”.

La historia que quiere contar 100 hogueras arranca cronológicamente con la llegada de las bases norteamericanas, en 1953, los Pactos de Madrid que daban legitimidad internacional al régimen de Franco por la vía de aceptar la presencia militar estadounidense en plena Guerra Fría. En esos años 50 empezarán a llegar los primeros turistas, que provocarán una progresiva apertura, al menos en la forma y de puertas hacia fuera, de la mano dictatorial. Y provoca que en Morón de la Frontera, a la sombra de una de esas bases, se encuentren dos hombres: el guitarrista Diego del Gastor y el estudioso norteamericano Don Pohren, entonces recién llegado a España.

Pohren aterriza primero en Madrid, como estudiante de Filosofía y Letras, y luego se traslada a Sevilla en 1956. Va en busca del flamenco, que había descubierto en México de la mano de Carmen Amaya, y acaba persiguiéndolo por los pueblos de la provincia. En el festival del Potaje Gitano de Utrera de 1960 conoce a Del Gastor y desde entonces no cejará hasta conseguir su sueño: el cortijo Espartero, situado en Morón, una mezcla de centro de flamencología y lugar de juerga constante, que Orihuela describe como pantagruélicas, que se convierte en foco de atención para los popes de la contracultura de su país. Un proyecto que, en parte, financió trabajando como contable civil para la base aérea y que se convirtió en epicentro de migración tanto flamenca como jipi.

“La finca Espartero era una especie de universidad de verano donde vivir la experiencia del flamenco de primera mano, y así lo publicitaba en los Estados Unidos”, explica el autor. “Pero su efecto llamada tuvo consecuencias imprevisibles: Morón fue incluido en las guías y artículos de viajes de las revistas underground europeas y norteamericanas como parada obligada en el tour low cost del mundillo jipi”. Llegaron buscando a Diego del Gastor y los suyos no para aprender música, “sino para asistir a alguno de aquellos rituales flamencos de los que habían oído hablar, en los que el guitarrista de Morón fue elevado a una especie de gurú, y constatar hasta qué punto su corte gitana coincidía con lo que describía Lorca en su Romancero Gitano o en su Poema del Cante Jondo”.

Antonio Orihuela, historiador, escritor, ensayista y poeta, nació en Moguer en 1965. Desde allí organiza el encuentro poético anual Voces del Extremo, y allí también ha desarrollado la mayor parte de su carrera. En la misma editorial Piedra Papel con la que ahora publica 100 hogueras ya apareció en 2020 El refugio más breve. Contracultura y cultura de masas en España (1962-1982). Y señala también cómo la contracultura andaluza tuvo sus diferencias con la que se produjo en otras partes de España, como la más urbana de Madrid o Barcelona. Sus protagonistas no eran hijos de la burguesía acomodada, sino obreros o trabajadores del campo, cuando no puro lumpen.

“Contracultura” es el término que acuñó Theodore Roszak en 1968, que abarcaba aquellas prácticas políticas y culturales transformadoras que se estaban dando entre los jóvenes, y que constituían una impugnación del modelo de sociedad capitalista y consumista, y sus mecanismos de opresión y violencia, entre ellos la cultura. “En Andalucía, estos modelos contraculturales se irán fraguando durante los años 60 y 70, a medida que el país se introduce en la sociedad de consumo, y la cultura urbana desplaza los valores del mundo rural preindustrial”, explica Orihuela. “Lo característico es que esa contracultura andaluza, más allá de lo que hoy reconocemos como sus artefactos, bebía de muchas prácticas de resistencia al poder y la autoridad que ya existían antes de que los jipis descubrieran la vida en común, el apoyo mutuo, la autarquía, el compartir, las relaciones horizontales, el antidogmatismo, la valoración del mundo natural, el gusto por el contacto físico, la fiesta, la calle o el cante. Todo este magma libertario, mucho más intangible, ya estaba aquí como una manera de ser, estar y vivir, y atraviesa toda la historia contemporánea de las clases subalternas andaluzas”.

Los jipis andaluces, en su inmensa mayoría, “eran gente sin recursos y sin apoyos de ningún tipo”, que se hicieron jipis “en un proceso más o menos consciente de adopción de las nuevas formas culturales que llegaban de fuera” para luego adaptarlas a su propia idiosincrasia, “dentro de los márgenes que permitía la experiencia de la vida cotidiana en la dictadura, entrando en conflicto con la normalidad instituida, cuando no rozando la mera ilegalidad”.

Orihuela los desmitifica en lo posible: “Eran jóvenes precarios, muy entusiastas, pero que hacían lo que podían con los medios a su alcance. No eran muy numerosos, pero sí fácilmente reconocibles. Entrados los años 70 no hubo pueblo que no tuviera su pequeña representación de melenudos que hacían lo que podían por reafirmar su identidad, fundamentalmente agrupándose en torno a un proyecto teatral, una banda de rock, un fanzine o un espacio comunitario”.

Son hechos históricos, o arqueología cultural, que pelean contra la mencionada romantización. Con matices, Orihuela compara a los jipis con los hispanistas que recorrieron España en el siglo XIX de resaca de las Guerra Napoleónicas y en medio de otra tiranía que la mantenía alejada de Europa, la de Fernando VII. Pero insiste en separar esa contracultura y ese flamenco subterráneo de la expresión política. “El antifranquismo militante, fundamentalmente organizado en torno al PCE, vivió de espaldas a la contracultura. Su objetivo era derrocar el franquismo y tomar el poder. Veían la contracultura como otro agente más al servicio del imperialismo yanqui”, explica.

Los jipis flamencos de aquella Andalucía, “lejos querer tomar el poder o tener un programa político sólido que confrontar con el régimen, se dedicaron a vivir entre las grietas del tardofranquismo. No tenían nada que ver con él, aunque estuviera ahí y de vez en cuando les hiciera correr por las calles o intentara coartar la libertad que ellos se habían otorgado por su cuenta y riesgo. Lo sufrían, pero no vivían bajo su influencia, ellos ya eran demócratas y libres en su fuero interno, y como tales se comportaban”.

Finalmente, el otro mito romántico que intenta desmontar es de un flamenco subterráneo que se enfrentaba al oficial. “Fueron muchos los que se lanzaron a la busca del artista que solo concebían químicamente puro, como el carismático Diego del Gastor, que encajaba perfectamente en el retrato del estereotipo del flamenco que buscaban los jipis extranjeros como los autóctonos militantes del neo-jondismo”.

Eran intelectuales que “concebían el flamenco como un arte ancestral, absolutamente visceral y espontáneo, apenas conservado en espacios marginales gracias a unos pocos artistas, primitivos y genuinos”. Ese flamenco “no es que haya quedado fuera de la historia oficial, es que conserva su potencia mítica, y eso aunque los resultados de todas esas investigaciones fueron lamentables, pues ni el flamenco perdido que recuperaron era significativo en cuanto a la cantidad de formas halladas, ni en cuanto a la calidad de las mismas, ni los artistas desconocidos eran tampoco numerosos, ni artistas siquiera, en la mayoría de los casos. Que no es que huyeran de la profesionalización y despreciaran la comercialización de su arte, sino todo lo contrario, la buscaban para poder vivir y profesionalizarse”.

De aquellos años de experimento quedó “la experiencia reflejada en el espejo del tiempo. La industria absorbió lo que consideró que se podía convertir en dinero”. Fue “un proceso lento, que arranca a comienzo de los años 60 y dura hasta hoy”. Pero, para Orihuela, “eso no significa que el flamenco haya renunciado a transitar por las prácticas contraculturales”. Si una conclusión extrae de 100 hogueras, después de enfrentarse a tantas reclamaciones de pureza, es que “paradójicamente, el flamenco seguirá asegurándose su inmortalidad gracias a su capacidad de corromperse”.

 

 

 Jose A. Cano

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