"Pero yo ante todo soy anarquista y luego sindicalista, y creo que
muchos otros primero son sindicalistas y luego anarquistas. Hay una gran
diferencia... El culto a los sindicatos es tan nocivo como el del
estado, pero existe y amenaza ser más grande cada vez. Parece que los
hombres no pueden vivir sin dioses, y apenas han derribado una divinidad
cuando ya surge otra nueva. Si la divinidad de los socialdemócratas es
el estado, la divinidad de los socialistas libertarios parece ser el
sindicato."
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