En un mundo muerto, las ciudades en llamas anuncian que vivir es posible, y sobre-vivir superfluo.
A mediados de enero se produjo en
Salt (Girona) disturbios protagoniza
dos por un grupo numeroso de cha
vales en protesta y solidaridad con
otro chico que, tras una persecución policial por el robo de una motocicleta, cayó de un cuarto piso.La manifestación realizada desembocó durante dos noches en estallidos de rabia a través de cristales rotos y el fuego en las calles. Numerosos coches, containers y motos fueron quemados. Finalmente hubo tres detenciones.
No hace falta apuntar demasiado lejos, el causante de todo ésto: el propio Estado. El capitalismo y las crisis de miseria sistémicas e inherentes a él, dónde lxs más afectadxs son siempre los pobres, siembra una vez más la cólera.
Para entender la situación se debe resaltar que la situación en Salt es compleja. El 50% de la población es
inmigrante y con muy poca pasta; este hecho ha provocado que los pequeños robos, la ocupación de decenas de pisos, así como el número de prostíbulos y drogas aumente considerablemente. Ésto ha provocado la difusión de un discurso que ha calado bastante bien entre la propia clase obrera a través de la derecha donde se incide acerca de la “peligrosidad” que supone la persona migrada que hace peligrar “su espacio”; asi como una posición,por otro lado, bastante ambigua y descafeinada de los socialdemócratas de este país.
Los mass-mierda intentan intoxicar a la población haciendo creer que el problema es la inmigración, la falta de integración, etc. El problema que radica en las desigualdades económicas-políticas de estas personas aparecen en un segundo plano o no aparecen.
Un apunte más que estaría bien recordar es que en los disturbios no sólo había población magrebí (cómo la del fallecido Mohamed). Uno de los detenidos era sud-americano.Este hecho hace reflexionar sobre las alianzas que se han forjado por un momento entre lxs más pisoteadoxs y cómo la solidaridad se ha convertido en un arma para hacer frente a las suyas.
Es imposible tras todo lo sucedido no citar a los “Banlieusards” de Francia:
“(...)No tenemos armas de destrucción masiva, no tenemos bombarderos, tan sólo algunos petardos. Pero temblad pequeños barones de Neuilly, porque hoy estamos en nuestros barrios pero de aquí unos días estaremos en la puerta de vuestras casas. La lucha que acaba de comenzar será larga, y nuestro combate es justo. La sociedad nos ha creado, lo que prueba que esta civilización corre a su fin. No tenemos nada que perder, preferimos morir rodeados de sangre que de mierda.”
Combatientes de la revuelta del Banlieu 93.
Los Banlieusards son los jóvenes que protagonizaron la revuelta en 2005 en Francia. Los Banlieu son la forma de denominar los suburbios en Francia. Estos suburbios no son pequeños barrios marginales, sino grandes ciudades que tienen pésimas infraestructuras y que conllevan al hacinamiento de millones de personas en las peores condiciones.
Estas situaciones, junto al creciente paro juvenil, el acoso policial en la zona y sobretodo a causa de la muerte de dos jóvenes de origen africano mientras escapaban de la policía resultaron la última gota para que todo se desbordase.
Estos jóvenes habían crecido entre las falacias de una cultura liberal occidental y resquicios de una cultura árabe impositiva y castradora; su familia eran sus “hermanos” y su cultura la del barrio.
Iglesias, comisarias, escuelas y muchas otras instituciones fueron atacadas a parte de centenares coches
durante todos esos días. En la prensa sólo se daban importancia y especial cobertura a los hechos dónde aparecían coches ardiendo...¿Quizás eran más fotogénicos? O ¿quizás querían evitar un cuestionamiento de otras instituciones opresoras del sistema y preferían maquillarlo como un simple ataque a lxs ricxs?
No sólo fue esa zona, la solidaridad se extendió en otras áreas de Francia como Sena y Marne, Lille, Marsella...y también otros países como Bélgica, Dinamarca, Alemania,Grecia,Países Bajos o Suiza. No sólo había inmigrantes en las detenciones, también franceses autóctonos y muchxs más aliadxs. Las inmensas autopistas que separan los suburbios de la capital francesa no fueron suficientes para llevar la revuelta más allá de dónde acontecían los hechos. Estos acontecimientos provocó que el estado francés decretara estado de emergencia y propiciara la expulsión de personas migradas.
En ese momento de rabia hacían falta más mujeres migradas que no estuvieron, ya que la cultura patriarcal seguía haciendo mella en la masculinización de la violencia.
Lo que une los hechos acontedidos tanto en Salt como en Francia son que los protagonistas no sólo son las personas migradas, sino que hay factores económicos y sociales de por medio. Son de las personas que más reciben esta miseria y por lo tanto, los que tienen más rabia contenida.
Al sistema le va de perlas revestirlo cómo una cuestión de inmigrantes; ya que el odio racial hace buscar amparo en el “Papá Estado” para que nos resuelva esa situación que nos han hecho creer que es “peligrosa”. Pero no. Los peligrosos son ellos que nos lavan la cabeza, que nos hacen tragar mierda, que nos hacen permisivos a todo lo que nos echen e incapaces y nos inculcan una cultura llena de miedo y sumisión.
Durante tiempo nos hemos visto engañados por el hecho de creernos de clase media porque podíamos ostentar a un coche, unas vacaciones o una “maravillosa” hipoteca; pero irrumpe en esta realidad una nueva situación: los millones de parados, los excluidos, los pobres, a los que obligan a agachar la cabeza como si fueran basura....pero ya están cansadxs. Lo único que hemos recibido son pequeñas migajas, pseudocompensaciones por una vida que no la estamos viviendo. Tenemos que vivir así porque nos obligan...pero...¿Y si dijeramos BASTA?
Hay gente que está viviendo a nuestra costa y nos dejamos pisar. Ahora en Salt, en Olot una persona
llevada por el odio más visceral asesinó a sus explotadores, personas que estallan y no pueden más....
Estos pequeños momentos de insurreción nos hace saborear un poquito más la libertad; debemos ir más allá de la destrucción del todo de forma instintiva y tejer una estrategia haciendo de la violencia no un fin en si misma, sinó un medio para conseguir lo que anhelamos.
Lxs insurrectxs no quieren líderes, no se dejan comprar por promesas vacías de los que ostentan el poder. No luchamos por echar a Zapatero ni, en aquel momento, echar a Sarkozy (aunque si se va,mejor, y si se muere, perfecto). Queremos recuperar nuestras vidas y no queremos que esos desgraciados jueguen más con ellas; decidir sobre lo que queremos y lo que no y que nadie nos amenace o nos premie por lo que hagamos.
Aunque el Estado cumpliera sus promesas no deberíamos dejar que siguieran controlándonos; igual que
un día nos darán pan,otro día nos echarán mierda.
Por muy bien que se portaran seguirían siendo nuestros amos y humillándonos cuando quisieran. No somos mascotas que van detrás de nadie buscando las migajas, ahora lo queremos todo y morderemos si hace falta.
Laura Punto (En veu alta)
Me gusta...No hay nada peor que DEPENDER de los "jefazos".Cuentan que en Yugoslavia (que en paz descanse...)existía la auto-gestión,algo intrínsecamente ligado a la anarquía.
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