miércoles, agosto 14

Para ver el mundo

 


a María González Reyes

 

Hay muchas historias, muchos relatos llenos de virtudes

que hablan de calidad de vida debajo de una boina gris

en ciudades irrespirables,

 

que hablan de crecimiento infinito,

gobiernos ecorresponsables,

virtudes del cemento, vuelos baratos

y capitalismo verde,

 

historias sin defecto, sin dañados,

porque todo esto se da por seguro

cuando el capitalismo cuenta sus historias.

 

Hay muchas historias, muchos cuentos,

desde Disney hasta Prisa

hablan de apagar la luz cuando sales de tu habitación,

utilizar los contenedores amarillos,

cerrar el grifo mientras te lavas los dientes,

usar el transporte público,

cortar las anillas de plástico de las latas de Coca-Cola.

 

Historias que hablan de defender la producción de tu propio cáncer

e impedir por todos los medios que el poder

y la riqueza dejen de estar en unas pocas manos.

 

Muy pocas historias hablan de lo que cuestan, en realidad, las cosas,

del truco de magia que llaman externalización de costes,

de los problemas que no resuelve la tecnología,

de la sangre que acumula la propiedad privada,

casi ninguna historia habla del trabajo de los niños y las mujeres.

 

Muy pocas hablan de nosotros, de pisar suave,

de participación, de desobediencia, de alternativas,

de equidad, de dignidad, de justicia, de utopía.

 

Pisar suave,

tomar conciencia de que somos

ecodependientes e interdependientes,

 

pisar suave,

sin transgénicos, sin megacorporaciones,

sin propiedad privada, sin ejércitos,

 

pisar suave,

pisar suave.


 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Ed. Irrecuperables, 2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario