La reciente publicación de “Antología de textos de Los Amigos de Ludd”, por Muturreko Burutazioak y Biblioteca Social Hermanos Quero, libro que contiene 18 trabajos de dicho colectivo (al que pertenecí), hechos públicos hasta su auto-disolución, en 2007, más una introducción, invita a una reflexión sobre la relación entre la técnica y el Estado. Ésta, en alguna medida, la hicimos, y aparece en los textos ahora editados, pero continúa siendo una tarea inconclusa, a retomar.
En “La edad de la técnica” Jacques Ellul dedica el cp. IV (“La técnica y el Estado”) a ello, aunque lo ahí expuesto debe ser objeto de un análisis que lo actualice (su primera edición es de 1954), depure y amplíe. Diferente es el punto de vista de Ortega, en “Meditación de la técnica”, texto que se engolfa en un enfoque esencialista y mixtificador que olvida lo más llamativo, que la tecnología es, ante todo, creación del Estado. Claro que no se puede esperar otra cosa de Ortega, estatófilo elegante y refinado.
Lo habitual en la literatura nominalmente radical es establecer una relación de causa a efecto entre capitalismo y tecnología, en la que se manifiesta un economicismo que extravía, llevando a muchos al terreno de la socialdemocracia. Pero ahí sólo se expresa lo secundario del hecho técnico, pues entre el 50-70% de los ingenieros e investigadores trabajan para los ejércitos, que son el núcleo mismo del ente estatal, de manera que la ciencia y la técnica son realidades en primer lugar políticas y militares, y sólo secundariamente económicas. Y cuando la tecnología se aplica a la producción lo hace en más ocasiones, por lo que parece, en funciones de reforzamiento del control y dominio de los empresarios sobre los trabajadores que en las de ahorrar trabajo o incrementar el potencial productivo de éste.
Texto completo en la página 30:
http://www.cnt-ait.tv/d/1092-2/cnt_364_web.pdf
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